Música

Muchachito y sus Compadres, un ‘striptease’ integral de buena onda en la sala Opal

Cuando Muchachito y sus Compadres, Diego Pozo ‘El Raton’ y Santos Veracruz, se suben a un escenario ocurre lo que pasó el sábado pasado en la sala Opal del Grao de Castellón. La gente comienza a bailar de forma desinhibida y la cosa ya solo va en una dirección. Dosis generosa de buen rollo y alegría de la mano de estos tres artistas que a base de guitarrazos (cuerdas rotas incluidas), pintura y mucho salero se metieron al público en el bolsillo durante más de dos horas de concierto en los que no faltó de nada.
  
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Muchachito y sus Compadres, durante el concierto que ofrecieron en la Sala Opal el pasado sábado.

No hay duda de que quien fuera este sábado pasado a la Sala Opal es fan de Muchachito y sus Compadres. En parte por los 18 € que había que pagar para entrar. Pero también porque hacía tiempo que no se veía en un concierto gente de edades tan diferentes y palos tan diversos bailando y cantando todos al unísono el repertorio de los compadres Muchachito, inseparable de su guitarra y bombo (siempre capaz para ingeniárselas y conseguir que forme parte de sus espectáculos), El Ratón, un maestro con la guitarra, y el polifacético Santos Veracruz, al que era increíble ver de qué manera convertía la música en color. Los tres juntos ofrecieron cerca de dos horas y media de exhibición artística. Fue mágico ver la buena sintonía entre ellos.

Antes de salir ya tenían al público expectante, apurando las cañas para poder liberarse de los vasos en cuanto empezara el concierto y tener las manos libres. ¿Cómo íbamos a dar palmas si no? Aunque a más de un listillo que no quiso rechazar ninguno de los dos placeres se le derramó la cerveza por tener que aguantarla con la boca mientras aplaudía y daba palmas. Porque era imposible no querer hacerlo. Muchachito y sus Compadres son capaces de quitarte las penas, y sólo les hace falta tocar el primer acorde. Su rumba-rock demuestra que todo en esta vida tiene un lado bueno; y sino ellos lo sacan. Capaces de sonreír y bailar al ritmo del desamor, porque saben que aunque hubiesen preferido no conocerte nunca, están encantados de haberlo hecho, que brinques y brindes con ellos y con "Azul", que te emborraches con su pelo y les acompañes junto a "La viajera" o que sonrías esta mala suerte tuya.

Muchachito, incendiando su guitarra.

Salieron los tres artistas y dividieron el concierto muy bien en tres fases para que la actuación fuera in crescendo. El ritmo, el ambiente y hasta los lienzos de Veracruz iban tomando forma, añadiendo siempre una pincelada más cuando todos pensábamos que ya había acabado. Porque esa es la norma: el concierto no acaba hasta que Santos no firme el cuadro. Empezaron relajados, regalándonos los oídos con canciones lentas y tintes mucho más flamencos. Hasta que, de repente, sus manos hicieron magia y con las dos guitarras empezaron a llenar el escenario tanto que parecía que se les había quedado pequeño el espacio para los tres. Todo se les quedaba pequeño.

A base de buenas vibraciones y mucha rumba el público desentumeció los músculos y hasta el de la tercera fila que solo hacía fotos se olvidó de capturar el momento y empezó a vivirlo, moviendo piernas y brazos como si la rumba hubiera corrido por sus venas desde que nació. Vueltas, palmas, gritos, guitarreos rockeros bastándose con la acústica, muy buena onda y un temazo tras otro. Eso es lo que consigue Muchachito, cuando sus Compadres y él se suben a un escenario: que todo importe mucho menos.

Tiempo hubo para homenajear al rey, pero a su rey, el de la rumba, Peret, que tantos años lleva de parranda; y para recordar a los Delinqüentes con "Pirata del Estrecho". A El Ratón le brillaban los ojos. Y hasta Santos Veracruz dejó los pinceles a un lado para cantar un par de temas. ¡Iban sobrados de arte! Además de posar para las cámaras del público, los dos músicos dedicaron ciertos momentos a emocionar a los más facilones, sentándonos a todos en el suelo y sentándose ellos también sobre el escenario para entonar "Palabras para Julia", el magnífico poema de José Agustín Goytisolo que Paco Ibáñez ya cantó por primera vez y también musicó Kiko Veneno, con quien los Delinqüentes y Muchachito compartieron arte y carretera en G-5.

'El Ratón', ex Delinqüentes y 'compadre'.

Las canciones míticas sonaban a himnos e incluso se atrevió con el inglés (aunque era más bien un dialecto propio de Muchachito). Y, tras un par de bises que nadie se creyó como despedida, llegó el momento de culminar el concierto cuando todos llevábamos esperando "la última", y  ese striptease que tanto prometió Muchachito pero nunca llegó. Empezaron los acordes de "Siempre que quiera", y ya no hubo marcha atrás. Casi diez minutos con el mismo estribillo, la sonrisa pintada en la caraguapa de todo el mundo, y los tres entregadísimos a sus respectivos instrumentos. Hasta dos veces rompió Muchachito las cuerdas de sus dos guitarras, pero hasta de guitarras iban sobrados.

Dejaron al público aplaudiendo y se marcharon, dándonos tiempo a todos para recobrar el sentido y disfrutar de los bonitos lienzos acabados de Veracruz, entre los que asomaba una bandera contra la extracción de petróleo en las Islas Columbretes. Para combustible fósil, el que nos dio el concierto para tener el depósito lleno de cara a la madrugada del sábado, de cara al domingo, y aún para sonreír a la semana. ¡Así, sí!

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