Cine

Clichés de género para (no) enfrentarse a Harry Potter

'Chloe', el 'thriller' erótico dirigido por Atom Egoyan y protagonizado por Julianne Moore, Liam Neeson y Amanda Seyfried (foto), guarda momentos de alto voltaje a la altura de 'Atracción fatal' o 'Instinto básico'. No obstante, junto a la invasión alienígena de 'Skyline' y 'Ladrones', de polis y cacos, apenas logran hacer sombra en la cartelera al que apunta como estreno del año, 'Harry Potter y las Reliquias de la Muerte (Parte 1)'.
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Tal y como era de esperar, Harry Potter y las Reliquias de la Muerte (Parte 1) se ha encaramado al número uno de la taquilla. Pero no sólo eso, también se ha convertido en la segunda película del año con mejor recaudación, tras Alicia en el País de las Maravillas de Tim Burton. Teniendo en cuenta que aquélla era en 3D y ésta no, estamos hablando de la película 2D más exitosa del año y, muy probablemente, a juzgar por su mantenimiento las próximas semanas, posiblemente del estreno del año.

En la semana siguiente a este fenómeno, la cartelera permanece a la expectativa y con temerosas reservas alrededor de los estrenos que nos llegan. Tres son las películas más destacadas que visitan las pantallas castellonenses este fin de semana, pero ninguna de ellas con el empaque suficiente para hacerle sombra al joven mago. Habrá que ver con la irrupción, de aquí a siete días, de la tercera parte de la saga Las crónicas de Narnia, con un fanbase y un target muy similar al de Harry Potter, e incluso el importante estreno de la última película de animación de Dreamworks, Megamind, en 3D además, que viene a coger el testigo de la exitosísima Gru y a confirmar que quizá ha sido el mejor año de las películas de animación en la gran pantalla.

Ciñéndonos a lo que acaece en esta semana en particular, destacamos Chloe, del director canadiense de origen armenio Atom Egoyan. Egoyan es un cineasta venerado en los circuitos independientes y de autor por películas como Exótica (1994) o la que estuvo nominada al Oscar y le sirvió otra al mejor director El dulce porvenir (1997). Ararat (2004) o Adoration (2008) han sido sus últimos trabajos. Aquí se da una curiosa paradoja y es que la cinta sea quizá la más comercial de su filmografía, lo que no ha convencido a quienes lo han venido siguiendo, pero al mismo tiempo es un título de cariz más autoral de lo normal para aquellos que esperan cine palomitero al uso, con lo que las medias tintas parecen no casar con nadie. La película es un remake declarado de la francesa de 2003 Nathalie X de Anne Fontaine, sólo que esta vez interpretada por caras del star-system hollywoodiense como Julianne Moore, Liam Neeson y la omnipresente últimamente Amanda Seyfried —que de adolescente de instituto en Chicas Malas o de primogénita de matrimonio polígamo en la imprescindible serie televisiva Big Love, la hemos visto saltar a papeles protagonistas en los últimos dos años en Mamma Mia, Jennifer’s Body, Querido John y Cartas a Julieta—.

La sinopsis del filme declara indudablemente que estamos ante un thriller erótico. A saber: Catherine (Moore), una cincuentona ginecóloga de éxito, sospecha que su marido David (Neeson), un guapo profesor de música, la engaña. Con el fin de acallar sus sospechas y temores, contrata a Chloe (Seyfried), una joven e irresistible prostituta de alto standing para que ponga a prueba la fidelidad de David. Los tórridos relatos de Chloe sobre sus encuentros con David embarcan a Catherine en un viaje de redescubrimiento sexual y sensual, y ya se sabe, son las palabras las que llevan a todo lo demás… la entrada en una espiral autodestructiva que, continuos giros de guión mediante, desencadenará en un trágico final que los espectadores más avispados habrán podido prever pero que igualmente resultará impactante. El reclamo autoral en Chloe es evidente, pues las interpretaciones son creíbles y poderosas, y la película construye un morboso triángulo amoroso multidireccional que hace de una escena lésbica entre Julianne Moore y Amanda Seyfried —con inusitados desnudos, sobre todo de la hasta ahora virginal joven— un elemento casi de culto que dispone a la cinta a la estela de otros lugares comunes del género como Atracción fatal, Instinto básico, Una proposición indecente o Infiel. Pese a no ser una obra completamente redonda, en todo caso se trata del estreno, a juicio de quien suscribe, más recomendable de la semana.

De los clichés del thriller erótico pasamos a otros aún más evidentes, los del cine de invasión alienígena. En este formulismo se cobija Skyline, la cinta de ciencia-ficción de la semana. Muchos son los ejemplos con los que con facilidad ilustramos su imaginario, empezando por los clásicos Ultimátum a la tierra de Robert Wise (1951) o La Guerra de los Mundos de Byron Haskin (1953) —siendo además estas dos películas víctimas de remakes hollywoodienses en la última década, con Keanu Reeves en 2008 o con Tom Cruise a manos de Steven Spielberg en 2006, respectivamente—. El año pasado nos llegaba una revisión del género con District 9, y siempre tendremos en la memoria las risas que la invasión extraterrestre nos dejó con películas como Men in Black (1997) o la burtoniana Mars Attacks! (1996). Pues la película que ahora se estrena, Skyline, es un cruce entre la quizá más paradigmática de todas ellas: Independence Day (1996) y la más reciente Monstruoso (2008) de Matt Reeves, que a su vez reformulaba los códigos de un Godzilla postmoderno —grabado con cámara digital doméstica siguiendo los patrones del efervescente subgénero del found footage—. Como leemos, muchas referencias intertextuales para adornar la coraza de una película que, sin embargo, se nos presenta clamorosamente vacua en su fondo.

La historia de tres amigos que tras una fiesta nocturna empiezan a advertir cegadoras luces que no hacen sino, literalmente, “aspirar” a la humanidad mientras ese haz de luz los controla a su antojo —remedo insubsanable de otro clásico: La invasión de los ultracuerpos—. Lo mismo está sucediendo en todo el mundo, de forma que estamos ante una colonización alienígena como la que tantas veces ha profetizado el audiovisual —especialmente norteamericano— y que dio para nueve intensas temporadas, por ejemplo, del serial de culto Expediente X. La dirección de este aplantillado estreno corre a cargo de los hermanos Strause, responsables de la tan oscura como prescindible última secuela de Alien vs. Predator. Estos tíos saben mucho —pero mucho— de efectos especiales, no en vano han formado parte de los equipos ganadores de los últimos Oscar de esta disciplina para películas como Avatar o El curioso caso de Benjamin Button. El problema está cuando dirigen sus películas al servicio de sus efectos especiales, que las convierten en opciones sólo recomendables a aquellos espectadores deseosos de estos artificios pero despreocupados de estar ante un film desasistido de guión y cuyo reparto, además, no pasa de caras televisivas ligeramente conocidas como la de Eric Balfour —visto en OC, 24 o A dos metros bajo tierra— o David Zayas —el Ángel Batista de Dexter—.

Por último, curiosa concurrencia en la cartelera española de cine de polis y cacos. Si hace unas semanas —y continua en taquilla— hablábamos de The Town: ciudad de ladrones, ahora nos llega la no menos explícita en su título LadronesTakers en el original—. La cinta se presenta como un Ocean’s Eleven de glamour rebajado, o de escalón medio, como se prefiera, pues estamos ante la historia de un quinteto de asaltadores de bancos que vive a todo lujo a partir de sus estratégicos y magistrales golpes y de su capacidad de permanecer invisibles entre ellos. Como pasaba en The Town, todo entra en crisis ante la connivencia de tres sucesos que desencadenan la trama del film: la siempre inevitable tentación del golpe definitivo —cliché uno—para reunir a la banda; la aparición de una amenaza en la justicia en forma de un policía capaz de sacrificarlo todo para atraparlos y que ya está muy cerca de ello —cliché dos­— y un problema del pasado que puede dinamitarlo todo —cliché tres—.

Con todo, la película ejecuta a la perfección las expresiones  del género y cuenta con un reparto que, como decimos, sin ser George Clooney, Brad Pitt y compañía, se muestra solvente. El policía es Matt Dillon —visto en Algo pasa con Mary o Crash de Paul Haggis—, y en la banda de ladrones tenemos a Paul Walker —de la saga A todo gas o de Inmersión letal—, Hayden Christensen Jumper o Star Wars— o a la atractiva Zoe Saldana, esta vez sin la piel azulada que la cubría en Avatar. Dirige el desconocido John Luessenhop, cuyo único film en su haber, hace una década, la carcelaria Prisión sin ley, no es demasiada garantía para esperar de Ladrones una película especialmente memorable. De hecho, recomiendo sólo su visionado a aquellos que gustándole el género —que hayan visto desde La jungla de asfalto hasta la saga Ocean pasando por The italian job o Heat— y que ya hayan visto The Town: ciudad de ladrones, película con la que cohabita y compite en la cartelera actual y que, recomendación personal, considero superior.

Cartelera de cines comerciales de Castellón y Vila-real:

>Cinebox Castellón-La Salera.

>Neocine-Puerto Azahar.

>Sucre Vila-real.

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