Rematando su concierto con el “Give it away”, ante más de 50.000 personas –según la organización-, consiguiendo colgar el cartel de todo vendido para el sábado 15 de julio y marcando la asistencia más multitudinaria en los 23 años de vida del FIB. Red Hot Chili Peppers firmaron uno de los conciertos más destacados del escenario Las Palmas, que en esta edición tampoco ha dejado directos de leyenda, quedando ya guardado en la historia del festival. Además de sonar su último disco, The Getaway (2016), el cual parece que aún cuesta enganchar al público, los estadounidenses llegaron a Benicàssim con un repertorio perfecto para el festival. No se dejaron ninguno de sus temas más conocidos; un recorrido bien pensado y estructurado en cuanto a intensidad, para rugir al unísono con el público, como cuando llegó el esperado “Californication”.
Por primera vez el FIB se veía obligado a restringir el acceso, ya desde el concierto de Liam Gallagher, para evitar avalanchas. El manto de cabezas y brazos del público se extendía por toda la explanada del escenario principal y distintas áreas cercanas del recinto (que para el sábado contó con una pantalla extra) e incluso ocupaba toda la montaña. Llegar a las primeras filas del concierto era misión imposible si uno no quería desaparecer entre pogos orquestados por el funk-rock rítmico de Red Hot Chili Peppers. Pero también era imposible no dejarse llevar cada vez que Flea descargaba su endiablada destreza sobre el bajo. Pese a que la banda mantuvo la fuerza en todo momento y de forma constante (aunque mejor obviar el bochornoso momento troglodita que ofrecieron las cámaras pinchando al público durante el descanso), el sonido les jugó una mala pasada y parecía que las icónicas canciones de Red Hot Chili Peppers perdían vida. A pesar de la fuerza volcánica de la base rítmica, con un de nuevo Flea descomunal, les faltaba pegada en muchas zonas no tan alejadas del escenario. Y eso les penalizó hasta el punto de que la fiesta no fuera redonda.
Lo del sonido en Las Palmas ha sido una constante durante casi todo el festival. Especialmente sangrante resultó con Dinosaur Jr, que regresaban al FIB por tercera vez después de 12 años con un disco potable publicado en 2016, sus mejores canciones de siempre, de “Freak Scene” a “Feel the Pain”, y uno de los muros de distorsión más irresistibles de los 90. Pero no hubo manera. El sol, el despiste de la gente que ya guardaba sitio para Red Hot Chili Peppers y la pésima sonorización se lo pusieron imposible a la banda de J Mascis.
Pero que el sonido fuera algo descuidado, y no solo en el escenario principal ya que el de la tarjeta de crédito también vivió episodios de impotencia, no será noticia. El FIB cierra su 23ª edición con una asistencia total de 177.000 personas del 13 al 16 de julio, según datos facilitados por la organización. Con los Red Hot Chili Peppers alcanzando el récord y reconciliándose con el público nacional, con un 49% frente a otro 49% de público inglés. Un FIB marcado también por explorar una nueva identidad, reuniendo 4 fibs en 1, y por el desparrame general en el recinto: accesos colapsados, tierra campa llena de polvo para entrar por cualquier frente y una zona de conciertos incómoda, rebosante de suciedad por todos sus rincones desde primeras horas de la noche, con muy pocos contenedores y algunos rincones (alrededor de la fuente, en la zona de paso entre el escenario Visa y Radio 3) directamente nauseabundos. Aspectos que, después de 23 años de festival -20 ya en el recinto de la N-340), deberían de estar mejor resueltos.
Durante la segunda mitad del festival, Las Palmas también tembló con los directos de Biffy Clyro y Kasabian. Estos últimos, como cabezas de cartel del domingo. Llegaban al festival con nuevo trabajo, For Crying Out Loud (2017), y también respondieron al público con algunos de sus temas más conocidos. No le faltó la potencia en ningún momento, y no será porque Tom Meighan, ataviado con un portentoso abrigo en julio (bajo los focos y en Benicàssim), no conectase desde el principio con el público. Pero tampoco nada que no se haya masticado antes. Algo similar ocurría el sábado con Biffy Clyro, quienes derramaron litros de sudor para lograr frenar la bajona post Red Hot Chili Peppers. Los escoceses soltaron un concierto eficiente con su característico repertorio fuerte-flojo, que alterna temas iracundos con baladones para rematar con “Stingin’ Belle”.
Crystal Fighters también volvió a hacer de Crystal Fighters (y con 20 minutos de retraso). Con un directo (demasiado) previsible y prácticamente igual que el de su último paso por el festival en 2015. Aún así, si usas los infalibles “LA calling” o “I love London”, entre otros, parece inevitable no conseguir que todo un festival baile contigo y nadie recuerde que eso ya lo habíamos visto antes. Y al final, como cada año, sonó el vals final.
Las mujeres han sido protagonista de dos de los conciertos que mejor sabor de boca han dejado este FIB 2017. La primera, además, lo hacía demostrando que el rap nacional también tiene su hueco (y público) en el FIB. Mala Rodríguez subía al escenario Visa (y puede que sea de esos conciertos que deberían haber sucedido en el escenario principal) la rabia y sus rimas afiladas. Con una actitud increíblemente arrolladora, (literalmente) armada y acompañada por un cuarteto de bailarinas que conseguían poner en movimiento cada palabra de La Mala. Desde “Tengo un trato” o “Por la noche” al “Quien manda”. Demostrando que no hay quien pise a María. Fue tremendo.
Y otra mujer fue también protagonista el mismo día y sobre el mismo escenario: la arrolladora voz y potencia escénica de Nao, al frente del proyecto del joven productor británico Alex Crossan, de nombre artístico Mura Masa. Un estreno absoluto en un festival con el FIB como escenario, con una energía y un repertorio burbujeante, incluidos temones del calibre de “Love$ick”, que fueron bailados con frenesí por un público mayormente británico.
También era previsible el lleno de Dua Lipa el domingo. Es sorprendente ver cómo con tan solo 21 años esta cantante y compositora británica ha conseguido alcanzar gran éxito y firmar hits como el “Blow your mind”. Un directo al que tal vez le faltó un toque de personalidad, sobre todo recordando el directo de Mala Rodríguez, pero en el que Dua Lipa creó una conexión con ese público que estallaba en cada mwah.
“¡Os multiplicáis como gremlins!”, decía un agradecido (y muy carismático e implicado) Santi Balmes durante el concierto de Love of Lesbian en un abarrotadísimo, principalmente por público español, escenario Visa. LOL tiene una facilidad especial para conectar con el público, tal vez por eso, FIB tras FIB, su público se multiplica. Con el propósito de que en ese concierto pudiésemos encontrar a nuestro propio Poeta Halley, la banda barcelonesa también volvió a encontrar al público con John Boy. Justo “Allí donde solíamos gritar”.
Aunque para especial, el concierto de Surfin’ Bichos, de esos que tocan realmente la fibra. La gira de aniversario para recordar Hermanos Carnales (1992) es, por definición, extemporánea, pero como sus canciones están repletas de vigencia y el público le debía tanto cariño a la banda de Albacete, todo cobró sentido. Temas como “¡Fuerte!” sonaron turgentes y renovados ante una audiencia muy a favor de obra, de voz de uno de los compositores más brillantes de los 90 en este país, Fernando Alfaro, escoltado por el otro cerebro de esta historia, Joaquín Pascual, y los suyos. Se llama justicia histórica.
La segunda mitad del FIB también ha conectado con unos jovencísimos The Strypes, que se movían por el escenario como quien se encuentra en casa, muy aclamados por el público british y conquistando al nacional con temas como “Scumbag city”. También la potencia y la intensidad de los veteranos Havalina, con un toque electrónico que la verdad es que casaba perfectamente bajo la carpa de Radio3. El mismo escenario en el que, un día antes y luchando contra el titán Red Hot Chili Peppers, Biznaga lograron cuajar un concierto trepidante, con su característico descaro y las dianas de sus dos discos, especialmente “Fiebre” y “Una ciudad cualquiera”. Cada vez que los veamos diremos que actuaron en la fiesta de Nomepierdoniuna de 2015 porque estamos muy orgullosos.
Sin opción a recuperar aire en el escenario Visa con Slaves, que se convertían en la mejor opción para quienes huían de los hits bailables de Dua Lipa y preferían cobijarse en el rabioso punk rock de los ingleses. Una constante que mantuvo en el escenario Visa Kaytranada, imperando los sonidos urbanos una vez más en el festival, y el reventón final con Tiga, la opción más aclamada para los espantados por los ya tan masticados ritmos de Crystal Fighters. Tampoco se quedaba atrás el castellonense Carlos Bru en la cabina del South Beach (Pool Party –o intento de-). Destacable también esas propuestas que apenas copan media hora en la programación y que se enfrentan a las primeras horas, pero que dejan directos como el de One Path en la carpa de Radio 3, con la singularidad de presentar una propuesta que se mueve entre el rap, el trap, la electrónica y el pop y a la que se enfrenta, con notable soltura, él solo sobre el escenario.
Una pena lo del sonido, si... y no he podido vivir ningún momento memorable, todo en una linea predecible (y satisfactoria). Solo destacaría la actuación de Kaleo como mi gran sorpresa el Jueves y poco más.