Ponemos rumbo hacia los bosques del norte y ante nuestra sorpresa, el cielo se abre y desaparece la nieve del paisaje a medida que nos vamos acercando a Hamburgo.
Cuatro horas y media de viaje desde Leipzig, y al igual que en todos los trayectos anteriores, ausencia de montañas y una gran red de carreteras gratuitas.
Llegamos a Hamburgo, pero prácticamente no entramos en la ciudad. Nos quedamos en las afueras, en una zona de antiguas fábricas y edificios industriales abandonados. Aquí está el Tonne. Es un local fantástico, decorado con material reutilizado y acristalado al exterior, lo que permite disfrutar de sus vistas al río.
Su dueño nos comenta que nuestra actuación será al finalizar Tatort, un serial televisivo de gran éxito en Alemania que congrega al público alrededor de la pantalla gigante del local, como si de un partido de la selección se tratara.
En Tonne también sirven cenas, así que después de la prueba de sonido nos invitan a degustar sus pizzas. Muy ricas, por cierto. Se unen al grupo un par de amigos de los King of the bees [el grupo alemán que acompaña a los castellonenses en toda la gira alemana] que han llegado en bicicleta.
Hoy esperan nuestro concierto una treintena de personas. La disposición de la gente -sentada alrededor del escenario en sillones y sofás viejos y dispares- y la especial iluminación del local, con bola de espejos incluida, crea un ambiente único hasta ahora que refuerza la conexión con el público. Así nos lo hacen entender, aplauden, participan y terminamos ofreciendo un bis.
Tras el concierto conocemos a Anabelle, que ha venido a vernos recomendada por Omar Ballester (batería de Loplop) y se ofrece para hacernos de guía por la ciudad la mañana siguiente. Algunas personas más se acercan para saludarnos y comprar el disco, entre ellas el técnico de sonido y el dueño del local.