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Niño de Elche ('Intercanvis' en el Museu): "Realmente los modernos son los ortodoxos; yo soy un flamenco radical"

El flamenco es la caja de herramientas del Niño de Elche para la construcción de proyectos experimentales basados en la duda constante y la autocrítica. Eso sí, en contra de quienes le tildan de "moderno" dentro del flamenco, Francisco Contreras le traslada a los ortodoxos esa etiqueta; él se queda con la de "radical". Así lo contó en el Museu de Belles Arts de Castelló dentro del ciclo 'Intercanvis. Club de cultura'.
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Francisco Contreras, más conocido por Niño de Elche, protagonista del Club de Cultura del Museu de Belles Arts de Castelló. Foto: Carme Ripollès.

Niño de Elche en el Museu de Belles Arts de Castelló. Ciclo 'Intercanvis. Club de cultura', conducido por el periodista Eric Gras para el Institut Valencià de Cultura (IVC). Martes 27 de mayo. Inicio: 19:30. Duración: 47 minutos. Lleno total, con un centenar de asistentes. Entrada gratuita.

Niño de Elche es uno de los artistas más poliédricos y activos de la cultura actual en España. Francisco Contreras (1985) podría haber sido un reputado cantaor flamenco -incluso guitarrista-, contando con el beneplácito de los considerados puristas. Tenía la base -su familia y su entorno- y los avales en forma de triunfos en concursos. Pero no. Este ilicitano de raíz granadina es diana de las críticas de los ortodoxos, al tiempo que, despreocupado e inquieto, se mueve con tal celeridad de un proyecto al siguiente -diferentes entre sí, de la música a la performance o al cine- que es un "ex" todo que hace de la experimentación su línea vital.

Al Museu de Belles Arts de Castelló -dentro del ciclo Intercanvis.Club de Cultura- llegó con la excusa de la reciente publicación de su tercer libro, In memoriam. Posesiones de un exflamenco. Aunque en realidad, cualquier motivo es bueno para escuchar a un artista que trabaja en tan dispares -en sus formas- proyectos que cubre un amplio espectro cultural. Ante una sala repleta, lo que se tradujo en problemas de visualización para el fondo, habló -y mucho- a partir de dos bases: el flamenco -de cuyo lenguaje nunca rehúye- y la experimentación, alimentada por su acercamiento a creadores de muy diferentes formaciones y contextos. Pero siempre con una línea de salida: "El arte autocrítico. La crítica aplicada a mí mismo y a todo. Luego ya llegan las conexiones".

La segunda planta del Museu acogió la charla entre el periodista Eric Gras, coordinador de 'Intervanvis', y el Niño de Elche. Foto: Carme Ripollès.

La primera base...

"Mi vínculo con el flamenco procede de mi familia, granadina de raíz, especialmente de mi padre y de las nanas que me cantaba mi madre, así como de las fiestas familiares. En Elche vivimos en un barrio lleno de andaluces, extremeños, castellanos, murcianos. Para mí, el flamenco, más que una disciplina artística, es un campo de expresión, casi semántico, que me acompaña. Es una caja de herramientas que me ayuda a seguir creando discursos y entendiendo esta cosa del vivir y del arte".

...y la segunda base

"Claro no tengo nada. El interrogante me acompaña constantemente. Por eso me considero un artista experimental, una persona que, por suerte, cambia de opinión, un valor que creo que todos los humanos deberíamos tener".

Base 1 + Base 2 =

"Me podía haber aprovechado del ideario romántico con toda la base del flamenco que yo tenía a través de mi familia, incluido el corte de uñas detrás de la puerta para que fuese cantaor -ritual que abre In Memoriam. Posesiones de un exflamenco-, las nanas de mi madre, el que yo tocase la guitarra.... Sin embargo, mis trabajos se basan en la deconstrucción del flamenco, de la figura del cantaor, su desmitificación.  Se debe a la contradicción que me acompaña constantemente".

El protagonista del encuentro en plena explicación de sus diferentes voces. Foto: Carme Ripollès.

Francis Bacon tiene gran parte de culpa 

Del resultado de la suma de esas bases surge una figura poco habitual dentro del tipificado y etiquetable panorama cultural -y más allá- español. El Niño de Elche/Paco entre amigos y departidores de palabras se desmarca cuando, por ejemplo, no apunta a otros cantantes como referentes, sino a Francis Bacon, intelectual inglés de los siglos XV y XVI, considerado el padre del empirismo filosófico y científico. "Bacon tiene más que ver conmigo que muchos cantaores".

Un descubrimiento que le llegó a principios de la pasada década y que le transformó interiormente. "Vi en la televisión el anuncio de una exposición que sobre él se realizaba en el museo del Prado y como tenía algunas actuaciones en Madrid y alrededores, me saqué el billete dos días antes. No entendí mucho, pero sí se me rasgaron los ojos, con su temática de violencia, sexualidad. A partir de esa exposición, me hice con un libro de Shakespeare, otro de T. S. Elliott y un disco de John Cage. Entendí que todo ello me podía ayudar a construir algo sobre lo que había visto". El resultado más inmediato fue la performance VaconBacon (2012).

Acercarse, transformarse y convertirse en ex

A partir de ese momento, la metodología de Paco incorpora y se nutre de algunos rasgos con denominador común para proyectos de apariencia dispar. "Me gusta acercarme a artistas que intuyo que su obra está inacabada y están esperando que llegue alguien a continuarla, complementarla, ponerla en crisis, en cuestión... Así, podemos encontrar en mí acercamientos a Miguel Hernández, T. S. Elliott, Val del Omar... Es un partir de su obra, no realizar un homenaje a un autor que ya no está. Son muletas en que me apoyo para seguir creando".

Si se acerca tanto a la obra de autores ajenos es evidente que adoptará una porción de su personalidad temporalmente, una apropiación que se entremezclará con sus bases ya adquiridas. "Es muy importante que cualquier proyecto artístico que haya emprendido haya hecho de mí un hombre nuevo".

Lo que a su vez llega a convertirse en un constante ex. "Eso tiene mucho que ver con el desapego, el no estar unido a una serie de ideologías, de postulados estéticos. Por eso no tengo problema en cambiar de estética en cada proyecto. No tengo que buscarme una única voz, porque puedo tener varias voces, que pueden depender del contexto. Puedo hacerlo porque no defiendo un único postulado, y eso me permite desplazarme, convertirme en un ser diferente, por lo que siempre estoy metido en muchos proyectos. La sorpresa, el superar miedos... la experimentación".

Entra en el juego de los puristas

En realidad, no le importa demasiado que los ortodoxos del flamenco le llamen "traidor", por ejemplo. Dentro de este apartado de intención degradatoria es muy probable que haya dejado atrás a Enrique Morente en el listado de disconformes. Sus obras han demostrado sobradamente que está muy lejos de ser lo que se considera un flamenco típico. Pero inteligente, y socarrón, acepta entrar en el juego de las descalificaciones. Encaja y reparte.

"La ortodoxia del flamenco es una utopía, un imposible. Los ortodoxos tienen el problema de que defienden una utopía y, como consecuencia, van a vivir frustrados toda la vida. Luego ocurre que le llaman tradición al flamenco a partir de los años 70, cuando en realidad antes de esos años era mucho más anárquica, más cercana a lo popular. La paradoja es que defienden como ortodoxo lo moderno, el de los 70-80, y no el del principio de siglo. Entonces muchas veces hago el juego con ellos de decirles que no soy un flamenco vanguardista, ni moderno; realmente los modernos son los ortodoxos".

Y ya puestos a tener que definirse como flamenco, apunta que. "soy un flamenco fractal, de ir a la raíz, de cuando en el flamenco no había nada estipulado ni concretado, con una serie de mezclas muy interesantes. Has de estar muy entrenado para sacar jugo de eso. Soy un flamenco radical, como demuestro en el disco Antología del cante flamenco heterodoxo. Los ortodoxos siguen esperando al Mesías, y por eso viven así de amargados. Son juegos dialécticos sobre cosas superadas, que tienen poco recorrido".

El ciclo del Institut Valencià de Cultura se va trasladando por diferentes espacios del Museu de Belles Arts de Castelló. Foto: Carme Ripollès.

Más allá del flamenco, la cultura

En su charla con Eric Gras y con el -atento- público presente en el Museu, no se detiene en generalismos, sino que acude a la diversidad. Lo hace cuando habla del cantar: "Tiene que ver con el más allá de transmitir con la garganta y la boca. No siempre tiene que ser positivo, también habla de la tragedia, del desamparo. Muchos tipos de canto".

Y cuando se refiere al concepto de cultura, aconsejando la lectura del libro El mito de la cultura de Gustavo Bueno. "Primero hemos de definir de qué cultura hablamos. En este caso, de la artística, pero hay muchas más. Nos conecta con una serie cuestiones elementales del ser, necesarias para el sujeto y también para la convivencia social. Es muy importante el ser cultivado, no tanto el ser cultural".

A cuentas (I)... Muchas veces se hacen reivindicaciones culturales que son más económicas que espirituales. Soy crítico con algunas reivindicaciones de asociaciones culturales.

 

A cuentas (II)... Cada vez soy menos partidario de que los artistas tengan más responsabilidad social que cualquier otro. No lo entiendo. Hace poco se nos indicaba en Madrid que los artistas debíamos hacer una serie de movimientos contra la ultraderecha, A los artistas se nos exige más que a otro colectivo o a que a tu vecino del cuarto, como si tuviésemos una especie de luz. Tal vez tengamos más repercusión mediática, pero la misma responsabilidad.

¿Traidor/impostor o genio/revolucionario?

Entre esos dos polos antagónicos acostumbran a moverse los calificativos cuando la luz enfoca a Niño de Elche, dependiendo de si vienen del núcleo del purismo o de otros ámbitos. "Están equivocados todos, pero igual tienen razón. Es algo de una subjetividad tan aplastante... Hay tal controversia que es posible que alguien me llame "fascista" y a la media hora me esté llamando "rojo de mierda". Hay quien me llama "traidor... el que lo está destrozando" y media hora después me escucha hablar de figuras del flamenco que me atraen y entra como en una especie de catarsis y me puede llamar "genio". Creo que ni una cosa ni otra".

¿Entonces? "Tiene que ver con mi tesón de trabajo y con mis conexiones, pero no estoy tocado por ninguna varita".

Una conversación con respuestas lejos de ser simples, con independencia del acuerdo o no con las conclusiones. Foto: Carme Ripollès.

Sus colaboraciones más populares

    • Toundra, con el proyecto Exquirla. "Les conozco del Monkey Week. Ellos querían tener un contenido político contundente. Coincidimos en La marcha de 150.000.000, el extenso texto de Enrique Falcón y su poesía comprometida. Encajaba perfectamente con lo que queríamos hacer".
    • Los Planetas, con el proyecto Fuerza Nueva. "Conexiones e intereses con el flamenco, canciones populares, el indie. Yo había trabajado con Pony Bravo. Con Jota tengo una muy buena amistad".
    • C. Tangana. "Lo conocí debajo del cuadro del Gernika. Y cuando conoces a alguien debajo de ese cuadro, nada puede salir mal. Lo conozco por Rosalía, cuando estábamos trabajando para algo de la televisión. Yo estaba con el disco Colombiana, de músicas muy latinas, y él estaba muy interesado en la música cubana. Me comentó que teníamos que hacer algo, y una noche me llamó para ofrecerme "Un veneno" enfocado para una gala de Operación Triunfo. Le dije que estaba loco, pero él es una persona con muy buen criterio. A partir de ahí fuimos encontrando las conexiones. De primeras puede parecer que no tenemos relación, pero no es así". Este vínculo se ha extendido con el single "Tú me dejaste de querer", en el que también participa La Húngara.

Moraleja: "Como dice el maestro Antonio Escotado, cuando tengas un prejuicio acércate a él porque seguramente lo superarás. Esos acercamientos me permiten hacer mundos creativos que a priori ni me planteo. Estos tres casos me cambiaron".

***El sábado 8 de mayo, Niño de Elche actuará en el Teatre Principal de Castelló, acompañado por la guitarra de Raúl Cantizano (19:30; 3-15 euros).

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