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Pau Ayet, en su año más duro al frente de FITCarrer Vila-real.
En circunstancias normales, Pau Ayet estaría repasando durante estos días lo que ha dado de sí la 33ª edición de FITCarrer Vila-real, que tenía previsto llenar de artes escénicas las calles de la ciudad entre el 8 y el 10 de mayo. Pero la crisis del coronavirus le ha obligado a vivir la (no) edición más dura desde que se hizo cargo de la dirección del Festival Internacional de Teatre de Carrer (año 2012; 25ª edición). Así que sus cábalas actuales levitan alrededor de la hipótesis de si será posible celebrarla durante este 2020. Si lo es, el protagonismo recaerá en compañías locales y de la Comunitat Valenciana: "Ya veremos si hay alguna posibilidad de mantener la participación nacional, aunque la internacional se caerá. No será lo mismo, pero sería importante llevar a cabo esta edición durante 2020, dentro de los condicionantes que sean, y aunque tengamos que quitar la 'I' de Internacional", resume Pau sobre esos borradores mentales que va trazando. En ellos se incluye la celebración de los 25 años de Veles e vents, una de las producciones más emblemáticas de Xarxa Teatre.
Dentro del mal trago que supone suspender la edición de un festival, la crueldad aumenta cuando se produce en la recta final de su preparación. Así lo explica Pau Ayet: "Ya lo teníamos todo preparado en el mes de marzo, cuando estalló la crisis. Solo faltaba el proceso de contratación, que paramos cuando vimos que la situación se complicaba". Lo positivo es que "el gasto efectuado se limita al diseño de imagen y promoción. Dentro de lo malo, a nivel económico no ha sido catastrófico".
En esta 33ª edición había protagonismo especial para la compañía internacional vila-realense Xarxa Teatre. Se le iba a conceder el horario principal de la noche del sábado con motivo de los 25 años de Veles e vents. Además, "contábamos con producciones nuevas de La Fam, Pepa Cases y Visitants. Nuestra intención es programarlas dentro de este año y que así puedan facturar, que en estos momentos les hará falta. La manera de hacerlo ya se verá, pero la intención es clara", añade el director de FITCarrer.
En cuanto a compañías nacionales, el programa incluía "un espectáculo de gran formato de Markeliñe, otro de Industrial Teatrera. A través de una colaboración con la Fira Tàrrega teníamos a Eléctrico 28, que redescubre la calle con una dramaturgia diferente. Y a última hora nos había entrado una producción de Nacho Vilar que suponía la primera vez que Yllana iba a hacer un espectáculo de calle", repasa mentalmente.
En el caso de que pudiese reanudarse la actividad, uno de los problemas para programar lo previsto es que "algunas obras estaban perfilándolas en esas semanas, sin olvidar que los ensayos en grupo aún tardarán en regresar. Hay que tener en cuenta que cuando se diga que se puede volver a hacer cosas, tendrá que pasar un tiempo antes de volver a las actuaciones públicas. No puede ser de hoy para mañana".
En estos casos se abre la posibilidad de que participen en la edición de 2021, para la que como programador Pau contará con un problema: "Se han anulado citas como la Fira de Tàrrega o el Festival de Valladolid, lo que nos dejará sin la oportunidad de ver obras para después traerlas aquí. Tendremos que confiar en compañías que nos ofrecen garantía".
>El primer contacto
Empecé a hacer cosas como actor en el FITCarrer en la 8ª edición, que en aquel entonces se llamaba Festival Internacional de Teatre de Carrer de Vila-real. Participé porque estaba dentro de la Escola Municipal de Teatre. Hasta entonces había sido un joven espectador.
>"Esto es lo que quiero hacer con mi vida"
En la 8ª edición (1995) me encontré con una obra que me hizo pensar "esto es lo que quiero hacer con mi vida". Fue Hugostein, de Visitants, con Sergio Caballero como actor. La vi en la plaça de la Vila y me marcó. Era un teatro diferente a lo que conocía, con máscaras y zancos. Me emocionó. Por aquel entonces yo estaba en la Escola Municipal de Teatre de Vila-real, que la llevaban precisamente Visitants, con Joan Raga, y me estaba introduciendo en el teatro de calle.
>En el cartel anunciador
Muy significativa para mí fue la 9ª edición (1996), en la que realicé varias intervenciones. Aparecí junto a mi sobrino en la fotografía del cartel anunciador, vestidos a lo final del siglo XIX o principios del XX. Aparecíamos como si estuviésemos anunciando una obra de teatro. El acto de clausura corrió a cargo de Visitants con su primera incursión en Esculturas humanas. Acabaron de montar la estatua del Llaurador, que era una pasada, y al final aparecía yo como ese personaje anunciador, me daba la vuelta y a la espalda aparecía un letrero en el que se podía leer: "L'any que ve farem 10 anys". Ese momento fue espectacular para mí, que era muy joven, y me vi ante toda aquella gente. En esa décima edición, con Scura Splats al frente, hice trabajo de regidoría. En la 11ª y 12ª me encargué de dirigir el apartado técnico. Y ya no paré, hasta llegar a la dirección artística en la 25ª edición.

Pau Ayet y su sobrino, en el cartel anunciador de la 9ª edición.
>"Brutal Carmen Fúnebre"
En esa 9ª edición, en la antigua plaza de la Vila, vi otra obra que me marcó: Carmen Fúnebre, de la compañía polaca Teatr Biuro Podrózy. Fue brutal su fuerza, su narrativa, con aquellos zancudos. Hablaba de la guerra y de las miserias humanas con una puesta en escena magistral. Me impresionó a mí y creo que a todos los que estábamos allí. Es un estilo de hacer teatro que ya me gustaría hacer a mí.
>Como en un día de fiestas
Fue en la 11ª edición (1998). Se iba a representar Tocatta y fuga, de Teatre de L’Ull. Yo era el director técnico. Recuerdo estar en el Hostal del Rei preparando poleas, arneses... y escuchar abajo un gran bullicio. Nos asomamos y la plaza Mayor, plaza de la Vila y calle Mayor estaban llenas de gente. Resulta que habían protagonizado un pasacalle y la gente se había enganchado. Parecía que estábamos en fiestas del pueblo. Fue una de las ediciones con más público, con un gran ambiente festivo.
>El mejor espectáculo de zancudos
También en la edición 11ª. El mejor espectáculo de zancudos que he visto, por la compañía austriaca Irrwisch: Wegenstreits Gäste. Veinte años después, para la 31ª edición, les volvimos a traer. Ya no eran jóvenes, por lo que habían perdido algo de aquella sorprendente agilidad, pero mantenían un nivel muy alto. Seguían enganchando a la gente. Era increíble cómo interactuaban con el público. Teatro de calle duro y puro. Me he formado en técnica de zancos y es brutal su nivel. Nos caía la baba. Como anécdota: subieron a un fotógrafo al techo del quiosco de Benito de la plaza de la Vila y le dejaron allí arriba cuando se marcharon. Luego, en el callejón del Tagoba acorralaron a un fotógrafo que les seguía muy encima y le dejaron solo con los calzoncillos y la cámara.
>La edición del 25º aniversario
Asumí la dirección para aquella significativa edición del año 2012 y no sabían si darme la enhorabuena o el pésame, ya que el festival estaba en un momento bajo y Cultura mal. Ha sido el año que menos presupuesto he tenido, por lo que hubo que echar mano de la imaginación. No pude hacer la retrospectiva de los 25 años, ya que no tuve tiempo. Y había poco dinero. Encima la presión de ser mi primera edición y saber que la gente estaba pendiente. Pero el equipo era muy bueno y todos remábamos a favor. Fue frenético, pero chulo. Una vez finalizada ya me replanteé qué iba a hacer con el futuro. Decidí crear el Premi Ramón Batalla y tenía claro que serviría para distinguir a gente que ha hecho cosas por el teatro de calle, reconocimientos, no premios puntuales por algo en concreto. Y el primer galardón iba a ser, cómo no, para Xarxa Teatre, porque sin ella no existiría este festival.
>El espectáculo del "acojono"
En aquella primera edición para mí como director viví un momento que no podré olvidar, ni Alberto Ibáñez (entonces concejal de Cultura) tampoco. Los dos éramos muy jóvenes. Sufrimos mucho y a la vez lo disfrutamos. Habíamos programado el espectáculo Su-seso Taladro de Murmullo y Metralleta en las cuatro esquinas de la Consolación, en la Biblioteca del Coneiximent, donde hay mucho tráfico. Trabajamos con la Policía Local, que se portó muy bien. El espectáculo debía ganar la partida a los coches durante una hora. Necesitábamos tráfico y paciencia, porque habría denuncias, reclamaciones... Murmullo y Metralleta es una compañía de Chile, donde no se respetan las señales de tráfico, y ese caos se quería trasladar a Vila-real. La Policía tenía que estar, pero no podía intervenir. Alberto y yo estábamos acojonados, hasta que nos dimos un abrazo porque todo había salido bien. Algunos se mosquearon, pero pocos. Fue un espectáculo fantástico, muy macarra de calle. Eso sí, de los momentos más duros que he vivido. Aunque el recuerdo que queda es muy chulo.
>Premio a la Mami
Personalmente fue muy especial que le dimos a Roser Vila, conocida como la Mami en la 28ª edición (2015). Es una persona dedicada a la distribución muy querida. Lo suyo es amor po, el teatro de calle. La conocí cuando yo estaba en Visitants, con 19 años, en la Fira Tàrrega, donde ella estaba con su empresa, 23 Arts. Y entonces, y todavía hoy, se interesaba mucho por la gente joven que empezaba. Es como la imagen amable de la distribución. Es inagotable: ve obras, ensayos... Es muchísimo lo que ha hecho por el teatro de calle. Ahora, como director, he podido hablar mucho más con ella y siempre aprendes.
>La edición más triste y la esperanza
El año que más recordaré, y con más tristeza, es el actual. No poder hacer una edición es lo más cruel que le puede pasar a un director. Es un año durísimo para todos. La 25ª edición fue dura por la complejidad, pero esta lo es por la impotencia. Es evidente que manda la salud y la protección de la gente. Otros años ha habido momentos duros, pero los salvas. Este, no. Nos cogemos a esa pequeña esperanza de salvar algo este año, ya sea entero, por cápsulas, como sea. Hemos hablado con la concejala de Cultura, Rosario Royo, también el alcalde -José Benlloch- lo tiene claro. Ahora mismo hay que cuidar a las compañías locales, lo mismo que ocurrió en la edición 25ª. Adaptaremos espectáculos, recuperaremos otros... Hay que recuperar la calle, con las medidas de prevención necesarias. Si el sector se hunde, no habrá próximos años de FIT; es cruel, pero es así. Casi todas las compañías locales tendrán hueco, porque ahora les hace falta.