Benicàssim ruge. Y lo hace gracias a la energía de la 21ª edición del Rototom Sunsplash, en donde los colores, la luz y las buenas vibraciones nos acompañarán durante ocho días, hasta el 23 de agosto. La cultura jamaicana vuelve a la que ya es su casa de verano por quinto año consecutivo, y este año lo hace con grandísima fuerza. El Rototom no es un festival de música cualquiera, te permite disfrutar de todas las variaciones de la música reggae a través de sus múltiples escenarios y participar en sus distintas áreas. Adentrarte en el festival (con nuevo horario de 16.00 a 09.00), supone formar parte de una comunidad en la que se respira –entre otras cosas- un aire especial de respeto, amor, compromiso, ganas y, como el lema de este año evoca (We have a dream), sueños. El particular Zion de Benicàssim.
Pero no sólo en el recinto, el pueblo también se deja llevar por la oleada jamaicana en la que el verde, amarillo y rojo son los auténticos protagonistas. No hubo mejor forma de empezar que con el pre-festival el viernes 15. Y, es que, no siempre se tiene la oportunidad de disfrutar de artistas legendarios como The Skatalites, celebrando su 50 aniversario, a pie de calle y de forma gratuita. Incluso la lluvia, que amenazó con suspender el concierto, tuvo clemencia y también se dejó engatusar por el ska de la mítica banda. ¿Alguien puede resistirse a “My boy lollipop”? Imposible. Eso sí, chaparrón nada más acabó el concierto. A nadie le importó: los pubs del pueblo que acogían fiestas del Rototom estuvieron a tope.
El pre-festival tan sólo fue un aperitivo de todo lo que encierra el festival reggae, con una edición de nuevo marcada por la multiculturalidad de su público –de 75 países distintos- y por ser capaz de ofrecer una propuesta abierta y renovada que ya se ha podido apreciar sobre un escenario principal en el que se ha podido gozar de la sonoridad de los distintos palos que componen el cartel. Desde los nuevos aires del género, como Kabaka Pyramid, Collie Buddz o Romain Virgo, hasta su cara más sensual de la mano de la elegancia y descaro del sonido de Busy Signal y a un implicadísimo Beenie Man, pero recordando que los orígenes son los orígenes con un sobresaliente Jimmy Cliff. Sin olvidar las sorpresas que se encuentran entre la programación del resto de escenarios con Malaka Youth, Ras Kuko, G-Ras o la increíble fuerza de Shuga. Vuelve el reggae y el more fire.
Primer fin de semana del Rototom superado con éxito y con gran sabor de boca. Como el del más grande, uno de los imprescindibles. Tiene tratamiento de leyenda de la música jamaicana y no es por casualidad. Jimmy Cliff se subió al escenario principal y demostró que el reggae no cumple años y que, a sus 66 años, se puede mover igual de bien que el mismísimo Busy Signal. Probablemente de los mayores llenos de público registrados en el Main Stage durante estas dos primeras jornadas las consiguió el jamaicano el sábado 16; ninguno de los otros escenarios le pudo hacer competencia. Si encima hubiera tirado más de Rebirth (2012) que de coros facilones, ya hubiera sido la bomba.
Lo suyo es el reggae que sabe a raíces y que consigue que temas como “Many rivers to cross” o “You can get it if you really want” no entiendan de generaciones, de nuevas corrientes o de reggae tradicional; simplemente acaban convirtiéndose en esas canciones que continuarán sonando siempre, consiguiendo que todos se muevan a su ritmo y que distintas edades se encuentren (porque “Hakuna Matata” lo cantamos todos) y que llenarán de color cualquier escenario en el que suenen. El jamaicano no paró en ningún momento (desde su última visita en 2011 a esta parecía que el tiempo ni siquiera hubiera pasado); su traje amarillo y su ritmo consiguieron iluminar los rostros del público que disfrutaban de uno de los grandes. El verde, rojo y amarillo inundaron el escenario principal, empezó reinando la percusión y acabó convirtiéndose en una auténtica demostración de energía, emoción y clase. Antes de marcharse, volvió a recordar aquello de “Wonderful world, wonderful people”.
Si Jimmy Cliff fue el encargado de cerrar el escenario principal el sábado, otro veterano lo inauguraba: Cornell Campbell, acompañado por los británicos Soothsayers, con quienes grabó el pasado año el disco Nothing can stop us (2013), acaparador de buenas críticas dentro de los medios especializados. La sección de vientos dotaba de fuerza y versatilidad a temas propios de un crooner –con el amor como principal lema- alimentados por la melódica voz de Cornell y su elogiado falsete, aunque cuando sus dulces registros eran los protagonistas absolutos, el concierto se adormecía por momentos. Parecía muy cómodo en medios tiempos, aunque los asistentes, que a esas horas -a partir de las 20:45- ya llenaban por miles la explanada, esperaban alguna reacción más rítmica en la parte final, que no llegó. No se le pidió un bis.
El que siempre deja con la miel en los labios es Busy Signal y sus finales desconcertantes. Pero es que tras la exhibición que hizo en el Main Stage no se le puede pedir mucho más. Le tocaba el turno al dancehall, pero al que no se anda con rodeos, al que es capaz de excitar cualquier cadera y que incluso el cuerpo médico del festival acabe bailando. De negro y con americana, como es habitual en él, se sube al escenario principal y consigue que los ritmos tropicales calen en el público en un concierto que poco a poco va bajando la intensidad de sus temas y acaba explotando. Capaz de despertar algo cuando suena “Come over”; capaz de reventar con el dancehall y de conseguir engatusar con su cara más reggae. Todo en lo que él mismo define como la “Busy Signal experience” en donde se ama por encima de todas las cosas. Por eso no faltó “Jamaican Love” y, por supuesto, el famoso y martirizado por dj’s, “Watch out for this”, demostrando que sólo él lo sabe hacer sonar. Y así, con el bumaye en el cuerpo, se esfumó.
Eso sí, si hablamos de dancehall auténtico el que volvió a demostrar que es el king fue Beenie Man. Pero antes de que llegase el rey, el domingo 17 por el escenario principal pasaron distintas formas de fusionar el reggae. La segunda jornada empezó con Collie Buddz, reggae con aires r&b y dancehall para empezar a calentar el Main Stage. Supo llevar el ritmo del concierto desde el primer momento, recibiendo todo el calor de un público que llevó arriba y abajo (“Movin’On”) a su antojo. El relevo fue para la aterciopelada voz de Mo’Kalamity (Mónica Tavares), encajaría sin problemas dentro de la escena soul, aunque la cantante de Cabo Verde se decantó por el reggae. Con The Wizards encuentra un perfecto apoyo para plasmar sus ideas, que van desde cantos que parecen llamar al corazón del continente negro hasta momentos rockeros, aunque es el reggae de raíz el que pone el ritmo a sus mensajes llenos de positivos valores. Presentada en escena a lo diva, con introducción previa de la banda, la suya fue una actuación muy medida, llena de elegancia, con el apoyo de una una dulce flauta travesera que daba una pincelada setentera a los temas.
Los mecheros volvieron a iluminar el Main Stage con Romain Virgo. Total actitud sobre el escenario para encandilar con su lovers rock, fusión de reggae y rhythm and blues, y su penetrante voz. Las vibraciones del amor, con un aterciopelado “Soul Provider”, invadieron el escenario principal. Ritmos más calmados que dan luz sobre cómo el reggae puede sonar de formas muy distintas, pero igual de efectivas. Como también fue el caso de Kabaka Pyramid el sábado. Golpes de cadera a ritmo de rap, reggae y dancehall de alguien que se merecía estar en el escenario principal (en la pasada edición estuvo en el Showcase Club). Junto a otros artistas como Romain Virgo forma parte de lo que se conoce como el nuevo sonido reggae, que no es ni más ni menos que un paso más del género que consigue inyectar aún más negritud al género madre y ganar más adeptos.
Romain Virgo se despide, pero, al contrario que en otras ocasiones, el público no abandona el Main Stage. Suena dancehall en el descanso e incluso aparecen las dancehall queen para demostrarnos a todos dos cosas: primero, que era la hora del dancehall y, segundo, que por mucho que lo intentemos probablemente nunca nos podremos mover así. Increíble. Y, efectivamente, el dancehall estaba cerca. Irrumpe en un abarrotado Main Stage la banda Zagga Zow y pronto lo hace él, el dancehall vestido con americana y gafas de sol. Es el turno de Beenie Man, de los golpes de batería, de que las caderas no paren de moverse, de entender la sensualidad a través de la música y de que los pañuelos roten en el aire. El jamaicano demostró que, además de ser uno de los impulsores del género, también sabe bailarlo. Fue un show pensado por y para el público en el que Beenie Man casi que se convirtió en uno más, con intervención de las dancehall queen incluida. Demostró que quiere ver cómo mueves el culo porque es el “King of the dancehall”, pero que siempre serás su “Soul Mate”.
Mientras todo esto ocurría en el Main Stage, decenas de propuestas pasaban por el resto de escenarios. Los encargados de abrir el Showcase Club el sábado 16 fue Malaka Youth, probablemente, la banda que con mayor ilusión ha afrontado este Rototom. De espectadores veinteañeros a protagonistas –también veinteañeros- tras haber ganado el Reggae Contest Ibérico y, como consecuencia, hacerse con una plaza en el cartel. Y encima, abriendo edición. Dieron gracias a prácticamente todo el mundo, “ya que por el apoyo de la gente estamos aquí”. Además supieron transmitir su indisimulable ilusión al público que llenaba el Showcase Club, al que hicieron bailar y cantar bajo ideas como “Mentalidad positiva”, canción del nuevo trabajo, que se une al EP de debut Olas de cambio (2013). Fieles al roots y sus ideas: Love, unión, free, “el reggae no es competición”… También soltaron palos para la corrupción y para el deficiente apoyo desde las instituciones públicas a la cultura. Su solución: “Movimiento social”. Los malagueños gustaron hasta el punto de no marcharse sin ofrecer un tema más pedido por los presentes. Pocos disfrutarán tanto el Rototom 2014 como ellos. De su éxito salió malparado Freedom Cry, pinchando al mismo tiempo para contados bailongos en el Ska Club, bastante deshabitado hasta el cambio de día.
Por el Showcase Club también pasó, entre otros, Papa Style. El francés es una de las figuras más sólidas del reggae actual de su país. Ahora fuera del proyecto Papa Style& Baldas, en el Rototom se presentó junto con el selector K-Za y ofreció un concierto muy entretenido en el que rapeó a una velocidad endiablada sobre unas bases reggae digitales, pero con una vocalización clara y simple que permitía corear en todo momento sus estribillos. “Yes, Papa” fue su momento triunfal, aunque en realidad toda su actuación lo fue. Muy orgulloso de su papel en el Rototom también tiene que estar Ras Kuko y la gran calidad de su banda, One Xe Band. Bofetadas consistentes de reggae que consiguieron que el público pudiese alargar la llama encendida por Jimmy Cliff. Su reggae es una combinación entre su faceta más comprometida y la más rastafari y espiritual (“Jah cuida”). Lo de Ras Kuko & One Xe Band huele a Main Stage próximamente.
Y, mientras el sonido de Ras Kuko cobijaba a los amantes del roots, los que preferían los sonidos ska más tradicionales se quedaban en el Ska Club con el acompañamiento de Rubén López & The Diatones. Ritmos oldies que gracias al papel sobresaliente de la banda consiguieron que, por un momento, fuese posible retroceder en el tiempo en el Ska Club. No tuvieron la misma suerte Briatore (con problemas de sonido al poco de empezar), ska y skinhead reggae que no acababa de cuajar del todo. Pero es que era normal, porque incluso desde ahí se podía percibir la fuerza de Shuga en el Showcase. La garra y la raza de su voz con el perfecto acompañamiento de Dubtonic Kru fueron de diez, parecían uno. Reggae, dub, dancehall y pinceladas de r&b con ritmos tropicales que ligaban a la perfección. Shuga enamoraba con cada tema y llenaba el Showcase.
Lo cierto es que el Showcase Club es una auténtica demostración de grandes talentos, y muy variados. Antes de que Shuga rugiese, para comenzar la jornada del domingo 17, un nombre que parece remitir a alguna banda de rock radical vasco: Glaukoma. Por momentos, no está demasiado lejos de ese movimiento, aunque en su conjunto sitúa su base en el reggae y en el fraseado del rap, dejando algún resquicio por el que colar un solo de guitarra, e incluso un homenaje a Paco de Lucía y su inmortal “Entre dos aguas”. Canciones en euskera y en castellano, de mensaje crítico con lo establecido y al mismo tiempo a favor de las formas alternativas de cultura. A pesar de su visible juventud, este quinteto con base en Bonberena, el gaztexe de Tolosa, ya ha girado por Japón. Su concierto, uno de los más contundentes en lo que va de Rototom, fue de menos a más en cuanto a público y feedback. Y tal como ocurrió en el primer día, la banda pudo con la música pinchada en ese mismo momento en el Ska Club, esta vez con Sally Brown DJs.
Demostrando que el reggae es un idioma universal y que en cualquier país hay quien se encarga de difundirlo y llevarlo al escenario, desde Hungría asume esa misión G-Ras y su banda pionera Riddim Colony. De manera paralela, Gregory Ras desarrolla una carrera paralela que le ha traído a Benicàssim con el acompañamiento a las bases de Michelle, de los italianos Northern Lights. Elegantemente vestido de gris y con unas llamativas largas rastas recogidas por detrás, demostró su dominio del escenario moviendo al público, en aumento progresivo con el paso de los minutos, con su propuesta dancehall.
Mientras, cuerpos vibrando en la Dub Academy, las caderas alimentándose en el Dancehall –sufriendo también los llenos del escenario principal- y la alternativa a las bandas en el Ska Club con distintos selectores, como con Soulboys & The dukes of Skazzard (domingo 17), el proyecto que puso en marcha Mr. Fried para unir esfuerzos de Djs, bandas y cantantes de la pequeña escena belga, con el objetivo de mantener vivo el reggae en su zona. De menos a más, aunque siempre dentro de la moderación, en cuanto a respuesta del público. Sin olvidar a los Hermanos Thione y su papel fundamental, un año más, en el African Village mostrando la cultura africana. Aunque lo cierto es que en African Village los conciertos se viven de un modo distinto, vislumbrándose dos planos delante del escenario: quienes bailan los ritmos de los Hermanos Thione y los que prefieren escuchar relajadamente la música sentados sobre la hierba. Y tan sólo acaba de empezar: “Vayan con Jah”.
_foto de portada Jimmy Cliff, por Carme Ripollès
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