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Jonás Trueba explica su cine en el EACC: “Una película ha de generar una ilusión fuerte y verdadera”

Repite que es un poco "torpe" en esto del cine, pero por mucho que insista no suena creíble. Prefiere no tener un sistema de trabajo, que las películas se topen con él. Como una borrachera entre amigos. ‘Todas las canciones hablan de mí’, ‘Los ilusos’ y ‘Los exiliados románticos’ son tres pruebas (con otra nueva en camino) de que Jonás Trueba es un director, capaz de lograr el 'más difícil todavía': alejarse del apelllido Trueba y hacer su propio cine. Películas no convencionales que conectan por caminos inesperados. Le entrevistamos con motivo del Taller de cine en el Espai d'Art.
  
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Jonás Trueba durante el Taller de cine en el EACC.

“Estos talleres son una manera de seguir haciendo cine”. Así encara Jonás Trueba los momentos previos al Taller de cine que él mismo imparte en el Espai d’Art Contemporani de Castellón (los pasados 10 a 12 de marzo) mientras se toma un café y responde a nuestras preguntas. En realidad es él quien ha de explicar su experiencia como director y productor sobre dirección y producción, pero confiesa que también le sirven para aprender tanto como los propios alumnos.

Es hijo de Fernando Trueba y, sin un gran esfuerzo, logra escapar de esa idea de hijo de. Este joven director madrileño representa la nueva corriente del cine español. Su cine no es convencional, se basa en las vivencias y en todo lo que le rodea, consiguiendo llegar a aquellos límites de reflexión que muchas veces dejamos escapar. Desde una borrachera entre amigos, parte importante en su vida y su trabajo, que da luz a su tercera película, Los exiliados románticos (2015), a una canción que de repente se convierte en el guión de la misma. Todo resultado de una cabeza que está maquinando constantemente. Dos películas más a sus espaldas, Los ilusos (2013), que les llevó a la creación de Los Ilusos Films, y Todas las canciones hablan de mí (2010), pese a que se considera bastante incapaz para el cine, pero eso sí, iluso y perseverante. Nos encontramos con Jonás Trueba antes de que entre al Taller de cine y hablamos con él sobre cine en general y de sus películas en particular, lo arriesgado que puede ser salir de fiesta con él o lo importante que son las referencias literarias o la música en sus historias. Además, nos da una primicia y nos cuenta algunas cosas sobre su próxima película, La Reconquista.

>Un Taller de cine en el EACC es lo que te ha traído hasta Castellón. ¿Qué aspectos se están trabajando en él?
Está planteado como un taller muy abierto para hablar de cine. No quisimos definirlo en algo demasiado específico y concreto del cine. Ayer empezamos hablando, fíjate que fue interesante, casi como de la actitud que teníamos como espectadores con respecto a las películas y el cine. Es algo que muchas veces no nos planteamos tanto, y que empezamos directamente a abordar, a hablar del cine en concreto y damos por hecho muchas cosas. Y a mí reconozco que me preocupa cada vez más esa idea, ese lugar, esa actitud que tenemos con respecto al cine los que lo hacemos, los que lo vemos y, como al fin y al cabo todos somos espectadores, tengo la sensación de que el peligro que para mí puede correr el cine es que dejemos de posicionarnos ante las películas con generosidad. Y hablamos mucho de esto, estuvimos visionando también fragmentos, esa idea de que el cine puede ser muchas más cosas de lo que a veces creemos que es. Tendemos a limitarlo, a empobrecerlo, a pensar que las películas sólo son historias, por ejemplo, cuando pueden ser muchas más cosas.

>¿Incluso los propios directores caéis en esa trampa?
Absolutamente. Creo que nosotros como espectadores, porque todos los directores somos espectadores, también cometemos este error de reducir el cine a una única cosa, acabamos haciendo películas que obedecen a ese reduccionismo y a mí esto cada vez me… no sé, le doy importancia y me gusta cuando estás en un taller así con gente, que obviamente tiene curiosidad porque se apunta a un taller de cine, para poder hablar y debatir eso, y ser conscientes de cómo nos posicionamos ante las películas y un poco hablábamos de cómo cada película debería tener una manera de ser vista, no todas igual bajo un mismo patrón.

>Este tipo de talleres, ¿son otra forma de hacer cine?
Siempre digo que para mí el poder hacer un taller de este tipo o cuando doy clases en Madrid en una escuela, en un proyecto educativo en el que trabajo o incluso cuando escribo de cine, siempre he pensado que era una manera de seguir haciéndolo. O sea, que incluso cuando escribes de una película para mí es hacer cine o cuando estás compartiendo un taller o una clase es seguir haciendo cine porque lo estás pensando, lo estás debatiendo y, a veces, incluso ahí estás en lo esencial más que nunca.

Jonás Trueba, en el EACC.

>¿Cuál es el proceso creativo de tus películas?, ¿cómo se desarrolla una película como la de Los exiliados románticos, que no tuvo un guión convencional como tal? ¿Es arriesgado convertirse en actor o actriz de alguna de tus películas?
-Ríe- Son amigos y entran bastante al trapo, tengo esa suerte. La verdad es que lo más excepcional que tenemos la gente que estamos haciendo películas juntos es que somos un grupo de amigos y de profesionales que nos gusta hacer cine de una manera que compartimos, sintiendo que dependemos de nosotros con una cierta libertad, dándonos también la posibilidad de equivocarnos y de quitarnos de encima ciertas presiones que a veces parecen ineludibles cuando haces una película, y no tiene por qué ser así. Obviamente, cuando llevas unos compromisos de financiación, de ayudas y de no sé qué parece que te abocas a un tipo de compromiso después de producción, distribución y ese tipo de cosas. Como nosotros ya desde el principio trabajamos desde la base del encuentro amistoso, de los ratos y de construir un tiempo y compartirlo, la película está ahí como un elemento mása. Muchas veces esa idea de “bueno, a lo mejor esto no va a ningún lado”, es muy bonito tener esa posibilidad y eso sólo es posible desde una confianza muy grande de actores y de técnicos que trabajan así, y que además trabajamos siempre en una línea muy fina de poner mucho de nosotros.

>Aún sin un guión…
Pero hay mucho diálogo, mucha convivencia y conocerse. Con lo cual hay todo un terreno ya de partida que está ahí.

>Y que sabes que va a funcionar…
Y si no que va a funcionar, por lo menos hay una confianza que es bonito y se trabaja desde ahí. Incluso te puedes equivocar y tu capacidad de reacción es grande en este sentido.

>¿Sois ilusos?, ¿hacéis un cine iluso?
Sí, sí –ríe-. De hecho, después de Los ilusos hicimos nuestra productora, Los Ilusos Films. O sea, que ya nos hemos definido ahí en un sentido en el que, yo siempre lo digo, no es el peyorativo. Es verdad que usamos mucho lo de “eres un iluso” como algo malo, y nosotros lo vemos como algo bueno. Ilusos en el sentido de los que se ilusionan, esa idea del cine como ilusión.

>Entonces, ¿hacéis un cine para ilusos?
Pues sí, puede ser. Sí que es verdad que siempre aspiras como a tener un tipo de público, y las películas que hemos hecho son películas muy modestas que han tenido una repercusión modesta, pero para nosotros mucho más grande de lo que pensamos cuando las hacemos. Es bonito pensar que tienes un público bueno, un público que va a ver tus películas y es exigente, que se lo curra para ir a ver la película porque a veces tampoco se lo pones fácil, no estás anunciado en todos lados, etc., entonces tienen que buscarte muchas veces, y eso ha ido creando una pequeña comunidad de público que es muy bonita.

>Y una exigencia…
Sí, sabes que tienes, cuando es una película, una responsabilidad a la hora de proponer y no ir siempre a lo más evidente, a lo más fácil. Ahora hemos hecho otra película que estrenaremos en otoño, y es muy distinta a Los exiliados románticos porque es más larga y también vamos a ver cómo se ve, porque experimenta. Siempre piensas en cómo va a ser vivida la película, el momento de verla. Ver cómo entran en la película, si se quedan en ella o no… No sé.


>Tus películas abordan varias temáticas, unas más complejas, otras más comunes… En algunas de tus intervenciones aseguras que lo que intentas es llegar a una parcela que la vida real no consigue. ¿Cómo haces esto?
Es verdad que solemos partir de cosas muy sencillas en el fondo y muy cotidianas, como pueden ser las relaciones que todos vivimos más o menos entre la amistad, el amor y demás. Y a partir de ahí intentamos dar un paso, ir un poco más allá. Yo siempre lo digo: hay que intentar elevarse un poquito de la realidad, sin perder mucho el sentido. Me gusta hacer películas que parten de un componente de la realidad y de lo cotidiano fuerte, pero que lo pueda superar. Sí que es bonito que el cine tenga esa posibilidad de trascender muchas veces la propia experiencia realista, a lo vivencial, y llevarte a sitios o a plantearte cosas o variaciones y posibilidades sobre algo que has vivido. Creo que ahí hay algo de lo más bonito y emocionante de hacer este tipo de películas, que son un poco idealistas en ese sentido, porque buscan un ideal no muy lejano; que la sensación cuando veas la película sea la de que podrías conseguirlo. Yo creo que eso es importante, que la película genere una ilusión fuerte y verdadera.

>¿Es un escape para el público?
Pero sin pretender hacer películas escapistas. Yo creo que es como películas que nos recuerden que hay intensidades, vivencias y emociones que, a veces, en las vidas que llevamos se acaban perdiendo, y la película intenta refrescártelo.

>Los exiliados románticos surgió de una noche de borrachera con tus amigos. Has hecho que de algo tan simple como una borrachera salga algo tan complejo como una película. ¿Es mejor no quedar contigo?
De hecho hay varios amigos que ya me hacen bromas de “cuidado, que de un café con Jonás sale una película” –ríe-. Lo de la borrachera es verdad, y además lo hemos contado porque, en vez de parecer unos cachondos mentales, queremos reivindicar que muchas veces es verdad que una borrachera es una tontería, pero al final si lo piensas una borrachera una noche es algo muy complejo. En una noche de estas de borrachera pasan muchas cosas, surgen muchas ideas; hay cosas extrañas, cosas que recuerdas, cosas que no, cosas que te inventas al día siguiente…

>O que ocultas al día siguiente…
O cosas que ocultas –ríe-. Cuando hemos repasado esa famosa noche, en realidad nos dábamos cuenta de la cantidad de cosas que pasaron, entre otras que se nos ocurriera una película, que saliera un impulso de película, pero también más cosas. Y yo creo que está bien reivindicarlo, las películas a veces pueden salir de algo así y no sólo de tres meses encerrado en una biblioteca o en un estudio. La creación a veces es espontánea y brota de la vivencia más salvaje. En ese sentido, esta película -Los exiliados románticos-, obviamente luego tiene otras capas porque entre que pasa esa borrachera y llegas a rodar por suerte siguen pasando cosas que se van añadiendo y van haciendo la película más interesante, pero es verdad que sin esa borrachera esta película no se hubiera hecho.

>En la próxima película, ¿volveremos al verano o hay cambio de estación?
Cambiamos de estación, es una película navideña. Además es verdad que hemos empezado a decir que hacemos películas de periodos vacacionales, más que estacionales. La siguiente ya tiene que ser sobre Semana Santa –ríe-; ya hemos hecho la del verano, ahora hacemos la de Navidad y la siguiente debería ser de Semana Santa, una temática religiosa. Esta es navideña, es decir, transcurre en los días de Navidad, y por eso es también bonito estrenarla un poco pegado a esa fecha. Igual que con Los exiliados románticos, podríamos haberla estrenado en febrero pero nos parecía muy raro y quisimos aguantarla, la teníamos ya acabada y esperamos hasta el verano para que hubiera algo orgánico en los visionados.

>Como el que espera el anuncio de Estrella Damm en verano…
Nos hubiera encantado, y de hecho intentamos buscar patrocinios de cervezas y alcoholes, y todos nos rechazaron –ríe-.

>Bueno, con esta podéis probar con el mercado del turrón…
Sí, a ver si nos patrocinan los turrones o las castañas madrileñas.

>Una de las características fundamentales de tus películas es la música. Es un recurso constante, incluso se podría decir que el guión de Los exiliados románticos fue la propia canción de Tulsa.
Totalmente. Me ha pasado siempre: siempre hay un contacto previo con algunas canciones o con algún músico en particular que me ayudan mucho a centrar la película que quiero contar, porque me pasa habitualmente que leyendo ciertas canciones te surge como una emoción muy concreta de “ostia, esta sensación de esta canción me gustaría trasladarla a una película”. Y me parece que es un buen punto de partida. A veces sacas una película de cosas vivenciales y también es bonito sacarlo de la escucha de una canción o el sentimiento que te produce una canción, que es mayor que el de una película casi te diría.

>Más intenso…
Y la traslación de un sentimiento de una canción a una película yo creo que es bonita, y a mí por lo menos me ha pasado siempre. No es algo que busque, es casual.

>¿Van las canciones a ti o son las películas las que las buscan?
Sucede… No lo sé. En el caso por ejemplo de Los exiliados románticos fue que Miren Iza (voz Tulsa) me mandó “Oda al amor efímero”, y estaba oyendo mucho sus canciones y no te das cuenta y de repente cuando ves la película, cuando ya casi la has hecho, es donde realmente eres consciente de hasta qué punto si no hubiera estado escuchando estas canciones, si no hubiera conocido esto, no habría hecho esta película desde luego así. No hubiera surgido.

>Sin borrachera y sin canción, no habría película…
Desde luego que no. Además, es que los dos motores de Los exiliados románticos son la borrachera y las canciones, y ya con eso tiras –ríe-.

>Nadie va a querer salir de fiesta contigo o pasarte una canción…
Ya, ya –ríe-. Lo malo es que ahora te envían más canciones, y les digo: “No, no, que esto es algo que sucede”.

>¿Y otras referencias de las que hagas uso en tus películas, además de la música?
Quizá la literatura. Yo siempre pienso que he llegado al cine desde la literatura, y en ese sentido soy un poco clásico. Y también, igual que te decía antes de las canciones, ciertas lecturas han sido muy determinantes para cada una de las películas que he hecho. Además no lo he ocultado, en vez de sepultar las referencias como se suele hacer, he intentado integrarlas en la película. A mí me gusta trabajar con las referencias, igual que a veces es el contacto con los amigos y la risa, y quieres que esa risa esté en la película, pues una lectura también quieres que esté, igual que la canción.

>Es una forma de ser transparente con el espectador, como habéis tratado en el taller del EACC, ¿de hablar con él?
Sí, sí. Lo entiendo como un gesto humilde de hacerle partícipe de dónde viene todo esto. A veces eso puede verse como un gesto pedante, de hecho me lo han dicho algunas veces. Pero es lo que hay, yo creo que todo eso construye desde muchas capas cosas que aparecen y que yo lo veo en realidad como algo muy cotidiano, como es una lectura, una canción, una conversación,…

>Todos nos guardamos canciones, y tú las transformas en películas…
Sí, forman parte de la vida cotidiana y es bonito que estén en la película.

>Tus películas son tú, da igual si hay un personaje, tres…
En la última ha habido algo de los tres personajes de alguna forma, dentro de que los tres podrían tener algo de mí pero tienen mucho de los tres actores que los interpretan más que de nada. Creo que uno siempre ha de estar en sus películas, me parecería raro o casi diría imposible hacer una película en la que no esté de alguna manera. ¿Cómo no vas a estar? Una película para mí es estar. De hecho cada vez me pasa más, que cada vez entiendo más que dirigir una película es ir allí a estar mientras la hacemos, más que dirigirla es como “yo ya voy y estoy”, y en ese estar aparece ahí la película –ríe-. Creo mucho en que, que lo decía Truffaut que era muy bonito, una película es el producto de un hombre y sus circunstancias. Tú haces una película, y la película que hice el año pasado no la haría hoy, son otras circunstancias.

>¿Siendo siempre iluso?
Siempre siendo iluso, de momento. A lo mejor me convierto en un cínico de la ostia –ríe-, pero espero que no.

>¿Has pensado en hacer algo que no sea cine, como escribir o teatro?
Me encantaría, pero no sé si sería capaz… Soy bastante incapaz en general para casi todo, incluido el cine. ¡Es verdad eh! –responde a mi cara de sorpresa-, me siento bastante incapacitado en realidad para el cine, pero es lo que de alguna manera más conozco y me resulta más natural, más fácil en cierta forma. Pienso mucho en eso, me encantaría, nada me gustaría más que poder escribir y publicar. Y lo pienso y escribo, pero le tengo respeto.

>¿Se queda apartado por ahora?
Se queda apartado, sí.

>Hasta la siguiente borrachera…
Hasta que igual algún día me animo, y hago algo.

>¿Y teatro?
He tenido pequeñas experiencias de teatro, he hecho alguna cosa, siempre todo muy en petit comité, muy pequeño y que incluso no lo llamaría teatro, han sido acercamientos a lecturas y textos puestos en escena. Y con la literatura igual, he publicado, he escrito en medios y publiqué un librito. He coqueteado pero siempre ha sido así: como que no quiere la cosa y lo haces, pero siempre con bastante respeto.

>Representas a una nueva corriente de directores, los del otro cine español, pero en tu cine de hoy se pueden percibir ciertas influencias del cine clásico
En esto tampoco tengo problema, que a veces se percibe también como de intelectual y tal. Desde el momento en el que te apetece hacer cine, como si te apeteciese pintar o escribir, una de las cosas bonitas es que entras a formar parte de una tradición, de una cosa que es de otra mucha gente que antes que tú ha hecho eso, ha tenido el mismo impulso que tú. Y yo creo que eso es bonito y negarlo es raro. Obviamente yo hago cine, pero no ignoro la historia del cine porque pertenece al arte en el que yo me muevo, igual que entiendo que otros pintores ves que… Es como que en la pintura o en la literatura por ejemplo, está permitido. Está permitido que un pintor haga una versión de otro cuadro, de cinco siglos antes que le gustaba o el mismo motivo lo pinta de otra forma hoy o un escritor habla de otro escritor o pone una cita. Y esto es normal, en cambio en el cine parece que eso está como mal visto, y dices: “Pero, ¿por qué?”. Ahí te das cuenta que quizás es joven todavía. Y es que todavía estás descubriendo películas que a lo mejor se han hecho hace cuarenta, cincuenta o noventa años que son alucinantes y que están por descubrir, que a lo mejor tú las ves hoy y te impactan y te conciernen. Entonces estás en diálogo con esas películas, y una de las cosas que a mí me gustan del cine es la idea del diálogo entre las películas, entre los cineastas, entre…

>De repente puedes ver trastocada hasta la idea de tu propio trabajo…
Por supuesto. Para mí el cine tiene que ver con eso, es una vivencia, una conversación entre otras películas, con otros cineastas con los que de alguna manera intentas dialogar a veces. Lo veo como una de las cosas que me gustan de hacer cine.

>¿Y sigues alguna norma a la hora de hacer tus películas?
Verdaderamente, no. Intento no sistematizar nada.

>¿Para no aburrirte a ti mismo?
Que no me aburra yo y quizá porque estoy todavía buscando; porque soy muy inexperto y porque no me considero que tenga todavía mucho oficio, y tampoco es algo a lo que aspire mucho. Creo que hay cineastas que son claramente muy potentes de oficio, que dices: “Joder, este tío es un señor director que podría dirigir muchas películas”, y yo no me veo así. Yo me veo que puedo dirigir algunas pocas películas que me conciernen y que siento que las tengo que contar, pero que no tengo un oficio. Te diría que no, que no soy en eso virtuoso y no creo que lo vaya a ser. Soy más bien torpón, pero me voy acercando a las cosas. Pero no me importa, incluso reivindico esa faceta de no dejar de ser amateur.

>De hacerte el tonto…
De hacerse el tonto con cada película como si empezaras por primera vez y como a ver qué pasa, los mismos nervios y no sentir nunca del todo que ya te lo sabes y que ya tienes un sistema que aplicas. Aunque hay directores que obviamente admiras y ves que lo han encontrado y que tienen una manera de hacer que siempre es la misma, y eso es fascinante, esa tranquilidad, pero yo no la he tenido.

>Pero también es positivo…
A mí me estimula, me da la sensación de que cada película requiere una manera de hacerla a todos los niveles. Y que ese cómo lo haces no sea capricho, sea orgánico con lo que se quiere transmitir.

Jonás Trueba.

>¿Qué le dirías a alguien que tiene su proyecto en casa y está pensando en cómo sacarlo adelante? ¿Hay que ser iluso?
Y que sea pesado. El cine tiene mucho que ver con la perseverancia. Cuando doy clases veo gente que quiere hacer cosas, pero les veo poco perseverantes. Quieren rápidamente que les expliques y les des la receta para que les vaya bien. Y yo no lo veo así, yo he visto que los que han hecho películas buenas e interesantes en general les ha costado mucho hacerlo. Pero, normalmente, cuando alguien tiene un poco de talento y verdaderamente ganas, acaba haciendo cine. Pero tiene que pasar por un proceso de bastante pesadez y de resistir e insistir mucho, y de perseverar mucho. Por ahí siempre encuentras tu manera de hacerlo, y hoy en día incluso es mucho más accesible que cuando lo hacía mi padre.

>Hoy en día, con internet. ¿Es el enemigo o el amigo del cine, permitiendo publicar trabajos, accesibilidad, etc.?
Con todos los males del mundo en el que vivimos, yo creo que es mejor que casi cualquier mundo anterior. Y con respecto al cine que algunas veces ha sido un arte demasiado caro, complejo e incluso elitista, ahora lo es menos en cierta forma. Ahora tiene esa posibilidad de ser hecho por cualquiera que tenga confianza.

>Además de la perseverancia y la ilusión, ¿has tenido algún tipo de ayuda que te facilitase desarrollar tu trabajo?
Yo he tenido mucha suerte, he sido un privilegiado en el sentido en el que he crecido en una familia de gente que hace cine, y eso te ayuda mucho a situarte y a generar una relación con el cine más verdadera y menos… Me doy cuenta cuando hablo con gente que viene de familias que no han tenido nada que ver con el cine, que a veces se han hecho una concepción del cine demasiado compleja, glamurosa e incluso extraña. He podido generar una relación con el cine más real. Dicho esto, no he tenido suerte, no hemos tenido una facilidad de apoyos ni institucionales ni de productoras en general… Nunca se han interesado mucho en mis proyectos, ni he tenido apoyos públicos e incluso en un momento dado hemos dejado de buscarlos, hemos asumido que hacemos un cine que no interesa a esa idea del cine como más institucional, y hemos ido creciendo y encontrando nuestra manera de hacerlo en una precariedad bastante grande. Y no es algo que reivindiquemos, que a nosotros nos gustaría a veces tener las cosas un poco más fáciles y creemos que nos hemos ido ganando ese hueco, ese derecho, y que la gente ha ido viendo que hacemos películas que son como son, pero que tienen una escala real, que no son películas deficitarias. Bueno, ahora por ejemplo, en la cuarta película hemos tenido una pequeña ayuda de TVE, con lo cual ya es un paso, se agradece que se hayan interesado por la película y comprado los derechos, lo que nos ha permitido a su vez tener otras cosas.

>Por perseverantes…
Exacto. Pero que ha costado llegar a eso.

>¿Primero piensas en la historia y luego ves si la puedes desarrollar?
Cada vez pienso menos en historias, y es más como que me surge una película como una necesidad. Notas que hay un pálpito de hacer algo, y luego ya vas viendo el lío que supone la película, vas ajustándola a sus posibilidades. Pienso que hay que hacer cine posibilista, que se pueda hacer, lo que no quiero hacer es películas que no pueda hacer y frustrarme no haciéndolas, eso me da miedo.

>Y… ¿Algún adelanto de la nueva película?
Se llama La Reconquista, y esperamos estrenarla  en otoño. Es una película que de alguna manera cierra un tiempo nuestro, es una cuarta película que creo va a ser un punto y aparte. Después ya hay un abismo –ríe-. Es a la vez muy sencilla, creo que dialoga con las otras. Una película lleva a la otra, y siempre ha pasado que una película que he hecho… Mira, con la primera ya me surgió, también por cierto cabreo que me iba generando mi propia película, me surgió la segunda, que salió en contraposición a la primera; y de alguna manera la tercera, Los exiliados románticos, salió en contraposición a Los ilusos. Aunque son hermanas y tienen que ver, ahí donde Los ilusos había sido una peli hecha en siete meses y documentada, esta la hicimos en doce días, en color, con una cámara digital… Como oponiéndose en muchas cuestiones formales, y entonces ahora en oposición a Los exiliados románticos, ésta se ha rodado a lo largo de más tiempo, una película que es larga, que nace de una idea de trabajar como con el tiempo… Es una película que habla del tiempo y de la identidad, de lo que somos y de ese momento en la vida en el que nos planteamos qué queda de nosotros, de lo que hemos sido, de lo que hemos dicho, de las palabras,…

>Un momento similar al que os encontraréis cuando se estrene, ese abismo del que hablas…
-Ríe y asiente con la cabeza-.

Ya es la hora y, mientras se acerca ese abismo o no, Jonás Trueba, el director torpón, se va a impartir la segunda clase del Taller de cine en el EACC.

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