Parapetada tras la habitual ventanilla de cristal, la taquillera -Espe- te pregunta si tienes alguna preferencia en cuanto a asientos disponibles en la sala Carles Santos del Paranimf de la UJI. Son 65 los habilitados, identificables por no colgar en ellos el cartel de "No seieu". Guía tu mirada hacia la pantalla del ordenador para que escojas tu preferencia en cuanto a ubicación. Eliges y Espe te dice que le des un tirón a la entrada que asoma por el aparato expendedor. Ella no puede tocar ese papel. Son las normas del amerizaje en la nueva normalidad. Entras en el vestíbulo y te encuentras marcadas en el suelo unas líneas de separación indicativas de la distancia aconsejable entre los asistentes. Espectadores que han acudido a ver a Lola Bou y Manel Brancal sobre el escenario. Personas que han acudido con la curiosidad de saber cómo será esta inédita experiencia. Gente que cruza conversaciones -a través de sus mascarillas- con el monotema vírico presente. Algunos presentes aprovechan para inmortalizar el insólito momento con la cámara de su móvil. Algo tan habitual como ir a disfrutar de un espectáculo, tres meses después se ha convertido en una atracción en sí misma a causa de la covid-19.
Justo en la puerta de la sala principal del Paranimf te esperan Jaume y Alba, además de Silvia Pallarés (siempre pendiente de todo lo que ocurre en este espacio de programación de la Universitat Jaume I de Castelló). Uno de los dos -alternativamente- se encargará de acompañar, uno a uno, a cada espectador hasta su respectiva silla asignada. Pero antes te facilitan el gel desinfectante, además de leer el número de fila y de asientos asignados. Tampoco pueden tocar el ticket. Una vez sentados -con dos personas por fila-, algunos pre sentes optan por quitarse su mascarilla, otros la mantienen en su rostro. En total, son 22 las personas que en el mediodía de un martes, el del 23 de junio de 2020, han asistido al primer concierto en un espacio público cerrado en Castelló, y a la vez a la reapertura de Paranimf. Sobre el escenario: Lola Bou y Manel Brancal.
El nuevo dúo de la escena musical castellonense inaugura la nueva normalidad a nivel de espectáculos públicos en lugares cerrados (Enric Monfort lo hizo al aire libre, en el EACC) después de tres meses de abstinencia. También es una prueba liviana del funcionamiento del Paranimf de la UJI con las nuevas normas de prevención. No es un concierto al uso, más bien una mini actuación, con tres temas interpretados por Lola Bou y Manel Brancal a partir de poemas con firma de mujer. Un espectáculo integrado en Música de poetes-Concert de Sant Joan, una matinal organizada por la Xarxa Vives, con un total de 14 actuaciones proporcionadas por otras tantas universidades valencianas, catalanas, baleares y andorranas. Todas ellas se pueden ver a través de instagram y son proyectadas en la pantalla del Paranimf. A las 11:30 aparece Andreu Valor, luego el trío Gerard Abril-Andreu Riera-Margalida Ramis, a continuación Xavi Múrcia, diez minutos más tarde Judit Neddermann y, a las 12:10, llega el turno de Lola Bou y Manel Brancal.
"Me he sentido bien, normal. Lo único que me ha resultado extraño es que tenía al público delante y la cámara en un lateral, y no sabía bien hacia donde mirar. Eso sí, teníamos ganas de pisar un escenario", comenta quince minutos después Lola Bou mientras, mascarilla negra en el rostro -a juego con su indumentaria- saluda a los presentes. Su voz había puesto tono a dos poemas de la valenciana Carmelina Sánchez-Cutillas ("Conjugació en primera persona" y "La clau al pany de la certesa") y a un tercero de la barcelonesa Margarita Ballester ("Oració d'un agnòstic"). Manel Brancal se ha encargado del acompañamiento a la guitarra, con Lola abandonando el teclado tras los dos primeros temas y luciéndose especialmente a la voz con el tercero, dejando claro que su década de ausencia de los escenarios no le ha robado arte.
Unos diez minutos de actuación y (re)encuentros en el vestíbulo para comentar una concierto que ninguno de los asistentes olvidará. Entre los presentes, cómo no, el responsable de la programación del Paranimf, Toni Valesa. Resalta las posibilidades de espacios como el Paranimf en estos momentos de regreso a una normalidad (diferente); a priori más seguros que otros lugares de concentración de personas: "Aquí reducimos el aforo -el total es de 635 espectadores-, la gente está separada, seguimos las medidas higiénicas, además de habilitar una línea de entrada y otra de salida, pudiendo ir más allá, ya que el edificio permite la entrada por una puerta y la salida por otra distinta. Creemos que los espacios culturales no son focos específicos de contagios si están preparados, como es el caso, por lo que parece factible el reencuentro con la música, la danza y el teatro, lo mismo que ocurre con otras actividades en las que hay más margen normativo".