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El misterioso nido de ramas en un bosque que sirvió de detonante de la nueva novela de Ángel Gil Cheza

Un refugio artesanal en un bosque para evadirse de Barcelona convertido en escenario de un crimen con un montón de cabos sueltos. Dos amigos que se prestan inspiración como chispa inicial para desatar una trama que vuelve a enganchar.
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El nido de Román que inspiró a Ángel.

Román buscaba un escondite donde escaparse del barullo de Barcelona ciudad, donde construirse una cabaña entre árboles, como cuando éramos pequeños en aquel Benicàssim repleto de frondosos descampados. Cuando no corría el tiempo. En la Serra de Collserola, detrás del Tibidabo, encontró un rincón perfecto junto a un río, alejado de los masets. Poco a poco, en repetidas visitas, empezó a recoger ramas, las apiló, las entrelazó y les dio formas geométricas. De repente, tenía una especie de nido esférico de dos metros de diámetro, y decidió colgarlo de un árbol. La gente que se dejaba caer por allí paseando al perro, buscando setas o corriendo se quedaba sorprendida por la instalación, interactuaba con ella y entraba en el nido. Se había convertido, de forma espontánea, en un refugio donde evadirse fundiéndose con la naturaleza.

Como complemento, de nuevo a mano, con ramas y elementos naturales, Román construyó una tienda de campaña tipi. También un columpio con cuerdas. En conjunto, una especie de patio de recreo idílico, que se desvaneció cuando -como diría Santiago Lorenzo en Los asquerosos- un grupo de mochufas lo invadió con sus plásticos viejos y su fuego en medio del bosque hasta generar las quejas del vecindario, lo que obligó a los guardas forestales a desmontar toda la paraeta.

Antes, Román ya le había enseñado su rincón secreto a uno de sus grandes amigos desde la adolescencia en Vila-real, El Súper. Pero El Súper enseguida lo vio con ojos de Ángel Gil Cheza, quien se autodefine como “escritor agreste”. Le fascinó la instalación, estéticamente y por todas sus connotaciones, y le dijo que iba a utilizarla en su próxima novela. Es en ese nido donde se sitúa el primer gran sobresalto de Otoño lejos del nido (Suma de Letras), dando inesperado cobijo a una joven brutalmente asesinada.

La investigación del crimen recae en una sargento de policía (Ivet Portabella) en plena crisis de madurez, que también intenta realizar las pesquisas de otro extraño asesinato aparentemente inconexo. La vida de Ivet se entrecruza con la de un prestigioso periodista cultural en horas bajas (Édgar Brossa) para dibujar “una instantánea de un tiempo repleto de soledades, crueles diferencias sociales, nuevos lenguajes incompletos, redes (in)sociales donde todo es mentira en algún grado, porque todos podemos construirnos artificiosamente mientras trabajamos esclavos para este neofeudalismo que impera, al que nos entregamos a ciegas”, según reza la sinopsis en la hoja promocional de la propia novela.

El texto presenta Otoño lejos del nido como “una oda a la única resistencia posible: la vida, la natural, la que requiere de los cuatro elementos y los cinco sentidos”. Una resistencia que de alguna manera se respira durante toda la novela y que conecta estrechamente con el espíritu de la instalación de Román que se coló al inicio de la trama: volver a la esencia, alejados de la ciudad decadente y despersonalizada; al refugio entre ramas de árboles, al reencuentro con uno mismo, con los valores que una vez le hicieron soñar despierto.

Después de habernos hecho lectores suyos con El hombre que arreglaba las bicicletas (2014), La lluvia es una canción sin letra (2014) y Pez en la hierba (2015), Ángel Gil Cheza vuelve con una novela policíaca de las que atrapan y no puedes soltar. Construyendo cada frase como un auténtico orfebre para que el viaje por la historia sea trepidante, llevando al lector a lugares y conclusiones insospechadas. Una destreza que ahora comparte como profesor de Lengua y Literatura en el IES Bovalar de Castelló.

Fiesta de presentación con música y acciones solidarias

Como ya es costumbre en el escritor vila-realense, su cuarta novela verá la luz lejos de los cánones de las presentaciones literarias, a través de una fiesta que incluirá la presentación del editor de Suma de Letras, Iñaki Nieva, y la actuación de las bandas locales Heatwaves y Les Cactus, a base de pop sesentero y blues-rock, gracias a la colaboración con la Concejalía de Cultural del Ayuntamiento de Vila-real.

En el mismo acto se podrán adquirir ejemplares del libro a través de la librería Ausiàs de Vila-real y los beneficios del autor derivados de la venta de ejemplares de ese día en todas las librerías serán donados a Aspanion en apoyo a los niños y niñas enfermos de cáncer y sus familias. Se habilitará un espacio infantil con juegos y actividades para los más pequeños, para que las familias puedan asistir a la cita y, además, habrá cocas tradicionales gratuitas para comer y venta de cerveza solidaria ACE en beneficio de la Asociación Conquistando Escalones.

El viernes conversaremos con Ángel para intentar desbrozar el nido sin destripar la novela. O quizás para reconstruirlo. Román dice que ha vuelto a ese rincón de la Collserola hace poco, que estaba todo echado a perder, pero que está volviendo a ordenar las ramas.


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