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Queda instaurado el Emac 3/4 (visto en El Jueves)

La tradición flamenca, encumbrada por Rocío Márquez y profanada a través de las nuevas tecnologías y músicas urbanas por Califato 3/4. Entre esos dos polos principales se movió el Emac.Borriana, el festival musical y plástico con gran éxito de público en su quinta edición. La Mercé, por momentos, se quedó pequeña.
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Emac. 2020

Circundando el edificio del Centre Municipal de Cultura La Mercè de Burriana se instala cada semana el conocido como Mercat del Dimarts. Allí, entre puestos callejeros de frutas y verduras, encurtidos, zapatos, ropa… en un tiempo hubo algún modesto puesto de discos y casetes. Su equivalente en la calle Feria de Sevilla es el conocido como El Jueves. Por este mercadillo le gusta pasear a Rocío Márquez y adquirir material discográfico flamenco a precio de saldo. El contenido de esas adquisiciones le ha servido para conocer a fondo el género, llenar su repertorio y, poniéndolo al día, convertirse en una de las voces principales de la nueva generación flamenca, aceptada por un público en principio alejado de la cultura popular andaluza. Una tradición que Califato¾ renueva de un modo muy diferente, mezclándola con la actualidad de la electrónica para ofrecer una propuesta chocante y rompedora. Dos lecturas distintas y convertidas en los puntos culminantes de la quinta edición de un Emac.Borriana que no para de crecer. "El Califato queda instaurado" se escuchó durante la actuación de los andaluces del ¾. El Emac., también... por si quedaba alguna duda, tras un lustro de crecimiento constante.

El alma máter del festival, Vicent Tormo, respaldado por la concejalía de Cultura encabezada por Vicent Granel, ha patentado desde la primera edición una fórmula que con ligeras variaciones busca -y consigue- una creciente aceptación del público por los caminos menos previsibles. Apuesta por una figura conocida y en un formato económicamente asequible (Rocío Márquez), alguien con recorrido (La Estrella de David, Petit Mal), grupos jóvenes ya con alcance (Yawners), otros emergentes a punto subir escalón (María Yfeu, Bonaire, Lisasinson), una presencia internacional (Emily Jane White), algunas locales (Novio Caballo, Aina Palmer, Toyselektor y sus juguetes), el baile electrónico con incursiones trap (Albany, La Buena Nueva, Kalahari, Bronquio, The Look y la pléyade de djs) y singulares propuestas que, gustan o no, pero de buen seguro captan la atención (Marcelo Criminal, Califato ¾).

Los djs, alternativa a los conciertos. Foto: Carme Ripollès (ACF).

El apartado musical, refrendado por la cantidad de público y la notoria presencia de la contornà de Burriana (y hasta de Sevilla este año), tapa el expositivo, reducido este año en cuanto a participantes, con llamativo vacío del lateral más cercano al acceso principal, aunque con la novedad de la ‘ex-hibition’, comisariada por la valenciana Bárbara Ferri, en la sala de exposiciones. En el claustro han podido contemplarse las fotografías del Austerity Photo Club (Paco Poyato, Carlos Baselga, Wally Sanz y Artinwreck, creador también de los dos escenarios de madera de las actuaciones musicales), Guillermo Navarro, Andrea Ballester, Celia Barnert y el dúo Ruth Muñoz & Ángela Herraiz; además de las ilustraciones de José Gas, Lucía Moya, Sara Arnau, Amparo Saera, Ino Grau, Elsa Muro, Hache y Fernando García del Real. Y el añadido de los habituales talleres, este año a cargo de Arquilecturas y Carlos Baselga.

La jornada del viernes más concurrida

Se veía venir, pero siendo viernes y el primer día de festival ni de lejos con tanta contundencia. El concierto de Califato ¾ fue un estallido de jolgorio y baile desinhibido general, con la mayoría de público de pie en la platea de La Mercé para abrazar sin remilgos la estridente propuesta de la banda sevillano-malagueña, flanqueada por una escultura de sillas de mimbre y un estandarte de Semana Santa. Haciendo equilibrismos entre la estética kitsch, el pastiche, la verbena populista y la experimentación con enjundia, la elaboración de algo nuevo a base de entrecruzar cosas aparentemente imposibles de mezclar (flamenco, electrónica, hip hop, break beat, psicodelia, drum and bass...), entre tradición y sofisticación.

La particular verbena de Califato 3/4. Foto: Carme Ripollès (ACF).

El concierto arrancó con un interesantísimo bloque instrumental con un solo dj al frente -probablemente uno de los mejores momentos del Emac este año- muy bien acompañado en todo momento por las proyecciones, para ya con toda la banda ir introduciendo al personal en su delirante Puerta de la Cânne, hasta embaucarnos a todxs por completo. Mejor la cantaora-bailaora y los djs de la retaguardia que el charlatán de feria -¿alguien entendió algo?-, pero parece claro que a Califato ¾ los volveremos a ver en algún festival de La Plana liándola pardísima y que el Emac podrá apuntarse el tanto de haberlos traído primero. La crónica de este concierto, no obstante, la debería escribir el misterioso chico de la capucha gris que se lo gozó entero de pie en una esquina del escenario.

El otro gran descubrimiento del primer día del Emac fue la extraordinaria voz de María Yfeu. La sevillana adelantó algunas de las canciones de su disco de debut, que recientemente ha grabado en Madrid con el teclista que le acompañó en Burriana, Julio Martín, y con algunos miembros de Los Estanques; los escasos tres temas que la han dado a conocer en YouTube y Spotify y una enigmática versión del “Cuatro rosas” de Gabinete Caligari. Con su combinación de soul y bossa nova, ese tempo pausado tan especial, creando atmósfera con los silencios, con la solvencia y elegancia con la que maneja su portentosa voz, María Yfeu demostró en La Mercé que, con solo 22 años, lo tiene. Cierra los ojos, canta sonriendo, arpegia la guitarra, concluye con esa maravilla llamada “Grudges” y nos conmueve.

María Yfeu conquistando al Emac. Foto: Carme Ripollès (ACF).

Por problemas en el suministro de electricidad que afectó a toda Burriana arrancó con un poco de retraso el festival y la -brevemente- interrumpida actuación de Petit Mal, el proyecto liderado por el valenciano Suso Giménez, acompañado por el violín de Anna Benavent, la guitarra y el banjo de Juan Luis Salmerón, más las teclas de un Gilberstático ya habitual en escenarios de Castelló con diversos proyectos. Un relajado set a base de pop, folk y pinceladas country, en el que repasó los temas de su disco de regreso, Andar sobre hielo frágil (2019), junto a la recuperación de uno de sus pocos temas en inglés de aquel ya lejano Finlandia (2005), "Water or snow", y un guiño a Lou Reed con su "Caroline says".

Marcelo Criminal es una de esas propuestas sin término medio: o te engancha o huyes de ella.... en este caso hacia las barras de la plaza, que en esos momentos estaba más concurrida que el interior de La Mercé, justo antes del estallido con Califato ¾ . Con una imagen lo más opuesta posible a una estrella del show business (o aspirante a serlo), Marcelo García y su ordenador compartieron con el público delirantes letras como "Solán de Cabras, lo mejor que me ha pasado" o la conversación telefónica en “WhatsApp//Huerta”. La cotidianeidad de un tímido hecha canción, con notorio alcance popular a través de YouTube, y más tras la versión que Carolina Durante y Amaia Montero hicieron en directo de su hit particular, "Perdona, ahora sí que sí".

Marcelo Criminal. Foto: Carme Ripollès (ACF).

El jardín se queda pequeño los sábados

Novio Caballo incluyó su actuación en el Emac. en medio del proceso de grabación que con Carlos Hernández Nombela a los mandos dará como resultado un Ep en pocas semanas. Y el quinteto de La Plana aprovechó la ocasión para adelantar algo de ese material. Así que junto a "Mi arte", "Jesús es negro" -vídeo- o "1985" entre otras ya conocidas, sonaron "Wallapop", una "Celebrities" cuya letra parece sacada de Nancys Rubias o "Dogma": Las 15:30 no es hora para un concierto de rock, pero los equinos enamorados reunieron en el escenario del jardín de La Mercé unas cuantas decenas de espectadores y a su fan caballo que acostumbra a bailar delante de sus escenarios. Suenan compactos y se mueven más desvergonzados que nunca antes.

Las primeras notas de Lisasinson, las del tema “Mama”, demostraron que el punk-pop insolente de la banda revelación del sello Elefant evoca a los mejores años de Los Fresones Rebeldes o incluso a la banda castellonense Loretta's. Cuando sonó “Atasco”, a mitad de concierto, el jardín de La Mercé había sido invadido por un tardeo de lo más variado; una canción dedicada a las mujeres que ya no están con unas guitarras incansables, mientras el público coreaba “Las chicas ya no volverán a bailar jamás”. Para ir finalizando el concierto, Lisasinson presentó una nueva canción sobre las situaciones cotidianas y banales de la vida. Aunque también se atrevieron con las reivindicaciones políticas, en concreto, dirigidas al líder de Vox, Santiago Abascal.

La tarde del sábado alcanzaba el momento más potente del escenario Emac. cuando sonaron las guitarras noventeras y estruendosas (del ahora trío) Yawners, liderado por la salmantina Elena Nieto. La gran afluencia de espectadores que ya presentaba el interior de La Mercé se agolpó, inmediatamente, a disfrutar de su último disco, Just calm down (2019), con el sello discográfico La Castanya. El ritmo desenfrenado y la batería potente hizo saltar y dio caña a todos los asistentes del jardín de La Mercé.

Escenari Plaça, punto de encuentro del Emac. Foto: Carme Ripollès (ACF).

Con algo de retraso el trap se instaló en el escenario Emac con un lleno total y un cambio generacional hacia un público más joven. Todo empezó con la frase: “El puto amor de mierda”; así se presentó Albany, la que para algunos es la nueva reina del trap. La primera petición al subir al escenario fue la de reducir distancias y tener a los asistentes más cerca de ella, para ver mejor sus caras, y pronto se ganó al público. Daba igual que se olvidara de la letra; con su naturalidad, su chándal (íntegramente blanco) y el foco rosa que iluminaba su rostro, ya era suficiente. La música urbana de la granadina y su tema “Nadie”, que relata parte de su pasado, de sus problemas y recuerdos llenó el Emac de amor/desamor, y finalizó con las mejores bendiciones.

La música en valenciano sonó con la burrianense Aina Palmer, en el Escenari Plaça a las 20.00, para completar un sábado de gran representación femenina. Pudimos escuchar en primicia su disco Psicopompa, que hasta ahora solo ha sido publicado por partes en Spotify, y que saldrá al completo el 20 de febrero. Un repertorio que incluye los títulos de los filósofos: “Kant”, “Nietzsche” o “Aristòtil”, con un estilo de trap que reivindica y habla del desengaño existencial. La tarde-noche fue tomada en el jardín por el baile y la electrónica, con La Buena Nueva, Kalahari, Bronquio y The Look, una fórmula fija en la plaza con paréntesis incluido por la coincidencia -por segundo año consecutivo- con una misa funeral en la iglesia de La Mercé.

Un domingo a la altura de la edición con Maria Arnal i Marcel Bagés

Lleno absoluto en el CMC La Mercé para ver a Rocío Márquez. Foto: Carme Ripollès (ACF).

La norma no escrita del Emac. es que la tarde del domingo se abra con un grupo emergente de tonalidades suaves dentro del espectro del indie. El encargado en esta edición fue el dúo madrileño Bonaire (María Abellán y Javier Villalba), que con guitarras y teclados realizó su particular equinoccio entre Los veranos y Luz de invierno. Dejó un buen regusto en una platea aún poco poblada a esas horas con la agradable voz de María y esas historias cantadas que en el caso de “Caín, Abel” se convierte en un mensaje de reconciliación hacia su hermano.

Otra norma a seguir: la presencia internacional, de la mano de la productora castellonense Born! Music, también detrás del ciclo Sons. La californiana Emily Jane White ocupó ese hueco con su sonido atmosférico, relajado, con cada instrumento mostrando su personalidad y la bella voz de la californiana evocando pasajes bucólicos. Su actuación se enmarcó dentro de su gira europea de 23 fechas motivada por su sexto disco, Imminent fire, aunque dejó espacio en su set-list para temas de obras anteriores, como un “Pallid eyes” en el que exhibió el poder hipnótico de su vocalización.

“Vengo a pasar un mal rato aquí, ¿para qué os voy a engañar?”. Frase de alguien que siente que no encaja en ningún lugar, ni aunque sea él a quien apunta el foco de atención de una platea prácticamente repleta de público. La dijo David Rodríguez a los pocos minutos de pisar el escenario de La Mercé para repasar los temas de La Estrella de David, un proyecto musical usado como una especie de diario de alguien con baja autoestima necesitado de “Cariño”. Salvo el inicio, en el que se acompañó por una guitarra, hizo sonar grabada la música de sus discos para ir cantando historias que extrajeron sonrisas, como en “La primera piedra”, o fuertes aplausos, como en el momento de desaparecer tras contar su incapacidad como conquistador -ni aunque le entren a él- en “Noches de blanco satán”.

La Estrella de David. Foto: Carme Ripollès (ACF).

En la actual ola de revitalización -y aceptación- de la tradición musical, la onubense Rocío Márquez es una de las principales voces de la escena flamenca. Gusta de rebuscar en el pasado acumulado en los rastrillos como el del sevillano El Jueves para poner al día canciones ocultas para el gran público. Su modulación cristalina dota a su proyecto de la necesaria accesibilidad para un oyente poco familiarizado con la cultura andaluza. Acompañada a la guitarra por el maestro Juan Antonio Suárez Canito, se movió entre tangos (el inicial “Trago amargo”), seguiriyas, fandagos, romances, la reivindicativa “Andalucía” de Turronero, coplas (incluyó el conocido “Se nos rompió el amor”, popularizado por Rocío Jurado, aunque se inspiró en la versión de Fernanda y Bernarda de Utrera)… hasta rematar con una interpretación desenchufada del fandango “Yo soy águila imperial”, rescatado del legado de El Carbonerillo. Voz y guitarra, maestría y sentimiento, recursos suficientes para poner en pie el abarrotado corazón del edificio de La Mercé. Solo en la edición de 2018, con Maria Arnal i Marcel Bagés, se reunió tal cantidad de público en torno a la estrella principal. Y con similar atmósfera de momento importante.

 

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