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Aroa Morcillo, Arte Pop, Borja Casado, Carlos Vargas, Comité Cisne, Elena Álvarez, Eva Ahicart, Fernando Pardo, Gatas Negras, Gisela Morcillo, Glamour, Hervé Noret, Impass, Jesús Ordovás, Joaquín Breva, José Luis Macías, Juan Antonio Morcillo, Juan Nadie, Kike Amat, Lorenzo Millo, Los Amantes, Los Morcillos, Los Náufragos, Los Romeos, Los Sidecares, Lula, Morcillo, Motel, Nacho Pegueroles, Nando López, Pablo Ponz, Paco Vila, Pat Escoín, Pedro López, Señor Presidente, The Bitters, The BorderBounds, The Chaflans, Tom Bombadil, Toni Porcar, Undercover, Vicente Silvestre, Xavi del SenyorConocí a Juan Antonio con 13 años. Fue entonces cuando empecé a escuchar su música. Nos pasábamos las tardes cantando sus canciones y haciendo coros. Éramos unas crías.
Pero cuando más lo conocí fue con Gatas Negras. Me acuerdo mucho de sus bromas constantes (a veces de mal gusto) y, cómo no, de esa famosa frase que siempre me decía: "A ver, enséñame los dedos" (para ver si había tocado en casa). Y cuando veía mis dedos los tocaba y me decía..... "Uhhmmm. Ahí falta callo" (jajaja). Era único. Jamás olvidaré esa frase. Aún guardo las hojas con los acordes que me dibujaba para que me los aprendiera. Lo recordaré siempre enseñándome a tocar aquellas canciones.
Gracias por haberme hecho sentir la música como la siento.
¡Hasta siempre, Juan!
Me ha sacudido el corazón la noticia de la muerte de Morcillo. Sabía que estaba mal de salud, pero tenía la esperanza de volverle a ver la próxima vez que fuera a España.
La primera vez que conocí a Morcillo fue en los ensayos que hacían Los Auténticos en el garaje de la casa de su batería, Jesús Gimeno -amigo mío de la infancia-, en Benicàssim. Yo comenzaba a tocar la guitarra y quedé fascinado por aquellas canciones de melodías pegadizas y perfecta ejecución instrumental y vocal.
Me convertí en una especie de groupie de la banda, llegando a participar de aquella legendaria excursión a la Sala Sol en Madrid, e incluso llevándoles a todos en mi Seat Panda a Barcelona a la grabación del programa televisivo Musical Express de Ángel Casas a principios de los 80.
Una época de lo más agitada y repleta de anécdotas, como la del invierno que Morcillo faltó a un ensayo porque la Policía Municipal de Castellón le había detenido por -cito textual la denuncia que nos mostró como justificación- “Intentar subir al árbol de Navidad de la Puerta del Sol para coger la estrella”. Genio y figura.
Después de la disolución de Los Auténticos perdí el contacto con ellos, hasta que a finales de los 90 me encontré con Morcillo en Castellón, y para mi sorpresa me propuso grabar las guitarras del disco Los Muertos Estamos Vivos (1998).
Por supuesto acepté encantado y, sin saber cómo, me encontré formando parte de Los Morcillos junto al El Chino y Hervé Noret por unos dos o tres años, durante los que actuamos bastante y grabamos otro CD, Mañana más (1999), además de participar en varios programas de TV como el Babalá de la desaparecida Canal 9.
Después de aquello seguí colaborando con él de forma esporádica siempre que me llamaba, porque además de tenerle un cariño especial, sabía que tocar con él era garantía de darlo todo en el escenario, y de tener la satisfacción de ver cómo la gente coreaba las letras y se conocía sus temas, haciéndote sentir partícipe de algo difícil de describir.
Me considero muy afortunado de haber podido compartir escenario y vida con un artista como él, con el que aprendí, reí, me emocioné, y me hizo sentir un trocito de su historia. Un abrazo muy fuerte a Gisela, Aroa, Provi y el resto de su familia y amigos.
Buen viaje, compañero.
Cuando yo empecé en esto de la música, Morcillo hacía tiempo que era el gran referente que para todos nosotros ya siempre fue. Sólo coincidí con él un par de veces y no recuerdo que cruzáramos una sola palabra. No hace falta ni eso para saber que alguien como él tiene algo simplemente diferente.
Si personalmente nunca coincidimos, musicalmente me enseñó que si esto es lo que te gusta, lo que de verdad tiene importancia es la música, todo lo demás sobra. Nos enseñó a vivir la vida como de verdad quieras vivirla.
Ahora que Morcillo se fue, el mundo del rock en Castellón nos sentimos como el escuadrón que pierde a su capitán. Nos quedamos sin la referencia que nos indica el camino. Y seguro que ya no habrá otro.
DEP Morcillo
En este vídeo se puede escuchar "No voy a pensar más", "Estamos locos" e "Hielo", ésta en directo, y gracias al montaje fotográfico de José Luis Lorente 'El Chino' se puede ver a Morcillo junto a unos cuantos de sus acompañantes en la vida y en los escenarios.
Mai vam ser amics. No ho vam ser malgrat que les nostres vides es van creuar molt ràpid, sent jo un infant i ell un adolescent, just quan el dictador va decidir anarse’n, deixant-ho tot ben lligat. Aleshores tots dos érem veïns en un barri amagat entre canyes i fang, al costat del Pinar, en el Grau. Ell, ja convertit en precoç enfant terrible, es divertia de tant en tant espantant als mocosos que jugavem a la porta de sa casa, una vella fàbrica química amb aires de mansió embruixada on son pare treballava d’encarregat. Per a nosaltres, xavals mal pentinats de pantalons curts i espardenyes de goma, la major afició dels quals era saltar sèquies i jugar als metges amb les veïnes, veure aparèixer de tant en tant aquell tipus espigolat i vestit de forma estranya era una xicoteta festa. Encara que de tant en tant aquell personatge ens regalara una bascollà sense venir-ne al cas.
No, mai vam ser amics. Tampoc després, quan vaig canviar els pantalons curts i les sèquies pels vaquers i les barres dels bars, vam ser amics. Per molts carajillos que em prenguera en el parell de tavernes que va regentar a Castelló ni per més concerts seus que gaudira. No era un tipus amb el qual em resultara fàcil connectar. Amb prou faenes vaig creuar amb ell unes paraules en les poques ocasions en les quals vam compartir conversa o escenari.
Recorde una de les últimes vegades que parlàrem. Hi havia una festa en La Casa del Loco. No recorde bé, potser un aniversari o potser un divorci. La sala estava plena de músics, noctàmbuls i gent de la faràndula. Els instruments en l’escenari passaven de mà en mà en una jam que es feia més caòtica amb cada botella que es buidava. Jo, que tem a les jam sessions més que al cartell de concerts de la Junta de Festes de Magdalena, havia d’estar ja mig bufat perquè, sense saber com, vaig acabar assegut a la bateria, amb dues baquetes destrossades en les mans, a punt de donar l’entrada a un tema que hauria de ser l’himne de Castelló per aclamació popular. 1-2, 1-2-3-4... “No sé qué pasa que no puedo adaptarme a este mundo tan serio, por la mañana salgo a la calle y la gente es de hielo...”.
Recorde a Javi Loco als teclats, a Jordi Vidal a les cabelleres i la guitarra i enfront de mi, al baix, la figura enorme, de cuir i gorra negra, del tipus més dur a aquest costat del Millars, cantant amb aqueixa veu de vellut despentinat que sempre va tindre. Després de “Hielo” vam destrossar un parell de temes més. En baixar de l’escenari em vaig acostar a Juan. “Escolta Juan, amb açò crec que em puc retirar. M’has regalat poder tocar amb tu la que per a mi és la millor cançó que mai s’ha fet per aquestes terres. Gràcies”. “Abans de retirar-te, aprèn a tocar-la”, van ser les seues paraules. I vam seguir bevent cadascun en el seu got i amb la seua gent.
No vam ser amics, però sí companys de viatge. Tots dos, ell més que jo, hem hagut de conrear en aquest erm cultural en què han convertit Castelló els seus governants. A ell i altres com ell hem d’agrair que hui Castelló seguisca viva pel que fa a la música. Juan va ser un pioner, no l’únic, però ho va ser. I dels grans.
No sé si les seves cançons eren trossos de la seva vida o va fer de la seva vida una cançó, però crec que va viure amb la intensitat amb què cantava. No, mai vam ser amics tu i jo, Juan, però què merda importa això si cada vegada que escolte la teua veu en el estèreo em bull la sang!
Actuación en el mítico Ricoamor de Dr. Diente, el proyecto que Morcillo montó con Jordi Vidal a la guitarra, aunque no llegaron a editar ninguna grabación oficial. Año 1993.
Morcillo ha sido una figura inestimable en el panorama musical de Castellón. Sin duda el mejor frontman de rock que ha habido en la ciudad, con su presencia abrumadora en el escenarios y su siempre potentísima y magnífica voz. Y como bajista, fantástico. En Los Auténticos, haciendo las voces más altas, es inolvidable su aportación en “La Estrella”, con ese coro altísimo. Genial en su mejor etapa para mí, con Los Rítmicos, cuando compuso muchas de las mejores canciones de la historia de la música castellonense y de este país para mi gusto.
Es admirable que siguiera siempre en sus trece, con su carrera musical y con su peculiar sentido del humor… hasta se hizo un busto para su bar... conocido por todo el mundo aquí. Morcillo no hizo diferencia entre él y su alter ego musical; era él siempre al cien por cien te gustara o no. Para Romeos nos hizo la letra de “Mi vida rosa” por encargo de Pedro, que siempre le admiró y aprendió muchísimo de él, y fue un acierto porque era un buen letrista.
Para los jóvenes castelloneros de los 80 sus canciones quedarán por siempre grabadas en nuestra memoria.
Juan Antonio Morcillo no fue un santo, ni tampoco un demonio. Era una personalidad de muchos contrastes, con sus luces y sus sombras, de excesos y disimulados fracasos, con facilidad para el sarcasmo, carcajada copiosa y muy mal pronto también. Capaz de lo mejor a veces y otras noches de lo peor. Pero era el rockero más auténtico que he conocido y cuando digo rockero me refiero a ello utilizando todos los posibles significados y connotaciones que pueda abarcar este término, por desgracia tan manido en la actualidad. Lo próximo que voy a decir no es nada nuevo, lo habréis escuchado muchas veces: si hubiera estado en la pomadita de Madrid, posiblemente ahora estaríamos hablando de una leyenda nacional; aquí en Castellón, se quedó en Juan Antonio o Morcillo a secas.
Lo que nadie puede cuestionar es que tenía un talento innato para buscar la melodía y las segundas voces, algo que no se puede estudiar en ningún conservatorio, academia o escuela, así como un chorro de voz impresionante; vamos, cualquiera que intente hacer una versión suya, ya puede apretarse los… Fue un poco mod sin saberlo, hippy, rocker y punk, como bien se definía. Cuando llegó el heavy, ya no podía serlo por obvias razones capilares. Que yo sepa, estuvo en Motor, Los Auténticos y luego se transformó en Bellaco y Ranger, cantó al Ritmo del Buitre y seguro que algo más se me escapa… ah sí, Doctor Diente, qué nombre más curioso.
En 2014, Motel publicó una versión de "Voy a pedirte en matrimonio" de Morcillo dentro del disco 'Cultivos de invierno', con menciones especiales a Morcillo y a El Chino.
De sus letras destacaría esa acidez para retratar y burlarse de la sociedad marjalera, destacando clásicos para el neófito en su discografía como “Sra. Pura”, “Voy a pedirte en matrimonio”, “Noche de fuego”, “Contigo no siento nada”… textos que a veces me recuerdan bastante a lo que escribía Ray Davies en The Kinks. Pero también sobresalía rescatando personajes de lo más rocambolesco o jugando con la melancolía y la nostalgia en “Ya no voy a pensar más”, “No me importa”, “Es difícil olvidar”, “Dulce juego”, “No trates de volver o te morderé”, etcétera, y cómo no: para mí, su cima en “Estoy borracho”, indispensable para todo aquel que quiera empezar a adentrase en el Planeta Morcillo. Personalmente, todo eso de las harleys, cuero, alcohol y músicos frustrados no me gustaba tanto.
Ahora, simplemente recuerdo conversaciones y momentos muy divertidos. Prefiero quedarme con eso. DEP.
Si había algo que me gustaba era hablar con Morcillo de música. Cuando se separaron los Beatles él ya tenía 20 años, en mi opinión la edad ideal para haber vivido prácticamente todos las evoluciones de la música pop. De esta manera podía tener un banda como Motor, profundizar en Dave Edmunds con Los Auténticos y finalmente crear su personaje escénico: Morcillo El Bellaco. Era un tío que distinguía perfectamente lo que le gustaba y lo que se le daba hacer bien.
Hicimos muchos bolos y viajamos juntos con nuestros grupos. No voy a decir que era mi amigo del alma, pero siempre tuvo un trato de señorazo conmigo. Nos estará esperando a todos tranquilamente y nos recibirá con collejas.
Cierto es que yo no lo conocía tanto, llevo relativamente poco en esto de la música, pero ¿ustedes saben lo que es aprenderse una canción a base de estar en el sitio adecuado y en el momento adecuado? Pues eso me ha pasado a mí con el "No voy a pensar más" que para mí está en el top 3 de canciones de Castellón junto al himno de la Magdalena y el "Vivimos en Castellón" de los Tom Bombadil.
Ustedes pueden pensar: ¿Qué viene a contarnos éste ahora?
Pues vengo a contarles que no soy tan viejo y que jamás escuché ni a Los Auténticos ni a Morcillo el Bellaco. Lo que sé es por las batallitas que en las mil y una horas de café me cuenta el gran Lorenzo Millo y por el "HAMOR" que le tengo a su sobrina Aroa (Gatas Negras), y eso, señores míos, eso es para lo que todos los músicos que intentamos hacer música deberíamos estar en este planeta, para ser recordados y que alguien en un rincón del Himalaya en 2346 escuche algo de Nadia Sheikh o de Trece y diga: "¡Hey, esto me mola!!!". Eso es lo que hoy debería hacernos estar un poco tristes a todos... que se va un músico que va a ser recordado.
La Magdalena pasada me enamoré profundamente de la canción "Músico".
DEP Juan
La primera vez que oí hablar de Morcillo debió de ser por 1979 o 1980. Yo debía de tener unos nueve añitos y mis hermanos me habían hablado de un grupo que se llamaba Los Auténticos, cuyo bajista era un tipo la mar de peculiar. "Es calvo, pero tiene una melena que le cae y siempre va en bicicleta y vestido de rosa". Teniendo en cuenta cómo era el Castellón de entonces (y el de ahora, al fin y al cabo esto tampoco ha cambiado tanto ni tanto en algunas cosas), era evidente que si algún día me lo topaba por la calle, lo iba a reconocer sí o sí.
Y así fue. Un día iba a por lo periódicos, a un kioskito que estaba al inicio de la Ronda Magdalena, frente al Bar Castellón (ahora hay un puesto de la ONCE) y vi aparecer a un tipo que se ajustaba a esa descripción, en bicicleta bajando a la Ronda por Llorens de Clavell. Ése fue mi primer encuentro con Juan Antonio Morcillo. Él debió de ignorar a ese niño que lo miraba con cierta incredulidad (a esas alturas debía de estar más que curado de espanto de que le miraran con cierta incredulidad).
Tampoco me debió de tener muy en cuenta en nuestro siguiente encuentro, un tiempo después, en la parte trasera del mesón El Corral, que estaba detrás de la antigua vía del tren, donde ensayaba el grupo de mi hermano y, por un breve período de tiempo, Los Auténticos. Allí asistí a un ensayo del mítico cuarteto, donde recuerdo haberles escuchado "Mi sombrero". Aún no se había afeitado del todo el pelo que le salía debajo de la calva del todo. Ese cambio de look, que ya le acompañaría para siempre, lo tomaría en la portada del single de "La Estrella".
A medida que me iba haciendo mayor, Morcillo iba ganando notoriedad a base de canciones. Dejó Los Auténticos y se asoció con Los Rítmicos, con los que tuvo una fructífera sociedad a lo largo de la década de los 80, como atestigua la discografía editada por Discos Medicinales y ese single fabuloso en Xirivella Records. Canciones como "Hielo", "Estoy borracho", "Ya no voy a pensar más", "La televisión", "Mi cenicero", "Es difícil olvidar", su versión de "María Rosa" o "Voy a pedirte en matrimonio" son parte de la banda sonora de los bares de mi adolescencia y la base de su prestigio como músico, compositor y rockero en toda regla.
Con el cambio de década, Los Rítmicos dejaron a Juan y pusieron como cantante a Patrizia Escoín, convirtiéndose en Los Romeos, para quienes Morcillo dejó escrito su mayor éxito, "Mi vida rosa" (es uno de los coautores del tema). Juan buscó otros músicos, siempre buenos instrumentistas, recuperó su bajo Fender y se puso al frente de distintos proyectos como Los Rangers, Dr. Diente, Los Morcillos, etc., con los que fue sacando discos durante los 90 y los 2000. Casi siempre con José Luis El Chino a la batería, y con guitarristas como Kike Amat, Santi Penagos, Hervè, Jordi Vidal... musicazos todos, desde luego. Incluso su sobrina Aroa ha tocado con él en repetidas ocasiones durante este tiempo (Aroa, junto a la hija de Juan, Gisela, fue parte de ese estupendo grupo llamado las Gatas Negras, otro de los muchos méritos de Juan por inspirar a siguientes generaciones).
Fue por esos años cuando empecé a tener más trato directo con él y comprobar que, detrás de ese personaje transgresor, había un tipo con una sensibilidad especial, amigo de sus amigos, agradecido con quien lo merece. Poco diplomático (nunca estuvo para quedar bien de forma gratuita), pero una buena persona. Y, sobre todo, muy imaginativo.
Tuve el honor de colaborar, con los Chaflans, en uno de sus discos (Los muertos estamos vivos, de 1998) y de tener algunas charlas mano a mano en los años que regentó su propio bar en la calle Lope de Vega, cerca de la Olivera. Allí pasaba de tanto en tanto a dejarle una copia de Zel Ras, en la época que trabajé para esa revista, y Juan me enseñaba fotos de los años en que tocaba en Motor (antes de Los Auténticos), cuando aún lucía melena y barba, y me contaba batallitas. A ratos, cogía la acústica y me cantaba en exclusiva (a Juan, lo de cantar y tocar siempre le ha molado, y con que hubiera una persona lo suficientemente atenta, ya tenía excusa para montarla). Aquello fue por 2000-2001.
Durante todo este tiempo, Juan Morcillo ha vuelto a juntar a Los Rítmicos, ha seguido haciendo música y creando escuela. Somos varias las generaciones de amantes del R'n'R en Castellón los que le tenemos como referente. Por sus canciones, pero también por su omnipresente presencia en cualquier sitio donde se pudiera tomar una copa y escuchar R'n'R. Todavía no me hago la idea de que ya no estará más. Se ha ido un grande y poca gente es consciente de la grandeza que acaba de marcharse. Descansa en paz, Juan Antonio Morcillo. Y gracias por todo.
PD. El muy cabrón ha tenido, por supuesto, la ocurrencia de palmar un sábado para que podamos homenajearle a su manera. Yo lo haré tocando esta noche con los Sidecares. Otros podrán emborracharse a su salud. Seguro que lo ha hecho a posta. Genio y figura.
ADIÓS, AMIGO JUAN
Querido Juan:
Un domingo te despedimos como te conocimos, juntos y en amistad. Contigo hemos pasado treinta años de nuestras vidas. Desde la adolescencia a la paternidad, nos hiciste vibrar en primera fila “como siempre”. Tu grandeza en el escenario y tu NO saber estar forman parte de un recuerdo difícil de olvidar.
Auténtico transgresor creativo, tu potente voz siempre nos quedará. Luces y sombras te acompañaron en tu vida, repleta de genialidad. Viviste como quisiste mientras otros… se dedicaban a predicar. Imprevisible montaraz del Rock & roll, motero y perspicaz, sólo tú sabes a contracorriente navegar.
Fuiste capaz de emocionarnos con tus letras de poeta suburbial, nos reímos y lloramos, desde “Hielo” a “Quería el mundo cambiar”, un recuerdo, una sonrisa, dos peleas y mil borracheras… Ya forman parte de tu legado y en leyenda te convertirás. Te fuiste para no volver a algún lugar que solo tú sabrás.
Tus dibujos y recuerdos siempre perdurarán, con el lápiz o tu Fender convertiste tu arte en realidad, tu chupa de cuero y tu gorra, tu uniforme de libertad, tu aplastante sinceridad y tu bandera “lo que opinen los demás está de más”.
Amigo Juan, te hemos admirado y querido como alguien sin igual. Morcillo es tu apellido y por siempre se perpetuará. No te alejes mucho para que nos puedas escuchar cantar tus canciones y así poderte recordar. Castellón pierde a su más grande rockstar. En tus callejones paseando te queremos recordar. Levantamos nuestra copa de whisky y te deseamos bon voyage.
Primer concierto de Juan Nadie con un repertorio completo de Morcillo, quien estaba entre el público. Aroa es la cantante en este clásico "Estoy borracho".
Morcillo era un gran tipo. Un rocker auténtico, que se hacía pasar por Bellaco al frente de Los Rítmicos. Cuando venía al Diario Pop a presentar sus discos era un placer escuchar sus historias con ese sentido del humor que tenía, que nos hacía reír y pasar un buen rato con él. Cuando estuve en Castellón hace poco puede comprobar que Lula lo querían y admiraban, al igual que toda la gente que me hablaba de lo enfermo que estaba. Es una gran pérdida para todos.
La figura de Juan Antonio Morcillo, examinándola de manera retrospectiva, destaca por sus extremas dotes. Por una parte, un más que demostrado talento, tanto compositivo como interpretativo, y por otra parte, siempre pensé que era un claro ejemplo de “potencia sin control”. Su nulo afán por encajar fue su límite, y no deja de sorprenderme lo injustamente poco conocido que parece ser fuera de nuestro terruño castellonero.
Aunque Los Auténticos no fueron su proyecto personal, dejó en ellos gran parte de sí mismo, con un registro vocal sorprendente y unas exquisitas melodías de bajo. Ya junto a Los Rítmicos, encontró en el tristemente desaparecido Pedro López a un gran compositor al que sumó su talento para crear joyas en formato rock.
Examinando su discografía, vemos que los primeros 80 en la costa levantina no brindaba excesivos medios técnicos y así, me llama la atención los continuos cambios de sonido en sus primeras grabaciones, todas ellas, por ejemplo, con caja de ritmos, debido, parece ser, a la dificultad entonces de grabar una batería en condiciones. Es una discografía muy apetecible para fans y/o coleccionistas, pues no es fácil hacerse con copias del maxi de La televisión, el EP de Hielo/Estoy borracho/Tu voz en el estéreo (recuerdo que éste en concreto se lo compré a Juanki Tomás en una de mis visitas a los estudios D3), el promocional navideño ¡¡Pillo, aprieta tu gatillo!! o los apetecibles singles con caras B inéditas, por no hablar de las casetes oficiales o piratas con multitud de material de calidad.
Tras su disgregación de Los Rítmicos, su sonido vuelve a modelarse dependiendo de sus acompañantes en cada proyecto, y queda reflejada una tendencia a recuperar viejos temas con el sonido de cada banda. Como tengo la suerte de disponer de un montón de grabaciones inéditas de varias épocas, siempre me dio la sensación de que faltaba criterio o sobraba caos a la hora de registrar nuevas grabaciones, pues quedaron inéditas muchas perlas, algunas de ellas, incluso de la etapa con Los Rítmicos.
Dejando a un lado los clásicos por todos nosotros conocidos, como “Hielo” (que llegó a estar en el repertorio de Los Auténticos con ligeras variaciones en la letra), “Estoy borracho”, “Estamos locos”, “Mi cenicero”, “No voy a pensar más”,” Voy a pedirte en matrimonio”, “Sra. Pura”, “Es difícil olvidar”, “Tumbado al sol”, etc (¡uf!!!, hay muchos más de los que pensaba, je, je), sus discos contienen grandes canciones no tan conocidas, como “Chicas de bingo”, “Víbora blanca”, “Noche de fuego”, Golpes de carretera, “Tren cansado”, “El aristogato”, las autobiográficas “Juan el Largo” y “Cuarenta años”, o las todavía inéditas “Bugs Bunny” o “Quiero ser samurái”
Fui creciendo como persona y músico aficionado. Su figura siempre estaba ahí. Seguro que fue una de mis primeras experiencias de ver rock en directo, y la repetí durante años con sus diversas formaciones. Al final lo acabé conociendo y compartiendo algunas experiencias con él, de las que guardo gratos recuerdos, como el viaje a Valencia para ver a su amigo y excompañero en Los Rangers Santiago Cuchillo Penagós en su regreso en directo con Los Cuervos, o su aportación en el homenaje a su inseparable José Luis Lorente El Chino, que hicimos en diciembre de 2009 en la sala Japan de Vila-real. El suyo ya no se podrá hacer en vida, pero su legado musical, a buen seguro, nos trascenderá a todos nosotros, haciendo, por fin, justicia.
Mi relación con Juan Morcillo fue gracias a su inseparable José Luis Lorente El Chino. Eran muchas las veces que Juan venía con su pareja a ver conciertos de The Bitters con su correspondiente tertulia pre y post concierto. Muchas cervezas compartidas y siempre habían anécdotas y batallitas miles acompañadas de buenos consejos. Amigo de sus amigos, siempre dispuesto a sacarte una sonrisa. Recuerdo que en una de esas conversaciones me dijo textualmente "The Bitters sois un grupo cojonudo, pero nunca lo seréis del todo hasta que no toquéis Taxman".
Hace unos cinco años, cuando éramos aún más pollos en esto de la música (yo tenía 17 años), junto con Carlos, bajista y Dani, batería ahora de Señor Presidente, teníamos un grupo que se llamaba Illogical con otro amigo de l’Alcora, Miquel Granell, cantante. Un buen día un amigo que teníamos en común le puso un disco de Los Rítmicos a Carlos, y a partir de ahí todo fue un descontrol. Llegamos al ensayo y Carlos nos puso las canciones de Morcillo, y nuestra reacción fue: "¿Esto se ha hecho en Castellón?" A partir de entonces Illogical empezó a tocar tres versiones de Morcillo: “No voy a pensar más”, “Mi Cenicero” e “Hielo”. Versionar tres canciones creo que demuestra el impacto que nos causó esta música.
El año pasado fui al concierto de Magdalena de Morcillo en la Colla Veneno. Estaba allí con un par de amigos más, emocionados por ver a Morcillo y corear sus canciones desde el abarrotado público de la colla. Y lo que pasó es que cuando empezó a sonar “Hielo”, la cantamos todo lo fuerte que pudimos, y la gente de nuestro alrededor, de una media de 40 años, se asombraba de ver a gente tan joven cantar las canciones. La típica pregunta surge: "¿Pero esto os gusta? ¡Si es de nuestra época!".
Lo que intento decir es que la influencia de Morcillo no sólo fue para la época de su auge y la gente de ese momento, sino que ha conseguido llegar hasta los jóvenes castellonenses de hoy en día.
La primera vez que vi a Juan fue en el pub Focus, que estaba cerca del Paseo Ribalta, en un concierto matinal de los domingos. Yo tenía 16 años y llevaba un año metido en la escena. Fuimos toda la banda a ver a Motor. Me impactó su potente voz y su desparpajo. Desde entonces siempre tuvimos contacto de una manera u otra. Compartí escenario cuando él tocaba en Los Auténticos y nosotros éramos Fango. Más tarde me propusieron tocar la bataka con Los Rítmicos y estuve un año rodando con ellos. Tuve la sensación de haber vivido una vida en ese año. Nos pasaron para contar…. Era disciplinado y a la vez imprevisible. Lo adorábamos y le salían las canciones como rosquillas. Siempre tuvimos una relación de mutuo respeto. Él sabía que yo no pertenecía su tribu, pero le gustaba cómo interpretaba. En esos años (1985-1988) Morcillo fue banda sonora de nuestras borracheras y referencia sobre todo como cantante.
Reunión de Morcillo El Bellaco y Los Rítmicos, con Dani Silvestre al bajo, en la edición del Bestialc 2010. Una actuación muy elogiada y que incluso el periodista Eduardo Guillot consideró "La mejor del año".
Con los años, y revisando su trabajo como bajista, he podido descubrir a una melódica y potente mano izquierda, con un ágil juego a dos dedos en la derecha a la vez que cantaba, fruto de su labor con Eduardo Bort, Motor-Boira y Los Auténticos. Autodidacta, siempre tuvo un sentido innato para las melodías y el ritmo, así que fue sin yo saberlo un maestro.
Transgresor cuando quería y muy centrado cuando se requería. Poco dado a que le dijeran lo que tenía que hacer. Su gran virtud era tomarse cada minuto de su agitada vida con sentido del humor, contagioso hasta tal punto que, estabas un rato con él y te sentías más feliz por un buen rato. Le agradeceré siempre esos ratos tan divertidos. ¡Hasta siempre, amigo!
Llevo dos días con el alma anegada de recuerdos. Cuando nos sentábamos en El Colón, en la plaza de la Paz, cuando nos íbamos a ver sus conciertos y los de los amigos. En su casa o en la mía (vivíamos en la calle Mealla, casi al lado el uno del otro), oíamos música, tocábamos o, mejor dicho, tocaba él. Yo comenzaba entonces a rascar, y él me cantaba canciones con la guitarra; llevo tarareando toda la mañana una de la que recuerdo una estrofa, “Se fue mi niña no volverá, se fue mi niñaaaaa”. Nos íbamos con Charlie por ahí, por los bares. Después yo le puse nombre, por primera vez, a un grupo: Boira y Juan vino a cantar. Estuvimos un tiempo Eduardo Rajadell, Diego Clanchet, Fernando Sebastiá, Juan y yo ensayando y haciendo conciertos. La música nos llevó a lugares y objetivos diferentes y durante una temporada no compartimos escenarios, pero nos seguíamos viendo casi todos los días.
Seguía a Los Auténticos cuando me era posible y la participación en el N-340 nos mantuvo cerca musicalmente durante un tiempo. Después íbamos a verlo con Los Rítmicos, con Los Rangers, con Los Morcillos. Juan era, me cuesta decir “era”, duro y corrosivo, pero también muy tierno y efusivo, cercano siempre, un ser humano que vivía como sentía, de una enorme sinceridad, que podía ser muy agresivo, pero que sabía que su camino sólo era suyo y vivía intensamente su singularidad. Sentía la música profundamente y cantaba muy bien, con ese agudo tan brutal que poseía.
Me encantó su último trabajo, 60 formas de molestar, hasta tal punto que cuando José Luis El Chino me dijo que hiciera una versión de alguna canción suya para un disco que querían editar para su cumpleaños, creo que de 2012, elegí “Los lobos de la noche”, un temazo que canta Juan con el acompañamiento único de su guitarra. Lo grabamos Paco Vila, El Chino y yo y me dijeron que le gustó mucho.
La última vez que compartimos escenario fue en un concierto de Los Dalton, que nos invitaron a los dos, hace como tres años, y estuvo tan bien como siempre. Estar cerca de él me aportó muchas cosas, de la vida y de la música, de la forma de sentir y de estar; una experiencia y una amistad que permanecerán indelebles en mi corazón.
Primera actuación realizada por Los Náufragos, con un repertorio exclusivo de Los Auténticos.
De entre las conversaciones que tuve con él me quedo con una en la que me dijo: “Para componer no hace falta calentarse la cabeza; yo con cuatro acordes he hecho todas mis canciones. Para mí los mejores son Cheap Trick: base contundente y una buena línea melódica”. Y así era el estilo de su música y de su vida: contundente y efectivo. Morcillo era un tío sincero, de los que saludan siempre, ajeno a modas y a poses superficiales que tanto se llevan en el mundo artístico en general.
De sobra es conocido que dejó a Los Auténticos para hacer su propia carrera, pero eso no fue impedimento para que Miguel Ángel Villanueva fuera el productor y editor del grueso de su discografía, ni de que Pedro José Villanueva le grabara en alguna ocasión guitarras: la amistad siempre por delante; gente (nunca mejor dicho) auténtica.
Se rodeó siempre de buenos músicos, sabía que su banda debía sonar bien, no podía defraudar a sus fans. Mención especial a su eterno batería y escudero José Luís Lorente El Chino, una fidelidad de más de treinta años inédita en la historia del R&R de la que forman parte.
Seguramente, como a todos, le habrá quedado algún enemigo, y si no que le pregunten a Julio Iglesias, al cual tuvo la ocasión de “cantar las cuarenta” en un debate televisivo que le costó a Juan la expulsión del canal en cuestión para siempre. Es el precio que tienes que pagar si vas siempre de cara y expresas tus sentimientos claramente. ¡Hasta siempre, Maestro!
http://youtu.be/ZzPSBKBPCjg
Forever young...