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Sol Picó transforma el Paranimf en un cabaret, con sus luces pero también con las sombras

El Paranimf de la UJI asistió al estreno oficial de 'Malditas plumas', la nueva producción de Sol Picó. Una obra que sirve como tributo al cabaret de un siglo atrás por parte de la bailarina y coreógrafa alcoyana, cuya presencia siempre actúa como imán en Castelló.
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Primeros movimientos de 'Malditas plumas'. Foto: Antonio Pradas.

'Malditas plumas', de la compañía de danza Sol Picó. Intérpretes: Sol Picó y Pere Jou. Autoría y dirección: Sol Picó, con la asistencia en la dirección de Carme Portaceli. Paranimf de la UJI, de Castelló. Viernes 16 de octubre de 2020. Inicio: 20:00. Duración: 60 minutos. Espectadores: 240. Entradas: 8/10 euros.

Sol Picó se arrastra sobre un suelo techado por una cortina de plumas. Sus técnicos movimientos permiten vislumbrar al espectador la imagen de una polluela recién salida del cascarón. Son sus primeros erráticos pasos dentro de una vida que nadie sabe qué le deparará antes de que llegue su muerte. Malditas plumas es una proyección al pasado de quien deseaba ser primera vedete y se quedó en corista. El anuncio de una muerte después de un camino de sueños truncados. Al mismo tiempo, esta nueva producción de la coreógrafa alcoyana rinde homenaje al mundo de la revista de los años 20, cuando el Paralelo barcelonés era el epicentro de un mundo de plumas y luces, pero con una trastienda sin brillos. El azar de la pandemia ha querido que el Paranimf de la UJI sea el escenario de su estreno oficial (aunque ya se había realizado algún preestreno y ensayo abierto). Y, como siempre que Sol Picó llega a Castelló, el público responde a la llamada de una de las figuras principales de la danza contemporánea nacional.

El músico Pere Jou y una muñeca son los compañeros de baile de la protagonista. Foto: Antonio Pradas.

Con la compañía escénica del músico Pere Jou (cantante de Quart Primera), Sol Picó regresa un siglo atrás en el tiempo para construir un espectáculo de cabaret futurista. No falta el humor ni tampoco la ironía, así como una dosis de ternura hacia el personaje principal de Malditas plumas. A diferencia de la mayoría de creaciones de danza contemporánea, el hilo argumental es fácil de seguir, puesto que la bailarina y coreógrafa alcoyana opta en esta oportunidad por hacer uso de la palabra durante todo el desarrollo de la obra, demostrando también su notable dicción interpretativa. Baila sola, de puntas, con series repetidas, en compañía de Pere Jou, incluso a trío con una muñeca, es elevada por un grupo. Su facilidad para realizar movimientos asombra a aficionados a este bello arte y también a quien aspira a abrirse camino por él.

La bailarina y coreógrafa alcoyana interactúa con el público. Foto: Antonio Pradas.

Entre varios episodios de la vida de la vedete aspirante a gran estrella, Sol Picó introduce referencias a los miedos, a la desaparición... y algún apunte de reivindicación de la mujer, arrastrada a tener que demostrar constantemente cosas, incluso cuando sufre una violación. El pasaje más extenso hace referencia a un concurso organizado para encontrar a la nueva Scarlett O'Hara, con las disputas que produjo (trasladado al hoy en día se correspondería con alguno de los programas televisivos para catapultarse hacia la fama). Curiosamente, la protagonista ficticia es de Alcoi y vive en Barcelona, lo mismo que esta coreógrafa, galardonada el pasado mes de septiembre con la Creu de Sant Jordi, que se une a distinciones como el Premio Nacional de Danza, recibido en 2016.

Ya es costumbre que Sol Picó cuente en sus producciones con jóvenes de la zona a la que acude. Así ocurre en Malditas plumas, con la participación de parte del alumnado del Taller de Danza Carles Pons de la UJI. Unas apariciones por sorpresa que convierten la platea del Paranimf en un cabaret, con la protagonista jugando con el público a la manera en que lo hacen las vedetes. Y no falta un número clásico de ilusionismo, aportado por Mag Lari.

Sol Picó, elevada por el cuerpo de baile. Foto: Antonio Pradas.

 

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