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La Mostra de Castelló constata las ganas de recuperar la normalidad cultural

Hay dudas en aspectos organizativos, las cifras de asistencia aún no son las mismas que en la prepandemia, pero la Mostra d'Arts Escèniques de Castelló ha demostrado que hay ganas de consumir cultura, de reencontrarse con lo que era normalidad. Lèpoka y Maika Makovski han liderado esta 7ª edición en cuanto a asistencia de público.
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Lèpoka constató las ganas del público por volver a disfrutar del directo. Foto: Carme Ripollès/Ángel Sánchez (ACF).

La 7ª edición de la Mostra d'Arts Escèniques de Castelló (8-10 de octubre) ha constatado las ganas del público por reencontrarse con la normalidad cultural -que se lo pregunten a Lèpoka y Maika Makovski, con sus llenos-, aunque las asistencias a los espectáculos en espacios al aire libre se mantienen todavía por debajo de lo que resultaba habitual antes de la pandemia, destacando el hecho de que en este año la parte musical -en general- reunió más público, al contrario que en ediciones anteriores. Son evidentes las ganas por parte de los espectadores y también de los artistas (que se lo pregunten a cualquiera de quienes actuaron). Al mismo tiempo ha evidenciado que todavía existen dudas entre los organizadores de los espectáculos a la hora de aplicar la normativa dictada por la Generalitat Valenciana. Y aunque en otros eventos esa normativa parece no existir, desde Cultura del Ayuntamiento de Castelló el objetivo en esta Mostra ha sido evitar las aglomeraciones siguiendo las directrices autonómicas.

Asistentes se preguntaban por qué en los conciertos del escenario grande se habilitó una zona vallada de sillas. El motivo es que, según el DOGV publicado el 8 de octubre, sin los asientos/con el público en pie se debería calcular un aforo en el que cada persona ocupase 2,25 metros cuadrados y sin posibilidad de beber ni comer, debiéndose habilitar otra zona para estos menesteres. Otra duda se refería a las mallas que cubrían las vallas. En este caso la respuesta organizativa es que a raíz de la experiencia del año anterior, se temía que se acumulase más público de pie fuera de la zona vallada que sentado en el recinto habilitado. Esa solución fue válida en el concierto del viernes de BlackFang, ya que salvo quienes preferían beber durante la actuación, el resto se sentó. Pero resultó problemática el sábado, ya que el poder de convocatoria de Lèpoka provocó que acudiese más público del previsto, de manera que fueron ocupados buena parte de los laterales exteriores y de la parte trasera, con un comportamiento respetuoso hacia la situación actual.

El recinto acotado fue ocupado en su totalidad por los fans del metal. Foto: Carme Ripollès/Ángel Sánchez.

En lo que se refiere al apartado teatral de la Mostra, una vez despejadas varias dudas, se hicieron también espectáculos sin sillas -la mayoría fue con asientos- e itinerante el del domingo en el parque Ribalta. Siempre que no se produzcan aglomeraciones importantes y la gente utilice las mascarillas es posible llevarlos a cabo. El público de la cultura ha demostrado durante todo este tiempo -en la casi totalidad de los casos- que se aplica el lema de #CulturaSegura.

Lèpoka triunfa en casa; Maika Makovski levanta admiración

El apartado musical de la Mostra -organizado por Metrònom- se ha desarrollado en dos espacios durante el viernes y el sábado. Por un lado, el Templet del Ribalta, y por otro, el escenario ubicado en el Passadís de les Arts del mismo parque. Por el primero pasaron Bluet, Route 666, Sabrina Navarro & Juanjo Carratalá en formación de quinteto, Tria, Hot Coyotes y Aina Palmer. Este último dúo -la burrianense Aina Monferrer y Jordi Palau (ex Orxata)-, ubicado entre las dos actuaciones principales del sábado (Lèpoka y Maika Makovski), provocó un efecto sorpresa entre quienes no conocen el proyecto, ya que su electrónica (más guitarra, a veces rayana en el grunge) e ilustradas letras -incluso para tratar sobre temas habituales- dan lugar a una de las propuestas más inclasificables y outsiders de música CS en la actualidad. Es uno de esos casos que te cautivan o no entras en su juego; la indiferencia no parece opción.

Actuación de Hot Coyotes en el Templet del parque Ribalta. Foto: Carme Ripollès/Ángel Sánchez (ACF).

El concierto grande del viernes tuvo mucho de black music. “From La Plana to Honolulu”: premisa con la que BlackFang trató de hacer viajar a latitudes más tropicales a quienes se reunieron en el Passadís de les Arts. Una expedición en la que los ritmos de la banda dificultaban la adhesión a los asientos, como bien notó el vocalista Calmoso al dirigirse en varias ocasiones al público para afirmar “acabaremos quemando esas sillitas”. Las secciones de jazz e improvisaciones acompañaron una vez más un repertorio protagonizado por temas como “Bufanda style” o “Magicanatura”.

Calmoso, en primera línea de los BlackFang. Foto: Carme Ripollès/Ángel Sánchez (ACF).

El año 2020 hubiese sido grande para Lèpoka, pero la pandemia dejó sus planes en un impasse indefinido. Sus planes entraron en impasse, aunque ya se han reactivado en este 2021. Los folkmetaleros habían actuado unas semanas atrás en Xilxes, pero el concierto del Ribalta tenía mucho de especial. Quedó demostrado por la alta afluencia de espectadores. Los goliardos cerveceros les entregaron un show típico de presentación del disco El baile de los caídos, con el montaje habitual que utilizan en los grandes escenarios. Seguir desde una silla este tipo de conciertos resulta complicado, y más cuando arranca ese highlight de su discografía que es Yo controlo, celebrado por el público puesto en pie, aunque sin abandonar sus respectivos asientos.

Los folkmetaleros Lèpoka exhibieron su completo equipo escénico. Foto: Carme Ripollès/Ángel Sánchez (ACF).

Admiración levantó Maika Makovski y su quinteto. Sus maneras de hacer la alejan del común de la música española, tanto por su uso del inglés como por su intercambio constante de instrumentos (hasta cuatro de ellos se sentaron en la batería) y, sobre todo, por ese estilo tan poco habitual por estos lares, con ecos de referentes como PJ Harvey, Tori Amos, Nick Cave... pero al mismo tiempo con poliédrica personalidad propia. Su gira actual corresponde a la gira del disco MKMK, con el que ha colocado unos cuantos nuevos hits: la veloz "Reaching out to you", la más relajada y pop "Love you till I die" o la final y beatleiana "I live on a boat", introducida por la infantil "Row, row, row your boat", que también ha sido de los Beach Boys. Pero no se olvida de temas que la han elevado en popularidad, como esa "Lava love", perturbadora y sensual al mismo tiempo, o del disco Thank you for the boots (2012), dejando en un plano secundario el anterior y más relajado Chinook wind (2016), solo representado por "Bulldog". Que alguien versione a Sparks ("This town ain't big enough for both of us") ya te deja claro que no estás ante una artista habitual, y que todo su show -junto a su brillante banda- se desarrolle a un alto nivel no puede obtener otro premio que la puesta en pie del público para ovacionarles.

Maika Makovski, un caso aparte dentro de la música nacional. Foto: Carme Ripollès/Angel Sánchez (ACF).

Y en el apartado teatral, entre estrenos y pruebas en público

Dentro del apartado teatral -organizado por Avetid, esta vez con Tomás Ibáñez al frente- resultó especialmente llamativo el estreno de Ecocidi, de Escandall Teatral con Paula Escamilla al frente, la segunda pieza de la trilogía Distopia, una mirada distópica sobre hipotético futuro medioambiental, marcado por la actual actuación del ser humano en el planeta. Un espectáculo itinerante desarrollado en gran parte del parque Ribalta por un amplio elenco actoral para advertir de la peligrosa y progresiva desaparición de los árboles hasta convertirlos prácticamente en pieza de museo. Una producción que hace uso del QR para ofrecer información complementaria al espectador y que conviene seguir hasta el final, no hasta lo que parece el final, ya que una sorpresa aguarda a la procesión de público.

'Ecocidi', de Escandall Teatral, ocupó gran parte del parque Ribalta para advertir sobre el peligro del maltrato a la naturaleza. Foto: Carme Ripollès/Ángel Sánchez (ACF).

La compañía vila-realense Visitants aprovechó la Mostra para presentar en público Volades, una obra todavía no finalizada, de manera que su presencia en la plaza Hort dels Corders fue un work in progress, un ensayo en público de una pieza que sufrirá algunas modificaciones hasta llegar a su resultado definitivo. Una obra que recrea el tiempo de confinamiento a causa de la pandemia, con acumulación de elementos típicos de esa fase irregular en la vida de todos: desde los dinosaurios depositando la basura -una idea tomada de vídeos reales- al son del vals nº 2 de Shostakovich, a los aplausos hacia los sanitarios, las pancartas de "todo saldrá bien", los encuentros espontáneos, los observadores de los balcones, la banda sonora creada durante esos días, incluidos los gritos de los partidas de bingo y, cómo no, el "Resistiré" del Dúo Dinámico.

Visitants probó en público su obra en preparación 'Volades'. Foto: Carme Ripollès/Angel Sánchez (ACF).

La mayor parte de la parte teatral se desarrolló en la plaza Hort dels Corders, donde el sábado se produjo el cambio de la obra prevista de La Fam, cayendo Fei en favor de Motorpunk. En ese espacio fue posible asistir a la danza contemporánea de Pepa Cases (Pols), el teatro de Maracaibo Teatro (Feas), la diversión con Lucas Escobedo (Los Mañas), Marea Danza (Roda), Fil d'Arena (Sénia) y la danza flamenca contemporánea con voz y guitarra en directo de Transfermove. También hubo una ramificación del programa en el Grau, con Teatro Pho (La llave dorada) y La Banda del Drac (La festa del rei).

Danza flamenca contemporánea con Transfermove. Foto: Carme Ripollès/Ángel Sánchez (ACF).

La clausura del festival corrió a cargo de las obras de OtraDanza y Zanguango Teatro. Ambas permitieron que asistentes descubrieran propuestas como La banda, en la que disciplinas más tradicionales como el mimo, la danza y los malabares se encontraran con elementos más contemporáneos como el beatbox. O Al otro lado, en el que tras una declaración inicial de intenciones (cuando uno de los actores afirmó “ni ustedes ni nosotros sabemos lo que va a pasar”) la compañía recurrió a la improvisación para describir las situaciones cotidianas de la plaza a través de su telón portátil. Descripciones con gran tono irónico de las que no se salvó la estatua de Ripollés que rige el espacio, definida como un “estropicio de lo real” por uno de los artistas.

Zanguago cerró el telón de esta 7ª edición de la Mostra. Foto: Carme Ripollès/Ángel Sánchez (ACF).

 

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