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Òscar Briz: “La ‘industria musical valenciana’ es gente malviviendo para poder hacer lo que le gusta”

Lo nuevo del músico valenciano, ‘Entre llums i ombres’, suena más crudo en la forma y en el fondo, pero se impone la luz. Hablamos con él de cara a su presentación en el Raval de Castellón el 29 de abril.
  
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Òscar Briz. Foto: Vicent Martínez Fuster.

Con sinceridad y con argumentos, sabiendo perfectamente de lo que habla después de 35 años de trayectoria musical, Òscar Briz (l’Alcúdia, 1965) reflexiona sobre la situación que vive la música valenciana y en valenciano en esta entrevista para Nomepierdoniuna. Y, sobre todo, cómo la viven los músicos, más allá de los clichés, de los lugares comunes y de la corrección política. Este viernes 29 de abril a las 22:30 presenta su nuevo disco en solitario, Entre llums i ombres (Mésdemil, 2015), en el Teatre del Raval de Castellón, con entrada libre, en un concierto que servirá para cerrar el ciclo Música per la Llengua tras las actuaciones de Mireia Vives y Borja Penalba, Pepet i Marieta y Assekes desde el pasado 15 de abril. Viene en formato banda, más rock y más crudo respecto a sus flamantes L’Estiu y Youth, y entre sus mil facetas descubrimos una conexión con el sello castellonense No Tomorrow vía su brillante proyecto power-pop de los 90, The Beat Dealers. Ganas de disfrutar de sus canciones en directo.

> ¿Cuáles son las “luces” y cuáles las “sombras” que han inspirado o se reflejan en Entre llums i ombres?
Las que lleva dentro cada persona, todos tenemos luces y sombras. Hay mucha gente deshaciendo cosas por interés personal, hay mucho egoísmo, incluido el de gente que se dedica a la gestión pública, y no sólo en forma de corrupción, gente a la que no le importa nada el padecimiento de las personas a las que perjudican. Pero, al mismo tiempo, también hay mucha gente haciendo remando en la dirección contraria, que aporta luz y cosas que nos hacen la vida mejor.

> El tono general del disco parece más luminoso que sombrío…
Tampoco me interesa trasladarle a la gente un mensaje pesimista, negativo, de frustración. Como decía un autor francés, estoy en una etapa de mi vida en la que ya he probado los elixires amargos de la vida, vas enseñándote a convivir contigo mismo, con la forma de ser que tienes y en conexión con el mundo sin que eso te afecte de una manera que te impida hacer tus tareas, tus sueños, para salir adelante.

> Por eso dices en “Ni puto cas” que “La vida no té cap valor si no es pot viure amb dignitat”…
Sí, ese tema va dedicado a los soñadores de la clase obrera. La clase trabajadora de la que yo provengo, la que protagoniza el trabajo mal pagado, a la que se le intentan cortar los sueños de ser y hacer algo diferente a la hoja de ruta que viene marcada por tu clase. Intento reivindicar esa rebeldía de los soñadores.

> A nivel musical suena muy rock. ¿Ha vuelto a surgir con todo su esplendor esa vertiente tuya o en realidad nunca se fue?
Con este disco creo que he cerrado un ciclo. Cuando viví en Australia me saturé del pop-rock anglosajón, que era mi principal fuente de inspiración de siempre, y empecé a investigar otras músicas. Es lo que empecé a hacer al volver a Valencia: desplazarme, salir de mi zona de confort, y probar con nuevos colores, como la música brasileña y el jazz. Y es a partir de L’Estiu cuando retomo esa línea de inspiración anglosajona, que continúa con Youth, pero todavía sin guitarras eléctricas. Y con Entre llums i ombres ya entran las guitarras eléctricas para volver al sonido referencial de batería-bajo-guitarra del pop-rock. Así que, mirándolo con retrospectiva, de forma natural y espontánea he regresado al terreno donde me encuentro más cómodo y me gusta más.

> Esas máscaras y el estilo de la ilustración de la portada, el sonido de algunas guitarras, recuerda bastante a los 80, ¿no te parece?
¿Las guitarras? No sé, no creo… El sonido de los 80 si tienen algo que le identifica de manera negativa son las baterías sobreproducidas. A nivel de sonido rock, puede ser, del rock ochenteno, porque entonces me salía la música por las orejas y alguna influencia tiene que haber de eso, sin duda. Bueno, de hecho, hay un tema, “Les justes”, que es de la época de los 80, de cuando tenía 17 años, y que lo he recuperado manteniendo la base armónica pero cambiando la voz.

> Una persona que lleva haciendo música desde 1981 (C.O.D.A, Banderas de Mayo, The Beat Dealers), que después de 8 discos en solitario cante que “la fletxa del temps sempre es mou cap avant” (“Entropia”)… es toda una declaración de filosofía de vida.
Realmente he trabajado mucho, aunque no siempre con los resultados que hubiera querido... A parte de la trayectoria como autor de 13 o 14 discos, siempre he tenido grupos paralelos de versiones, que me divierten mucho, en los que no has de cargarte con la lucha constante de convencer a la gente con tus temas, y eso me ha llevado a conectar con otros públicos que después se han interesado por mi trabajo en solitario. Nunca he sido nostálgico, efectivamente; siempre he mirado adelante. Siempre me he fijado como objetivo no aburrirme ni aburrir. Ser muy fiel a uno mismo tiene sus pros y sus contras, pero no soy una persona que sepa falsear sus emociones. Ahora necesitaba un disco inmediato y básico. No estoy en una etapa de producciones complejas y de músicos con gran destreza técnica.

> Antes te referías a tu aventura en las antípodas. ¿Qué hacía un tipo de l’Alcúdia en los años 90 enrolado en el grupo indie del momento en Australia, The Whitlams?, ¿cómo fue esa experiencia?
Lisa, mi mujer, es australiana. La conocí en Valencia, cuando estaba en The Beat Dealers, tocando unas versiones un domingo de aquellos. Después grabamos un disco que no salió y, como habíamos terminado etapa de la vida, nos fuimos a Sidney. Al poco de llegar, contesté a un anuncio de un periódico musical de un grupo que buscaba guitarrista. Y resultaron ser The Whitlams. Ellos eran un trío, uno de sus miembros se acababa de suicidar, era un momento delicado, y me cogieron a mí. Estuvo un tiempo tocando en directo con ellos y en el proceso de preparar el disco con el que en 1997 consiguieron un gran éxito, Eternal Nightcap. Fue toda una experiencia: viajar por Australia con un gran grupo y tocar en buenas salas, conocer el panorama musical desde dentro… Y lo mejor es que todo surgió solo llegar. Ahora, en retrospectiva, pienso que podría haber hecho las cosas mejor, cosas como firmar derechos de royalties para que me hubieran dejaran algo después, pero ya no tiene remedio… (risas).

> El concierto de este viernes en el Teatre del Raval está dentro del ciclo Música per la Llengua organizado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Castellón, has sacado el disco con Mésdemil, que edita la mayoría de discos en valenciano, y tu contratación la lleva Metrònom, que también se ha especializado en esa línea. ¿Realmente está pasando algo?, ¿estamos más cerca de la normalización de la música en valenciano?
Lo que está pasando, realmente, es la voluntad firme de mucha gente que quiere hacer cosas. Pero mientras no tengamos gestores culturales que pongan el dedo en la llaga no hay nada que hacer. Al sector de la música valenciana, en nuestra lengua o cualquier otra, le falta regulación, se podrían hacer muchas cosas como, por ejemplo, que los músicos regularicen su situación y dejen de estar en precario o que las empresas que invierten como mecenas en la música obtengan ventajas fiscales. Porque, digamos la verdad, más que “industria de la música valenciana” es gente malviviendo para poder hacer lo que le gusta; ahora mismo todavía no hay una alternativa real de subsistencia. Nos falta mucho para la normalización, empezando por el hecho de que faltan medios de comunicación de ámbito autonómico que apuesten por nuestra música claramente, como lo podría hacer una televisión pública.

> ¿Y no crees que eso está tomando otra orientación ahora mismo?
Realmente no. Después de haberse presentado programas y planes, la verdad es que no haya nada claro todavía. Reconozco que hay mucha gente que tiene la mejor voluntad del mundo, algunos de ellos han accedido a cargos públicos, pero no conocen el terreno que pisan y, de momento, estamos volviendo a tropezar con las mismas piedras. Lo que hace falta es, más allá de las palabras, señalar los problemas reales y ponerles solución.

> Como la precariedad de los músicos que antes mencionabas…
Sí, pero eso es algo que no solo pasa en Valencia, pasa a nivel estatal. La mayoría de las giras son deficitarias y no se trata que se subvencione a los músicos con dinero público, sino de propiciar condiciones de dignidad, porque ahora mismo se está trabajando de forma irregular para poder subsistir. La prueba está en los músicos que se están empezando a retirar ahora, que han dedicado toda su vida a la música, y que al final no les queda nada.

> No sé si has seguido la polémica que se ha generado en torno a un comentario en Facebook de Miquel Landete (Senior i el Cor Brutal) a propósito del concierto de Acció Cultural en la plaza de toros de Valencia por el 25 de abril, en el que criticaba el cartel por inmovilista….
Sí, lo he seguido. Yo lo que veo que habría que denunciar ahí es que la plaza estaba llena de público y que ningún músico cobraba; ¡todo por la causa! Y, efectivamente, en estos eventos de bandera y soflamas siempre aparecen los mismos nombres, que han dicho varias veces que están retirados pero que en realidad siguen ahí, como Lluís Llach o La Gossa Sorda, que no se retiran nunca. Está claro que es un evento privado promovido por una entidad privada, que puede hacer lo que quiera, pero que juega con los sentimientos de la gente a costa de los músicos, que continúan siempre de la misma manera, en el fango. Además, lo que no se puede esperar de los músicos ni de la gente es que sea todo un bloque unitario. En la música en valenciano, una etiqueta que a mí no me gusta nada, hay gente de todo tipo, pero sí que es cierto que entre todos hemos conseguido revitalizar el panorama desde hace unos años y mejorar el nivel. Pero, claro, eso no quiere decir que estemos de acuerdo en todo; a algunos les molesta mucho que haya gente con un pensamiento diferente.

> Volviendo a lo estrictamente musical. En el concierto del viernes en el Teatre del Raval presentarás el nuevo disco, pero seguro que también caerán canciones de los anteriores, Youth y L’Estiu, ¿no?
Sí, Entre llums i ombres lo tocaremos íntegramente y, además, habrá una parte acústica con canciones de L’Estiu y de Youth fundamentalmente, aunque también alguna de Asincronia. Los tres últimos discos, vaya; más atrás no nos remontaremos.

> En tu Facebook estás colgando una serie de videos llamados “Favourite songs”, en los que vas soltando versiones de clásicos del pop… ¿alguna de esas las sacas a pasear también en los directos?
Eso es una especie de juego que me planteé para redes, sí, es muy divertido y a la gente le gusta, pero la verdad es que no suelo hacer versiones en directo. Bueno, el otro día hice una de Lou Reed y también otra de Beck (risas). No suelo hacerlo, pero eso no quiere decir que si me apetece toque alguna, sí, quién sabe...

> Entonces, las versiones las dejas para los proyectos paralelos de los que hablabas antes…
Sí, eso es. Con Lisa tengo dos bandas en las que cantamos juntos y lo pasamos muy bien. Una es Els Florentins, en la que estamos un violinista ella y yo, y la otro es Betty Fish & The Sharks, con un repertorio muy sesentero rollo Motown, más de música negra.

> ¿Y como Òscar Briz qué formato llevas en directo?
Somos un trío, al que le hemos añadido un teclista. Es una actuación en formato rock, pero con bastantes momentos acústicos también, como te decía.

>Un hallazgo musical reciente.
The Shins, una banda americana de pop que me parece que nunca han venido por aquí… quizás una vez al FIB, pero no estoy seguro (estaban anunciados en la edición 2014, pero su concierto se canceló a última hora). El cantante tiene muy buena voz.

>Un disco clásico que consideras poco valorado.
Desde el punto de vista valenciano, El paradís de les paraules de Carles Dénia. Debería de estar más valorado a nivel estatal porque aporta una forma de hacer autóctona que no existe en otros lugares del mundo y que tiene mucha calidad.

>Un concierto que no olvidarás nunca.
La primera vez que vi a Ben Harper en Sidney… pero también los de Garage, la sala pequeña de Arena, como el de Pixies, en el que parecía que se fuera a caer el suelo del lío que montaron… eran conciertos que se veían muy de cerca, en los que pillabas a los grupos en un momento muy efervescente.

>Un grupo, disco, músico, garito… que tengas relacionado con Castellón.
De la época de The Beat Dealers, recuerdo mucho a Javi No Tomorrow y el Ricoamor. Nuestra primera maqueta la grabamos en el estudio de Coky hacia el año 1993. Nos habíamos conocido en un concierto, fuimos allí, grabamos y Javi se quedó con un tema, “Never Surrender”, que siempre nos decía que era el mejor, pero entonces no se editó. Cuando el sello cumplió el 15º aniversario nos llamó y por fin se publicó en formato single compartido con Biscuit.

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