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Sobre el mapa: dos escenarios principales (SanSan y Turia), uno secundario (See Tickets) y la carpa con los/as djs (SanSan Club). El SanSan parece ser que también ha caído en aquello de convertir el recinto en una feria (literalmente, si tenemos en cuenta la noria) y en un laberinto de stands de tatuajes, puestos de cigarrillos electrónicos (que ya invaden todos los festivales...), cámaras 360º, máquinas de tiro de baloncesto... Y hasta cerveza a 6 euros (duele).
Eso sí, lo que nunca habíamos visto antes en un festival: una capilla. Sí, la SanSanChapel con el rapero Rayden como su particular casamentero. Te apuntas a una lista, haces la cola, te pones el outfit (diadema de flores) y en menos de 10 minutos ya estabas casado/a. Con trimonios incluidos, lluvias de arroz y hasta poder tener a Rocío Saiz o Inés Hernand como maestras de ceremonias. Fue la gran sensación de la primera jornada, aunque el viernes parece que la capilla perdió un poco de fuelle. Por el recinto, también te encontrabas letreros con el mensaje "Oficiamos bodas y divorcios exprés. Consulta tarifas (se aceptan cambios)". Una vez Rayden se baje de los escenarios definitivamente (el madrileño anunció hace un año que dejaba la música) ya sabe que aquí parece que hay carrera.
Sobre los escenarios estaban pasando cosas. Como, por ejemplo, ver coronada la segunda jornada por Amaral y La Oreja de Van Gogh. No es para menos, teniendo en cuenta su trayectoria con más de dos décadas sobre el escenario y un buen puñado de hits. Cautivaron al público, que parecía estallar con los directos. Incluso con Amaral dedicando "Ruido" a la banda de San Sebastián, un guiño a su larga trayectoria y a todas las veces que, como en el SanSan, han coincidido en backstage.
La Oreja de Van Gogh parecía tener -casi- a los más de 21.000 asistentes de la jornada del viernes en su mano. Incluso casi que hipnotizados en momentos como el solo de theremín de Xabi (teclista) en "Muñeca de trapo". Con una Leire entregadísima con cada canción, también con teclado y percusión.
"Rosas" (2003) o "Último valls" (2008), coreadas de principio a fin. Jugando con el repertorio, entre las canciones con más tirón y las que menos (que eran los lanzamientos más recientes); algo así como recorrer toda su trayectoria sin moverte del recinto de Benicàssim. Con un efecto montaña rusa en la reacción del público que te daba a entender dónde está el tirón de la banda.
El relevo fue para Amaral, con una carismática Eva Amaral inundando el recinto como un torbellino. Siempre de diez, para qué nos vamos a engañar. Con confesiones incluidas de Eva explicando que, aunque es parte de la historia del festival, sentía nervios como la primera vez. Cualquiera lo diría al escuchar ese "Marta, Sebas, Guille y los demás" coreado de principio a fin.
También aprovechó para convertir el escenario en un importante altavoz y poner a las mujeres en el centro: "Cuando yo era mucho más joven solían decirme niñata para desprestigiarme. Ahora me dicen señora mayor, y lo acepto. Hoy conviven aquí todas las niñatas y señoras mayores y quiero decirles a todas que ahora es nuestro tiempo".
Sobresaliente también la puesta en escena de Fuel Fandango. Chute de energía. Con Nita volviendo a subirse a un escenario después de haber tenido a su hijo. Lo de Nita y Ale Acosta es una combinación prácticamente perfecta; de energía, de actitud, de influencias y de saber hacer. Un auténtico intercambio de energía con el público, como destacó Ale, que consiguió cautivar a todo el público. Son la parte del soundtrack que casa con todo.
Para bailar, también estaba ahí Colectivo Panamera. Con los tambores como protagonistas y su ritmo caribeño que tiene algo que envuelve. Compartieron parte de su franja en el horario con Viva Suecia. Los murcianos siempre cumpliendo expectativas, pero es que están cómodos en Benicàssim. Show cuidado y medido; con Rafa Val metiéndose entre el público y con un sonido, que para ser un festival merece la pena destacarlo, muy cuidado. Acabaron con "Todo lo que importa", con una aclamada versión de "Un beso y una flor" de Nino Bravo por el camino. ¿Que ya les hemos visto antes? Sí, pero son el grupo del que nunca se cansa el público. Sin duda.
El SanSan traía sorpresa: Nebulossa. Con La Casa Azul llegaba un particular regalo por estos 10 años... Sonaba "La revolución sexual" en uno de los escenarios principales que se vuelve a negro. En las pantallas, el icono de un regalo (como ya se podía ver en los horarios). Mientras, el público se dividía entre los que abandonaban la zona y aquellos que esperaban desvelar qué ocurría. Y se abría el regalo con el dúo Nebulossa, representanets de España en Eurovisión este año. Poniendo afónico al SanSan con su "soy más zorra todavía" y sorprendiendo con una versión de "A quién le importa" de Alaska.
Lo que quedó demostrado en el SanSan es que al público le tira más el cartel nacional. Tal vez también tenga que ver que la gran apuesta internacional se hace un poco repetitiva por estos lares. Sonaba "What You Know" o "Something Good Can Work" de un Two Door Cinema Club que no acababa de enganchar a un público que se decantaba por Karavana.