Son muchos los casos, quizá demasiados, en los que un determinado agente decide abanderar una causa social con la intención única de mejorar su posible reputación. En un momento de mayor exigencia a las entidades por parte de la ciudadanía, ampararse en ciertos valores da buena imagen, independientemente de si se cree realmente en ellos o no. Escudarse en un determinado compromiso, aunque sea temporalmente, funciona, pero, y no en pocas ocasiones, el posicionamiento no va más allá de una construcción momentánea de un buen nombre. Por eso, por ejemplo, a nadie le extraña que, cada año, muchas corporaciones eliminen el arcoíris de sus logotipos con la llegada del primer día de julio o como el conocido greenwashing.
En cambio, son pocos los casos en los que un determinado agente decide abanderar una causa social con la única intención de comprometerse con lo que defiende. Sin más. Tal vez por esta razón, después de un verano lleno de festivales convertidos en la pasarela publicitaria de un sinfín de marcas, llama tanto la atención cuando, de repente, llegas a un lugar en el que impera todo lo contrario. Los colores flúor y ganchos para aprendices de influencer desaparecen para dar lugar a un punto de encuentro y diálogo. Y esto es lo que pasa cuando pisas el Rototom Sunsplash, que cumple este verano 27 ediciones, 11 desde que éste se celebra en Benicàssim. En su lema de esta edición: "We must change the world", debemos cambiar el mundo. Y para cambiarlo, lo primero es saber mirarlo. Así que el festival de reggae se convierte, sin adornos, en el altavoz de un montón de iniciativas, proyectos y causas sociales. De realidades que te dan una bofetada.
Como te contábamos en la crónica, en esta edición el Rototom se vuelca de lleno con la campaña a favor de la investigación "El VIH también salva vidas" facilitando que el público pudiese hacer sus donaciones al depositar sus vasos (para consumir en el festival tienes que adquirir antes uno de los vasos reutilizables) en los contenedores habilitados para ello. Detrás de este proyecto se encuentra la asociación vila-realense Conquistando Escalones, nacida en 2015 tras descubrir que la mutación genética que causó la enfermedad hereditaria y degenerativa a sus fundadores es la misma proteína que introduce el virus del sida, inmunizándoles.
Durante estos años han buscado formas de recaudar fondos para financiar investigaciones que puedan desarrollar tratamientos que combatan la distrofia y, de paso, que puedan ayudar a la investigación del virus del sida; desde su propio festival, el Beer Rock Fest (Vila-real) hasta la publicación de libros infantiles, cervezas, canal de Twitch o, como este verano, estar presentes en el Rototom: “Hablamos con el festival hace años, cuando estaban con la iniciativa de proporcionar el dinero devuelto a ONGs antes de la pandemia, y les pareció bien el planteamiento”, relata el presidente de la asociación Abrahán Guirao. Pese a haber estado presentes en eventos propios y en carreras populares, es su primera ocasión en un festival de grandes dimensiones. Una oportunidad que Guirao atribuye a la labor social de la cita: “El festival, además de ser un paraíso con gente de todas las edades, orientaciones sexuales, razas y religiones, tiene una labor social más allá de lo musical. Es un festival diferente a todo lo que hay por ahí”.
Durante el festival, Abrahán Guirao también se ha enfrentado a una de las dificultades que viven las personas con discapacidad, y es que, tras varios intentos y trabas burocráticas, fue imposible para él encontrar un transporte adaptado que le pudiese llevar de Vila-real al recinto del festival. ¿Las razones? El poco número de taxis adaptados en Castellón y trabas: "Ojalá poder, como cualquier otra persona, llamar en el momento que quiera para que un taxi me recoja; la realidad es más dura: ni intentando reservar con días de antelación es posible", "en la provincia de Castellón son contados los taxis adaptados que existen en la actualidad"; a lo que se sumaba el impedimento de la Delegación de Transportes del Gobierno de Castellón que solo autoriza la recogida de asistentes al festival a taxistas alrededor de Benicàssim. Una "odisea", así lo explicaba el mismo a través de WhatsApp y en sus redes sociales. Pero como el presidente de Conquistando Escalones no se caracteriza precisamente por rendirse, finalmente consiguió llegar al festival gracias a Cocemfe, pero sin dejar de reivindicar y visibilizar su situación: "Es la gota que ha colmado el vaso, pero es una situación que se arrastra desde hace muchos años, además de soportar muchas veces precios abusivos y vejaciones", explicaba a EFE.
Para dar forma a la campaña, Conquistando Escalones ha unido esfuerzos con CASDA (Asociación Ciudadana Contra el Sida de Castelló), que decidió unirse a la asociación vila-realense con motivo de su 25º aniversario: "Me hice amigo del presidente de CASDA coincidiendo en un local habitual tomando birras. Él siempre ha querido colaborar y echarnos un cable, así que aprovechando su aniversario me propuso ayudarnos, ya que el mundo asociativo del VIH en España mueve miles de personas, además de estar vinculado al colectivo LGTBIQ+. Como somos pocos y con problemas de salud y movilidad, nos propusieron montar la campaña para ofrecernos un altavoz”, explica el presidente de Conquistando Escalones. Tras el Rototom, la campaña seguirá recaudando fondos en la web migranodearena.org hasta el 1 de diciembre (Día Mundial de la Lucha contra el Sida).
La iniciativa “El VIH también salva vidas” es una de las muchas acciones realizadas por CASDA. La asociación castellonense cuenta con el programa PIJ, programa de recogida de jeringuillas en el que se proporciona a las personas usuarias de consumo de drogas material estéril para consumirlas. También alberga la sede en Castelló de Orienta, la oficina de orientación para las personas del colectivo LGTBIQ+, y gestiona dos viviendas en la provincia para migrantes, miembros del colectivo LGTBIQ+ y personas diagnosticadas con VIH, proporcionando asistencia sanitaria y medicación a lxs acogidxs en dichos espacios.
Si el Rototom era el primer festival de grandes dimensiones para Conquistando Escalones, no es el caso de CASDA. Calcsicova, la Coordinadora de Asociaciones de VIH y Sida de la Comunidad Valenciana de la que depende la asociación castellonense, está presente en la mayoría de festivales a nivel autonómico: desde el Mar de Sons o el Rototom Sunsplash en Benicàssim al RaboLagartija de Alacant o el Medusa de Cullera. Según Gianella Cárdenas Ugolini, empleada en CASDA, el objetivo de dicha cobertura es esencialmente divulgativo: “La finalidad de tener un punto para estar presentes en festivales no es dar a conocer CASDA o Calsicova, sino sensibilizar a la gente sobre el VIH, la diferencia entre el VIH y el sida y romper estigmas, tanto entre personas jóvenes como más mayores”. “También ofrecer disponibilidad y animar a que alguien quiera hacerse la prueba rápida y pueda conocer en qué sitios poder hacérsela”, añade su compañera Susana Cano Rico.
Gran parte de esta labor que hace el festival por apoyar la cooperación, la solidaridad, la defensa de los derechos humanos y el respeto al medioambiente es gracias a su estrecha colaboración con la Asociación Cultural Exodus, encargada de la gestión de las áreas culturales del festival, entre las que se encuentra el área No Profit. También el Foro Social, un punto de encuentro en el que cada día se han desarrollado debates, mesas redondas y proyecciones sobre temas tan importantes y de actualidad como la emergencia climática, la guerra en Ucrania o el acceso digno a los alimentos, entre otros temas.
CASDA y Conquistando Escalones no son las únicas asociaciones con las que el Rototom ha colaborado en su 27ª edición. Quienes se acercaron al punto de información del festival se encontraron con el tótem de donación de Nadie sin su ración diaria, proyecto impulsado por FoodRation4All y FESBAL (Federación Española de Bancos de Alimentos) que tiene como objetivo digitalizar la donación de alimentos a través de una app (desarrollada por Cuatroochenta, tecnológica que edita Nomepierdoniuna) con un sistema de trazabilidad mediante blockchain.
Mediante dicha iniciativa, nacida en 2019, se trata de cambiar la dieta de las personas sin acceso a ese determinado recurso, tradicionalmente limitada al arroz, legumbres y lentejas, ofreciéndoles libertad para que adquieran en los supermercados colaborativos aquellos productos alimenticios e higiénicos que deseen o necesiten. Especialmente, productos frescos: frutas, verduras, pescado o carne. “Todos queremos tener acceso a ese tipo de productos, así que por qué nuestra situación económica debe ser la determinante a no llevar un modelo de vida que no sea saludable”, argumenta Carlota Muñoz Guardiola, coordinadora de Nadie sin su ración diaria y con la que pudimos hablar durante el festival.
Este verano, el proyecto ha estado presente en Mar de Sons y en el Rototom Sunsplash, y aseguran la intención de poder colaborar con más citas en el futuro: "El ocio es muy importante e imprescindible, pero por qué no plantear un ocio sostenible o social. Disfrutar, pero también ver qué cosas se están haciendo, en qué cosas puedo colaborar desde mi individualidad para mejorar condiciones vitales de otras personas o la situación medioambiental”. “Es bonito que todos los espacios que se creen para unirse y hablar, conocer gente, dediquen parte de su iniciativa a debatir qué somos, qué hacemos, qué mundo queremos y cómo podemos llegar a ese mundo que, como individuos y como colectividad, soñamos en común”, añade la coordinadora.
Un debate constante durante el festival, no solo en áreas pensadas para ello como el Foro Social, sino que también te lo encuentras recorriendo los stands del área No Profit, donde durante siete días han convidido desde organizaciones globales (como Amnistía Internacional) a locales. Es el caso del Grup de Suport l’Aurora (nacido en 2018 y constituido en asociación en 2021), destinado a ofrecer apoyo logístico a los barcos de rescate que atracan en Borriana y realizar una labor de difusión de la problemática de la crisis humanitaria que sucede en el Mediterráneo.
Su experiencia con los festivales empezó en la última edición de Maig di Gras, donde el Grup de Suport l’Aurora decidió unirse para no ofrecer solo apoyo logístico, sino también moral y festivo. “Muchas veces parece que tenemos que estar muy serios o muy tristes para ofrecer el apoyo, pero no es lo único que se requiere. También se necesitan ciertas dosis de alegría revolucionaria. Los voluntarios que están 45 días en alta mar en operaciones de rescate, que son muy duras a nivel físico y humano, cuando regresan a tierra también desean poder celebrar el trabajo que han cumplido”, explica Xabier Maeztu, miembro de la asociación burrianense.
Tras dicha celebración, el Grup de Suport l’Aurora decidió aprovechar el espacio que el Rototom ofrece a las ONGs para hacer difusión de su actividad y conocer más de cerca otras propuestas solidarias. Lo que difiere bastante de la ofrecida en otros festivales, como en el Arenal Sound, celebrado en el mismo puerto de Borriana en el que se encuentran atracados los barcos de Open Arms y Sea-Watch; una estampa que se coló entre los conciertos cuando al ver los barcos conectabas con otra realidad: "Son como dos realidades virtuales. Me recuerda a cuando llegan pateras a las playas y coinciden con bañistas o turistas tomando cañas", explica Maeztu, "estamos en el mismo mundo. Vivimos en el mismo planeta, y aunque te quieras evadir y estar de fiesta, la realidad se te impone en muchas ocasiones. Al menos aquí se nos habilita un espacio para ofrecer algo más que solo desfase y fiesta".
Pero este espacio, ubicado entre el Foro Social y Pachamama, no era el único en el que podíamos encontrar este tipo de iniciativas y proyectos. Porque si algo te puedes llevar del Rototom es la posibilidad de conocer a un montón de gente tratando de hacer ese cambio en el mundo. Como decía Galeano: "Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo". Es el caso del Jamkunda/Voodoo (área anteriormente conocida como African Village), donde te podías topar con el stand de la Asociación Popular de Vendedores Ambulantes de Barcelona en la que se vendían productos de su marca, Top Manta. También conocida como el Sindicato de Manteros, se fundó en 2017 tras el asesinato de un vendedor ambulante de origen senegalés en Salou durante el agosto de ese año.
El Sindicato de Manteros lucha para ofrecer trabajo a las personas sin papeles, tratando de garantizarles una vida digna. “Estamos felices de poder vender en la calle y trabajar”, asegura Dia Papu, miembro de la organización y a quien nos encontramos en este particular espacio del festival. Todo surge a raíz de que el sindicato empezó a mostrar su interés por realizar su labor pese a las limitantes trabas burocráticas, y de ahí surgió Top Manta. Sus acciones no tardaron en hacerse eco y llamar la atención de varios dirigentes: “Han venido muchos políticos a intentar hacerse fotos con nosotros o acercarse por pura propaganda. Hemos conseguido formar un nombre, y quieren aprovecharse de nosotros. No somos políticos, somos trabajadores. Quien quiera colaborar, que venga”, sentencia el miembro de la asociación barcelonesa.
Durante estos cinco años han conseguido ofrecer dinero, experiencia y orientación a los nuevos manteros y detener desahucios de viviendas ocupadas. Su periodo de mayor actividad fue la pandemia, donde tejieron mascarillas y batas que entregaron a hospitales barceloneses y proporcionaron comida a aquellos vendedores ambulantes que, por no tener papeles, no podían acceder a las ayudas económicas individuales del Estado como los ERTEs. Celebrarán su primer lustro el próximo mes de octubre, y solo cabe preguntarse cuál será la situación del Sindicato dentro de otros cinco años. Dia Papu tiene la respuesta clara: "Lo difícil es crear. Cuando algo ya está creado, ya está hecho. Y si algo está bien creado, crecerá bien".