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Love of Lesbian hacen del Arenal un festival

La banda liderada por Santi Balmes toma el testigo de Vetusta Morla y pone el Arenal Sound boca abajo en una jornada marcada por la electrónica de Rinôçérôse, Delorean o El Guincho. Layabouts pusieron el rock.
  
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Santi Balmes, en el incicio del concierto de LOL el sábado en el Arenal. Fotos: Galcerán de Born.

Si Vetusta Morla ostenta actualmente el título de reyes del indie español, Love of Lesbian el de príncipes. Son amigos (más de una vez han compartido escenario por sorpresa) y capaces de arrastrar a una masa entregada que tararea todas y cada una de sus canciones. Santi Balmes y compañía la liaron parda el sábado en el Arenal Sound. A pesar de los pesares. Otra vez. Porque el escenario DAS no dio para más. Cuando de electrónica se trata, los bajos maquillan el problema. Cuando llegan las voces, guitarras, bajo y batería... la cosa cambia. De nuevo el equipo se quedó más que escaso. "Y tocar a las dos y media no es la mejor hora", reconocían en una rueda de prensa surrealista que os narraremos a continuación y en la que pusieron fecha a su próximo trabajo, después de rodar dos veranos con 1999: mayo del próximo año.

Tampoco la resaca pudo con ellos. Love of Lesbian son atípicos en muchas cosas, incluidos sus hábitos de desplazamientos y pernoctaciones. Cuando están de gira (como es el caso) suelen alquilar un autobús, que traslada a toda la banda, técnicos, manager... En total, 14 personas. Pues bien, lo estacionaron el viernes justo detrás del escenario principal, y gozaron de la noche burrianense. Nada que alegar; simplemente, que de buena mañana empezaron las pruebas de sonido y apenas pudieron echar ojo. Poco importó. Lo dieron todo y la voz ronca de Santi Balmes sonó tan rota como de costumbre. Tal vez un poco más, pero incluso puede que la culpa fuera de la rueda de prensa, convocada a mitad de concierto de El Guincho.

Sin micros de por medio y justo al lado del Escenario DAS, Santi, Joanra, Uri y Juli esperaban a la 'canallesca'. No se oía nada... Una rueda de prensa 'a pelo' no puede hacerse entre tanto jaleo. “Vamos a organizarnos”, dijo Santi. “¿Y si hacemos las preguntas entre canción y canción de El Guincho?”. Era cuestión de tirar de telegramas.

-“¿Para cuándo el nuevo disco?”

-“Para mayo del año que viene”.

-“¿Con la misma discográfica?”

-“Sí, si las cosas van bien, para que cambiarlas”, matizaba Juli.

Después, regresó el ruido y la rueda de prensa devino en una especie de grotesco teléfono estropeado:

-“¿Qué ha preguntado?”

-“Creo que sobre el horario de esta noche”.

-“¿Y qué ha contestado?”

-“Que las dos y media no es una buena hora”.

-“Ah, eso sí que lo he oido...”

Tal cual. Lo mejor era que acabara...

Balmes bajó del escenario para saludar a los fans de primera fila.

Era tarde cuando aparecieron sobre el escenario, pese a ser la actuación más esperada del día. Había que empezar fuerte: “Club de fans de John Boy”. Todo el Arenal Sound saltando al unísono, incluidos dos chavales de primera fila que estaban allí apostados desde las cuatro en plena tarde de poniente. Diez horas de espera para ver a su grupo.

Miradas vidriosas, brazos al aire y estribillos cantados hasta donde daban de sí las cuerdas vocales. En la primera parte del repertorio incluyeron también “Noches reversibles” y “Segundo asalto”. Les siguieron, ya en el ecuador, “Allí donde solíamos gritar” e “Incendios de nieve” para poner patas arriba el Arenal con una canción que se silba. Y, como despedida, “Marlen, la vecina del Ártico”, “Me amo” y “Algunas plantas”. Fue entonces cuando desplegaron su arsenal escénico, con el habitual desnudo de Joanra Planell (el bajo), la autofelación simulada de Santi con un flotador con peluca o la visita del líder de la banda a un público entregado. Eran casi las cuatro de la mañana y llegaba a su fin un día marcado por la electrónica.

Y es que en el Escenario DAS actuaron, por este orden, El Guincho, Delorean y Rinôçérôse, todos seguiditos y de una tacada. Quizás intercalar a Love of Lesbian entre ellos habría sido un acierto.

Rinôçérôse desplegaron todo su potencial en el Escenario DAS.

La banda francesa, de forma similar a lo que hiciera el día anterior Scissor Sisters, ofreció un concierto 100% festivalero y resultón. Porque pueden, claro. Tienen un arsenal de canciones infalibles en directo, con esa mezcla de rock y electrónica que les hizo grandes a nivel internacional hace una década, y lo explotan. Brillaron perlas como "Machine Pour Les Oreilles" y funcionaron mejor entre el público del Arenal temas como "Fucky Funky Music". Patrice Carrie (cuero negro rollo Busco a Jacq's) y Jean-Philippe Freu (de blanco nuclear) supieron leer el partido -no en vano, ambos son psicólogos- y Rinôçérôse ofreció una estupenda sesión de baile a la concurrencia, aunque con un remate final algo desmadejado.

Antes, Pablo Díaz-Reixa Díaz, es decir, El Guincho, aterrizó con sus ritmos tribales mezclados con samplers que ofrecen un resultado bastante peculiar. Siempre en tiempos medios, su música es de esas que te hacen moverte ligeramente, al ritmo de la felicidad calma, como la que sonaría de fondo un atardecer en una playa de Ibiza. Acompañado de un guitarra y un bajo, desplegó su sonido tan particular que a mí me resultó algo monótono.

El Guincho trajo sus ritmos tribales al Arenal Sound.

Tomaron el relevo los vascos Delorean, también con la electrónica como base pero con un toque mucho más dance a la sesión, al igual que We Are Standard. Aprovechamos la circunstancia para visitar el Escenario Desperados, al que no ha ayudado la lejanía respecto a los escenarios principales.

Ciudad Standard.

El Beach Club, a esas horas, se había convertido en una zona de descanso, en la que la música se escucha de fondo. Allí vimos el final de Máximo No Canta y el inicio de Ciudad Standard, éstos últimos, una banda más rodada. Buena la iniciativa la del Arenal Sound de apostar por grupos minoritarios (y cercanos), aunque algunos aún estaban verdes. Eso sí, hay que facilitar el paso para congregar a más curiosos y que no sea algo tan minoritario.

Y para concluir, como contrapunto a la programación del festival, un gran concierto de los madrileños Layabouts, unos rockeros del copón que se metieron al público en el bolsillo con una propuesta de mucha verdad. Fue otra de las luces de un sábado en el que la luz se hizo demasiado tarde.

Layabouts, todo poderío rockero como contrapunto a tanta electrónica.

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