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Benicàssim, Celtas Cortos, David Larson, Despistaos, Dinero, Elefantes, Iván Ferreiro, Juanito Makandé, La MODA, La Sra. Tomasa, Lori Meyers, Marc Ros, Meridian, Ñekü, Ojete Calor, Rufus T. Firefly, Rulo y La Contrabanda, Sábado, SanSan, Sexy Zebras, Shuarma, Sidonie, The Royal Concept, Txarango, Varry Brava, Viva SueciaBandas y repertorios repetidos de ediciones anteriores o de festivales vecinos. Algunos problemas de sonido y un recinto espartano, con dos escenarios, una carpa para dj’s y una pequeña zona de comida rápida. Y una asistencia de público similar a la del año pasado. La quinta edición del SanSan se ha imbuido del espíritu de la Pascua, no solo por aprovechar sus fechas para ofrecer un festival musical cuando nadie lo hacía, sino por conectar con el público por la vía del ritual, de la ceremonia colectiva del estribillo reconocible. Cerca de 30.000 personas (el acumulado entre los tres días, según la organización) volvieron a disfrutar del pop, el rock y la música festiva en Benicàssim del jueves 29 al sábado 31 de marzo. Contra viento -literalmente- y marea -la de los problemas técnicos especialmente el último día-.
Más allá de reivindicaciones feministas plenamente justificadas o de inefables polémicas locales, los Lori Meyers, Iván Ferreiro, La M.O.D.A., Sidonie, Viva Suecia, Ojete Calor o Rufus T. Firefly consiguieron congregar a un buen número de asistentes, especialmente el jueves y el viernes, para que el SanSan siga consolidándose en Benicàssim tras las dificultades de sus inicios en Gandia. No se recordará por la originalidad o los descubrimientos que escondían su cartel, pero lo cierto es que el público lo volvió a pasar en grande.
El primera jornada (jueves 29) estuvo marcada por la mezcla de estilos, también muy característica del SanSan, cuyo público abierto y desprejuiciado hace que finalmente todo funcione. Tras las aperturas saltarinas y con escaso público de Los Tiki Phantoms, Nunatak y Full, el escenario principal vivió sus primeras emociones fuertes con un repertorio repleto de hits de Iván Ferreiro. Perfectamente escoltado por Ricky Falkner (bajista, reputado productor y cantante de Egon Soda -¡cómo hubiera molado que hubiera hecho doblete para presentar el nuevo disco!-), hizo corear y mirar al cielo al público con “Turnedo”, “El pensamiento circular”, “Casa, ahora vivo aquí” o incluso remontándose a Los Piratas con “Años 80”.
El resto de la noche, el escenario grande del SanSan se escoró más hacia la música festiva, reivindicativa y de raíz, empezando por Txarango, la colectivización de sus canciones y las consignas éticas y políticas; continuando con la excepcionalidad normalizada y la cercanía contagiosa de La Maravillosa Orquesta del Alcohol; y terminando por la veteranía infalible de unos Celtas Cortos de vuelta a los escenarios para seguir aprovechando su estela de éxito de los años 90.
El jueves, en el escenario secundario, se pudo disfrutar de dos habituales del festival que perfectamente podrían haber actuado en el principal: Sexy Zebras y, sobre todo, Viva Suecia, mientras en el Sansito Club pinchaban, entre otros, los castellonenses Caries DJ, Pablo Mármol y Rocket DJ. Con un repertorio prácticamente idéntico al de 2017, la banda murciana mostró un directo más sólido y solvente, aprovechando la carrerilla que llevan de su gira internacional, con un excelente sonido y cabalgando sobre caballos ganadores como “Bien por ti”, “Hemos ganado tiempo” o “A dónde ir”.
La jornada del viernes 30 arrancó con el aviso de posibilidad de peligrosas rachas de viento, lo que obligó a adoptar algunas medidas de precaución, como no permitir que se instalase la parte superior del escenario que Lori Meyers presenta en su gira actual por grandes recintos. Así que los granadinos se quedaron sin poder utilizar las placas que suben y bajan durante su actuación. Aun así, muy colorista puesta en escena para repasar temas de su más reciente En la espiral (“Evolución”, “Zona de confort”) junto con clásicos de una carrera que ya alcanza los veinte años (“Alta fidelidad”, “Explícame”), llegando a su punto álgido en cuanto a reacción del público en “¿A-ha han vuelto?” o, ya en los bises, en “Pierdo el control”. Una actuación trabajada dentro de un largo listado de directos y que contó con algún problema de sonido que afectó a la voz.
Pero para reacción del público, la conseguida por Varry Brava. Era su segundo concierto de la gira correspondiente a la gira de su nuevo disco, Furor, y como si hubiese sido una actuación del pasado tour. Nada cambia, para bien del grupo. En festivales son todo un seguro de que convertirán la explanada en una enorme pista de baile con los ritmos de “Fantasmas”, “No gires”, “Playa”.... canciones que hubiesen triunfado en discotecas de los 80-90 y que hoy en día salen victoriosas en festivales. Fue el único concierto en el que no pareció importar el molesto fresco reinante.
Junto con el de Elefantes, fueron los tres conciertos que más público reunieron el viernes. El grupo de Shuarma -completamente de blanco y con momentos de castañuelas- puso la nota romántica, con sus canciones de amor y de esperanza, aunque su mayor éxito entre el público tuvo autoría ajena, la de José Luis Perales y la coreada a pulmón “Te quiero”, acompañando a la muy similar en cuanto a título, “Que todo el mundo sepa que te quiero”.
La sorpresa negativa se la llevó Rufus T. Firefly, uno de los grupos punteros dentro del panorama alternativo. Alrededor de doscientas personas siguieron su actuación mientras la carpa de djs se desbordaba con temas como “Las chicas son guerreras” de Coz. Muy juntos los cinco sobre el escenario, lo que parece conceder más fuerza, soltaron sus ritmos lisérgicos, intensos, sobre letras como “Tsukamori” o “Río Wolf”. Como curiosidad, los madrileños contaban con la única mujer sobre los dos escenarios del festival, la batería Julia Martín-Maestro.
La jornada la abrió Meridian, un trío sin guitarra con ecos de Muse.Se colgaron toallas rosas para comentar que "Meridian y el SanSan somos feministas. Ñekü puso el único vínculo de algún músico con Castellón (aunque no es un grupo castellonense), con su rock suave de la saga de Pereza. Muerdo, en las primeras horas y con un repertorio bastante calmado, y La Sra. Tomasa, ya cerca del final y con poco público, pusieron la fusión. Cerró el día Despistaos, grupo que en otra hora o con espectadores con algunos años menos hubiese arrasado con su mezcla de pop y rock pegadiza, pero ya bien entrado el sábado, el público prefería combatir el fresco en la carpa de djs.
Sidonie fue la primera banda en sufrir los problemas con el sonido en el escenario principal el sábado 31, nada que la simpatía Marc Ros no pueda disimular. Porque precisamente esa es su seña, la comodidad con la que se mueven por el escenario (y entre el público también) y la forma en la que conectan al instante. Culpa de su actitud, de sus canciones coreadas a pulmón (“Un día de mierda”) y de haber estado 20 años pisando escenarios y haciendo música a través del, como el propio Ros enfatizaba, amor y la constancia.
Sidonie anotaba el máximo de público de la última jornada del festival (además de la abarrotada carpa), tal y como también harían unas horas después Ojete Calor. Su subnopop tiene mucha tirada y es un gancho perfecto: estribillos fáciles, bases muy bailables y temas como “Viejoven”, “Opino qué” o “Tonta gilipó” que es imposible no acabar reproduciendo. Tal vez menos suerte tuvo Juanito Makandé, que parecía un extraño en el SanSan Festival. Y pese a que su propuesta de flamenco fusión, que en algunos matices recuerda a Muchachito, fue perfecta para cantarle a una noche de luna llena, como aquel “Arañando al aire”, se podía percibir una sensación de frío, tanto entre el público como del propio artista.
Extraños también parecían The Royal Concept, la única propuesta internacional del cartel; y es que parece que al público del SanSan Festival le tira más el sonido nacional porque el público prefería los bailoteos en la carpa. Con fallos en el sonido que obligaron a hacer un breve parón durante el concierto, con un David Larson (voz) con actitud totalmente pasota, finalmente pudieron sacar adelante el concierto a base de rock con tinte psicodélicos y apuestas seguras: “On our way”.
Mientras, la cara más rock de la tercera jornada del festival la puso Dinero, que ha sabido encontrar un punto medio en su sonido sin dejar de alimentar su contundencia y energía; y, con más calma y algún guiño a su ex banda, La Fuga (“Por verte sonreír”, “Pa’qui, pa’lla”) y clásicos (“Mi cenicienta”), Rulo y La Contrabanda.