Música >> Portada

Krakatoa Records. El sueño de una fábrica de discos que pone al día el vinilo más allá de las modas

Se llama Phoenix Alpha, la máquina procede de Suecia y es la apuesta por la modernización del vinilo de Krakatoa Records. También el inicio de una nueva etapa desde que Itziar Estensoro, Bernat Fayos, Kike Pérez y Radomir Blazik pusieron en marcha el proyecto en 2013. Nos colamos en sus instalaciones en Castelló, mientras el equipo trabaja en un nuevo álbum, para saber qué hay detrás de la que en el último lustro ha sido la única fábrica de vinilos en España.
Envía Envía
Imprimir Imprimir

Noticias relacionadas

Etiquetas

, , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,

"In vinyl we trust". Lema de Krakatoa Records.

Anclada en el interior de un espacioso recinto sito en el polígono industrial Pullman de Castelló se asemeja a una pequeña máquina del tiempo típica de las películas de ciencia ficción. Es aún tan nueva que sus cristales relucen hasta el punto de complicar la toma de imágenes desde cerca cuando está en funcionamiento y con sus ventanillas cerradas. En cierto sentido, esta Phoenix Alpha sueca sí es una especie de nave del tiempo, una prensadora que trasladará hacia un futuro más boyante -o así lo esperan sus propietarios- a Krakatoa Records, la fábrica de discos de vinilo con nombre de archipiélago volcánico indonesio inaugurada por cuatro visionarios castellonenses en septiembre de 2013 y la única en territorio español hasta este mismo 2019, cuando se ha puesto en marcha una segunda, en Vizcaya (Press Play Vinyl).

Con el resplandor que envuelve su utilidad, a su lado deja en un plano secundario dos prensas más, antiguas, de los años 50-60 del pasado siglo, procedentes de Estados Unidos, las que durante los primeros cinco años y medio han permitido a los treintañeros Itziar Estensoro, Kike Pérez, Bernat Fayos y Radomir Blazik “tirarnos a una piscina que ahora empieza a llenarse”. El final de las fiestas de la Magdalena de este año -principios de abril- es el punto de partida de la segunda etapa de este sueño convertido en realidad por unos amigos y socios que con pocos conocimientos pero mucha ilusión accedieron a la industria del disco de vinilo.

Krakatoa Records son (de izquierda a derecha) Bernat Fa, Kike Pérez, Itziar Estensoro y Radomir Blazik. Foto: Carme Ripollès.

“Para crecer y llegar a vivir de este trabajo era necesario reinvertir y actualizar maquinaria. Habíamos llegado a un techo imposible de superar en cuanto a producción y costes. Además, veníamos de atravesar una etapa con bastantes averías técnicas de las máquinas antiguas. Teníamos claro que debíamos acelerar el proceso de fabricación de discos de vinilo para ir más allá y empezar a sacar beneficio de nuestro trabajo, ya que hasta el momento lo único que hacíamos era mantener la empresa viva. Ahora hemos reducido plazos, y hemos pasado de tardar doce semanas en completar todo el proceso a seis u ocho”, explica Bernat Fayos, conocido en su faceta dj como Bernat Fa, además de ser el saxofonista de Bandits y del colectivo BlackFang, dos grupos de black music de La Plana, y también uno de los propietarios del food truck The Funky Corner

“Hasta que abrimos la fábrica, un grupo o un sello tenía que acudir a otro país europeo para que les fabricasen sus discos de vinilo, ya que aquí no existía esa industria (el último bastión histórico, Iberofón, en la madrileña Coslada, cerró en marzo de 2014, tras 55 años de producción). Muchos acudían a la República Checa, y a pesar del factor de la distancia, nuestros precios no eran competitivos en relación a los suyos, ya que ellos igual tienen treinta máquinas funcionando las 24 horas del día. Para subsistir era necesario contar con una máquina que permitiese rebajar costes y atraer clientela”, amplía Kike Pérez, guitarrista de Bandits y uno de los impulsores del sello discográfico Jamaican Memories.

La nueva prensadora sueca abre una nueva etapa en la todavía corta historia de Krakatoa Records. Foto: Carme Ripollès.

Una clientela de grupos y sellos independientes con trato personalizado

Cuando el factor precio está perdido, hay que acudir a otros acicates para atraer al potencial cliente hacia una pequeña empresa que, evidentemente, no entra dentro del rádar de los grandes sellos discográficos. “Tratar directamente con nosotros e incluso que vengan a ver cómo se están haciendo sus discos son otros valores que ofrecemos”, apunta Bernat, quien añade: “Hemos ido aprendiendo al tiempo que fabricábamos los discos, lo que ha dado lugar a errores, pero siempre hemos dado la cara ante el cliente, incluso repitiendo tiradas sin cobrar ese trabajo extra”.

Estamos hablando entonces de un apoyo casi incondicional, y casi a ciegas, de esos sellos y grupos pequeños hacia Krakatoa. ¿Es así, no? “Ha habido gente que nos ha querido dar su apoyo y no le ha importado esperar o pagar más, pero no es la mayoría, claro. Es evidente que el cliente no se ha de adaptar a ti; es al contrario”, subraya Bernat.

Kike Pérez. Foto: Carme Ripollès.

“Nuestro sector no es el 'mainstream'. Nos aferramos a los pequeños” (Kike Pérez)

Kike: “A nivel de grandes multinacionales la historia es muy diferente. Tienen sus preferencias y exigencias, como pedir que una máquina de una fábrica se utilice exclusivamente para los discos de su sello. Nuestro sector no es el mainstream. Nos aferramos a los pequeños”.

Al ser una fábrica nueva, en inferioridad de condiciones en relación a las de otros países, es muy importante la labor de comercial. Pero no, según Bernat: “En nuestro caso nunca hemos perseguido a los clientes, entre otros motivos porque al no poder asegurar plazos de entrega, teníamos miedo a quedar mal. Hemos funcionado según lo que nos iba entrando. Ahora ya es otro momento, con la máquina nueva”.

¿Y cómo os han ido entrando pedidos de países como Portugal, Francia, Italia, Reino Unido…? “Pues exactamente no sé cómo llegan hasta nosotros”, comienza a responder Bernat, tomándole el relevo Kike: “El caso de Portugal es sencillo de entender. Buscan en internet “fábricas de discos” y aparece la nuestra, que no está tan lejos. Normalmente los grupos que no van a través de un sello hacen esa búsqueda. Alguna vez nos han comentado que nuestra web despierta confianza y da una imagen diferente a la de una macrofábrica”.

El origen de la fábrica

Itziar Estensoro (Madrid): “Bióloga. Trabajaba, y trabajo, en Investigación, pero vamos por proyectos temporales, lo que significa que hay períodos sin trabajo, por lo que siempre estás instalada en la incertidumbre, en la inestabilidad laboral; esa constante en la Investigación en España”.
Bernat Fayos (Vinaròs): “Sociólogo. Trabajaba en un banco. Me acogí a un ERE”.
Kike Pérez (Castelló): “Maestro de formación. Trabajaba, y sigo haciéndolo, como administrativo”.

En resumen, en palabras de Itziar: “La situación laboral de cada uno era un dramita. Estábamos en trabajos que no nos satisfacían o que tenían poca proyección de futuro. La fábrica de discos surgió como una alternativa laboral que nos motivaba, ya que, además, era un proyecto propio”.

Itziar Estensoro. Foto: Carme Ripollès.

“La fábrica de discos surgió como una alternativa que nos motivaba, ya que, además, era un proyecto propio” (Itziar Estensoro)

Están claras las motivaciones, pero sabiendo que ninguno de los tres tenía nociones de cómo fabricar discos de vinilo, parece que sea una de esas ideas que parecen geniales después de dos cervezas y con la resaca se olvidan. “No, de dos no. De varias, de varias” (risas). Y lo explica Bernat: “Fue tras un concierto del grupo holandés The Upsessions en Castelló. Dije que cuando hiciesen un ERE en el banco me compraría una máquina para hacer discos de vinilo. Que había visto ya unas… Y en realidad, esas máquinas ni existían. Fue una película que me monté en medio de la borrachera”. Pero Kike se lo tomó en serio y le escribió un día para decirle que había estado mirando maquinaria. El siguiente paso: hacer números. Y cuadraban. “Decidimos aportar cada uno una cantidad, sin pedir préstamos”, apostilla Bernat.

Itziar: “Bernat y Kike, como músicos, veían que era viable este proyecto, ya que había un hueco en el mercado. Las fábricas de discos de vinilo y su maquinaria habían dejado de existir en España. El mercado digital se las había llevado por delante en su totalidad. Cuando un grupo español quería hacer un disco se tenía que dirigir a la República Checa o a Italia. Nos preguntábamos que por qué no había ninguna fábrica aquí”.
Bernat: “Y ahora ya lo sabemos” (risas).

¿Y por qué no las había? Sigue respondiendo Bernat: “Primero, porque es un proceso más complicado de que parece desde fuera. No ves todas sus ramificaciones hasta que estás dentro. Cuando en un lugar no hay industria de algo, tampoco existen esas industrias complementarias que son necesarias (mantenimiento, suministros…). Y eso hace que hayas de recurrir constantemente al extranjero, y solo por el precio de los envíos ya es un coste añadido. Y cualquier tontería lleva tres ceros”.

Bernat Fayos. Foto: Carme Ripollès.

“Para crecer y llegar a vivir de este trabajo era necesario reinvertir y actualizar maquinaria” (Bernat Fayos)

Kike establece la comparativa con otros países: “En Italia hay tres o cuatro fábricas, todas en los alrededores de Milán. En Holanda, una muy grande, Record Industry. En Inglaterra, cuatro o cinco. Francia, Alemania, Polonia.. Dentro de Europa, unas 25 o 30. Más Estados Unidos, Asia, Australia, Brasil…. Países que han seguido apostando por la cultura del vinilo y que tienen cerca esos materiales y extras necesarios, por lo que el proceso es más sencillo y económico. Esto no es una duplicadora de cds. Has de comprar una caldera, un compresor, conseguir permisos de Industria… Es una inversión fuerte en la que constantemente has de aportar dinero. Has de estar muy convencido para montar una fábrica de este tipo”.

Vale. Pero hay un dato que me sigue bailando. Habíais estudiado el panorama, mirado máquinas, calculado el dinero… pero seguíais sin tener ni idea de cómo se hacía un disco de vinilo. ¿Cómo aprendisteis? “Fuimos a una fábrica de Milán para aprender”, responde Kike, quien subtitula: “Nos costó encontrar una que nos abriese sus puertas para fuésemos allí a aprender. Es que, claro, nos venían como competencia o intrusismo. Tuvimos la suerte de que Phono Press nos dijese que ‘adelante’. Fuimos hasta allí sin saber nada y aprendimos muchísimo, además de hacer amistades muy buenas”.

Pero sigue sin encajar todo el puzle. Una cosa es aprender la teoría y otra, distinta, saber aplicarla a la práctica con unas máquinas que aún ni teníais. ¿Y cuándo aparece Radomir en esta historia?

Radomir Blazik (quien prefiere dejar las explicaciones en boca de sus compañeros): estudió varias ingenierías en la República Checa, aunque no las completó. Todo un manitas capaz de arreglar cualquier cosa que tenga que ver con la mecánica. Kike lo presenta: “A Radomir le conocimos un poco antes de poner en marcha el proyecto. Fue a través de Miquel Clarós, quien entonces tocaba el piano en Bandits, y ahora está al frente del restaurante Sísif. En la República Checa se estudiaba el vinilo como asignatura, por lo que allí hay manuales sobre su fabricación. Le trasladamos nuestra idea y se convirtió en la pieza del puzle que faltaba”.

Radomir Blazik. Foto: Carme Ripollès.

Siguiente fase. Encontrar las máquinas de prensaje (antiguas)… que en este caso estaban en un almacén de Estados Unidos. ¿Cómo las localizáis? “A través de un foro, del foro, de los frikis de los discos de vinilo, pero no de coleccionismo, sino de su fabricación -ubica Kike-. A veces aparecen buenas ofertas de máquinas, pero te las quitan las grandes compañías. Tuvimos la suerte de contactar con un intermediario y con un ingeniero holandés que, haciendo gestiones para otra persona, había conocido a un señor que poseeía esas máquinas. Nos pasó información y vídeos”. Bernat añade que “nos fiamos de este intermediario, ya que no fuimos a verlas. La verdad es que estábamos un poco asustados por si no nos llegaban o en qué estado. Llegaron a bordo de un barco a Valencia y todo salió bien”.

Unos 70.000 discos fabricados en casi seis años

“Nos hemos hecho cargo de unas 170 referencias, a una media de 300 copias, que es la más habitual, unos 51.000, más los singles… Unos 70.000 discos hemos fabricado en Krakatoa”. Es el resumen numérico que realiza Kike de estos ya prácticamente seis años.

Una producción no regular. “Ha ido por épocas -interviene Bernat-. Hemos pasado dos años muy al límite, a causa de las averías. El pasado año estuvimos muy parados. Una época dura. Cada avería supone poner pasta otra vez. Ahora estamos en una nueva etapa. Desde principios de este 2019 lo vemos todo de otra manera, vemos viabilidad, y eso no da motivación extra para mejorar. Los resultados se notan con la máquina nueva”.

Radomir, en un momento de ajuste de la producción con la nueva prensadora. Foto: Carme Ripollès.

¿La referencia '001'? “Sir J para Jamaican Memories. La '002', Los Amantes, de Castelló. El primer single, compartido por dos grupos punk de Barcelona: La Cobla y The Demencials. Entre lo más reciente, Sole Parody, el doble de Tito Pontet (enfundado durante esta visita)… y en cuanto a grupos de Castelló, Joan Villalonga y Telepath Boys”. Como curiosidad, durante la elaboración de este reportaje se estaba trabajando con el nuevo disco del grupo vasco Occhi di Farfalla, Destino epikoak.

¿Precio por vinilo? “Depende de las unidades pedidas. Desde los 5 euros por unidad, en una tirada de 100 sin portada (8,55 euros con portada) hasta 1,5 euros”. Kike: “Lo que realmente cuesta es el material de imprenta y fabricar las planchas. Una vez hechas las planchas, el precio depende del número de copias pedidas. Evidentemente, una sola es más cara por unidad que un lote de 1.000”.

>Vosotros confiáis en el vinilo, ¿pero estáis convencidos de que hay vida en el mercado más allá del rebrote actual?
Kike: “Desde fuera, mi impresión era de que va a tope. Escucho mucha música negra, punk, hardcore, metal… y no solo yo, sino que mucha gente sigue usando este formato. Ya una vez dentro, como fabricante, veo que entra música electrónica, reggae, hip hop… hasta marcianadas que son solo ruidos”.
Bernat: “Lo que vemos que entra menos es el indie; no sé si es porque apuestan más por el digital y punto”.
Kike: “Pero hasta Shakira y Alejandro Sanz publican en vinilo. Y luego hay indicadores claros: en grandes superficies antes había muchos cds y ningún vinilo; ahora tiene muchos vinilos y hasta tocadiscos”.
Bernat: “El miedo es que sea como un pequeño boom, como una moda pasajera, tal como ocurre con muchas cosas”
Kike: “Hay algo de moda en este incremento, pero también está esa base de gente que siempre ha consumido vinilo y que va creciendo, y es a la que nos aferramos”.
Bernat: "Incluso hay gente joven que no vivió esos grandes tiempos del vinilo que ahora tiene mucho interés por este formato. Se consume mucha música en streaming; y mucho menos en cd. Personalmente, prefiero el vinilo e incluso el streaming por encima del cd, que lo llevas en el coche y hasta es posible que lo acabes perdiendo. Si un disco me gusta, lo compro en vinilo”.
Kike: “Los hábitos de consumo han variado. Antes tu fuente de información era la tienda de discos y la gente que se movía por ella. Ahora puedes escuchar hasta death metal hecho en Madagascar en el momento que quieras. Estamos sobreinformados”.

Bernat repasa el enfundado interior de los discos. Foto: Carme Ripollès.

Proceso de fabricación de discos de vinilo en Krakatoa

  • El grupo, solista o compañía hace llegar a Krakatoa los archivos de audio a través de WeTransfer, principalmente, o de alguna otra plataforma. Los envía en formato de máxima calidad, normalmente en archivos Wav.
  • Krakatoa envía esos archivos a una empresa externa, que efectúa el corte del disco madre (master) en aluminio, con superficie plana.
  • Llega la parte más mágica del proceso, ya que con una aguja y un ordenador se transmite la música enviada al interior de lo que será el vinilo a través de las vibraciones cortando en surcos ese aluminio, y reconociendo voces, solos de guitarra, golpes de batería... todo lo que después se escuchará.
  • Cada disco de vinilo necesita dos masters, correspondientes a la cara A y la B.
  • El master se sumerge en níquel para crear el molde (stamper) de cada disco; los negativos, que se usarán a continuación en el prensaje. El material es enviado a Krakatoa.
  • Una vez llega el molde a Krakatoa, Radomir centra ese stamper, viendo ampliados los surcos a través de una pantalla de ordenador. A continuación, con la prensa del taller le da una forma para que entre en los moldes de las prensas de las que saldrán los discos. Última fase antes de que la prensadora de vinilo pase a ser la protagonista.

Radomir, en pleno proceso del centrado del stamper.

  • En los primeros cinco años y medio de vida de Krakatoa han sido utilizadas exclusivamente la dos prensadoras estadounidenses de los años 50-60 adaptadas para la fabricación de discos de vinilo: una de 7” pulgadas (singles) y otra de 12”, semiautomatizada. Con el nuevo modelo, todo el proceso es automático. Las viejas máquinas aún se usan, principalmente para la fabricación de singles.
  • Los moldes de níquel se sitúan en el interior de la máquina, incluyendo las galletas que identifican las caras A y B, hechas de papel -no adhesivo- sometido a un proceso de eliminación de la humedad a través de un horno.
  • En esa sección principal del taller hay instalada una extrusora, que derrite las bolitas de plástico y las convierte en una masa uniforme, habitualmente negra, el color principal de los vinilos, aunque también pueden ser de otras tonalidades.

Kike programa la tirada prevista de un disco, con sus diversos parámetros, en la nueva máquina. Foto: Carme Ripollès

  • Mediante un proceso de prensado se expande la plasta -pasta o masa blanda maleable- sobre el molde de níquel, llenado sus huecos. Se efectúa a través de un proceso de calentamiento con máquina de vapor (130°o 140° grados) y una vez expandido, refrigeración con agua helada, bajándose la temperatura a 50° o 60° grados. Al salir el disco, sobra un círculo que lo bordea y que se elimina con cuchillas, ajustándolo al diámetro correspondiente.
  • Los discos se van apilando en una bandeja de la propia máquina hasta que una vez alcanzada una altura de 30 o 40 vinilos se extraen de la máquina.
  • Se procede a su enfundado manual de los discos. Y listos para que el envío al grupo, solista o sello y su puesta a venta en el mercado.

Itziar, encargándose del enfundado, punto y final del proceso en el interior de la fábrica. Foto: Carme Ripollès.


Deja un comentario

He leído y acepto el Aviso Legal

Puedes consultar el tratamiento que hacemos de tus datos y la forma de ejercitar tus derechos en nuestra Política de Privacidad,