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MIAU 2019 homenajea a Fanzara

Fanzara, sus gentes, sus costumbres y sus colores como inspiración. Varios de los artistas participantes en la sexta edición de MIAU han plasmado en las paredes del pueblo lo que han percibido y recibido durante su estancia en la localidad del Alt Millars. Han sido como sus propios homenajes a una pequeña localidad de la que se marchan encantados. Eso sí, no todos se han ido ya. Las dimensiones de los proyectos provocan que en 2019 el festival de arte urbano se prolongue más de lo previsto.
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Plaza Obispo Granell, con la creación sobre fondo blanco del pasado año de Boa Mistura y la nueva, en verde, de Doa Ocampo. Foto: Carme Ripollès.

El gatuno acrónimo formado a partir de las siglas de Museo Inacabado de Arte Urbano es de por sí un idea inspiradora para los artistas del grafiti. Así que en sus primeras ediciones las paredes de Fanzara se llenaron de gatos de todos los tamaños y características con múltiples firmas a causa de MIAU. Pero con el paso de los años la fuente de inspiración de los virtuosos creadores se ha trasladado a otros motivos. Se aprecia que, pese a ser aún notable, el número de felinos pintados en las fachadas y laterales de las viviendas ha decrecido y en su lugar han brotado variados motivos que en la mayoría de los casos guardan relación con la naturaleza, los animales y las personas... y con la propia Fanzara, como ha ocurrido especialmente en este sexto año (4-7 de julio).

En este 2019, la localidad, sus costumbres, sus colores y, cómo no, sus habitantes han sido las motivaciones de la mayoría de la decena de artistas que han renovado obra en las calles de la pequeña y tranquila localidad del Alt Millars. En su edición más internacional -la sexta-, MIAU ha homenajeado a Fanzara, y lo ha hecho por la propia voluntad de los artistas invitados, que han encontrado en este entorno las motivaciones necesarias para grafitear enormes paredes, al tiempo que se constata la progresiva desaparición del impulso minimalista, aun manteniendo las huellas de otras ediciones. Y, un año más, estos cuatro días de festival han concluido sin que todos los creadores hayan finalizado sus respectivos lienzos de mayúsculas dimensiones, por lo que aún será posible ver a algunos de ellos durante varios días trabajando en las paredes. Un aliciente más para visitar Fanzara a no mucho tardar.

Callejeando por las estrechas calles de Fanzara en busca de pinturas. Foto: Carme Ripollès.

Como es tradicional, el domingo, a las 19:00, comenzó la ronda por las nuevas creaciones, explicadas por los propios artistas. La ronda más políglota de las seis ediciones. Y como es habitual, el organizador más visible de MIAU, Javier López, recordó que este evento es posible gracias al grado de implicación de artistas -realizan sus intervenciones sin cobrar- y de vecinos, que contribuyen con su hospitalidad, incrementando por unos días su núcleo hogareño. Como respuestas recibió de manera generalizada el agradecimiento de los grafiteros, elogiando el festival en sí, el trato de los organizadores y la cordialidad de los habitantes del pueblo. Sebastián González, Perro Seco,  hijo del referente chileno Alejandro Mono González, confesó que su padre -72 años- le había comentado que en ningún otro lugar había tenido tanta conversación con sus momentáneos espectadores como en Fanzara.

Aunque si después de estos días alguno de los artistas tiene más autorización para hablar de Fanzara y sus gentes, ese es Nuno Alecrim. El portugués llegó a la localidad el primero de todos, el pasado 27 de junio. Su obra -en una calle lateral al edificio polifuncional- es la más abstracta de las pintadas este año. Una creación con blancos, negros y rojos que se divide en cinco apartados a través de figuras geométricas, que en algunos casos pueden entenderse como "lanzas o la unidad de una tribu", y en otros reflejan conceptualmente el fluido de la naturaleza.

La más abstracta de las pinturas de esta año la firma Nuno Alecrim. Foto: Carme Ripollès.

A pocos metros puede contemplarse un emotivo homenaje a Fanzara, en concreto a una de sus vecinas, Tere Agustina García. Lo firma Sabotaje al Montaje, nombre artístico de Matías Mata (nacido en Lanzarote, aunque residente en Tenerife). Habitualmente realiza retratos de personas de grandes dimensiones, y es lo que ha dejado plasmado en Fanzara. "Paseando por una calle, vi a una vecina cosiendo fuera de su casa, y me decidí a pintar esa escena, que refleja una costumbre. Además, me gusta incluir las arrugas del rostro de las personas, porque las definen".

Una vecina de la localidad, Tere, inmortalizada por Sabotaje al Montaje. Foto: Carme Ripollès.

El venezolano Koz Dos es quien más retrasada lleva su creación, aunque es entendible observando su enorme formato, así como problemas incontrolables como la lluvia que durante dos días del fin de semana cayó a ratos sobre Fanzara. Cuando la complete se observará sobre un fondo verde la conexión entre seres humanos y animales, con un color que les unifica a ambos como parte de la naturaleza. Una imagen espectacular que encierra un aviso: "Nos estamos cargando el planeta".

Koz Doz, probablemente el último en acabar su creación este año. Foto: Carme Ripollès.

Utlizando tonalidades cremosas, la danesa Jacoba Niepoort comenta ante su obra inacabada que gusta de trabajar con materiales que se descuelgan y no dar excesiva información clara sobre su propósito, dejando la interpretación a cargo de cada uno de sus receptores visuales. Aun así, y dado que su creación aún tiene muchos elementos por pintar, explica que su horizontal obra parte de un gran ala de pájaro a la que van a varias cuerdas sostenidas por una mujer retratada en el otro extremo de la pared. Su objetivo es reflejar como concepto las relaciones entre seres vivos.

La parte humana de la creación de la danesa Jacoba Niepoort.

Al sevillano Alberto Montes le gusta reproducir en paredes fotografías antiguas. Así que cuando llegó a Fanzara pidió fotos a los vecinos -"y me he visto más de 500"-, escogiendo la pose de un grupo de amigos que los habitantes de la localidad reconocen fácilmente. Asegura que es su modus operandi: llegar a un lugar sin una idea nítida de qué reflejará e inspirarse allí mismo. En principio, su grafiti iba a ubicarse en el centro del pueblo, pero por dificultades en el uso de las grúas ha quedado trasladada hacia el lateral en el que puede encontrarse el colegio.

Fotografías antiguas, la fuente de inspiración para Alberto Montes.

Uno de los casos aparte de esta edición es el de la inglesa Ann Willow. Su medio de expresión no es la pintura, sino el material que le proporciona la naturaleza del lugar que visita, siguiendo la máxima de la corriente conocida como land art. Su huella en Fanzara es la construcción de unas imágenes naturalistas hechas con varas de madera en las que refleja un paisaje con árboles y catorce golondrinas sobrevolando sus copas.

Ann Willow y Javier López con el megáfono -el rostro más visible de la organización de MIAU-, frente a la instalación naturalista de la británica, en plena ronda del domingo por la tarde.

Más estampas de Fanzara. Los uruguayos Florencia y Camilo firman como Colectivo Licuado una imagen de recolección de naranjas, y con este propósito han utilizado a dos vecinos de la localidad, Sergio y Ana, como modelos. Una imagen de gran tamaño, fácilmente observable desde la plazoleta que sirve de aparcamiento, que se ciñe a su doctrina de reflejar actividades cotidianas de las localidades a las que acuden con la ayuda de vecinos de las mismas.

El uruguayo Colectivo Licuado plasma la recolección de naranjas con modelos de Fanzara.

Pero dentro de este gran muestrario de pinturas (gran en todos los sentidos), la palma de este año se la lleva el dúo francés (de Burdeos) Edouard y Louis, es decir, MonkeyBird. El visionado de su colorista creación epata. Un trabajo realizado a partir de plantillas con dos elementos principales: el mono y el pájaro, en una especie de recreación de la parte física y del alma del ser humano, envueltas por una geométrica arquitectura, otro de los signos identificativos de su trabajo. Para encontrar esta obra hay que desplazarse hasta el lateral del pueblo sito cerca del lavadero. Vale la pena buscarla.

 

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La plaza Obispo Granell ha conseguido en dos años una espectacular transformación. En la pasada edición, el colectivo madrileño Boa Mistura pintó la agencia de lectura con unos árboles de humanas manos. Este año, en el lateral opuesto, la gallega Doa Ocampo ha representado un algarrobo, como árbol representativo del verde de Fanzara. Su creación forma parte de su serie Reforestando, en un intento de recuperar el contacto de las personas con la naturaleza, así como conservar la memoria de la sabiduría de los árboles y plantas, con sus correspondientes productos.

La dorada intervención de DiddiDavid antes de ser colgada en una estrecha calle. Foto: Carme Ripollès.

El artista fallero valenciano David Moreno, la mitad de Pink Intruder, también se aparta de la pintura como elemento único en su paso por este Museo Inacabado de Arte Urbano. Dentro de su proyecto individual, DiddiDavid cuelga en altura en medio de una estrecha calle una especie de ramificación que ya fue presentada en la pasada edición de la feria de arte contemporánea Marte, dentro del espacio MIAU. Una intervención que une la simbología de Fanzara con el kintsugi, una técnica japonesa de reparación de dorado tono que busca la belleza de la reparación, un señal de fragilidad pero al mismo tiempo de fortaleza.

Construcción del físico Álvaro Arranz que sorprende por su efecto visual. Foto: Carme Ripollès.

Pero para sorprendente, la intervención no de un artista, sino de un físico. Se trata de Álvaro Arranz, hermano de Ana, una de las organizadoras de MIAU. Partiendo de la plaza principal, casi en la esquina de en una estrecha calle que se pierde rumbo al interior del núcleo urbano, se puede encontrar una torre con las palabras en azul "MIAU" y "Fanzara". A su lado, un espejo devuelve la imagen, pero no la que ve el espectador situado frente a esta instalación, sino el reverso de la misma, permitiendo a través de una única panorámica -en el ángulo adecuado- leer "MIAU Fanzara". Un juego físico que se aprovecha de la interpretación plana que el cerebro da a lo que llega hasta él visualmente.

Asistentes a MIAU 2019, con el fondo del Consultorio y el mural doble de los chilenos González. Foto: Carme Ripollès.

Y en el Consultorio y la pared vecina se observa -y nunca mejor dicho, porque allí hay un ojo- un mural dividido en dos partes obra de Alejandro Mono González y su hijo Sebastián Perro Seco. Una mitad muy colorista -la de Mono- y a su lado otra más básica, trazada sobre una fachada deteriorada. Un muro víctima de su continuo e irreversible desgaste, ideal para el efecto buscado por los dos autores chilenos. "El mural tiene vida, simboliza un diálogo entre personas, con una parte que irá cambiando por el  paso del tiempo y que acabará cayendo, como todo en esta vida", explica Sebastián. En la plaza donde se encuentra la panadería es posible encontrar una colorista imagen de pájaros partiendo de una flor central que también es obra del veterano Mono González.

Alejandro 'Mono' González, artista chileno de 72 años, trabajando en la plaza de la panadería. Foto: Carme Ripollès.

Como ya es habitual, la programación se ha completado con varias actividades de otras disciplinas artísticas que han incluido la música en vivo, la danza contemporánea a cargo de Nikita Anishchenko y Carmen Lozano, una conferencia sobre el grafiti por parte de Fernando Figueroa Saavedra, así como un taller, además de varias performance, el proyecto Iglesia y silencio de Juan Flores (dentro del espacio Marte) o el proyecto multimedia de Maya Marja Jankovic junto a alumnas de la UJI. La ausencia, la del artista invitado este año, Tono Cruz, que por un feliz motivo familiar no pudo estar por segundo año consecutivo en Fanzara.

Ni la alta temperatura en horas solares ni las apariciones de la lluvia mermaron de manera notable la asistencia de espectadores a un evento artístico que sigue sobreviviendo a base de autogestión y la única aportación económica del Ayuntamiento de Fanzara, junto a los ingresos que los propios  organizadores se han encargado de idear (camisetas, visitas guiadas, talleres...).

Instalación de Juan Flores frente a la iglesia. Foto: Carme Ripollès.

 

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