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¿El rock ha muerto? No en Concerts del Pinar

El rock decibélico resiste en Castelló. Se ha podido comprobar en Concerts del Pinar. El recinto del Grau de Castelló ha agotado aforo -1.000 entradas- durante tres días, cuando Lendakaris Muertos, Derby Motoreta's Burrito Cachimba o Def Con Dos han atronado. La cuarta jornada, la más festiva, ha sido la más relajada en todos los sentidos.
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Aitor, energía pura, al frente de Lendakaris Muertos. Foto: Carme Ripollès (ACF).

¿El rock ha muerto? A día de hoy, no. Concerts del Pinar lo certifica.

A Castelló de la Plana le faltaba unos años atrás un festival de rock con varios días de programación. No de rock suave, de los que incluyen nombres como Leiva (por poner un ejemplo de un fijo en carteles mainstream); sino de rock decibélico, de los que te llevas a casa el zumbido en los oídos y sabes el motivo. A la concejala de Cultura, Vero Ruiz, se le cruzó la idea de que Castelló también estuviese en el circuito nacional de festivales rockeros. Nació el Red Pier -iniciativa privada- y también el municipal Arrankapins, relevado desde 2021 por Concerts del Pinar dentro del mismo pulmón verde del Grao, aunque con diferente ubicación y entrada de pago.

El del año pasado fue más bien un experimento, condicionado por las circunstancias pandémicas, con el público sentado, mascarillas y toque de queda. Como más rockero ofrecía a M-Clan en acústico o los nuevos Cuchillas, mientras Dorian y La Fúmiga aparecían una vez más/otra vez por territorio CS. Esa prueba sirvió para comprobar que el campo de fútbol del interior del Pinar era un espacio adecuado para albergar un público moderamedamente numeroso. Aunque oficialmente no sea sí, se puede considerar que el verdadero Concerts del Pinar se ha estrenado este año (21-24 de julio) con un cartel similar a una versión reducida del Viña Rock (rock, metal alternativo, punk, hardcore, rap, fusión). Según la organización (Plana Fest), mil asistentes en cada una de las tres primeras jornadas -entradas agotadas- y alrededor de 400 el perezoso domingo -el rock dio paso a una propuesta más bailable y en valenciano-, le han dado el beneplácito.

Puños en alto, una de las señas de identidad del rock. Foto: Carme RIpollès.

¿El rock es cosa de agüelos?

Depende de a partir de qué edad se le etiquete a alguien como agüelo. Pero el rock es para los de la franja de la denominada mitad de la vida, principalmente. Rock metálico o punkarra que funcione hoy a nivel de público es conveniente buscarlo en el escaparate musical de dos décadas atrás. El público que entonces tenía veinte años dobla ahora su edad, pero con ganas de vibrar como en aquel entonces. Si das nombres con gancho, los viejóvenes de 40 para arriba, acuden (y consumen líquidos en barra; importante para las cuentas de cualquier evento). Es, grosso modo, el planteamiento de Concerts del Pinar.

Reincidentes es un buen reclamo para congregar público frente al escenario. Foto: Carme Ripollès (ACF).

Reincidentes, Lendakaris Muertos o Del Con Dos son buenos argumentos para llevarle la contraria a Ian Anderson/Jethro Tull cuando cantaba aquello de "Too old to rock and roll, too young to die". Esa energía contagiosa en el vínculo escenario-público no ha muerto entre quienes están convencidos de que la edad que indica el DNI no se corresponde con la que marcan sus cerebros. Eso sí, el estado físico al día siguiente se queda encerrado entre interrogantes.

Ese mismo público también disfrutará con Belako, Niña Coyote eta Chico Tornado o Annacrusa. Mientras que Machete en Boca y Los Chikos del Maíz les atraerán menos, pero ya que están allí y la fiesta de la noche está en el Pinar... (más la suma de una franja algo más joven).. Eso sí, el domingo, a Pepet i Marieta, The Tyets y El Diluvi ni se plantearán acudir. Pero da igual, con su presencia los tres primeros días han salvado el festival; mientras que al cuarto acudirá un público más joven y relajado, y también menos numeroso y bebedor, que cambia la fuerza bruta de los brincos que provoca la electricidad de Def Con Dos por los movimientos coreografiados desde el escenario por Pepet i Marieta y El Diluvi.

Público rock y calor de bochorno equivale a consumir líquidos. A partir de la segunda noche mejoró la logística. Foto: Carme Ripollès (ACF).

Porque el rockero old school bebe, como bien saben quienes programan. Y si le añades noches bochornosas de temperatura, apunta a cuantiosa recaudación, con colas ante las barras, subsanando a partir de la segunda jornada un error estratégico inicial, como fue colocar la venta de tickets y la dispensa líquida en la misma carpa. Como consecuencia de esa acertada variación: mayor fluidez. ¿Los food trucks? Dos, pero no se registraron colas de escándalo.

¿Por dónde se entra en Hamelín?

A Concerts del Pinar le faltan carteles indicadores en los alrededores del recinto. Algunos de los asistentes se dirigen a los más transitados accesos del Arrankapins (los más cercanos al núcleo urbano del Grau). Otros empiezan a bordear a pie la verde valla por el lateral más concurrido (avenida Ferrandis Salvador), guiándose por el sonido de la música, cual seguidores del flautista de Hamelín, hasta que se dan cuenta de que por ese lado no llegarán a su destino. sino que han de marcarse un rodeo hasta la avenida dels Pins. Mírese por el lado positivo: sesión extra de ejercicio.

En el escenario pequeño...

El motivo de debates en el interior del recinto (sobre todo el primer día): el escenario pequeño. Lo utilizaron dj y los primeros grupos de cada tarde, todos de Castelló, todos emergentes (con singles o un lp como máximo). ¿Por qué y para qué? Que un grupo CS inicie una jornada de festival en casa tiene su lógica económica. Desde el minuto 1 hay público cerca de los escenarios... y de las barras (¡Importante!). Con los dos escenarios se quiere ganar fluidez en la continuidad entre el primer y el segundo concierto. Que ese escenario esté en la zona de restauración tampoco es casualidad. Sevi (Annacrusa) defendía ante el micro que Wombats Revenge también se merecían pisar el escenario grande "porque aquí todos somos iguales". Si se quiere aplicar otro filtro y, visto el resultado, se puede pensar que en esa tarima estuvieron más arropados.

Wombats Revenge, en el escenario pequeño. Foto: Concerts del Pinar.

Error o no, trato desigual o no lo que pasó es que la primera tarde Wombats Revenge descargó su hardcore de impacto. Pocas sutilezas. Fuerza, unión, compromiso. "Freedom", un grito de unidad frente a un público repleto de integrantes del colectivo Underground Revolution, del que también forman parte quienes estaban sobre el escenario. The Black Beat retrata los sueños del rockero que empieza en "Fast life" a base de rock fuerte, setentero, a partir de sus respectivas expreriencias personales, bajo el liderato de Iván Chabrera, uno de los organizadores del evento, y encargado de poner la nota emotiva, al incrementar por un momento el grupo con la presencia de su hijo Noah como tercer guitarra.

The Black Beat. Foto: Concerts del Pinar.

Cambio radical el sábado con Fakir & Kawak, más Dani Youthical con los beats, mezclas y producción, para hacer bailar relajadamente a base de reggae y rap mientras reivindican la autenticidad de "Mi crew" en contraposición con el rapero que solo quiere figurar (y todo el sector gangsta rap, un toque de atención compartido también unas horas después por los valencianos Los Chicos del Maíz).

Fakir & Kawak. Foto: Concerts del Pinar.

El último día era de música en valencià, un concepto que identifica la lengua, pero no el estilo. Por ejemplo, en contraste con los el resto del domingo, el punk -californiano- es la seña de Rua, sus letras frescas y divertidas que hablan de cuestiones cotidanas, al tiempo que le dedican un himno al "Boli-dali", un deporte/juego que tiene en Castelló su campeonato mundial.

Rua, con su punk fresco y coreable. Foto: Concerts del Pinar.

Curioso: el primer día dominaban las camisetas negras entre el público, color que fue diluyéndose conforme pasaban los días en favor de tonalidades más alegras. El domingo, el negro era anécdota.

Y en el escenario grande, el jueves...

Un solo problema técnico en los cuatro días de festival... y le toca a Annacrusa nada más estrenar el escenario grande... Una, dos y tres veces en la primera canción. En el resto del festival, el equipo de Metrònom funcionó adecuadamente y con un sonido nítido y potente. En su huida de la reiteración, Annacrusa sueltan un setlist con bastantes temas del que será su segundo lp y que el público no conoce. Dentro de esa planificación, arrancan con "Mal de muchos" -rapero castellonense Zeta (TilecityCrew) includo- y no lo consiguen acabar. Ya no hay cuarto intento. "Temíamos que se cortase otra vez". De primeras, el nuevo material es más agresivo que el incluido en Duelo, del que no faltan momentos bien recibidos como la rápida "Campo de batalla" o la más progresiva "Simulación". Falta la esperada colaboración de Fernando Madina en "Cartas desde el asilo" (sí sonó).

Anna Dobon, la voz y teclas de Annacrusa. Foto: Carme Ripollès (ACF).

Y es que el veterano líder de Reincidentes se reservó para su directo, con una buena masa de público frente a un escenario desde donde a ritmo de rock potente sonaron letras que favor del jornalero andaluz, el antifascismo, estampas de la vida de seres derrotados y los coros de su himno particular, "Vicio". Unos momentos después, cualquier atisbo de seriedad se difuminó con Lendakaris Muertos. Llevan casi veinte años sobre unos escenarios por los que no paran de moverse/bajarse/subirse. Energía pura para soltar una especie de chistes a ritmo punk (a mucha velocidad la mayoría), teniendo que esperar hasta el final para ver aparecer al "Oso panda" y sus "ojeras de farlopero". Son como los Gigatron del punk.

El viernes...

Koldo y Úrsula, la atronadora complicidad de Niña Coyote eta Chico Tornado. Foto: Carme Ripollès (ACF).

De jueves rockero a viernes rockero, con tres bandas que ya han pasado por Castelló y con el aval de las buenas sensaciones han regresado ahora. Una camiseta negra -cómo no- de Black Sabbath en las primeras filas te pone sobre la pista. Aunque lo de Niña Coyote eta Chico Tornado no es metal, también es stoner y rabia punk ("I wanna be your dog" de los Stooges de Iggy Pop,  Pero sobre todo es electrizante complicidad entre Úrsula y Koldo. Al sector post-todo le gana desde el primer riff.

Belako representan la constatación de que las guitarras y el rock también son atractivos para los jóvenes. Ponen tantas ganas que se rompe el bombo de la batería, dando lugar a un curioso momento de tan solo teclados y voz. Se ponen más pop en "Tie me up" para acabar, dejando y llevándose buenas sensaciones.

Belako, jóvenes y con guitarras. Foto: Carme Ripollès (ACF).

Derby Motoreta's Burrito Kachimba son como Triana, Medina Azahara, todo el rock andaluz, más Camarón ("Nada del caballo grande") y resulta que son DMBK. Tienen identidad e ideas para crear temas directos ("Aliento de dragón"), interactivos ("El salto del gitano") o enmarañarse en suites llenas de efectos y no perderse en el intento en esa parte central donde sobresale "Gitana".

Momento pleno de efectos de sonido a cargo de Derby Motoreta's Burrito Cachimba. Foto: Carme Ripollès (ACF).

Sábado...

Machete en Boca. Foto: Concerts del Pinar.

El día del rap reunió tres propuestas diferentes, aunque se notó que la atracción principal era Def Con Dos, el grupo metal. ¿Y en qué se notó? En las edades, en que buena parte de ese público prefirió quedarse en la zona de restauración mientras Machete en Boca lanzaban mensajes en favor de los derechos sociales de la mujer y se preocupaban por el futuro del planeta. Lo cual no significa que las dos valencianas -más dj- no tuviesen quorum. Lo dejan claro: "A machete voy".

Por cierto, quienes consideran que el hecho de no llevar Rosalía músicos en directo es una herejía inventada hace un mes y que marcará un negro tiempo futuro, igual descubren viendo a Machete en Boca o Los Chikos del Maíz que es algo habitual en los terrenos del hip hop, y desde sus mismos orígenes. Un dj creando ritmos y letras críticas en favor del trabajador y de la República, como hacen los valencianos a través de su rap político y antifascista ("No pasarán"), aunque es cierto que cuando suena una guitarra metalera ("La estanquera de Saigón"), falta algo en el escenario.

Los Chikos del Maíz, con camiseta de La Cosa Notra. Foto: Concerts del Pinar.

A nivel de cantidad y reacción, Def Con Dos se llevó la noche, y el festival. Los de César Strawberry estuvieron brutales de principio a fin defendiendo a tres voces, con una guitarra metalera y un bajo funky temas de rap metal como "Nación mutante" o  "El día de la bestia", soltando la puya crítica en cualquier momento de una canción o entre ellas.

Y domingo...

Domingo, día habitual de relax, y acostumbra a notarse en eventos musicales  Pepet i Marieta (ahora desde Mallorca) cuentan historias divertidas de amor libre ("Poliamor") y directamente canciones inspiradas en las más calurosa estación ("Corre l'estiu"). Lo suyo es divertir, hacer bailar, criticar también y, cómo no, que Josep Bordes abandone el micro para enseñar el culo en el habitual número cabaretero.

Pepet i Marieta, con sus eternas ganas de fiesta y de "Poliamor". Foto: Concerts del Pinar.

The Tyets es un grupo joven, que igual te mete un solo de saxo jazz que se vuelca en el ska, y hasta en terrenos electrónicos dentro de una esencia pop, ya sea rapeada o cantada. En general, su actuación fue la menos seguida, y también era el grupo menos popular en Castelló. Se llevaron unos cuantos más "Amics, tiets i coneguts",

The Tyets, sobre el escenario principal del Pinar. Foto: Concerts del Pinar.

Su corta actuación dejó una larga espera hasta que El Diluvi empezó a cerrar el festival. Diez años de muchos conciertos desembocan en un trabajado espectáculo de folk mestizo plantado al lado del Mediterráneo que combina su clásico "I tu, sols tu" con bonitos temas nuevos como el emotivo "L'amor que fem", sellado por el abrazo entre la vocalista Flora Sempere y el destacado violinista David Payà.

Concerts del Pinar 2022

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