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El burrianense Manuel Borja-Villel, en la sala de exposiciones temporales del Museu de Belles Arts de Castelló. Foto: Carme Ripollès.
La necesidad de una Ley de Creación y la apuesta por un arte compartido, alejado de la cultura privada del gran capital, encontrando en la línea pública un término intermedio y válido. Son algunas de las ideas principales que transmitió Manuel Borja-Villel en el Museu de Belles Arts de Castelló dentro de la primera cita de este 2022 del ciclo Intercanvis. Club de la Cultura, el pasado martes 11 de enero. "Estoy en casa", comentó de primeras este burrianense (1957) al que los Premios Merca2 sitúan como la segunda persona más relevante y con mayor influencia dentro de la cultura española (solo por detrás del ministro Miquel Iceta). Su aval: catorce años ya al frente del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, cuya colección de arte moderno y contemporáneo -una de las más importantes del mundo- ha reordenado, puesto al día y ampliado. Una larga trayectoria que se extiende con sus trabajos previos en la dirección de la Fundació Antoni Tàpies (1990-96) y el Museu d'Art Contemporani de Barcelona (1998-2008).
En charla mantenida con el periodista Eric Gras dentro de este ciclo organizado por el Institut Valencià de Cultura (IVC), Manuel Borja-Villel estuvo dialogante/monologante por la extensión de sus respuestas, reflexivo, explicativo, cercano, laberíntico en algunas ocasiones mientras razonaba sobre los museos y la cultura en general, dentro una repleta sala temporal de exposiciones dado el nivel del invitado, así como las pocas oportunidades para verle en La Plana. "Me he encontrado con amigos de estudios a quienes no veía desde hacía 40 años... o cuando íbamos de tascas", comentó en los primeros instantes de su hora y cuarto de comparecencia.

Panorámica de la sala durante la charla. Foto: Carme Ripollès.
Diapositivas como llave de entrada al mundo del arte
De primeras, recordó sus tiempos en los Salesianos de Burriana, "con una asignatura de Literatura en la que teníamos que aprendernos listados de obras, pero no leerlas; y otra de Historia del Arte, con un profesor rompedor en las maneras de aquella época, que nos ponía diapositivas". Tal vez en ese punto encuentre su puerta de entrada al mundo del arte, dentro de un recorrido que pasó a continuación por el CUC, València -"donde la historia del arte finalizaba con Sorolla y el modernismo"- y nueve años en Estados Unidos, "donde sí tenían potentes equipamientos de imágenes, pero les daba igual proyectar diapositivas en verde del período azul de Picasso".
Fue en América del Norte donde su camino como historiador del arte se dirigió hacia la especialidad de Museos. "Estaba también la opción de Academia, que consistía en dar clases e investigar. Pero me di cuenta de algo: tú puedes y debes tener un discurso, hacer una investigación, pero luego las obras de arte tienen vida propia que va más allá del artista. por eso me decanté por Museos".

El director del Museo Reina Sofía de Madrid, dirigiéndose al público presente en el Museu de Belles Arts de Castelló. Foto: Carme Ripollès.
En este punto señaló hacia el Reina Sofía para aconsejar la visita de "tres salas que me parecen muy importantes, dedicadas a tres críticos: Carl Einstein, uno de los primeros en escribir, allá sobre los años 20, sobre arte negro, primitivo, africano, con un elemento de vida que no veía en el arte occidental; Georges Bataille, a quien le interesaba lo material: y André Breton, a quien le interesaba el mundo de los sueños. Tres miradas diferentes y todos coincidían en Dalí".
"No ho sé"
Fue su respuesta cuando Eric Gras le preguntó si había una razón por la coincidencia de nombres valencianos al frente de importantes museos: el recientemente fallecido Tomás Llorens (Almassora), director del Museo Reina Sofía (1988-1990) y los valencianos Vicent Todolí (Tate Modern de Londres) y Miguel Falomir (Museo del Prado). Manuel se enzarzó en un largo soliloquio, "tal vez tenga que ver lo vernáculo..." para reconocer lo que era evidente, que sí hay cantidad, pero ningún motivo concreto. Eso sí, mientras garabateaba verbalmente en busca dentro de su cerebro de una luz al final del túnel, repasó algunas cuestiones interesantes que tienen que ver con el espacio, los países...
- "Ahora está de moda el arte inmersivo, que no es nuevo. Las catedrales eran arte inmersivo. La diferencia es que en una catedral podías estar pensando en otra cosa, mientras que en una situación inmersiva estás trabajando, proporcionas datos que se emplearán en tu futuro"
- "Hay un elemento en el arte que es de interpelación, de interrogación, que es irreductible. Siempre ha tenido un elemento político, pero tal vez ahora tenga un potencial revolucionario ausente en otras épocas. Ejemplo: los ataques de políticos a centros culturales o la censura que se impone y que impide, por ejemplo, hacer ahora programas de televisión que se hacían en los 80".
Sobre Tomás Llorens Serra. "Hay varias cosas importantes en su trayectoria: estuvo en el origen del IVAM, fue conservador muy importante del Thyssen, unos de los mentores del equipo Crónica.... Fue una figura importante del postfranquismo, pero si tuviera que destacar algo sería que gracias a él es museo el Reina Sofía, en el sentido de que él quiso que el museo no fuese solo un centro de arte en que las exposiciones fuesen y viniesen, sino que tuviera una colección y que reflejase un periodo. A nivel de carácter, cuando estaba convencido de algo, no paraba. Cuando los periodistas le preguntaban por su mejor y peor día en el Museo Reina Sofía, él respondía que el mismo día. El mejor, cuando por la mañana le presentó el proyecto museográfico al ministro Semprún; y el peor, cuando por la tarde lo cesó. Eso da muestra de su carácter. Aunque se lo imaginaba, tiró hacia adelante. Una figura ejemplar".
"¿Qué no es un museo?"
Fue su primera línea de respuesta cuando se le preguntó qué es un museo: "Un museo no puede ser un panteón de hombres o mujeres ilustres". Desde esa primera frase, enlazó ideas:
- "El museo es una institución, y como tal ha de ser un servicio público y democrático en cuanto a su gobernanza, a la vez que hospitalaria, de un modo radical, o sea, que aceptas al otro cualquiera que sean sus ideas, no solo si piensa como tú".
- "Que nos permita conocer un poco mejor el mundo en el que estamos".
- "En una época de postpandemia es un lugar de cura".
- "El servicio público de los museos no va dirigido a los turistas, que solo son una parte de la sociedad a la que sí va dirigida"
- "Donde se represente la historia de un país, pero no como una continuidad lineal, sino que está llena de rupturas. Que el exilio no esté presente en un museo nacional te hace plantearte muchas cosas".
- "Que el museo te obligue a cuestionarte tus propias categorías es también importante".
- "Ha de haber una rentabilidad, pero si el beneficio económico prima sobre el artístico, hay un problema".

La charla consiguió la atención total de los presentes. Foto: Carme Ripollès.
La necesidad de la Ley de Creación
Uno de los puntos más importantes defendidos por Manuel Borja-Villel: una Ley de Creación. Lo hizo, a su modo, con un discurso contextualizador repleto de anécdotas a partir de una base: "En reuniones de directores de museos, curadores, casi da la impresión de que el artista molesta". Para continuar con una leyenda: "A los ministros de Cultura les gusta más el Museo del Prado que el Reina Sofía porque en el Prado están todos los artistas muertos, y no hay problema con ellos".
En su defensa del artista, acudió a la necesidad de disponer de una Ley de Creación. "En este país hay libertad de expresión, pero con límites, que tiene sus trucos. Lo que no hay es una Ley de Creación y es fundamental que los artistas la tengan. Este país es uno de los que más presume de tener creadores, artistas, pero parece que esté mal visto apoyarlos".
Eso sí, cree percibir que con la pandemia varía la perspectiva: "Nos hemos dado cuenta de que el ser humano puede desaparecer y la vida continuar en el planeta sin problema. Antes parecía que solo el triunfador valía en esta sociedad: Me parece ver más solidaridad en el mundo de los artistas. Un grupo de artistas europeos y americanos hicieron durante la pandemia un lema que decía: "La normalidad era el problema".
Una defensa extendida al global: "Es necesario entender la cultura como un ecosistema, como un servicio público esencial, económico, sostenible y que aporte. La que no aporta, sobra. Igual que nadie cuestiona que cualquier pueblo tenga su equipo de fútbol y hay que subvencionarlo, tendría que ser normal que tuviese su centro de arte, pero no todos iguales, con diferentes escalas". Con una conclusión: "No es casual que el mundo de la cultura esté tan precarizado, y ahí incluyo desde artistas a quien escribe sobre cultura".
Sobre el Museu d'Art Contemporani Vicente Aguilera Cerni de Vilafamés. "Estuve no hace mucho y lo vi más o menos como hace un tiempo. Igual habría que dinamizarlo. Fue un museo que reflejaba un modo de entender la sociedad, cómo se pueden construir museos donde no había colecciones ni grandes instituciones, y en ese sentido es emblemático. Ahora bien, es complicado dinamizarlo si no tienes presupuesto"
La intención de controlar
En otra fase de la charla, Manuel Borja-Villel se metió en el terreno compartido entre la cultura y la política, con intento de marcar una línea, un control. "Hubo una época del pasado siglo en que las ciudades parecía que debían tener grandes centros culturales hechos por grandes arquitectos, pero en algunos casos no había con qué llenarlos. Hubo en los 80 un boom de artistas, pero desde las instituciones se apostaba por un tipo de relato muy lineal, sin mujeres, sin colectivos...".

Gestos para acompañar palabras. Foto: Carme Ripollès.
Un ejemplo de control: "Los concursos se convocan para pedir algo concreto, no para permitir que se cree algo que no sabes qué es, y puede que de ahí no salga nada". Puso un ejemplo histórico: Egipto. "Cuando se independiza de Inglaterra quiere tener identidad propia, romper lazos coloniales. Pero su música no tenía anotación y se adoptó una muy similar a la inglesa. Es decir, no se da libertad, sino que se imponen sistemas de control. Aunque todavía quedan cosas que no se pueden controlar".
Y como una anécdota más, señaló algo que le parece terrible: "En el asalto al Capitolio, se produjo una cosa más terrible aún, y es que la gente que entró allí, una vez conseguido su objetivo no sabía qué hacer. Es decir, protagonizaron una acción y no sabían para qué".
Visión optimista -"a días"- del futuro tras la pandemia
La pandemia marca un antes y un después. El antes ya es bien conocido. El después está por determinar. Manuel/Manolo es a veces pesimista y otras optimista, "va por días", pero su lado positivo le hace creer percibir que "hay más solidaridad con la pandemia. Quiero creer que se dan condiciones para que se planteen las cosas de otro modo, de entender el arte de otras maneras (el africano es diferente al nuestro), de colaborar. Pero aunque se pueden hacer planes a medio y largo plazo, lo primero es sobrevivir, como se ha visto en la pandemia. Hay cosas que no tienen vuelta atrás".
Son tres las líneas que observa. "Hay un modelo de cultura del dinero, mucho dinero, como comprar una obra de arte y que se quede en una colección privada donde solo la vea quien la ha adquirido; y otra de compartir, de base, de trabajo, cada vez más fuertes y que creo que es muy importante esta línea. Tal vez el problema es que son grupos de trabajo que no tienen demasiado que ver entre sí. Hay una posibilidad intermedia, la del modelo público".