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Valentí Piñot pone el punto más emotivo en la Mostra de Teatre Reclam 2021

'Masovers. Entre l'espasa i la paret' es más que una obra de teatro. Se trata del regreso a los escenarios de un hombre de teatro cinco años jubilado, Valentí Piñot. Es la nota emotiva de este Reclam que presenta producciones tan acertadas como 'Atocha, el revés de la luz'.
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Valentí Piñot, durante la representación de 'Masovers. Entre l'espasa i la paret'. Foto: Álex Pérez.

La tercera semana de la XXIX Mostra Reclam de artes escénicas ha tenido una nota emotiva: el regreso a las tablas del veterano actor Valentí Piñot cinco años después de su jubilación. Masovers. Entre l'espasa i la paret es el proyecto que le ha devuelto a los escenarios; una idea que ya quiso llevar a cabo en 2008, pero la crisis económica la dejó para una nueva ocasión... si es que esta llegaba. Y sí, ha llegado a fnales de este 2021 para rescatarle de la retirada profesional. Tras dos tomas de contacto en Sant Mateu y Orpesa, el estreno oficial se ha producido en el Paranimf de l'UJI el miércoles 12 de noviembre dentro de un ciclo teatral en el que ha participado muy activamente a lo largo de su vida.

Dirigido por el prestigioso e internacional Joan Font (vecino en la localidad natal de Olesa de Montserrat), Valentí Piñot protagoniza en solitario una historia de recuerdos de tiempos pasados abocados a desaparecer entre el olvido. "Qui s'ha mort? No ningú. Un masover". Una mezcla de la vida en las masías de zonas de interior y también de recuerdos de relatos de maquis que le han ido llegando a través de los años en sus lugares de residencia (Montseny y Forcall). Los divide en seis historias, seis capítulos diferentes de la vida del protagonista -un masover viudo que quiere vender el que ha sido su hogar-, lo que le lleva a interpretar distintas edades, así como meterse en la piel del padre del masover. Un múltiple papel que es nuevo en su registro actoral

Un escenario que, a pequeño tamaño, reproduce un mas, un paisaje montañoso y un pueblo. A través de ellos desarrolla estas historias (además de voces en off, principalmente de guardias civiles). Ante una platea con abundante presencia de gente de teatro, la nota conmovedora marca la representación, aunque Valentí insiste en que no será la última vez que se suba a un escenario. Su deseo es seguir quitándose el óxido que produce la inactividad a través de unas cuantas representaciones más.

El veterano actor aparece saludando a los espectadores. Foto: Álex Pérez.

Classe. Paranimf de l'UJI (viernes 12)

El Paranimf también ha sido el escenario de representación de Classe. Una historia producida por Focus que en realidad está dividida en tres líneas de acción: las relaciones didácticas de un entregado profesor con sus alumnos -especialmente con uno de ellos-, acompañadas por las que el maestro establece con los tutores del joven y el vínculo de estos dos, una pareja separada en la actualidad. En un mismo espacio -un aula de un colegio- van cambiando incluso de tiempo a través de las interpretaciones de Pol López, Carlota Olcina y Pau Roca. Son sus palabras las que transmiten al público esos cambios de registros que ágilmente trasladan a tres situaciones vitales complicadas, en las que nadie alcanza los objetivos que pretende, con las consiguientes frustraciones.

Atocha, el revés de la luz. Teatre del Raval (sábado 13)

La emoción también se instala en el Teatre del Raval con Atocha, el revés de la luz. Su título ya da pistas: la matanza de los abogados laboralista -del Partido Comunista y Comisiones Obreras- en su despacho madrileño ocurrida el 24 de enero de 1977. Una obra de Javier Durán a partir de los recuerdos de Alejandro Ruiz-Huerta, superviviente del atentado de la ultraderecha en plena Transición española, quien se remonta a los años anteriores para superar su trauma mental y narrar qué ocurrió en la noche del día señalado.

Esta producción de INK resulta todo un acierto gracias a las interpretaciones de sus cinco protagonistas (Nacho Laseca, Fátima Baeza, Frantxa Arraiza, Alfredo Noval y Luis Heras), quienes cambian en numerosas ocasiones de personajes, de espacios temporales y también de lugares físicos con únicamente sus registros dialécticos y gestuales, más pocos elementos de escenario, incluida una pantalla de proyección. Su  buen hacer individual y colectivo conduce a que resulte sencillo seguir esos saltos, en los que intervienen personajes tan conocidos -y reconocibles- como Cristina Almeida y la en el futuro alcaldesa madrileña Manuela Carmena, quien se salvó del atentado por haber cedido ese día su despacho a otro compañero. No hay descansos, las diferentes acciones se suceden y queda una sensación final de satisfacción por un montaje muy bien construido y desarrollado.

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