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¿Qué llega a decir de nosotros el lugar en el que vivimos? ¿Cómo nos define o cuál es su grado de influencia en nuestra forma de ver o entender el mundo? ¿Qué huella dejamos en nuestros espacios vitales? Estas son algunas de las reflexiones que nos plantea el festival de fotografía Imaginària a través de algunas de las exposiciones de la primera parte de su edición de 2021. Sobre las diferentes dimensiones de nuestro entorno; de lo más general (los diferentes parajes de nuestro planeta) a lo particular (nuestro propio cuerpo).
El festival arrancó el pasado 30 de abril con la inauguración de la exposición Cuadernos de viaje de Juan Manuel Castro Prieto en la Llotja del Cànem, propuesta que se suma a otras 37 muestras expositivas y actividades (entrada libre; aforos limitados según la sala y reserva previa para las actividades). Programación que este años se divide en dos fases: de abril a julio y de septiembre a octubre.
Son varias las propuestas que aprovechan para aplicar una necesaria mirada a lugares y situaciones de nuestro mundo que se alejan de nuestra civilización y que urgen de nuestra atención. Un ejemplo de ello es una de las exposiciones que se pueden encontrar en el Museu Etnològic: Oxímoron de Tony Tirado (hasta el 30 de mayo), que mediante el contraste visual generado por la oposición de dos fotografías (basada en la figura literaria de la que toma nombre la muestra) de nuestra naturaleza explicita el peligro de la desertificación y las irreversibles alteraciones de nuestro medio provocadas por la mano del ser humano.
Juan Manuel Castro Prieto, con su exposición Cuadernos de viaje en la Llotja del Cànem (hasta el 5 de junio), recorre los otros cuatro continentes para evidenciar nuestra conexión con otros pueblos de nuestro mundo y su vinculación con su territorio. Mediante retratos de Etiopia, ndia, Perú, Marruecos, Vanuatu y Rusia, el fotógrafo madrileño inmortaliza sin ningún atisbo de paternalismos formas de vida complementarias a las de la sociedad occidental.
Por contraste, Los hijos de los muertos enseña al visitante una forma de vida mucho más insólita. La exposición de Luay Albasha en el Menador Espai Cultural (hasta el 30 de mayo) representa la cotidianeidad en Al Arafa: el cementerio más antiguo de Egipto en el que viven más de 50.000 ciudadanos de El Cairo. Las intervenciones de los propios habitantes en el documento audiovisual que completa la muestra fuerzan una reflexión sobre nuestra consideración de la muerte y la vida.
Las exposiciones de Imaginària no solo muestran las virtudes y defectos de las formas de vida en otros países del globo, también hay lugar para la crítica social de nuestro estado. Una de las más contundentes se puede visitar en el Museu de Belles Arts: Sand Castle, trabajo de Markel Redondo (hasta el 27 de junio). El fotógrafo bilbaíno visitó los grandes complejos residenciales desamparados por el estallido de la burbuja inmobiliaria en la crisis de 2008 con la intención de fotografiarlos a vista de pájaro. De dicha manera, las ambiciosísimas macroestructuras de Calpe, Cullera, Benidorm, Málaga, Burgos, Fuerteventura, Murcia y Pego se nos presentan como obras faraónicas cuyo abandono ha convertido en ruinas modernas y la cara más fea de un país que aún se recompone.
Jesús Montañana también denuncia en su intervención en Imaginària aquello de nuestra acomodada sociedad que se trata de ignorar voluntariamente por las carencias que evidencia. Lo que no se ve visita con crudeza los lugares en los que se cometió un asesinato de violencia machista en España durante el 2017. Una radiografía presente en el Espai Cultural Obert Les Aules (hasta el 5 de junio) que expone a los homicidas y retrata un mal mayor que sigue cobrándose víctimas a cada semana que tachamos del calendario.
La ciudad de Castelló también tiene su lugar en Imaginària. Concretamente, el agotado cauce de su río que atraviesa el noroeste de la capital. En el Museu Etnològic se puede visitar también Un fragment de Riu Sec (hasta el 30 de mayo): taller colectivo coordinado por el artista visual Agustín Serisuelo que ofrece una amplitud de enfoques a uno de los puntos menos señalados de la urbe.
Del entorno que nos rodea, Imaginària pasa a nuestro espacio vivencial más cercano: nuestro propio cuerpo. Es el caso de La Promesa, la exposición conjunta de Dora Lionstone y Cris Bartual en el Museu de Belles Arts (hasta el 27 de junio) que, de forma similar a la antes mencionada Oxímoron, juega a contraponer imágenes de detalle de algunos elementos de la naturaleza (como las texturas de piedras o la arena) con nuestro organismo (como una piel erizada).
Por su parte, Beatriz Mon reflexiona sobre el cuerpo como límite físico del ego en En mí (biografía en construcción). Su reflexión sobre el duelo, la angustia o la furia y su manifestación a través de nuestros gestos y muecas se puede visitar en la Galeria Cànem (hasta el 22 de mayo). ULALALAU (Laura Avinent) aprovecha el 30 aniversario de la Universitat Jaume I para ahondar en el sentido de dicha cifra y ofrecer composiciones visuales en las que el cuerpo se modifica para adoptar formas propias de la fantasía en La magia del número 30. En el Ágora de la UJI, hasta el 30 de octubre.
El festival Imaginària ha programado un total de 37 exposiciones fotográficas en dos periodos (de abril a julio y de septiembre a octubre) y en un total de 11 localidades: Castelló, Vila-real, Port de Sagunt, Benicarló, Benicàssim, Segorbe, Almenara, Morella, Vilafranca, Viver y Vistabella.