Las bibliotecas son espacios destinados a la lectura. Pero, ¿por qué no pueden albergar diferentes actividades culturales, y más si se añade la bonanza estival de la última hora de la tarde al aire libre (cuando la lluvia concede su permiso)? ¿Por qué no convertir la torre de Babel que construyen los libros en una torre de Babel cimentada con sonidos musicales? Vista la experiencia de dos ediciones, es el resultado que La Mar de Cultures consigue. Un objetivo alcanzado a través de la suma de tradición y modernidad, palabras -algunas arcaicas- y notas de pentagrama. Unas propuestas alejadas de los circuitos más pretendidamente comerciales, dando opción a músicos que imprimen su sello personal en unas composiciones articuladas por la experimentación. Elma Sambeat & Baptiste Bailly rememorando a Lorca, el trío 3.14 (Efrén López, Ciro Montanari & Jordi Prats) viajando por la Ruta de la Seda y desviándose en algunos cruces hacia el Medievo y el dúo Alexandrae invitando a sumirse en su "misticismo cotidiano" han protagonizado durante tres semanas este segundo año de La Mar de Cultures.
La Mar de Cultures es un proyecto elaborado por la asociación cultural y medioambiental Arrels, con Sergi Alejos a la cabeza, y con la dirección artística de Juanjo Clausell, cantante del grupo Pleasant Dreams, además de activista cultural. Una iniciativa apoyada por el Patronato de Turismo de la Diputación Provincial de Castellón.
Han sido las bibliotecas del mar de Orpesa, Almassora y Almenara las sedes de este segundo año de La Mar de Cultures, con la característica de que cada grupo ha protagonizado cada una de las tres semanas, desarrollando una especie de minigira de tres conciertos. El público sabe que verá y escuchará actuaciones poco habituales en el resto del año, con el aliciente de situarse a escasos metros de los intérpretes, estableciéndose una interacción muy directa. Además, los paisajes, como el que contemplan los músicos en Almassora, con el lienzo azul del mar y del cielo de fondo, dotan de mayor singularidad a la experiencia.
Elma Sambeat & Baptiste Bailly han puesto voz, música y percusión a los poemas de Federico García Lorca a través de la traslación al directo del disco Muerto de amor (2021). Una experiencia cuya aparente sencillez acústica multiplica su valor de transmisión, ya que la cantante valenciana demuestra la firmeza de su voz amparada por sus comedidos gestos actorales. A su alrededor, las teclas del pianista francés o elementos percusivos, como la tabla y la pandereta, más el uso de una nada habitual shruti box, un instrumento hindú que parece una caja de puros de madera y que se utiliza crear atmósferas de acompañamiento. Las letras de Lorca escritas en "Siete gritos, siete sangres" (Romancero gitano), el juego entre lagartos de "¡Ay cómo lloran!" o la gallega "Ao longo das rúas infindas", son algunas de las muestras de una actuación para prestar atención a palabras y sonidos.
Como anécdota, las fechas hicieron que su actuación del miércoles 18 de agosto en Orpesa coincidiese -accidentalmente o no- con el 85º aniversario del asesinato de Lorca. Mientras que al día siguiente, en Almassora, la lluvia provocó que se acortase la actuación unos veinte minutos.
La propuesta de 3.14 es, de primeras, menos accesible para el gusto del consumidor tipo, ya que se trata de música enteramente instrumental. Sin embargo, la maestría del valenciano Efrén López manejando instrumentos como el oud o el Afghan rabab, el badaloní Jordi Prats con un aparatoso -a ojos occidentales- sarod y su veintena de cuerdas y las percusiones hindúes del italiano Ciro Montanari, más las pertinentes didácticas explicaciones entre temas- convierten el concierto en un envolvente viaje por la Ruta de la Seda, al modo de su disco Bombyx Mori (2020). Un viaje mental que se hace corto después de una hora de sones que abren la imaginación.
Al arsenal de instrumentos hay que añadir unas alfombras que permiten degustar el concierto al modo oriental, sentados en el suelo, a la misma altura que los músicos. Una invitación recibida inicialmente por los presentes con timidez y que acaba por ser aceptada por un buen número de espectadores. Temas de autoría griega, árabe, pero también propios, con esa historia que acompaña "A.A.A.A.A.A.A", en que Efrén López -valenciano de Manises residente en Mas de Flors (Sant Joan de Moró)- empuña un instrumento que estuvo enterrado en la tierra de Afganistán por la persecución talibán que sufre la música.
Alexandrae es la más nueva, y desconocida, de las formaciones de esta segunda edición. Integrada por la (principalmente) actriz Elena Tarrats y el investigador del arte de raíz ya sea escénico o musical Marc Vilajuana, sorprende por unas composiciones aliadas con la ecología, el feminismo, la migración o la nueva sexualidad, pero con una llamativa particularidad: el uso del latín (además del catalán). Cantos gregorianos, músicas medievales... dentro de un global más vocal que instrumental (muy minimalista), creando un ambiente místico, tañidos de campanas incluidos. Dicen que sus canciones surgen de la improvisación, con muy pocos cambios respecto a la idea original. Largos desarrollos -dos canciones superan los doce minutos-, interpretación sentida de las letras, uso del latín y grabaciones denominadas comúnmente de campo logran crear un envolvente "misticismo cotidiano", en definición de sus propios autores.
La singularidad del concierto es la inclusión de una charla posterior a la ejecución de los cinco temas que integran el disco Gaudeamus omnes (2020), en la que desvelan que no han optado por lanzarlo en formato físico para evitar el uso de plástico. A cambio, ponen a la venta un libreto con letras y diversos textos relacionados con su manera de interpretar el mundo. Si la lluvia amenazó en semanas anteriores, el miércoles 1 de septiembre impidió la actuación de Alexandrae en Orpesa. Como anécdota, en el tema "Mare videant" utilizan una grabación del sonido del mar, que en Almassora fue suplida por el auténtico Mediterráneo, allí presente.
*Crónicas a partir de las actuaciones realizadas en la Biblioteca de la Mar de la Playa Benafelí de Almassora.