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La armonía y el malquerer de 'La desnudez' iluminan el inicio de la temporada del Paranimf

Sobresaliente exhibición de baile y física a cargo de Daniel Abreu y Dácil González, más la tuba en vivo de Hugo Portas, para poner en marcha la parte de la programación de danza contemporánea del Paranimf de la UJI. 'La desnudez', avalada por tres Premios Max, emocionó a los cerca de 200 espectadores.
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Daniel Abreu y Dácil González, con el fondo de las varas de madera que usan en el inicio de la obra. Foto: Carme Ripollès.

La desnudez (Tres premios Max 2018). Dirigida por Daniel Abreu (Premio Nacional de Danza 2014). Interpretada por Daniel Abreu, Dácil González y Hugo Portas. Paranimf de la UJI de Castelló. Viernes 20 de septiembre de 2019 (20:10). Cerca de 200 espectadores. Entradas: 8/10 euros.

Uno de los motivos por los que un sector que podría ser público no se interesa por la danza contemporánea tiene que ver con no encontrar el significado de muchas de las escenas que está contemplando. El ser humano tiende a buscar un sentido, el porqué de lo que sucede. Pero en realidad no es ese el punto de vista más adecuado para gozar con la danza. Lo comentó un referente veterano como Cesc Gelabert el pasado año en Nomepierdoniuna: "La danza, como otros lenguajes de la vida, no tiene la precisión de la palabra. Trabaja en otro nivel, pero lleno de significado. El espectador ha de mirar, disfrutar y dejarse llevar por sensaciones". También Daniel Abreu es un referente -más joven- dentro de este campo artístico y se expresa de modo similar: "Me interesa más el paisaje emocional que el narrativo. Me enriquece más porque mi cabeza lo entiende menos y quien dicta el argumento son los sentidos", apunta en esta entrevista en danza.es. Así que plantarse ante La desnudez es una invitación a disfrutarla a través de los ojos, poética y no narrativamente, con los movimientos de Daniel Abreu y Dácil González, y de los oídos, con las partes de tuba del maestro Hugo Portas y las grabaciones electrónicas. Y desde ese plano, está garantizado su disfrute. En el Paranimf de la UJI, donde la danza es una de las más potentes bazas programáticas, hasta arrancaron lágrimas y la puesta en pie de una espectadora para aplaudirla con ganas.

Hugo Portas observa los movimientos de Dácil y Daniel. Foto: Carme Ripollès.

Buscando un hilo narrativo en La desnudez, tendría el desarrollo contrario a la sucesión natural. El arranque presenta la muerte del protagonista masculino, Daniel Abreu, a quien Dácil rodea en los primeros instantes con un entramado de varas de madera que, junto con una lona que ayuda para los cambios de situación (de instantes en la vida), las luces y dos trozos de piano roto* son los elementos que les acompañan. Sin olvidar, claro, al músico Hugo Portas, espectador de buena parte de esas escenas, aunque en otros momentos podría ser el enlace que mantiene viva la pareja, al tiempo que con su tuba interpreta piezas de autores del siglo XVI, como Tarquinio Merula y Monteverdi, o algo más cercanos en el tiempo, como Gabriel Fauré y Henry Purcell. Más fáciles a la hora de encontrar un significado evidente son las escenas de amor y también los momentos tormentosos, de pelea, en un juego constante de cercanía y alejamiento físico y emocional -amor y malquerer- entre los dos bailarines.

En la promoción de La desnudez, el tinerfeño Daniel Abreu -aunque su compañía, creada en 2004, tiene su sede en Madrid- ha insistido en el paso del tiempo para los cuerpos, tanto para él como para su compañera artística, la grancanaria Dácil González. El aviso de la llegada de los 40. Sin embargo, vistos sobre el escenario, lo que capta la atención es su increíble movilidad, armonía e incluso fuerza física, ya que por momentos Dácil maneja el cuerpo de su acompañante con una facilidad que llega a sorprender. Movimientos relajados, otros en paralela simetría o arranques explosivos al ritmo de la música electrónica tienen su alternancia dentro de esta historia de polaridades,

El hilo narrativo de 'La desnudez' comienza por el final natural: la muerte. Foto: Carme Ripollès.

La luz juega un papel muy importante en La desnudez. Incluso cuando esa desnudez se hace física, los focos ayudan a mantener un visión muy similar a los momentos vestidos. Y dentro de todo el espectáculo, sobresale ese juego final entre claros y oscuros que acompañan los movimientos -repetitivos por momentos- de los minutos que lo concluyen, que en realidad se corresponden con el inicio natural de la narración. El blanco y negro inicial va pasando con los minutos a unos tonos más coloristas, ilustrando ese mismo desarrollo.

Dos trozos de piano son incorporados al escenario. Foto: Carme Ripollès.

*Una de las preguntas más repetidas al final del espectáculo se refería al sentido de los dos trozos de piano que a mediados de 'La desnudez' aparecen en el escenario. Según explica el propio Daniel Abreu: "Representan el mito de la pareja. Un mito roto pero que sigue adelante".

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