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El 25º FIB, menos FIB que nunca

El Festival de Benicàssim naufraga en su 25º aniversario con el objetivo puesto en terminar de cuadrar los números y mantener las constantes vitales para venderlo. El peaje, la edición con menos cartel y público desde que se convirtió en cita de referencia internacional allá por el cambio de siglo. Tocó aferrarse a los conciertazos que soltaron Franz Ferdinand, AJ Tracey, Fontaines D.C, Belako, Carolina Durante, Jess Glynne, Vetusta Morla, The Blinders, Alien Tango o Novio Caballo.
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Melvin Benn en la zona VIP del FIB 2019. Foto: Ángel Sánchez (ACF).

Solitario, cariacontecido y muy pendiente del móvil. Así vimos al director del FIB, Melvin Benn, en su fugaz visita a la zona VIP el sábado pasado. Mientras, al otro lado, el festival que adquirió en 2013 a Vince Power (quien a su vez lo compró a los hermanos Morán en 2009) iba a la deriva. Por lo que se ha sabido después, el empresario británico estaba negociando su venta en pleno 25º aniversario a los propietarios del Arenal Sound. Y, lo que son las cosas, con el celebrado concierto de Vetusta Morla en la recta final del FIB 2019 como inesperado nexo de unión, ya que la banda madrileña es una de las que han marcado la historia del Arenal Sound desde su apoteósico concierto en 2011 en Burriana. “Puede ser que haga de la rabia mi flor, y con ella mi bandera; sálvese quien pueda”.

Una negociación que explica la extraña actitud de Benn en la rueda de prensa previa al festival, conformándose con presentar un FIB que “no es el mejor, pero tampoco es el peor” para celebrar una edición tan especial. Se equivocó. Ha sido el peor de largo; a nivel de cartel, en afluencia de público (50.000 asistentes menos que el año pasado), en casi todos los detalles que siempre le han caracterizado y, sobre todo, en la sensación generalizada de pinchazo. El FIB siempre ha sido, por encima de todo, un estado de ánimo. Y el 25° aniversario lo ha celebrado de bajón.

La "Autocrítica" de Vetusta Morla en el FIB 2019. Foto: Carme Ripollès (ACF).

Y todo eso en el año en el que el Ayuntamiento de Benicàssim, con más de dos décadas de retraso, ha adquirido los terrenos del recinto de festivales para ¡por fin! acondicionarlo y garantizar la continuidad de los cuatro festivales que se instalan allí (Rototom Sunsplash, SanSan y BEF además del FIB). Durmiendo la siesta eterna de la incompetencia y mientras se habla de marcas y turismo de festivales, al chiringuito de playa lo engulle el oleaje. El sitio donde ir a ver conciertos y bailar, el destino de sol y playa, el patio de recreo donde desfasar y el destino donde dejarse la pasta en hoteles, apartamentos, bares y restaurantes sencillamente se viene abajo si la cosa deja de molar. Si decae la celebración colectiva en torno a la buena música en directo. Si deja de ser un punto de encuentro de referencia internacional, una experiencia única en la que salta una chispa que no salta en otros sitios.

Porque el de 2019 ha sido un FIB casi irreconocible, lastrado por la falta de presupuesto: sin un concierto auténticamente memorable en cuatro jornadas, con un escenario a medio gas o vacío durante casi todo el festival (Thunder Bitch), más gente bailando hits frente a la cabina del South Beach (con la representación castellonense a cargo de Rocket Dj, Carlos Bru, Goma y Oz Esto No Es Kansas poniéndola del revés) que frente a las bandas, actuaciones (más que) discretas para cerrar cada día el escenario principal, menos de 20.000 asistentes el viernes, camareros comiéndose los mocos durante horas… Un sentimiento de pena e incertidumbre invadió a todas las personas que hemos crecido o disfrutado a tope del festival en alguna ocasión. Precisamente porque nos lo estimamos mucho.

FIB 2019 - 25 aniversario

Pero la fuerza de la música en directo puede con todo. Y el festival pareció incluso alzar el vuelo por momentos con algunos conciertos. No lo logró. Pero nos abrazamos a Franz Ferdinand tirando de hits (“Take me out”, “Do you want to”) y de su cara más efectista para levantar el FIB. Para ponerle un poco de color, aunque fuese el último día y con el repertorio de siempre. A Carolina Durante para poder disfrutar de uno de los mejores directos que nos deja esta edición. Comprobar que Diego Ibáñez (voz) ha perfeccionado sus movimientos de contorsionista con el micro desde que les vimos el pasado verano. También que los madrileños han sumado durante todos estos meses; y no solo en canciones, también en público, apuntándose el lleno del escenario secundario, y en tablas, con su rock rápido para hablar de desamor y apilar hits (“Cayetano”, “El himno titular”, “Necromántico”).

Franz Ferdinand consigue levantar el #FIB2019. Foto: Carmen Ripollès (ACF).

Un poco antes, Belako agradecieron con un potentísimo concierto la confianza que el mandamás del festival, Melvin Benn, ha depositado en ellos abriéndoles la puerta de los escenarios de Reino Unido tras quedarse prendado de su anterior actuación en el FIB (conforme explicaron en una improvisada rueda de prensa en la víspera). Tienen un sonido, una actitud y una manera de desarrollar las canciones que les hace imbatibles en directo, con un remate final que deslumbró al numeroso público presente.

Lore Nekane , bajo y voz de Belako. Foto: Carme Ripollès (ACF).

No ayudó que dos de los conciertos más destacados del sábado 20 coincidieran. En el escenario Carrefour, la perjudicada, la imparable voz de Jess Glyne, que basa la efectividad de su directo en su banda, con un sobresaliente acompañamiento vocal. Quien se llevó el triunfo de la tercera noche fue Kings of Leon en Las Palmas, el primer cabeza de cartel que estaba funcionando de verdad. Un concierto que, como el de Franz Ferdinand, ya habíamos visto antes en el festival, quizás con más empaque o grandilocuencia, claro síntoma de una edición bajo mínimos.

Por el camino de este FIB nos encontramos al británico George Ezra, con su imponente vozarrón, su espléndida banda y un repertorio que va más allá de “Shotgun” y sus canciones de anuncio de televisión que acumulan millones de visualizaciones en Youtube. Y Cupido hizo de Cupido, flechazo absoluto el de Pimp Flaco y Solo Astra (y viceversa). Como si ambas propuestas estuviesen predestinadas a estar juntas sobre un escenario, casando de una forma singular y efectiva, viendo la respuesta del público. No faltó tampoco su inseparable Kinder Malo (“Laberinto de amor”).

George Ezra. Foto: Carme Ripollès (ACF).

Pillado también dejó al público Alien Tango. Murcianos de origen, pero aterrizando en Benicàssim desde Londres. Son divertidos, estrafalarios y caóticos, con canciones ("Sexy time" o "Amazing Stories") y ese no sé qué que consiguió poner al FIB a bailar (y hasta intentar comerse un micrófono). Como el acertado contraste entre el colorido pop electrónico de Superorganism al rock de The Blinders, que por problemas con el vehículo que tenía que llevarles hasta el recinto casi se vieron obligados a suspender su concierto; finalmente, y tras un rápido chequeo de sonido, les bastó poco más de 15 minutos de bolo para hacer alarde de rock potente y letras comprometidas.

Alien Tango. Foto: Ángel Sánchez (ACF).

Fontaines D.C. es uno de esos grupos que pillas en su punto, recién salido del huevo, con un disco de debut, Dogrel, que está arrasando en el Reino Unido, cosechando llenos en todos los conciertos de la gira de presentación. Con mucho más recorrido que Sleaford Mods, a los que recordaban escuchándolos antes del festival. Aún así, empezaron algo sosos, abusando de su parte más oscura a lo Joy Division. Cuando la cosa se fue cogiendo, con su indie-punk más crudo, inmediato y divertido, más cercanos a The Pogues o The Strokes, se acabó y supo a poco. Eso sí, dio tiempo a que ese pelotazo llamado “Boys in the Better Land” desatase los pogos entre la muchachada.

Foto: Carme Ripollès (ACF).

Mientras, parece que la música urbana pierde cierto protagonismo en el cartel. Eso sí, la corriente grime dentro del rap que tanta pegada tiene en Reino Unido parece sentirse cómoda en el festival. Siguiendo la seña que han dejado en ediciones anteriores nombres como el de Stormzy, Skepta o J Hus, esta edición nos encontrábamos en el escenario principal a AJ Tracey rimando con maestría sobre bases que parecían imposibles.

El rap femenino también sale de esta edición con sobresaliente. Por un lado, con la particularidad para escupir rimas de la mc londinense Paigey Cakey y, por el otro, con la versatilidad de Mavi Phoenix, que moviéndose cómodamente entre el rap y la electrónica y el pop ponía la otra cara a The 1975. En ese mismo escenario, La Zowi dejaba ojiplático a los fibers. Y no solo por su puesta en escena; tal vez por esa sensación de no estar entendiendo nada (aún no sabemos si nosotrxs o ella). Sonido hueco y una sucesión de bases, un “Zowi puta” repetido hasta la saciedad (tanto, que parecía que hasta lo usaba para llenar huecos) que perdía sentido, autotune llevado al límite y un vació en el contenido que hasta el continente, pasados los primeros cinco minutos, dejó de ser transgresor.

Paigey Cakey rimando en uno de los escenarios secundarios. Foto: Ángel Sánchez (ACF).

El FIB también vivió un hip hop-flashback con Action Bronson. Si el año pasado era Travis Scott quien protagonizaba uno de los grandes retrasos de la edición seguido de un notorio enfado, esta vez era el rapero, chef, presentador de televisión y no sé cuántas cosas más Action Bronson quien hacía esperar al público 45 minutos con pataleta incluida. Con quejas sobre el sonido y los visuales que acompañaban a su actuación, Bronson protagonizó una de las escenas más feas de la noche, con empujones y desplantes, entre risas, a los miembros de su equipo. ¿Descontento real o parte del show de quien es un showman?

En cuanto a la electrónica, ha faltado el brillo al que nos tiene acostumbrado el festival, que siempre ha apostado por propuestas que, alejadas de la colorida y, en algunas ocasiones, artificial edm, conseguían cerrar el escenario principal con honores. Aún así, unas brillantísimas Or:la y Cora Novoa nos hicieron bailar como sus marionetas con sendas certeras sesiones.

Lana del Rey... sobre el piano. Foto: Carme Ripollès (ACF).

Un viernes para olvidar. Parecía que ni la cabeza de cartel podría conseguir sacarle brillo a un viernes gris. Tal vez porque lo de Lana del Rey pasada la 1 de la mañana fue como una sobredosis de Diazepam. Cantando sentada en el piano, en el suelo, en el columpio, otra vez en el piano, en una tumbona, una vez más en el piano… Tal vez en otro momento habría funcionado, porque, pese a que es indudable la potencia de su voz (se valió de acompañamiento vocal y voces pregrabadas), no transmitió. Algo similar le pasó a The 1975, con un concierto bastante plano y que evidenciaba que no es un grupo para un prime time del FIB. Mientras, La M.O.D.A. se convertía en la válvula de escape a tanta mediocridad. Literalmente, los héroes del viernes.

Hablando de mediocridad, Marina con un directo pregrabado con mucho aderezo para disimular carencias, y que a su vez fue como un regalo bailable para el público inglés, o el quiero y no puedo de The Hunna. No faltaron esas propuestas con poca sustancia que solo acaban funcionando para el público británico, y el mejor ejemplo de ésto lo encontramos en el concierto de Gerry Cinnamon.

Matthew Gealy (The 1975). Foto: Carme Ripollès (ACF).

Quien parecía prometer, pero fue de más a menos es Ezra Furman. El universo artístico que envuelve al artista es bastante llamativo, aunque acabó convirtiéndose en un concierto que, pasadas las tres primeras (y acertadas) canciones, dejó de enganchar. Algo similar a lo que ocurría con Soleá Morente. Después de disfrutarla en formato acústico en el Emac. de Burriana este año, teníamos ganas de verla defender su disco Ole Lorelei con la banda con la que lo grabó, Napoleón Solo, para ver el rendimiento de las canciones en un festival; especialmente en el FIB, donde la granadina regresaba después de haber acompañado a su padre, Enrique Morente, en 2008. Y la verdad es que fue algo irregular. Al margen del anticlímax de que se le fuera la letra en medio de una de sus mejores canciones y de que alguno de los zapateaos parecían playback, el concierto tuvo momentos brillantes pero sin terminar de cuajar.

Soleá Morente poniendo el acento flamenco al FIB. Foto: Carme Ripollès (ACF).

Cariño también se podría ubicar en esa fina línea entre las propuestas que funcionan, que tienen facilidad para conectar con el público, pero que no acabaron de acomodarse. En el caso del trío tontipop, se podría decir que tienen la base: su música invita a bailar, es fácil reconocerse en la ironía de sus letras y han sabido pillarle el truco a los festivales (algo normal, teniendo en cuenta que en su gira figuran más de 35); aún así le faltó algo para que su Vespa cuajara en el FIB. La ráfaga de petardeo de Monterrosa (Rocío Saiz y Esnórquel Dj) se quedó sin pegada, ni siquiera con las arengas entre canciones o recurriendo al mindfulness.

El FIB 2019 arrancando con Novio Caballo. Foto: Carmen Ripollès (ACF).

En la lista de tareas pendientes de 2019 se nos han quedado nombres como el de Black Lips, You Me At Six, Peaness o Kokoshca. En la de conciertos que nos llevamos con una sonrisa para casa, Novio Caballo pletóricos para empezar el 25º FIB. Seguros de lo que se traen entre manos y solventes, agitando al público desde la primera canción con esa especie de indie-punk bailongo, a pesar de los desajustes de sonido en las primeras canciones. Y eso que solo han soltado dos singles por ahora, ya que lanzarán su flamante disco de debut con Mushroom Pillow después del verano, con esa sensación de descubrirlos sobre la marcha que te deja con ganas de más y de volverlos a ver. Muy bueno el guiño al “Enola Gay” de OMD y arrolladores para terminar con su hit de salida, “Jesús es negro”. Y muy buenos consejos de Nacho Galí como frontman solvente, como el de acostumbrar a follar despacio.

Fatboy Slim, hablando sin hablar. Foto: Carmen Ripollès (ACF).


  1. no entiendo como no mencionais a Bifannah (sicodelia en vena tropical), que podria ser lo mejor del viernes perfectamente.

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