Con o sin playa, de tres, cinco o siete días, en agosto o en abril, nacionales o internacionales; de rock, reggae, indie, rap, electrónica… Da igual cómo o dónde sea ese festival de música que nunca te pierdes; no importa si eres más de FIB, Rototom Sunsplash, Arenal Sound, ElectroSplash, Viña Rock, Alrumbo Festival, Feslloch o incluso de todos juntos y más.
Cada festival tiene sus propias características, marcadas por su filosofía, su cartel y el público que arrastra, por lo que las tendencias cambian en función del lugar por el que te muevas. Aún así, hay algo que todos tienen en común, no importa si eres el más moderno del FIB, si tienes las dreadlocks más largas del Rototom o si eres el rey del tardeo del ElectroSplash; en toda mochila del festivalero que se precie existe una serie de imprescindibles que no deberían faltar. Luego están todas esas cosas que con la ilusión de vete a saber qué se guardan en la maleta y nunca (¡nunca!) acaban siendo útiles; vuelven como se van, y también acaban siendo la característica en común. Aquí te explicamos esas cinco cosas que no deberías olvidarte y aquellas otras cinco que mejor te replantees a la hora de hacer la maleta.
1. Mochila/bolso/riñonera. El gran básico e imprescindible. Si no tienes dónde guardarlo todo y llevar tus cosas contigo a todos sitios, estarás perdido. Hacerte con una buena mochila, da igual si eres más de usar estilo saco en el que es imposible encontrar algo a la primera, con el estampado in del momento o de cuero; una riñonera, que vuelven renovadas a los armarios de los festivaleros; o un bolso. Serán el mejor acompañante en cualquier festival.
Además porque es el lugar perfecto en el que guardar otros grandes imprescindibles como la cartera, un paquete de pañuelos, el mechero que siempre desaparece el primer día, el ibuprofeno al que le darás las gracias al día siguiente, las gafas de sol para el concierto de las 16.30 y la pinchada de las 06.30 y la sudadera para la noche (que en algunos festivales suele hacer falta), entre otros. También existe la variante del amigo o amiga que acaba haciendo de mochila de todo el grupo; muy práctico también.
2. Horarios, mapa y entradas. ¿La entrada? Sí, puede parecer extraño pero entre los preparativos pre-festival típicos como hacer la maleta, organizar el transporte, compras varias, tiendas de campaña, etc., no es del todo imposible llegar al puesto de pulseras del festival y, justo en el momento en el que buscas tu entrada, visualizas mentalmente cómo te la has dejado en la mesa de la cocina. Puede pasar, y les pasa a más de uno y una, así que, que sea lo primero que guardes.
En cuanto a papeles, tampoco estaría mal aprovechar para sacar otros como los horarios del festival –porque no, nunca los conseguirás memorizar del todo-, sin esperar a que la suerte te coloque algún compañero de camping que los tenga; aunque con los horarios puedes correr el riesgo de convertirte en el infopoint del festival. Otro de esos papeles que parecen no útiles hasta que te acuerdas de ellos es ese sencillo mapa que proporcionan desde los festivales en donde se marca el punto de acampada, recogida de pulseras, escenarios y espacios y el parking. Sí, ese papel del que te acuerdas cuando precisamente quieres llegar al punto de acampada, recogida de pulseras, escenarios y espacios y el parking; es así. Otra opción puede ser la de descargar la app oficial del festival, que suelen incluir todo tipo de información; aunque, eso sí, te arriesgas a consumir la batería del teléfono y los datos.
3. Traje de baño y chanclas. No importa si el festival es en verano o en invierno, si es en zona de playa o no, un bañador (y derivados) será indispensable en cualquiera de ellos. ¿Por qué? Porque, al margen de festivales como el Arenal Sound por ejemplo, en los que literalmente estás en la playa o el calor del concierto de las 17.00 se te clava en la piel y necesitarás el mínimo de ropa encima, lo más probable es que, sea cual sea el festival, acabes duchándote a cubos de agua en el camping, a manguerazos en el jardín de algún vecino amable (o que te cobre por ello), en alguna ducha con un charco de agua que te llega hasta las rodillas y de dudosa salubridad o en un lavadero de coches, y probablemente no quieras hacer esto desnudo o descalzo.
4. El complemento. Una corona de plumas, pintura fosforescente, una bandera a modo de capa, un gorro en el que colocar los vasos, un divertido tutú, el asfixiante morphsuit (maya de cuerpo entero de colores), el siempre antilujurioso pero afamado mankini (bañador popularizado por la película Borat) o cualquier disfraz que se le pueda pasar por la cabeza a la gente (porque en un festival se puede ver cualquier cosa…). Sea el que sea, existe esa ropa u objeto para el festival, aquello que te acompaña siempre, lo que te distingue entre los demás y que lleva tantos festivales a las espaldas como tú. Incluso existen aquellos que se preparan especialmente para la ocasión, y cada año renuevan complemento siendo su disfraz casi tan esperado como la confirmación del cabeza de cartel; tampoco es de extrañar que haya gente que no lleve nada más en su maleta.
5. ¡La actitud! Un festival de música es romper con el día a día, estár rodeado de gente que tiene los mismos gustos que tú con la que cantar a gritos esa canción que tanto te gusta, puedes disfrutar de esos grupos o dj’s que siempre has querido ver en directo, no tienes mucha más responsabilidad que llegar a la hora cuando salga el cabeza de cartel y puedes olvidarte de todo lo demás durante unos días y compartir esos momentos con la gente. Porque todas esas ganas de disfrutar que se guardan en la maleta, vuelven a casa en forma de grandes recuerdos que querrás repetir año tras año, y ahí reside la magia de los festivales.
1. Ropa, demasiada ropa. Por mucho que se piense cuidadosamente qué ropa llevar al festival, siempre, siempre, se habrá llevado ropa de más. Además, esa cantidad de ropa que sobra suele ser equivalente a la cantidad de cosas fundamentales que te has dejado (porque no es de extrañar llevar cuatro sudaderas distintas para tres días, pero que el cepillo de dientes se quede en casa). Aún así, cabe recordar que un festival de música no es un desfile de moda, pese a lo que muchos y muchas crean, y lo ideal es llevar la ropa justa para los días del festival y que sea cómoda. Para lo último que tendrás tiempo será para pensar en el qué me pongo (principalmente también porque habrás cogido esa camisa que tanto te gusta y no podrás ponerte por el insufrible calor que hace o porque el top que tan bien te queda no es suficiente abrigo para la lluvia que cae).
2. La no-desconexión. Al margen de la música, hay algo que provoca que los festivales de música arrastren a la gente (y que hacen que incluso más de uno marque varios festivales en su calendario a lo largo del año), es el ambiente que es capaz de crear cada uno de ellos. La facilidad que tienen para detener la rutina del día a día en cierta manera. Por eso es tan necesario apagar el sistema durante el festival, olvidarse del punto de partida y dejarse llevar por el ambiente y todo lo que rodea a un festival de música. Algo de lo que algunas personas se olvidan, mejor déjalo todo en casa.
Puestos a desconectar, tampoco estaría de más apagar móviles y todo tipo de objetos que hacen que sigamos conectados constantemente. Cuando ves un concierto únicamente a través de la pantalla te pierdes muchas cosas. Vale, guarda ese recuerdo en una imagen o esa canción en un vídeo, pero intenta desconectar el resto del tiempo. Además, tus amigos de Facebook se conforman con saber que sigues vivo, no necesitan que les narres cada paso.
3. Enchufes. Y todos aquellos amantes de vivir cada segundo a través del móvil pronto se darán cuenta de que este deseo durará lo que dure la batería del teléfono. Luego llegará el caos por hacer colas interminables en los puntos de recarga o tener que pasar horas con una café en la mesa de algún bar junto a un enchufe (si es que se consigue encontrar alguno libre, porque la búsqueda del enchufe es algo similar a Los Juegos del Hambre). Pero no ocurre únicamente con los móviles, aún hay algún que otro festivalero o festivalera que decide meter en su maleta algún objeto que funcione necesariamente con electricidad (altavoces, secadores, etc.). Una intención que se esfuma en el preciso momento en el que se llega al camping y se es completamente consciente de que no, ahí no hay ningún enchufe.
4. Tacones y sandalias. Arena, tierra –que incluso en pleno verano se puede convertir en barro-, cristales, plásticos, piedras,… El suelo de un festival puede esconder cualquier cosa (mejor ni mirar), y tus pies no tienen la culpa por lo que casi mejor que vestirlos con un calzado cómodo y cerrado, y dejar las sandalias para la playa o la ducha. En cuanto a los tacones, es sorprenderte pensar que alguien puede creer que es un calzado adecuado para un festival de música, pero existen y nunca deberían meterse en la maleta.
5. Libros, apuntes y similares. No son muy numerosos, pero haberlos, haylos. Existen algunos (principiantes en su mayoría) que cargan con alguna lectura para esos momentos muertos durante el festival; momentos que se darán cuenta no existen. Luego están aquellos y aquellas que deciden apuntar en el calendario un festival de música entre exámenes, pensando que paseando los apuntes por él tal vez la información se retenga con mucha más facilidad. Se han visto casos.