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En la tradicional rueda de prensa de balance del festival del domingo al mediodía, el director del festival, Melvin Benn, vino a explicar que el FIB 2015 ha supuesto un punto de inflexión, que invierte la tendencia negativa que arrastraba el festival, especialmente desde que entró en concurso de acreedores en 2013. Sobre todo a nivel de público y de sensaciones, ya que según datos oficiales de la organización este año se han vendido un 6% más de entradas, si bien la cifra de 30.000 asistentes diarios es la misma que ofrecieron el año pasado. Un repunte de público que se apoya en la mayor presencia de españoles, un 45% (25% más que en 2014) para un 50% de británicos. En cuanto a la situación económica, Benn reconoció que sigue siendo complicada y que han heredado una “deuda histórica”, pero que a nivel financiero y como proyecto “la curva es ascendente”.
A nivel artístico, el empresario británico destacó “la mezcla de grandes artistas de España y de fuera del país”, poniendo el ejemplo de los conciertos consecutivos de Los Planetas y Blur en el escenario Las Palmas el sábado. Melvin Benn apuntó que el el festival acentuará su perfil europeo para seguir remontando, tanto a nivel de público como de cartel, haciendo incluso una referencia a la escena hip hop. Y destacó el éxito de las nuevas áreas South Beach y Trenchtown. La organización también hizo saber que Blur llegó a Castellón aterrizando en vuelo privado en el nuevo aeropuerto de Vilanova d’Alcolea, lo cual posibilitó –según explicaron- que cuadrara la apretada agenda de Damon Albarn.
Más allá de las cifras y las declaraciones, lo que al final hace que el engranaje del FIB siga funcionando es la música en directo. Y de cómo es un buen concierto en los inicios del siglo XXI hay una banda de Bristol que se lo sabe todo. Se llaman Portishead y el domingo lo volvieron a hacer con prácticamente los mismos ingredientes que en su anterior visita al festival, en 2011, y -según cuentan las crónicas- que en todas sus actuaciones en los últimos cinco años. Desde que publicaron Dummy en 1994 sólo han sacado tres discos (además de un glorioso directo), pero han logrado cuajar un repertorio de mármol, inexpugnable, eterno: “Silence”, “Nylon”, “Mysterons”, “The Rip”, “Sour Times”, “Magic Doors”, “Wandering Star”, “Machine Gun”, “Over”, “Glory Box”, “Chase the Tear” (la única novedad), “Cowboys”, “Threads”, “Roads” y “We Carry On”.
Todas ellas cocinadas con infinita pulcritud, a fuego lento, cuidando hasta el más mínimo detalle, con una Beth Gibbons metidísima en cada canción, aferrada al micrófono como si fuera a saborearlas por última vez. Acompañada de ese gran alquimista que es Geoff Barrow y, por encima de todos los músicos que hubo sobre el escenario, uno de otro planeta: el batería Clive Deamer, del cuarteto de jazz Get the Blessing, también colaborador de Radiohead. Puro groove. Pocas variaciones también en la estética de las proyecciones, determinantes en la hipnótica atmósfera que crearon, salvo unas imágenes fugaces sobre la situación de Grecia durante “Machine Gun”. En las redes sociales ha habido quejas de un sector del público porque, al parecer, todos los escenarios y áreas del FIB se silenciaron durante el concierto de Portishead. No fue más que una atinada metáfora.
Con un lenguaje musical y una tesitura radicalmente diferente, Public Enemy ofrecieron otro de los grandes conciertos del domingo y del FIB 2015, hasta el punto de cuestionar la decisión de no haberles programado en el escenario principal. Su concierto fue una auténtica demostración de cómo suenan las raíces del hip hop, todo muy made in USA. Son raperos y los raperos hacen lo que quieren, como pasearse tranquilamente por el festival como si nada o poner patas arriba un conocido restaurante de comida rápida de Castellón. Sólo ellos ponen a sus ayudantes (la crew) sobre el escenario, tienen sus propios bailarines con coreografía y estética militar o una banda (guitarra y batería) para acompañar a un maestro como es Dj Lord, capaz de hacer scratching incluso de espaldas. Porque sólo ellos, Chuck D y Flavour Fav, se suben a un escenario con un reloj gigante colgado del cuello, se mueven por el escenario con una especie de patinete a motor, sacan su móvil para grabar a la gente o se atreven con la batería y la guitarra (Flavour Fav) y a acompañar sus rimas con la armónica (Chuck D).
El de Public Enemy fue un concierto trepidante de principio a fin. Divertidísimo. Y la culpa la tuvieron clásicos como “Don’t believe the hype”, “911 is a joke” o “31 flavours”. Y, como no podía ser de otra forma, el antirracismo y el activismo político estuvieron más presentes que nunca en el FIB 2015, dejando claro que esa música y mensajes que les hicieron grandes en los 80 no son cosa del pasado. Además de ya poder decir que “Public Enemy estuvo aquí”, más allá del icono y de la leyenda, se marcaron un concierto para el recuerdo. A plena luz del día.
Lo que terminó de florecer el domingo con Portishead, Public Enemy o Franz Ferdinand & Sparks había empezado a germinar el sábado con Blur y Los Planetas. El cuarteto de Colchester se presentó en Benicàssim con una banda de 13 músicos, coristas y sección de vientos incluidos, para disfrutar y hacer disfrutar con sus canciones. Y así lo hicieron. Empezando por las de su nuevo disco, The Magic Whip (2015), que a diferencia de lo que ocurre con la mayoría de bandas históricas que desfilan todos los años por el festival, es más que potable, como “Go Out”, con la que arrancaron. Pero, sobre todo, por los hits de los 90, incluido el que se convirtió en himno de la primera edición en la que fueron programados pero no actuaron por el tornado de 1997, “Song 2”, y su grito de guerra: “Woo-hoo!”. Hasta el cierre con “The Universal”, que sonó a gloria con todos sus arreglos instrumentales y vocales. Todo ello pilotado por un Damon Albarn que sigue en plena forma, como en el mencionado concierto de Gorillaz en 2010, y como lo demuestra en cada disco que publica con sus diferentes proyectos, incluidos los que firma en solitario. Que vuelva siempre que quiera con cualquiera de ellos.
Y, como decíamos, los otros que el sábado empezaron a cambiar el cariz de esta 21ª edición del FIB de forma clara fueron Los Planetas. En su hábitat natural, en el festival con el que nacieron y crecieron de la mano –en su novena aparición en Benicàsism seis años después de la última-, cuando ya no es su proyecto principal desde hace tiempo, pero con un EP recién estrenado, Dobles Fatigas (2015), y un montón de canciones que a nadie importa escuchar en cualquier momento. Sobre todo, si suenan tan bien como el sábado -¡por fin!- y eligen el repertorio para ofrecernos tres conciertos en uno: el flamenco-andalusí (funcionó), el psicodélico-sideral (abusando sin abusar) y el pop (pletórico), ensamblados estos dos últimos por una de sus mejores canciones, “Santos que yo te pinté”, a partir de la cual el público estalló. Una celebración colectiva en la que terminaron cayendo sus temas de siempre, como “Un buen día”, a la que incluso se sumó guitarra en ristre el ex futbolista castellonense del Valencia y del Barcelona Gaizka Mendieta, protagonista del misterioso "gol realmente increíble” de su letra, “Segundo premio” o “De viaje”.
Volviendo al domingo, Franz Ferdinand & Sparks también fueron uno de responsables de que el FIB terminara brillando. Su actor principal fue Alex Kapranos, un músico que llena él solo el escenario –como ha demostrado en Benicàssim varias veces- y que, al mismo tiempo, es capaz de propiciar una alianza con una banda de culto de los 70 para ceder protagonismo y ofrecer un concierto muy singular, casi irrepetible dependiendo de lo que dé de sí FFS. Y encima con canciones nuevas y un disco al alimón, publicado este mismo año, con títulos como “Johnny Delusional”, que sonaron francamente bien. Eso sí, cuando recurrieron a “Take me out” y algún otro hit de los escoceses el público se revolucionó. La pinta de contable con malas pulgas del mayor de los hermanos Mael, Ron –el teclista-, de lo más comentado de la jornada.
El otro gran suceso del domingo fue Joe Crepúsculo, con su indescriptible show sobre el escenario-trolebús. Tan bizarro como divertido, se hizo acompañar por el cineasta Nacho Vigalondo y Tomasito –que terminó en calzoncillos- para hacer bailar a todos los presentes con una sonrisa de oreja a oreja. Canciones y letras como las de “Mi fábrica de baile” o “La canción de tu vida” hicieron el resto. El mejor ejemplo de que la legendaria “clase media” del FIB, venida muy a menos en las últimas ediciones, la ponen ahora las bandas de aquí en medio de la marea británica, como ocurrió el sábado con los burgaleses La M.O.D.A. o las madrileñas Hinds, incluso con marchamo de hype.
Otro tipo de vibraciones, pero con una formidable respuesta del público, transmitieron Kaiser Chiefs el sábado, con un Ricky Wilson que derrochó energía de principio a fin cabalgando sobre un setlist a prueba de bombas, con “Ruby” como estandarte. Infalibles a pesar de no haber gozado de una buena sonorización. También con Vetusta Morla, que el domingo debutó en el FIB, se dejó llevar el escenario Las Palmas. Se convirtieron en el caramelo perfecto de un público entregadísimo –y mayoritariamente español-, contagiado por un Pucho (voz) encantado de pisar ese escenario. Sólo había que ver cómo les reclamaban cuando simulaban abandonar el escenario para volver con “Los días raros”.
Con la fuerza del pop-rock alternativo también, pero con un efecto teenager en el público, Bastille se convertía en protagonista del escenario principal el domingo. Con un Dan Smith, en el papel de madre agasajadora y preocupada, a la cabeza del grupo que consiguió uno de los conciertos más llenos del domingo; con versión de “On the Night” incluida.
Después de Bastille, le tocaba el turno a la voz del hit de este año a nivel internacional, “Lean On”, que no faltó como cierre. MØ se subía al escenario Fiberfib con media hora de retraso y, entre pitidos del público, dispuesta a demostrar que la espera había merecido la pena tras pedir disculpas. Una de esas propuestas con un toque diferente que enganchan y exactamente no sabes si es por su voz, sus movimientos o las proyecciones que acompañaban a cada canción.
Entre dos de los grandes protagonistas del sábado -Los Planetas y Blur-, el escenario Fiberfib se agitaba con los sonidos underground y club del dj y productor Mark Ronson. El FIB ha sido de las pocas citas de Ronson para presentar Uptown Funk (2015) este verano. Un más que sobresaliente paso por el festival ofreciendo una combinación de dj set y live, acompañado por dos mc’s y la voz de Keyone Starr en su conocido tema “I Can’t Lose”. Y todo con un ambiente muy hip hop y r&b de ayer y hoy, que fue del “Ooh wee” al “Bitch better my Money”.
Y de la corriente más urbana de Ronson, a la escena rave del techno y house con Tiga, que ofreció un set limpio, como suele ser habitual en él. El relevo del escenario Fiberfib fue para The Zombie Kids. Sus sesiones son la apuesta segura para que todo el mundo estalle a ritmo de dubstep y edm. Sin olvidar todo lo demás, todo aquello que siempre complementa sus shows y los llenan.
Mientras, el escenario principal daba paso a un insulso Timo Maas. Cero puesta en escena, cero energía (parecía incluso que estaba ahí por obligación) y un set lineal que acabó provocando que el público prefiriese acercarse al resto de escenarios. Todo lo contrario ocurría el domingo con un jovencísimo Madeon que cerraba el escenario principal del festival en esta edición, como en 2013. Dos años después el francés sigue demostrando que tiene un don; un cierto toque de timidez que conjuga con sesiones impecables en las que sigue dando la sensación de que él está solo, cerrado en su propio mundo mientras la gente estalla al ritmo que él marca.
Los focos que el domingo cerró Madeon –sin el posterior vals como marca la tradición para disgusto del público más veterano, por cierto- fueron encendidos esa misma tarde por deBigote. Una banda castellonense pisaba por primera vez el escenario principal del FIB. Y lo hizo con clase y determinación. Apoyados en sus excelentes canciones, marcadas por medios tiempos casi siempre in crescendo, en la voz y la soltura de Víctor Ballester sobre las tablas, en las atmósferas que crea Raúl Iserte con su guitarra, en la solidez de la banda y en una impecable sonorización de Juanki Tomás. Todo funcionó, desde las nuevas como su recién estrenado single “Cosmos” –Canción de la semana en Nomepierdoniuna- hasta sus inicios con “Continente” pasando por “No os lo perdáis”. Y lo más importante: lo disfrutaron abiertamente y lo transmitieron al público; con muchas caras conocidas, sí, pero también público circunstancial –como el que guardaba número con horas de antelación en primera fila para Vetusta Morla- que se encontró con un espléndido concierto de pop contemporáneo.
Desde la terreta también se puede presumir de haber dejado el nivel bien alto en las cabinas del festival. El sábado, por ejemplo, aterrizaba en una de las nuevas áreas musicales el colectivo local Waweekends. Se trataba del espacio South Beach, un intento de emular las playas de Miami y su ambiente, que acababa convirtiéndose en algo más parecido a Magaluf (de glamour poco, la verdad). Fiesta y bailoteo sin fin, eso sí. Luces fosforescentes, una piscina (que acabó convirtiéndose en un charco de barro), una simulación de un motel, coctelería, suelo de arena y una zona para dj’s. Waweekends se metió en el bolsillo, un año más, a los fibers con una de sus arrolladoras sesiones de drum’n’bass, dubstep y jungle. De los pocos que saben lo que es pinchar en los dos principales festivales de Benicàssim, el FIB y el Rototom Sunsplash, y además con éxito.
La South Beach es sólo uno de los nuevos espacios que han surgido como champiñones en el recinto del FIB esta edición. Muchos de ellos repartidos de forma extraña y con su propia programación, que en ocasiones se solapaba con el sonido de los escenarios (como sucedió durante el concierto de MØ). Fuera del recinto, en el camping, se encontraba el particular poblado jamaicano del FIB: Trenchtown. Un área dividida en dos ambientes con sound system, exposición de arte, proyecciones y su propia silent disco. Como el South Beach, también estuvo muy concurrida.
El FIB 2016 ya tiene fechas, del 14 al 17 de julio, y ha iniciado la venta anticipada de abonos para los 4 días a solo 85 €.
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