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La piel toma la palabra

Identidad y permanencia son sus grandes características. Van más allá de la historia, culturas o estética. Nos colamos en el estudio del tatuador castellonense Fer para conocer en primera persona cómo vive el tattoo su autor.
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El logo de Nomepierdoniuna, tatuado por Fer.

“Acción y efecto de tatuar”, así define la RAE la palabra tatuaje. Una  forma un tanto simple si tenemos en cuenta la complejidad, cultura e historia -muchas veces desconocida- que se esconde detrás de esta "acción". El tatuaje es un fenómeno histórico que ha ido evolucionando, heredando y desarrollando sus propias técnicas y tecnología. Ha conseguido definir la cultura, el estado social, la religión e incluso el oficio de las personas tatuadas, convirtiéndose en una forma de comunicación no verbal. Acaba siendo mucho más que tinta, y no sólo porque el tatuaje pueda contar una historia o dar a entender algo, creando un nuevo canal de comunicación en el que la persona tatuada se convierte en emisor, o simplemente acabe convirtiéndose en una obra de arte en movimiento. Y, es que, el tatuaje esconde una historia milenaria; según las últimas referencias encontradas, la primera prueba de su existencia data de 3.300 a.C. con Ötzil, la momia tatuada más antigua del mundo. Hasta hoy.

Carey Hart en su libro Tatuado, en el que comparte autoría con Chris Palmer y Bill Thomas, explica: “Mi piel cuenta una historia. No es el tipo de historia que se desarrolla con un principio, una parte central y un final, sino más bien como el viaje de mi existencia”. Pero no siempre los cuerpos tatuados han sido aceptados y vistos con normalidad. En España la cultura del tattoo tuvo un desarrollo muy lento en comparación a otros países, incluso se puede empezar a hablar del tatuaje moderno a partir de los años sesenta y setenta. Su actividad comenzó en las zonas portuarias, ya que los tatuajes entonces eran algo propio, entre otros sectores, de marineros y soldados. Fue a finales de los años setenta cuando se coló entre las clases medias-altas, al ser considerado como algo extravagante y transgresor. Pronto, a raíz del movimiento hippie y la influencia de la música punk y rock, empezó a integrarse entre los jóvenes y a adquirir nuevos significados.

Hoy podemos ver el tatuaje en programas de televisión, como concursos, documentales e incluso reality shows, revistas especializadas, investigado en las universidades, como forma de negocio, en el cine y la literatura, con el tatuaje como hilo conductor de la historia, e incluso en la moda y publicidad, convirtiéndose en un reclamo para líneas de ropa como Antony Morato o Macson, con el cotizado modelo con el cuerpo totalmente tatuado Stephen James, la marca de calzado XTI o la línea de perfume Onlye The Brave Tattoo, entre otros muchos ejemplos.

También en el mundo de la música o del deporte, sectores que cada vez marcan más tendencia con sus diseños, incluso muchos de estos tatuajes acaban siendo copiados. Pero también asociados a la salud, ya que cada vez son más los tatuadores que se dedican a decorar cicatrices, tapar marcas e incluso a ayudar a recrear el pecho de enfermas de cáncer.

· Tatuar en Castellón

La persona que te atiende en aquella tienda, la mujer que te cede el paso, aquella familia con la que cruzas la mirada o el hombre que pasea a su perro. El jugador de fútbol, la cantante de pop o tu actor favorito. El profesor de tus hijos, el político que entra en el Congreso o la médico que te alivia el constipado. Tu hijo, tu madre, tu abuelo o incluso tú. Ya sea en nuestra propia piel, en la de los demás o en aquel estudio nuevo en la esquina de aquella calle, el tatuaje ha dejado de ser una novedad para dibujar el día a día. Porque aquel capricho con el que la clase alta se tatuaba, que pasó a ser un rasgo propio de ambientes marginales siglos después, ahora, pese a seguir arrastrando ciertos prejuicios, se ha convertido en un habitual. Lo marginal, y ahora lo aceptado. O por lo menos para algunas personas.

Y el tatuaje también es un negocio. Fer Body Art Tattoo Studio es uno de los muchos estudios que pueblan Castellón. Ubicado en la calle Guitarrista Fortea desde hace casi dos años y regentado por Fer. Un brazalete de llamas que lleva en el tobillo desde los 17 años fue la primera vez que la tinta marcó su piel y, desde entonces, su vida. Y, pese a que confiesa que no le gusta el protagonismo, que él sólo tatúa, nos colamos en su estudio para conocer un poco más de cerca la figura del tatuador.

Aunque siempre ha estado interesado en el dibujo y el arte, empezó estudiando Mantenimiento Industrial: “Duré siete meses –ríe-. Me di cuenta de que eso no era para mí”. Empezó a los 17 años en Acero y Piel atendiendo; primero se metió en el mundo del piercing pero finalmente encontró su sitio en el tattoo, atraído por su carácter artístico y permanente. No empezó a tatuar hasta los 20 años, aunque antes se tatuó a sí mismo en los muslos para saber qué sentirían sus clientes: “Fue una experiencia dolorosa”, confiesa. Y de aprendiz a tatuador en Acero y Piel durante más de diez años, hasta hace casi dos años, cuando decidió montar su propio estudio: “La razón por la que lo he hecho es el no depender de nadie. A un tatuador siempre le va a venir mejor no depender de ningún local y poder saltar de sitio en sitio, así vas a aprender más y vas a conocer nuevos estilos, tendencias, gente…”, explica, “esta es una visión empresarial más que la del tatuador artístico. Ahora soy un tatuador artístico y autónomo –ríe-. Teniendo esto [un estudio propio] te anclas, por eso es más un propósito empresarial que artístico. Me podría haber ido a Francia por ejemplo, que me lo ofreció un estudio. Me hubiese ido, pero no puedo dejar esto colgado y tenía que intentarlo, no quería que tener mi propio negocio se convirtiese en un y sí…”.

Fer lleva más de año y medio trabajando en su propio estudio.

El primer tatuaje que hizo fueron unas calaveras en los empeines de una chica y confiesa que estaba muy nervioso. El estilo que le define a la hora de tatuar es el tradicional, el old school, con pocos colores, apagados y líneas gruesas, y no tatuaría uno realista “por noción”. Pese a que sí que se lo ha planteado alguna vez, prefiere dedicarse únicamente a plasmar sus dibujos sobre la piel y todo lo que tenga que ver con el tattoo.

Entre las cosas más raras que ha tatuado recuerda un Jesucristo en la frente que le pidió un señor. Entre algunos de los tatuajes más emotivos, recuerda uno de los más recientes con el que una mujer podrá recordar para siempre a un familiar fallecido, pero esa historia prefiere quedársela para él. Entonces, ¿se acaba convirtiendo un tatuador en algo así como un psicólogo? “Algunos sí, yo no. No te voy a cambiar la idea de lo que te quieras tatuar, sólo te voy a asesorar”. “Aunque cuando alguien llega suele tener el tattoo pensado, pero no preparado y yo tengo que meterme dentro de su cabeza”, añade.

· ¿Es el tattoo una moda?

Rhiana.

“A día de hoy el tatuaje ya está dentro. Puedes ver gente atendiendo al público tatuada, por ejemplo, y antes no. ¿Y si pudiéramos ver a un cirujano o un alcalde tatuado? Puede que en un futuro sí. De hecho, en España no, pero fuera ya hay casos”, explica Fer.

Cada vez son más los personajes públicos que enseñan con orgullo sus tatuajes. Siendo éstos incluso, en cierta medida, cómplices de la normalización del tattoo. Al final, los diseños que muestran en sus pieles futbolistas como David Beckham o artistas como Rhianna, entre una lista interminable, se convierten en la última tendencia. “Ellos quieren lo que llevan los futbolistas y ellas lo que llevan las cantantes”, ironiza Fer ante el reciente boom por el tatuaje: “El principal motivo por el que vienen es por moda, porque ven que su amigo lo lleva. Y es algo que me da rabia”. Pero eso no quiere decir que el tatuaje haya perdido su esencia: “Cada uno que valore lo que quiera. La gente que se tatúa únicamente por moda, valorará la moda; quien se tatúe por arte o por otros significados, valorará eso”, remarca.

Y, es que, en el mundo del tatuaje también hay in&out según la temporada: “Ahora son las flechas, líneas rectas o el manido infinito. Pero antes eran tribales, luego fueron las estrellas, los delfines, duendes… Ahora ya no quieren eso, ahora quieren infinitos, flechas y plumas”, remarca mientras vaticina que el próximo in será el underbust (debajo del pecho). Pero, ¿y por qué seguir una moda de algo que no puedes retirar cuando pase, sino que permanece? “La gente se condiciona por el qué dirán, y un año se tatuarán una cosa y al otro otra. Hay estereotipos muy cuadrados”, explica. “A día de hoy se está tatuando gente pensando que se lo va a quitar el día de mañana, por eso existe el láser”, lamenta.

Por lo que parece que el tatuaje adquiere un nuevo significado en el siglo XXI, el de la estética. Aunque no abandona su raíz artística. Y, es que, pese a su visión crítica e irónica, Fer también percibe una evolución clara en la que, el día de mañana, prácticamente todo el mundo irá tatuado, ya sea por seguir una tendencia, por necesidad, cultura o por el motivo que sea, pero sin olvidar su simbolismo: “El significado se lo pones tú, y ya te puedes tatuar lo que quieras que siempre te recordará ese momento”, explica, “con el primer tatuaje, por ejemplo, la gente siempre intenta buscarle un montón de significados, porque si no, el primero, no te lo haces”.

Que se lo piensen bien y que no se dejen basar en los amigos o pensando en el “ya me lo quitaré”, nos cuenta mientras reivindica esa singularidad del tattoo, “antiguamente un tatuaje era para toda la vida, te ibas a la caja de pino con el tatuaje y, si te arrepentías, te hacías otro o te rascabas con una lima –ríe-”.

· ¿Me tatúo? Conociendo el qué, dónde y cómo, sí

Cuando una persona se va a tatuar por primera vez son muchas las dudas que entran en su cabeza. ¿La que más miedos genera? La inmortalidad del tatuaje, llevar algo marcado en la piel para toda la vida. Por esta razón es tan importante alejarse de modas o de ideas sin madurar cuando se va a realizar el primer tatuaje. Tener en cuenta que esa pieza te va a acompañar siempre, que puede que acabes convirtiéndote en un o una yonki de la tinta en un futuro y sigas decorando tu cuerpo y que, desgraciadamente, aún son muchos los entornos en los que un tatuaje a la vista es algo negativo.

Tener claro el lugar en el que quieres tatuarte y el estilo de la pieza también es importante, éste último sobre todo para saber qué tatuador se acopla mejor a tus necesidades. Y aunque para el tattoo siempre hay una primera vez, parece que nunca hay una edad determinada. La mayor parte de la gente que pasa por Fer Body Art Tattoo Studio suelen ir desde los 16, siempre acompañados/as de sus padres –requisito fundamental para Fer-, hasta los 40 años, e incluso más: “El otro día tatué a un hombre de 74 años”, recuerda.

Pero si hay algo que es verdaderamente importante, ya sea el primer o el décimo tatuaje, es tener claro el estudio en el que te vas a tatuar, si cumple con la normativa sanitaria y condiciones higiénicas óptimas o cuáles son las características de tu tatuador o tatuadora: “Si un tatuador te hace una cagada no vas a poder decir ni hacer nada”, advierte Fer, “si te quieres tatuar te tienes que informar de lo que hacen”. A la pregunta ¿la gente cuando va a un estudio llega realmente informada?, su respuesta es clara: “No”. “Principalmente por la higiene, y eso es lo primero que tienes que mirar en un tattoo, el cómo lo hace es lo segundo, primero que todo vaya en condiciones. ¡Esto tiene que ser como un quirófano!”, explica. Recalca que la seriedad en el trabajo es fundamental, y que ahí es donde se valora su trabajo. En cuanto a la preparación, explica que para ser tatuador no se necesita una formación determinada en dibujo o similares, pero “sí en Higiénico Sanitaria para poder manejar las agujas”.

Zona en la que tatúa Fer en su estudio.

Otro de los grandes errores que comete la gente es acabar tatuándose en lugares no aptos, como en una casa. Fer nos explica sus inconvenientes, más allá de su legalidad: “En casa no tienes el técnico sanitario, no tienes la recogida de agujas, entonces, ¿qué haces con la aguja? Eso se contrata, yo las agujas las tengo que tirar en un contenedor especial y no pueden salir del estudio, luego viene una persona que se las lleva y se incineran. Esto en casa no lo puedes hacer, ¿qué haces? ¿Almacenas las agujas? ¿Y luego qué haces con ellas?”, recalca, “luego, además de que no son profesionales, no están pagando autónomos, el IVA y es todo en dinero negro, suele ser gente que está empezando y pueden hacerte un destrozo o una mierda. Pero la gente como no lo sabe, se fía. ¿Por qué? Porque lo hacen veinte euros más barato que nosotros… Además, te suelen tatuar encima de una mesa, en una cama o con animales en casa… En casa no se puede tatuar, no es el sitio”, defiende.

· Tattoo vs prejuicios y estereotipos

El tatuaje ha tenido que luchar contra infinidad de etiquetas, cuando el hecho de llevar la piel marcada por la tinta es una característica negativa e incluso peligrosa y que puede llegar a cerrar puertas en el mundo laboral: “Es una mierda el querer tatuarte y no poder por el trabajo. Un cliente me dijo una vez una cosa que se me quedó clavada: “El que trabaja es la persona, no el tatuaje”, y eso es lo que tendría que decir toda persona que se quiera tatuar a su jefe. Porque vas a seguir trabajando igual, vas a seguir siendo la misma persona”, reclama.

“Antes eras mala persona, un drogadicto o habías salido de la cárcel. La gente te miraba y se cambiaba de acera”, explica, “a mí me echaron del instituto por un piercing en la ceja a los 15 años, y a día de hoy hay gente joven con piercings en los colegios y no pasa nada”. Dentro de su experiencia como tatuador, Fer también percibe de qué manera la visión que se tiene del tatuador como profesional empieza a estar mejor valorada. Algo que tampoco fue sencillo de entender en su propia casa: “Se lió una buena, no les gustó nada. Pero ahora ven que la cosa marcha, y están contentos”, explica. Y eso que su hermano es ilustrador y su padre pintor taurino, explica entre risas: “Yo prefiero la piel y mi padre el cuadro. Pero es que mi padre antes relacionaba los tatuajes con la cárcel y las drogas, ahora va por la calle y ya va viendo cosas”, explica mientras confiesa que su padre nunca le habría contratado: “antes estaba en su despacho y el primer pendiente que veía en la oreja, se iba fuera; ese era mi padre. Sin embargo mi madre también es empresaria y ha tenido a gente tatuada, y no ha pasado nada”.

El tatuaje se ha convertido en uno de los canales de comunicación más longevos, fuertes y, lo más importante, permanentes. Al final, las marcas de tinta en la piel se convierten en parte de la historia y de las culturas, ya sea desde los tatuajes maoríes hasta el último de Rhianna. Porque hasta el tatuaje consigue que tengan algo en común Juan de Borbón y Alberto Garzón.

Los artistas cambian y también lo hacen las técnicas y las herramientas, los estilos se perfeccionan y nacen otros nuevos, la tinta se pasea con los cuerpos e incluso se expone sobre una pared. Al tatuaje aún le quedan algunas batallas por librar y estereotipos con los que tiene que acabar este arte vivo. Para dejar de ser excepcional. Historia, culturas, tendencias, estética,... Más allá de todas las connotaciones, positivas y/o negativas, que se le ha dado y ha adquirido el tatuaje durante los años, lo cierto es que, además de una "acción y efecto", el tatuaje es identidad y permanencia. Dejó de ser excepcional, para ser inmortal.

UNA historia llena de tinta

  • Es complicado saber exactamente cuál es el origen del tattoo, pero las primeras referencias que se tienen datan del 3300 a.C con Ötzi, la momia más antigua del mundo. Fue hallada en los Alpes italianos en 1991 y se le encontraron unas finas líneas tatuadas por todo su cuerpo, las cuales no habían sido marcadas con una aguja, sino que se trataban de pequeños cortes localizados por distintas zonas de su cuerpo que habían sido frotados con carbón.
  • El primer contacto del tatuaje con el mundo occidental fue concretamente en Inglaterra a través de los exploradores que, durante sus expediciones, se habían topado con tribus en las que marcar la piel sí que era algo habitual. Una pieza clave fue la figura del explorador, navegante y cartógrafo británico James Cook, quien volvió de una de sus expediciones a Tahití en 1769 tatuado. A partir de este momento es la clase alta la que adopta el tatuaje; incluso Don Juan de Borbón llevó el antebrazo derecho tatuado como recuerdo de su estancia en la marina inglesa.
  • La primera máquina eléctrica de tatuar se inventó en 1891 por Samuel O’Reilly. Nace del modelo de la imprenta autógrafa que inventó Thomas Alva Edison en 1876 y con ella, O’Reilly, consigue perfeccionar la técnica, añadiendo rapidez y dibujos más nítidos. Es a partir de este momento cuando todo cambia y, tanto los materiales como las técnicas, no han parado de evolucionar: “Antes, por ejemplo, para poner el calco en la piel se ponía con desodorante en barra, ahora hay unos calcos que aguantan un montón; o las agujas, que antes las soldábamos nosotros”, explica Fer.
  • A finales del siglo XIX y principios del XX, el tattoo era una característica propia de sectores marginales como presidiarios, meretrices, soldados y marineros (mucha gente se embarcaba para evitar la justicia).
  • En 1924 Bert Grimm se hizo famoso por tatuar cuerpos enteros por el circo y, es que, en esta época eran muchos los tatuadores que viajaban con el circo, ya que en distintas ferias y circos se exponía a gente tatuada.
  • Portada de 'Rolling Stone' con Lyle Tuttle.

    En los años 50 se relaciona el tatuaje con la delincuencia y el mundo carcelario, una idea que los medios de comunicación ayudan a que se propague, alimentando el sensacionalismo y relacionando bandas criminales con el tattoo. Incluso el pavor que despertó la Hepatitis B en 1961, en Nueva York se creó la gran alarma y se prohibieron los tatuajes.

  • Con los años la visión del tatuaje cambia por completo y son muchas las manifestaciones a su favor, como que la cantante de rock y blues estadounidense Janis Joplin se tatuase una pequeña flor en la muñeca o la presencia del afamado tatuador Lyle Tuttle en la portada de la revista Rolling Stone en 1970.

¿Qué ha significado el tattoo?

  • La primera evidencia del tatuaje en Japón aparece en el siglo 3 a.C., éste se utilizaba para decorar, proteger del mal e incluso para identificar a los delincuentes. Y, es que, aún sigue siendo muy habitual el uso del tatuaje como símbolo para identificar miembros de bandas criminales; por ejemplo la organización Mara Salvatrucha de América o los criminales rusos, que utilizaban su propio sistema de símbolos que se tatuaban y con los que aportaban información sobre su vida.
  • En Nueva Zelanda, los maorís utilizaban el tatuaje como ficha personal y huella dactilar. Se realizaban un dibujo conocido como moko, el mismo con el que firmaban en sus documentos.
  • En el Tíbet creían que los tatuajes ayudaban a superar la pérdida y el dolor.
  • Chica Kalinga, 1930's. Foto: Libro '1000 Tattoos'.

    En Kalinga, Filipinas, pese a que el tattoo está desapareciendo y perdiendo su carácter, es una práctica con un millar de años y forma parte de una tradición y cultura en la que las mujeres eran tatuadas como símbolo de belleza y los hombres de valentía (tradicionalmente, los hombres, enseñaban la cabeza del enemigo y, entonces, eran tatuados). Precisamente en la provincia de Kalinga, en Buscalan,  es donde reside Whang Od, tatuadora de 92 años que recibe en su casa y tatúa a gente de todo el mundo.

  • En las Islas Marquesas los tatuajes tenían un significado erótico para las mujeres y mágico y religioso para los hombres; ellas se tatuaban motivos obscenos en la vulva y ellos se tatuaban el cuerpo como si éste fuere un escudo y, una vez morían, se les arrancaba la piel para que su cuerpo entrase puro y sin marcas al paraíso.
  • En Taroko (Taiwán) era costumbre tatuase la cara una vez se llegaba a la edad adulta.
  • En Hawái creían que los tatuajes les salvaban de los malos espíritus.
  • Tras la Primera Guerra Mundial los marines se valían del tatuaje para identificarse. Durante la Segunda Guerra Mundial los nazis lo utilizaban para marcar a los prisioneros, como seña de identificación y humillación.

"Siempre habrá preguntas. Algunos padres nunca los admitirán. Algunos jefes fruncirán el ceño. En los armarios de los coleccionistas de tatuajes siempre habrá camisas de manga larga, por si acaso. Pero el tatuaje seguirá adelante. Siempre habrá joven piel desnuda que deseará contar una historia, recordar a un amigo, conmemorar un nacimiento, proclamar una máxima o dejar testimonio de un rito de iniciación. O quizá, simplemente, sea una bella forma de arte." – Chris Palmer en el libro Tatuado (2010)

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