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2ManyDj's, Bejo, Belako, Benicàssim, Bigott, Bonobo, Cápsula, crónica, Deadmau5, Festival Internacional de Benicassim, festival música, FIB, Foals, Gener, Joe Crepúsculo, jueves, La Casa Azul, Los Planetas, Mourn, Ride, Stormzy, Temples, The Jesus and Mary Chain, The Weeknd, Tórtel, viernesSiempre ha habido muchos fibs dentro del FIB. Cruzados y en convivencia. Pero este año quizás se hayan expuesto de forma más definida y estentórea, con al menos cuatro festivales discurriendo prácticamente en paralelo. El jueves 13 y el viernes 14 de julio de 2017 no ocuparán mucho espacio en la memoria colectiva del Festival Internacional de Benicàssim, pero lo cierto es que la primera mitad de esta 23ª ha rozado un lleno como los de su edad dorada a principios de siglo -sin el colapso previsto por razones de seguridad-, en vísperas del sold out reventón que se espera para Red Hot Chili Peppers. The Weeknd ha sido lo más celebrado de las dos primeras jornadas con un concierto más efectista que epatante, pero lo más significativo ha sido ese reparto de protagonismo dispar y desigual entre casi todo lo demás; más marcado por determinados destellos -algunos fulgurantes- que por un brillo intenso y uniforme.
Porque el r&b alternativo de The Weeknd funcionó. Tesfaye, quien nos estará acompañado durante todo el festival a través de las pantallas de publicidad repartidas por todo el recinto de una conocida marca de la que es imagen, cumplió con su larga lista de hits; empezó con "Starboy" para acabar con "I feel It coming". Y tal vez quiso decir tanto en tan poco tiempo, que algunas parecían quedarse a medias ("Or nah"). Con la banda colocada en una enorme plataforma y en un segundo plano, The Weeknd ofreció un directo perfectamente medido. Tal vez, demasiado perfectamente medido y esperado. Foals también se encargó de alimentar el lado más british del festival, aunque lo hacían sin sobresaltos y con un concierto que, pese a que en las últimas canciones consiguieron remontar y conectar con el público a base de fuerza bruta, pareció no terminar de cuajar del todo.
Todo lo contrario a lo que ocurría un día antes con Stormzy. En una línea muy similar a la que dejó Skepta en 2016, tanto en forma como en contenido, en la pasada edición, el rapero londinense Stormzy conectó al instante con un público al que parece que le tiran las rimas, y más si se mueven dentro de género bailables como el grime, subgénero de la electrónica similar al jungle y del que Stormzy se vale para alimentar su rap. Aunque quizás muy a palo seco.
Entre lo que podríamos denominar sonidos vieja escuela del FIB, las propuestas que de alguna manera siguen el canon que el festival marcó en sus inicios en los 90, han sobresalido Ride y Deadmau5. La banda de Oxford -uno de los cabezas de cartel en el primer Benicàssim de 1995 en el Velódromo- concilió con maestría sus grandes canciones de los imborrables Nowhere y Going Blank Again, como “Leave Them All Behind” o “Dreams Burn Down”, con las nuevas de Weather Diaries en irresistibles oleadas de distorsión e intensidad. The Jesus & Mary Chain también hizo lo propio -el mismo jueves- con sus clásicos de Psychocandy ("Just Like Honey") o Darklands ("April Skyes") conjugados con lo último, Damage and Joy (sin desmerecer en absoluto), y su envenenado torbellino sónico, pero les penalizó algo la poca pegada del escenario patrocinado por una tarjeta de crédito.
Algo parecido le pasó a La Casa Azul el viernes, que solo logró conectar de verdad con los hits finales ante un surtidísimo público al que le llegaban sus canciones algo desmadejadas. Los Planetas, por su parte, hicieron el mismo concierto que siempre en el FIB, con la variación de las nuevas canciones de Zona temporalmente autónoma, proyecciones muy buidadas y un J más comunicativo y con ganas de gustar que de costumbre. Y es así como no fallan. Tórtel, por su parte, sufrió la seca embestida de la tabla de horarios festivalera y de The Weeknd y ofreció un concierto acuoso y preciosista ante una escasísima audiencia.
Dentro de esa vertiente canónica del festival, pero por el lado más electrónico, el viernes el FIB estalló a bailar como más le gusta con 2manydjs y Deadmau5. Con los primeros no había ninguna duda, maestros ya en saber como alimentar al público con remixes, dieron en el clavo. Mientras, cerrando la segunda jornada del escenario principal, prácticamente escondido entre juegos de luces y su ya icónica máscara de ratón, Deadmau5 firmaba las ya habituales madrugadas del FIB que se valen de la vertiente más potente de la electrónica y el house para agitar al público.
La parte más sorpresiva de esta primera mitad de FIB 2017 ha llegado por distintas vías. La más estruendosa, la marcada por Joe Crepúsculo el viernes y Bejo el jueves. Porque lo de Joe Crepúsculo sí que es una fábrica de baile. Entre ese punto surrealista y bizarro pero de genialidad en el que, además de músicos y acompañantes, en el escenario también hay un coctelero (con el propio Joe Crepúsculo derramando una copa sobre el teclado). O cuando Tomasito (sí, Tomasito en el FIB) se incorpora al escenario para añadir un zapateado y las palmas al "Pisciburguer" de Joe Crepúsculo (¿la canción del verano?). Y extrañamente todo tuvo (mucho) sentido, como también lo tuvo la conexión del Hipi Hapa Vacilanduki de Bejo. Ese punto intermedio entre el rap y el trap con el que se permite pedir abucheos, colgarse un mono de la riñonera para rendir homenaje a Dora La Exploradora (con peto incluido) o repartir caramelos, cebollas y mango. Bejo es "Mucho". Al que parece que tampoco le costó mucho conectar con el público fue a Bigott, con uno de esos conciertos tan fáciles de disfrutar.
Y por la senda de la renovación más enraizada con el FIB de siempre, han irrumpido Temples, con la embriagadora erupción de su Volcano de contornos rockistas y psicodélicos; Bonobo y su mantra electrónico hipnótico y elegante; Belako, confirmando en el escenario principal que tienen energía y canciones de sobra para seguir abriéndose camino con el horizonte muy abierto; Mourn, con la ferocidad de comerse el escenario a bocados al filo de la mayoría de edad; Gener, y ese final gospel improvisado a capela apelando al empoderamiento general del personal sureño, o Viva Suecia y su ristra de fans. En Benicàssim, no obstante, siempre hay hueco para cosas que no se pueden categorizar por mucho que te empeñes, como por ejemplo Capsula, y su arrolladora actuación en el escenario Radio 3.
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