¡Ha llegado la primavera a Alemania! Aunque tarde para nosotros. Precioso día de sol con temperaturas bajas que agradecemos como si nunca antes lo hubiéramos visto. Hemos pasado la noche en el piso de una amiga de Johannes, cerca del Tonne, en el barrio hamburgués de Wilhelmsburg. Nos comentan que es una zona humilde pero emergente, donde están empezando a pasar cosas. El alto número de alquileres permite que la ciudad se vaya moviendo en función de los precios e intereses culturales y artísticos.
Partimos de nuevo hacia el oeste en medio de un tráfico más denso y un cambio de paisaje y edificación, más cercano a su vecina Holanda. Después de cinco horas estamos en Düsseldorf.
Venimos hablando de espacios pequeños pero sin duda el Brause se lleva la palma. Escasos 3x5 metros que requieren un sonido realmente bajo al no estar preparado para directos y tras varias quejas vecinales.
El frío que llevamos acumulado y el virus pululando por la furgoneta desde el primer día no podían pasarnos de largo; hoy José Óscar y Juanjo se levantan con catarro y malestar general. Ante la sala llena (no era difícil conseguir hoy esto) hacemos un concierto más corto que de costumbre para no forzar demasiado la voz de Juanjo; hay que reservar fuerzas que aún nos queda Mannhein.
Durante nuestra actuación improvisamos un “cumpleaños feliz” dirigido a una de las dueñas del Brause, que justo hoy lo celebra.
Esperamos que el frío y los catarros nos den un respiro y permitan en el último concierto hacer una gran despedida de la gira.