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Rototom 2023. La cara luminosa de los macrofestivales

El potente mensaje de Mutabaruka con el torbellino de L'Entourloop. El reino de Alade con el broche flamenco homenajeando a Bob Marley. Del sonido de Steel Pulse, Akabu Queens o Don Carlos a Protoje o Kabaka Pyramid. Sin miedo con Trueno y sin voz con ZOO. El festival de reggae de Benicàssim despide su 28ª edición hablando de paz con más de 220.000 asistentes y enseñándonos que otro modelo de macrofestival es posible.
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“Es un experimento social del mundo del futuro, sin conflictos y sin luchas. Una mezcla de culturas donde cada persona aprende de otra”, explicaba Filippo Giunta, director del Rototom Sunsplash, en una entrevista para Radio Rototom minutos antes del concierto de UB40. “La atmósfera es lo más importante del festival, y eso lo hace la gente”, continuaba. No le falta razón. Una de las cosas que siempre ha mantenido vivos a los festivales es saber alimentar ese sentimiento de pertenencia del público. El mismo público que acabará definiendo el carácter de tu festival. No es fácil, sobre todo si el bombardeo en redes sociales o el marketing de influencers es distinto a lo que pasa cuando pisas el recinto. En un momento en el que cada vez hay más macrofestivales en España, poblados con carteles muy similares y dudosas estrategias de abonos a bajo coste y pago por servicios extra (sobre esto hablábamos en este artículo), cada vez destacan más aquellos que saben diferenciarse. Sin dejar al lado la música y esos destellos que nos han dejado conciertos como los de Anthony B, L'Entourloop, Yemi Alade, Mutabaruka, Trueno, ZOO o Inna De Yard.

Rototom Sunsplash 2023

Puedes echarle un vistazo al álbum completo del Rototom Sunsplash 2023 en este enlace.

El Rototom Sunsplash es un buen ejemplo de todas las cosas que sí que funcionan en un macrofestival. La más importante, el público. Por ejemplo, con algo como que un recinto se modifique año tras año, aunque sea sutilmente, con el objetivo de que sea más cómodo; y no con el de que quepan más marcas y luces led. Se suele decir que el Rototom es como un pueblo, un Zion. El recinto está pensado de tal forma que puedes recorrerlo tranquilamente y encontrar zonas de descanso y de sombra. Este año, por ejemplo, el festival ha mejorado el acceso y la distribución del espacio con la reformulación de algunas de sus áreas (Jamkunda, Mágico Mundo, Teen Yard o la nueva cúpula de la Dub Academy). El público te importa cuando el agua cuesta 0,5€, los vasos reutilizables los puedes donar a un proyecto solidario (este año, con una recaudación de 18.900€ a favor de L’Aurora Grup de Suport, entidad de Burriana que coopera y ofrece apoyo a ONGs que rescatan vidas en el Mediterráneo) o que la devolución del dinero de la pulsera cashless no tenga gastos de comisión (además de que el cashless no ha sido la única forma de pago permitida en el recinto; uno de los reclamos más repetidos por parte de FACUA a los festivales).

L'Aurora Grup de Suport ha recaudado más de 18.000€ a través de la donación de los vasos reutilizables del Rototom. Foto: Carme Ripollés (ACF).

Todo esto se suma a una de las señas del Rototom, su apuesta por combinar los conciertos y pinchadas con la actividad extra-musical a través de sus diferentes áreas y en las que hemos podido hacer prácticamente de todo: charlas y mesas de debate, encuentros con artistas, proyecciones, talleres de artesanía, baile afro, yoga… Todo ello bajo una premisa clara, y que este año ha estado más que presente: paz (el lema de esta edición ha sido United for Peace), respeto y convivencia. Un mensaje que es importante saber no solo transmitirlo a través de un arcoíris pintado en el recinto, sino también en los mensajes que se lanzan tanto encima como debajo del escenario. Y así es como más de 31.000 personas de España, Francia, Italia, Reino Unido, Alemania e incluso desde Estados Unidos, Nueva Zelanda, Japón y Sudáfrica, entre otros, han pisado cada día el festival de reggae de Benicàssim en su 28ª edición (con un total de más de 220.000 asistentes, según datos de la organización; frente a los 210.000 de 2022). También destacable el dato de menores de 13 años que ha contabilizado este año el festival: 21.000 (en 2022 fueron 13.782). Desde la organización del Rototom ya han confirmado que la edición de 2024 será en Benicàssim y en agosto, aunque no han adelantado por ahora las fechas ya que, según avanzó Filippo, es posible que el festival se mueva en el calendario -desde hace varias ediciones se ha estado celebrando del 16 al 22-.

Público Rototom 2023. Foto: Carme Ripollés (ACF).

En esa misma línea de conseguir que tu público se sienta parte de un algo, también es importante destacar otras de las singularidades del Rototom: su apuesta por la retransmisión en streaming. Este año, a través de 3 canales diferentes (uno con los conciertos del escenario principal, otro para el Lion Stage y un tercero con las sesiones del Foro Social o Reggae University) que han estado retransmitiendo en directo a través de Youtube y de las RRSS del festival. Un streaming que, por cierto, ha mejorado notablemente en cuanto a realización y que ha conseguido acercar el festival a cualquier rincón. En datos, según ha confirmado el propio Rototom, esta edición se ha traducido en más de 254 horas de retransmisión en directo llegando a más de 3 millones de personas (frente a las 2,8M del año pasado).

Los muros de la Dub Academy. Foto: Carme Ripollés (ACF).

Cuando quieres mandar un mensaje de paz, concienciación y respeto y, a la vez, ser un espacio abierto al diálogo y tocar temas sociales y actuales (guerra, crisis climática, libertad de expresión, desahucios, etc.) como hace el Rototom, a veces es complicado mantener el equilibrio sin que nada te salpique. Ya ha pasado en otras ediciones, y también este mismo verano en el Foro Social; concretamente en el encuentro ¿Quién defiende la paz?, en el que se presentaban visiones alternativas de la guerra de Ucrania y que contaba con la periodista y excorresponsal de Russia Today Inna Afinogenova, a quien se le señaló como propagandista del Kremlin. Un encuentro tenso en algunos puntos, pero que a su vez sirvió para analizar sobre cuál es la información y cómo nos llega de la guerra en Ucrania (puedes echar un vistazo a las principales conclusiones en esta pieza de EFE) y que define muy bien ese equilibrio al que se enfrenta el festival. Por cierto, como dato curioso, este año todas las charlas del Foro Social eran resumidas a través de los dibujos de de The Spells Factory, que realizaba cada pieza en directo.

Durante '¿Quién defiende la paz?'. Foto: Carme Ripollés (ACF).

La importancia de un mensaje que no solo se construye a través de la palabra en una mesa redonda con expertos, también con una exposición al aire libre (Social Art Gallery), a través de los propios talleres, del área No Profit (con la presencia de distintas ONGs y asociaciones) e incluso en la programación para público infantil. Pero también sobre el escenario, un mensaje que representa cada uno de los artistas que visten el cartel del festival. Por eso ha sido tan importante escuchar al poeta dub Mutabaruka, quien ha protagonizado uno de los conciertos más destacados de esta edición en su dupla junto a Mad Professor. Un mensaje lleno de conciencia que, entre otras de sus intervenciones, nos llamaba a reflexionar sobre todas esas vidas que se quedan en el mar en busca de esperanza y oportunidades; muy ligado a la acción social de L'Aurora Grup de Suport.

Yemi Alade. Foto: Carme Ripollés (ACF).

También nos habló sobre la importancia de África y su papel en la cultura reggae. Desde hace ya varias ediciones el festival se ha propuesto “descolonizar las mentes” a través de la palabra, la música y el baile. La importancia de la representación y la visibilización a través de espacios propios como Jamkunda, convertido en Ataya y en una escuela de baile afro moderno por las tardes y en una discoteca de afrobeat por las noches. Pero también lo consigue subiendo a su escenario principal a la “reina del afrobeat”, Yemi Alade. Haciéndose de rogar al principio (con el equipo de Afrobrunch Spain haciendo ganas en los descansos del escenario principal; y a quienes también hemos visto vibrar en Jamkunda y en el Solé, el chiringuito del festival en el Grau), la artista nigeriana aterrizó en Benicàssim con una actitud arrolladora de auténtica diva -en el buen sentido de la palabra-, que a base de haber encontrado ese punto entre la música de raíz africana y el pop da forma a una propuesta firme que se metió en el bolsillo al Rototom.

El festival de reggae de Benicàssim hablaba de paz en su 28ª edición. Foto: Carme Ripollès (ACF).

No se quedó atrás tampoco Pongo en el Lion Stage. Y, es que, pese a que todo el peso del cartel se lo lleva el Main Stage, en este -renovado- escenario secundario también pasan muchas cosas que merecen la pena. “Vamos a preparar el cuerpo”, excalaman durante el anuncio de la artista angoleño-portuguesa; no faltaba razón a ese aviso. Manteniendo la esencia del sonido de su anterior formación Buraka Som Sistema, Pongo se mueve comodísima entre la música africana y el funky. Baile, baile y baile, como resumen.

No se puede decir que el cartel del Rototom no peca de repetirse; Protoje, Kabaka Pyramid, Capleton o Anthony B (no sabemos cuántas veces hemos vibrado con ese “Living my life”, como si todas fuese la primera vez) son algunos ejemplos de artistas que ya hemos visto en varias ediciones desde que el festival se celebra en Benicàssim. Pero lo cierto es que el cartel del festival de reggae no compite con otros grandes macrofestivales y se acaba convirtiendo en prácticamente la única oportunidad de tener a propuestas como, por ejemplo, Inna De Yard en directo (y no solo en el escenario, ya que también participaron en una de las sesiones de la Reggae University), o la elegancia del roots y dancehall ochentero de Don Carlos tan cerca de casa. Con propuestas como la de Steel Pulse -firmando otro de los directos destacados de esta edición- o The Pioneers, entre otros, es como tener la oportunidad de conocer los inicios de la música reggae; ese early reggae que impulsó todo. También cuando te topas en el Lion Stage con Akabu Queens, la primera formación exclusivamente femenina de reggae, versionando “54-46 Was My Number”, atrapándote absolutamente. Nos enganchó también Willi Williams, acompañado por Linval Thompson y un Lone Ark emocionado.

Don Carlos. Foto: Carme Ripollés (ACF).

Es la seña del festival. Conseguir ver en directo auténticas leyendas, y aún en activo, de la escena reggae. Cómo siguen abanderando ese mensaje tan puro de la cultura reggae a través de la música (y muchos de ellos también corrigiendo su discurso hacia el progreso y la actualidad social). Pero también la corriente representada por artistas como Protoje, que cerraba gira europea en Benicàssim (con un “Kingston Be Wise” coreado por todo el recinto), o el nuevo disco de Kabaka Pyramid.

Relevo en la puesta en escena y en el público con el rapero Trueno. Foto: Carme Ripollés (ACF).

Uno de los rasgos que caracteriza al Rototom es no tener complejos por acercarse a otros géneros, aunque eso le cueste aún la mirada crítica de los más puritanos. Fue el paso de Trueno por el Main Stage. El jovencísimo rapero argentino ha dejado uno de los directos más movidos de este año, también de los más destacados. Curioso también el cambio de público en el concierto del argentino, con temas como “Mamichula” o “Los aparatos” haciendo de llamada para los/as más jóvenes en las primeras filas.

Siempre hay guiños al rap en el cartel del festival, ya sea a su rama más tradicional o a la más actual, como en el caso de Trueno acercándose a la música latina. Por el Lion Stage, por ejemplo, pasaron las rimas de Las Ninyas del Corro, con mayor influencia del hip hop de los 90.

Trueno atrajo al público más joven. Foto: Carme Ripollés (ACF).

L’Entourloop también son de esas cosas que se alejan de ese carácter reggae y clásico del género, pero que son un absoluto acierto. El dúo francés le debía una al festival (el año pasado se tuvo que cancelar su actuación por el mal tiempo) y se la ha devuelto por dos: primero en la Dub Academy (viernes 18) por sorpresa y después (sábado 19) en el Main Stage. Redondo de principio a fin: desde los visuales del escenario hasta la selección y el acompañamiento de N’Zeng, Troy Berkley & BlabberMouf. De esos conciertos a los que vas con las expectativas tan altas… Que encima, va y no fallan. La sesión de L’Entourloop podría ser eterna.

Por cierto, hablando de sorpresas en la programación de la Dub Academy (punto extra para esta nueva cara del escenario), los que pusieron literalmente del revés la carpa -y alrededores, por ahí no cabía ni un alfiler- fueron Iseo & Dodosound el sábado. Recordando su paso por primera vez en el festival, en 2016, en ese mismo escenario a pie de público y en donde en aquel año ya se veía que el dúo tenía algo. “Pero bueno, hablemos de anoche. ¿Alguien me explica lo que vivimos en Rototom?”, posteaba Iseo el día de después.

Lo de ZOO también se podría encontrar en ese punto en el que la propuesta no es 100% reggae, pero cabe en el abanico del festival (y más teniendo en cuenta la riada de público con camisetas de ZOO que se podía ver el lunes 21). Con una marcada influencia por la música jamaicana, pero también por el ska, el rap, el rock y la electrónica, después de más de una hora de concierto, el grupo liderado por Panxo conquistaba el escenario principal. No tuvo tanto gancho Adala, que actúo antes y tal vez su propuesta aún no encaja en un escenario principal. Vimos al ZOO de “Tobogán” y “Llepolies, pero también el de “Vull”, “El cap per avall” o “Esbarzers”. Y detrás de la presencia de grupos como ZOO, la relevancia de mostrar un mismo mensaje sin importar la lengua en la que se haga, como también manifestaba el propio Panxo sobre el escenario. La música en valenciano ha tenido más protagonistas en esta edición, con La Fúmiga abriendo la última jornada del Main Stage o Maluks, con una propuesta un tanto enlatada y sin tanto gancho en el Lion Stage.

ZOO puso a bailar al Rototom. Foto: Carme Ripollés (ACF).

Eso sí, riesgo es la primera palabra que se te venía a la mente cuando se anunció el proyecto El mundo flamenco saluda a Bob Marley, el cual se presentaba como “cante jondo en la lengua de Marley”. Capitaneado por Israel Suárez ‘El Piraña’ y un panel formado por Kiki Morente, Noemi Humanes, Josemi Carmona, Juan Carmona Jr, Álex Conde, Josue Ronkío y Alana Sinkëy para versionar la música de Bob Marley. Dos músicas de raíz para llevar al Rototom el mensaje del conocido artista jamaicano. Y sonó bien, muy bien. La clave de este proyecto también ha sido el papel que ha jugado el artista reggae Payoh SoulRebel, encargado de acabar dar forma al empaste entre las dos músicas y a quien, sin haber sido anunciado previamente, también pudimos ver sobre el escenario en este particular saludo. Lo de Kiki Morente interpretando “Could you be loved” en el Main Stage fue la guinda.

Kiki Morente. Foto: Carme Ripollés (ACF).

Para cambios de registro sin miedos, lo del australiano Dub FX, el “one-man band” que sin miedo se mueve entre multitud de géneros; improvisación y cambios de registro acompañado únicamente por un saxofonista en el escenario. No sabías si bailar o quedarte hipnotizada viendo cómo se manejaba. La sesión de Vandal también dio de qué hablar, pero lo cierto es que la combinación de música jamaicana, electrónica y techno acabó recogiendo a un buen número de público en el Lion Stage tras el concierto de los de Gandía el lunes.

Al final, el Rototom es el festival que vives como quieres. Sudando entre una multitud hipnotizada por los altavoces y las vibraciones de la Dub Academy; haciéndole los coros a Protoje en su “Rasta love”; escuchando a Mutabaruka; descubriendo en un festival de reggae a Trueno; buscando la alegría con ZOO; bailando torpemente afro; no cansarte de ver a Burning Spear ni de encontrar nuevas sonoridades como la de Yemi Alade; o incluso persiguiendo a un bebé de un año y medio por el patio de piedras. Y tal vez por esa misma razón es por la que el Rototom consigue diferenciarse de otros festivales y que su público pueda verse reflejado en él. En el Foro Social, el director y actor Juan Diego Botto explicaba que la escritura y el cine podían ayudar a “derribar barreras, contar cosas y llegar a todo el mundo”. Lo que hace el Rototom abriendo las puertas de un recinto a miles de personas de 77 países diferentes representando distintas formas de ver -y de hacer sonar- el mundo tanto encima como debajo del escenario, también es derribar barreras y que ese “agujero negro de los festivales” lo sea un poco menos.

El Rototom Sunsplash despide su 28ª edición 'United for Peace' con más de 220k asistentes. Foto: Carme Ripollés (ACF).

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