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Arenal Sound, Bad Bunny, Bad Gyal, crónica, James Blunt, Jess Glynne, La Raíz, Rozalén, Steve Aoki
Jess Glynne, uno de los directos más destacables del Arenal Sound 2018. Foto: Cristian LJ Photography.
Parece ser que al sounder sí que le gusta ir a los conciertos sin necesidad de que sea de madrugada. Así lo ha demostrado en la 9ª edición del Arenal Sound (31 julio-5 agosto) llenando el recinto desde primera hora de la tarde cada jornada para recibir a propuestas como El Kanka, Rozalén o Bad Gyal. Un público joven, masivo, según la organización este año ha habido una asistencia de 300.000 personas a lo largo de la semana, y cada vez más ecléctico. Con ola de calor incluida (seguro que el sounder suda purpurina, sin duda). Mientras vuelven a casa, el Arenal Sound empieza a dar forma a la que será su décima edición: del 30 de julio al 4 de agosto de 2019.
El Arenal parece que ha aprendido tras las polémicas del año pasado, y toma medidas para evitar el exceso de aforo limitando el horario de las pinchadas los días de pre-festival (31 de julio y 1 de agosta) hasta las 21.00 y sacando algunos dj’s del escenario de la playa al recinto. Pero toda cara tiene su cruz, y pese a que el festival parece haber mejorado su estrategia de aforo, la sonorización de los escenarios, sobre todo del Negrita, se queda como tarea pendiente; y con varias propuestas perjudicadas, como la de Rels B, Recycled J, Fyahbwoy o El Columpio Asesino. Estos últimos también sufrieron los cambios de escenarios debido al ajuste del horario tras la caída del cartel de Full. Más tareas pendientes, como el manto de vasos de plástico y basura que queda acumulada en el recinto y en la playa; porque no solo sirve el uso de un hashtag u ofrecer servicios premium por reciclar cuando encontrar una papelera es como jugar a ¿Dónde está Wally?
En lo musical, géneros como el rap y el trap le toman el pulso al indie, que solo consigue cuajar en el Arenal a través de propuestas ya consagradas pero no de aquellas emergentes. Y pese a que muchos directos no sonaban a nuevos en el festival, como en el caso de Dorian, La Pegatina, Green Valley o incluso el efectivo Steve Aoki, lo cierto es que el festival también nos ha revelado otras propuestas de peso como Bad Gyal, Delaporte o Juancho Marqués. Lo más destacable, la voz de Jess Glynne, la despedida de La Raíz, Bad Bunny demostrando que el reggaetón se puede llevar al directo, un ecléctico James Blunt, la edm reinando junto a Steve Aoki o Rozalén acompañando al atardecer.
Una de las cosas, más allá de la música, que han ocurrido durante estos días en Burriana tiene un significado relevante. Y es que han sido muchos los y las artistas que han aprovechado para convertir los micrófonos en potentes altavoces para reivindicar, en reiteradas ocasiones, el feminismo y la libertad de la mujer; aunque más de uno, además de vociferar en nombre de ellas también debería revisar su música y conductas. Otro de los mensajes que más se han repetido han estado relacionados con la ley mordaza y los recientes casos de censura que se han vivido en el mundo de la cultura en general y en el de la música en concreto.
Del reggaetón del conejo malo a la potencia de Jess Glynne
“Que no os digan nunca que no se puede”, y él lo sabe muy bien porque hace dos años, justo antes de convertirse en una de las referencias de la música urbana latinoamericana, del trap latino y del reggaetón, antes de que su confirmación en un festival pudiese despertar amor y odio a partes iguales o antes de que sus canciones sumasen millones y millones de reproducciones, Bad Bunny trabajaba en un supermercado mirando a sus ídolos sobre un escenario, los mismos con los que ahora colabora. Y así lo cuenta sobre el escenario. El artista puertorriqueño llegaba al Arenal Sound como uno de los cabezas de cartel y gran reclamo. Todas las miradas puestas en él.

Bad Bunny hizo pleno en el Arenal Sound. Foto: Jota Martínez/Arenal Sound.
Redondo. Con una puesta en escena similar a los directos trap americano (dj colocado en una tarima de gran altura y juegos de imágenes creando narraciones paralelas), Bad Bunny no se valió de grandes artificios sobre todo en comparación con sus compañeros de jornada). Arranca con “Estamos bien” para cerrar con “Chambea”, y no se deja ni una de sus canciones más conocidas, tanto colaboraciones como en solitario. Incluso sorprende con una a capela de “Amorfoda”. Fue cómplice rompiendo la barrera con el público y borrando esa imagen de conejo malo. Probablemente lo de Bad Bunny en el Arenal Sound no ha sido uno de los directos más destacados en la historia del festival, pero tampoco el pinchazo que se esperaba de aquellos artistas tipo “mucho ruido y pocas nueces”. En lo musical, como siempre, para gustos, colores; pero nada que se le pueda reprochar.
Para impecable la voz de Jess Glynne. Gigantesca sobre el escenario, tanto ella como su banda, con la que muestra una complicidad al 100%. Arrancó con su popular “Rather be”, y fue suficiente para meterse al público en el bolsillo. El resto, una sucesión de temas pop y r&b con pinceladas contemporáneas con los que acabó de redondear uno de los mejores directos de esta edición.
Hablando de presencia femenina y de voces imponentes, tanto cuando rapea como cuando muestra su voz en las partes más frenadas, Azealia Banks tampoco se quedó atrás. Repite en el festival y sigue disparando sus rimas como una auténtica diva. Ha dejado atrás esa furia de “212” para acercarse a sonidos más comerciales (“Anna Wintour”), pero sigue siendo fuego. También de mención el directo de James Blunt que muestra una cara pop un tanto alejada de aquel relajado “You’re beautiful” (que tampoco faltó) pero con la misma potencia y presencia a través de su disco The afterlove, y con el que se hizo con la complicidad total del público.

James Blunt. Foto: Cristian LJ Photography.
Tampoco fallaron aquellos que visitan los festivales de Castellón cada año, Crystal Fighters. Un espectáculo divertido es una de sus indiscutibles bazas para triunfar cada vez que pisan un escenario. Con su clásica puesta en escena repleta de plantas y flores de todo tipo y a ritmo de fuegos artificiales, no dieron tregua (“Love Natural”, “Plage”).
Steve Aoki también persiste en un show que no cambia un milímetro. Sin embargo, aunque esta vez se lanzó con un exclusivo “Lie To Me”. El aclamado dj visitaba Burriana ya por tercera vez. Entre los momentos más esperados sus señas: el famoso Cake me! (con una decena de fans portando pancartas a modo de diana). Una fiesta que, cómo no, acabó disparándose fuegos artificiales de todo tipo y desde varios puntos del festival.

Steve Aoki en el Arenal 2018, haciendo como nadie de la edm un show. Foto: Nerea Coll.
Al sounder le gusta la música urbana (y Bad Gyal se los merienda)
Significativo el papel que ha adquirido el rap dentro del cartel del Arenal Sound, demostrando que es uno de los géneros que más demanda el público joven. Las razones se encontraban en conciertos como el de Rels B y su rap con aires r&b, acompañado de la potente voz de Immssd, o Juancho Marqués, quien contó con la presencia de su hermano, la otra mitad de Suite Soprano, Sule B, el acompañamiento de Javi Dose (Los Chicos de la Lluvia) y dos adelantos del que será su próximo disco junto a la cantaora María José Llergo. “Nos vamos a comer el mundo” coreaba el Arenal, y así fue. También, entre el rap, el trap y el pop, lo hizo Recyled J, tal vez abusando demasiado de autotune, junto a Selecta; sonó su Oro Rosa, el Milagro (con una aclamado “Muertito de la pena”) y, con el público eufórico, sus temas firmados junto a Natos y Waor (“Speed”, “Arizona”, “Carretera”).

Juancho Marqués sobre el escenario Negrita. Foto: Cristian LJ Photography.
En el terreno más cercano al trap nacional, otro nombre que pisó el Arenal (y, literalmente, navegó sobre él) fue Kidd Keo. Con un directo de un nivel bastante bajo en comparación a sus compañeros de escena, suficiente para pasar el tramo y que dice mucho menos que la (imcomprensible) fama que le persigue. Aún así, el escenario de la playa a reventar para escuchar cómo Kidd Keo pide que las chicas se quiten el sostén porque, claro, “toa’esa’puta fuera el sostén”. Menos mal que un día después Arkano demostraría que las rimas también pueden tener un sentido mucho más potente; sin olvidar su particular exhibición de freestyle.
La representación reggae del cartel de esta edición corrió a cargo de Green Valley. Otro clásico del festival, y un año más confirmaron pleno de asistencia en su concierto. Su actuación tuvo detalles como el del momentazo emotivo con “Si no te tengo” que, a piano, invadió al público entre luces. Con anécdota incluida tras dar a conocer que el cumpleaños de un seguidor que llevaba una pancarta coincidía, precisamente, con el de Ander Valverde (voz). Y de la corriente del roots más clásico al dancehall con Fyahbwoy. Lo de chico de fuego lo cumple al 100%. En tan solo 50 minutos de directo consiguió hacer un auténtico repaso a su discografía, desde el aclamado “Fenomenal” hasta otros más recientes como “Mañana ya veré”, incluido también su último disco F.Y.A.H. Eso sí, la calma para poder saborear “Forget & forgive” del tirón. Con sorpresa en el escenario, aparición de Denom (“Historias de amor de barrio”), aprovechando que el mc había protagonizado uno de los conciertos de las fiestas previas en la piscina del Arenal (sobre la piscina mejor no hacer muchas referencias).
Dancehall también en clave femenina y combinado con trap con Bad Gyal, que se anota el uno de los llenos de la primera hora de la tarde. Lo de Bad Gyal tiene varios significados, y el más importante es que ha conseguido dar forma a un discurso que hasta ahora parecía exclusivo de los hombres; porque no solo ellos quieren beber, bailar, tener sexo o ganar dinero, porque, por muy vació que parezca, hasta ahora, sobre el escenario todo esto solo les pertenecía a ellos. Y además Bad Gyal lo cuenta de una forma única, siendo una de las pocas artistas dancehall nacionales. Fue la “Fiebre” del Arenal.
Sospechosos habituales en el Arenal Sound: Dorian, La Pegatina, La Raíz,...
Quienes están como en casa son La Pegatina. Su concierto del domingo suma el séptimo en la historia del festival, pero siguen teniendo una conexión especial con el público del Arenal. El broche, su “Lloverá y yo veré”, con unas nada esperadas cuatro gotas de lluvia (la casualidad). También el Arenal como parada de la gira Nos volveremos a ver de La Raíz, con la que el grupo se despide, siendo más un hasta luego que un adiós, de su público. Con una sonada polémica de la que la banda se hacía eco sobre el escenario. Las despedidas no son fáciles, y menos cuando cada vez que pisas escenarios como el del Arenal consigues que el público se entregue por completo. Un hasta luego que dejaba como fotografía final un escenario principal hasta arriba coreando a pleno pulmón su “A la sombra de la sierra”.

'Nos volveremos a ver', La Raíz. Foto: Cristian LJ Photography.
Una de las claves de La Raíz es que ha sabido convertir su música en conciencia, y viceversa. Dando forma a canciones que son coreadas y sentidas como auténticos himnos. Algo muy similar a lo que ocurre con La M.O.D.A., que cada vez que pisa un escenario se crece aún más. Pero La Maravillosa Orquesta del Alcohol conecta con su rock-folk, como “Héroes del sábado”, o del día y festival que sea. Con honores, en este caso en el escenario Negrita, el indie-rock de Sidecars demostraba que el Arenal es territorio conquistado de sobra, que no quedó duda de que el festival es fan de ellos.

La M.O.D.A. los 'héroes' del jueves. Foto: Cristian LJ Photography.
Se conoce muy bien el festival también Carlos Sadness, irrumpiendo en el escenario caracterizado del siglo XVI, pelucas incluidas (“Sebastian Bach”). Es uno de los nombres del indie del festival, demostrando que parte de los asistentes apuestan por este género. Bastante de esto tiene que ver con que sus directos se caracterizan por ser muy versátiles llegando a atreverse, incluso, a improvisar un rap (esos recuerdos a Shinoflow). Y esta edición del Arenal también ha servido para vivir algún que otro flashback. Algo sí ocurrió con Dorian, ya habituales en festivales, tanto en el Arenal, que es su casa, como en otros de la zona (estuvieron en la pasada edición del FIB). Cuando crees que estás viendo un concierto que ya has visto antes sobre ese mismo escenario. Cuando no pasa nada que no haya pasado en otro momento, otro verano. Cuando “La tormenta de arena” parece la excusa.

Carlos Sadness, qué electricidad en el Arenal Sound 2018. Foto: Cristian LJ Photography.
Del recinto a la playa (y viceversa) con llenos (Rozalén, El Kanka, La Casa Azul) y enfados (El Columpio Asesino)
Una verdadera lástima que no se haya coordinado de forma eficaz el cambio de horarios y escenarios en la jornada del sábado. Los grandes afectados, El Columpio Asesino, quienes manifestaron su descontento sobre el escenario al ver cómo se les pasaba del escenario secundario al de la playa, lo que solo sirvió para que el número de público se viera significativamente reducido, algo que, sumado a los fallos técnicos durante el show que les obligaron a parar durante diez minutos y que no se trata de una de las propuestas tipo del festival, rompió con toda la motivación tanto del público como de la banda.
Pero hubo luz con uno de los conciertos más relevantes, Rozalén con un directo espectacular y un formato de show bastante fuera de lo común y reivindicativo. Con aparición por sorpresa de El Kanka, que también actuaría poco antes con su habitual desenfado y carisma, siendo uno de los directos más concurridos de las tardes. En la línea del indie, La Casa Azul sigue apostando por el espectáculo futurista que le es propio, esta vez entregando a sus seguidores pequeñas píldoras de lo que vendrá en su próximo álbum (“El momento”, “ATARAXIA”). También la rabia y el desenfreno rock vino de la mano de unos Sexy Zebras algo cojos sin su tercer pilar, el guitarrista Tigre, quien no pudo venir por indisposición.

Rozalén, uno de los directos más destacados de la 9ª edición del Arenal Sound. Foto: Cristian LJ Photography.
El arranque de Maldita Nerea son de esas cosas que no parecen propias de un festival que va a cumplir 10 años, y es que, pese a los retrasos que se sufrieron en los conciertos y los cambios de escenario el viernes, cuesta entender cómo puede ser que estuviesen sonando a la vez, estando juntos los escenarios, el final de David Otero y Maldita Nerea. Aún así, tras un principio desconcertante, las tortugas consiguieron redimirse.
Con Beret quedó demostrada la euforia imparable con la que es seguida sus conciertos por parte de sus seguidores más jóvenes. Por su parte, parece que The Vamps les costó conectar al 100% con el público del Arenal, y no será porque la propuesta pop-rock de la banda británica no tenga las claves para hacerlo o porque a su cantante, Bradley Simpson, parecía que le faltaba escenario para saltar y correr. No se cogieron hasta descargar con sus hits (“Oh Cecilia”, “All Night”) y con destacable versión de “Mr. Brightside”. También le costó hacerse con el público a Mueveloreina, y es que la acidez y el doble sentido de sus canciones a ritmo de trap latino pueden costar de entender.

Bradley Simpson, voz de The Vamps, frente al público del Arenal Sound. Foto: Cristian LJ Photography.
El tentáculo OT llega al Arenal Sound
“¿Y por qué no puedo pasar de Operación Triunfo al Arenal Sound?”, así defendía Alfred García su presencia en el festival (bueno, también haciendo una sutil comparación entre Harry Styles y David Bowie, pero eso sería otro tema). No hay razones por las que no pueda estar en el Arenal Sound, pero tal vez no es el momento (aún). Tampoco fue un día fácil, el concierto arrancaba con media hora de retraso por lo que parecían problemas técnicos, y de los que el artista se quejó en más de una ocasión, provocando un retraso en el resto de conciertos. Alfred llegaba al festival dentro de su gira 1016 is coming, una gira-test en la que, además de versiones (como “Insurrection” de El Último de la Fila como arranque), también temas del que será su próximo disco y canciones propias (con un coreado “Que nos sigan las luces”).

Alfred García, primer concierto del viernes 3. Foto: Cristian LJ Photography.
El fenómeno OT vaticinaba lleno seguro a primera hora de la tarde del viernes, pero lo cierto es que en el caso del sounder aún no tienen el mismo tirón que nombres como Bad Gyal, Rozalén o El Kanka, con los que ha compartido mismo horario. Y de la corriente OT a la de Taburete con su oda a España y México. Mientras, hay quienes mejor nos refugiamos entre los pogos, bailes y ritmos de El Tío La Careta en el escenario de la playa.
Delaporte y Bely Basarte, entre los destellos del festival
En los festivales siempre hay espacio para nuevos focos y pequeñas luces que parpadean y en ocasiones deslumbran. Es el caso de la pareja de Delaporte, un torrente de voz y un looper con base de electrónica es todo lo que necesitan para hacer vibrar la pista, a base de melodías cautivadoras que en ocasiones se atreven con los ritmos más cercanos la música experimental.

Delaporte. Foto: Cristian LJ Photography.
Otro de los nuevos fenómenos entre los jóvenes es Bely Basarte, con una voz que encandila a cualquiera, se ha hecho un hueco más que merecido en el panorama festivalero español nueve años después de arrancar su trayectoria musical a través de Youtube, y es que acompañada de su guitarra acústica no necesitó de nada más para atrapar a una explanada en la que no cabía ni un alfiler.
También los rusos Little Big, una peculiar agrupación que derrocha energía con su estilo rave y apoya sus shows en la parte visual. Ya son conocidos como la versión rusa de Die Antwoord, y su espectáculo tiene poco que envidiar. Desde la escena rock y ska, Vendetta dieron todo de sí mismos ante un público entregado. Con un ambiente cargado de vitalidad altamente contagiosa, su actuación fue una fiesta de pogos sin descanso.
La reina del Arenal Sound, la electrónica
La electrónica sigue siendo la reina del festival, y tan solo hace falta ver la cantidad de público que mueven. Además de Steve Aoki, la sesión de Lost Frequencies protagonizó una de las mejores pinchadas que se pudieron disfrutar en estos cuatro días. Con una combinación de mezclas de lo más acertada, incluyendo los ansiados temas de remember como “One more time”, la explanada bailó a ritmo de los hits comerciales más de moda. Tras él, el viernes también, el escenario principal recibía desbocado a un Martin Jensen que en el sandwich Dimitri Vegas/Steve Aoki no se quedó atrás. Pero no todo fueron luces, la jornada del sábado nos dejaba un insulso Jax Jones.
Y si la edm es la reina del festival, nombres como The Zombie Kids (junto al mc Costa, otro habitual), Space Elephants, Les Castizos (con acompañamiento de Deivhook, batería de Kitai, que volvió a surfear con su batería sobre el público) o Gomad!&Monster son los reyes. No hay cierre de Arenal que no se valga de la repetitiva pero efectiva fórmula del confeti, bailes y demás adornos que corroboran aquello de que a las 6 de la mañana prima más la diversión que la calidad de los sets. Lo que es innegable es que formaciones como Space Elephants tienen la clave para hacerse con los amaneceres de Burriana. Aunque, eso sí, con nuevo escenario. El festival nos tenía acostumbrados a programar este tipo de propuestas al escenario de la playa pero este año les hemos visto en los escenarios principales. Tal vez aprendiendo de los problemas de aforo que tuvieron en la pasada edición y evitando malos tragos como con el de TZK en 2017.
El festival de Instagram
Son los otros artistas del festival, sin duda. Influencers, youtubers o instagramers, despiertan el mismo revuelo que cualquier otro artista (y en algunos casos, incluso más). Porque no hace falta que Dulceida pinche para que gran parte del festival esté pendiente de sus movimientos en la zona denominada el Motel dentro del recinto. Además, esta edición parece que su presencia ha despertado el revuelo y la curiosidad de los medios que incluso se han atrevido a poner precio a cada foto publicada en sus cuentas. Pasión por la música, estrategia de marketing, postureo o un poco de todo, pero, sea como sea, son el otro cartel.
Y no es de extrañar, ya que el Arenal se ha convertido en el festival de Instagram (y de la purpurina, el 'brilli brill' que diría La Vecina Rubia), tan solo hay ver la cantidad de posts e Instagram Stories que aparecen en su ubicación y hashtag. Cada centímetro del recinto se convertía en el marco perfecto para inmortalizar un concierto, los stories para compartir el hit con sus seguidores y el intercambio de arrobas como el nuevo "¿Me das tu teléfono?", incluso el recinto cuenta con una particular peluquería (con una cola kilométrica cada día). Porque el festival también se vivía en las redes sociales.
Entre las estrellas de redes sociales, de calidad musical discutible, cabe mencionar el show de The Tripletz. Sería engañarse decir que este tipo de reclamos no mueven masas como lo hace la música de verdad. Lo hacen y además sin esfuerzo. Ejemplo de ello fue el escenario Negrita a reventar como ninguna otra jornada, y es que midiéndolo en parámetros de espectáculo no le cabe más: bailarines, efectos de gran fuerza visual, unas remezclas más que adictivas de todo tipo de hits... Eso sumado a la oportunidad de ver bailando a los ídolos de muchos jóvenes ya hace para estos que el resto de argumentos pierdan la partida. En el siglo XXI la promoción está en redes sociales, los youtubers no fueron los únicos, King Jedet también arrasó en el Thunder Bitch a base de bailarinas y pop urbano.

El Arenal ya mira a su 10ª edición, del 30 de julio al 4 de agosto de 2019. Foto: Cristian LJ Photography.
Este año hemos tenido un excelente cartel por los festivales de nuestras ciudades, sin duda es algo genial, seguro que este año que viene va a explotar el trap en España.