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Los trazos de la ¿nueva? poesía

Irene X, César Brandon, Rupi Kaur, Elvira Sastre, Redry David Galán e incluso las obras póstumas de Gata Cattana dibujan una nueva corriente en la poesía en castellano que ha conseguido enganchar al público: más cercana, sencilla, sugerente y que tiene como nido las redes sociales.
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Podrías cruzarme la cara
siete veces
siete viajes de ida y vuelta
siete vidas menos
fin del trayecto.

Y yo seguiría ahí
entera
mirándote de frente
suplicando un golpe más
con tal de seguir recibiendo
algo tuyo.

Lo que acabas de leer pertenece a “Lo recibido” de El sexo de la risa de Irene X. Es su primer libro, publicado en 2013, desde entonces, otros cinco; el más reciente: La chica no olvida, obra con la que se hace con el premio Espasa Es Poesía 2018.

 

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Irene X (mellamanx en Instagram) pertenece a lo que se ha apodado como la nueva poesía; aunque, precisamente, no cumpla con todas las características propias de este género. En la lista también se encuentran nombres como el de Elvira Sastre (con libros como Baluarte, Días sin ti, Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo o Aquella orilla nuestra), Defreds (Recordad contraseña, Casi sin querer, Sempiterno o Historias de un náufrago hipocondriaco), Rupi Kaur (Otras maneras de usar la boca, El sol y sus flores), Sara Búho (Y yo a ti, La ataraxia del corazón), Nekane González (Aunque duela), Luna Miguel (Poetry is not dead, La tumba del marinero, El funeral de Lolita o Los estómagos), Loreto Sesma (Alzar el duelo o Amor revólver) o incluso parte de la obra de César Brandon (Las almas de Brandon, Toda la felicidad del universo).

Han sabido apropiarse de lo cotidiano a través de un lenguaje sencillo y próximo: “Y yo que pensaba que nunca me olvidaría de ti. Ahora, cuando chequeo mis conversaciones del WhatsApp, veo como desciendes cada día más y más peldaños en las conversaciones de mi vida”, escribe César Brandon en su “Alma nº 67”. Poesía que, puramente, no es poesía y narraciones que tampoco acaban de serlo, pero que beben de la estética y el carácter de los poemas. Y viceversa. Como si la poesía y la prosa formasen un diagrama de Venn, y en la unión de los dos conjuntos se encontrase esta corriente. Nada que no haya sucedido antes en la música, por ejemplo, en donde las fronteras entre estilos y géneros cada vez son más difusas.

Estos autores y autoras se han convertido en contadores de pequeñas historias con las que han conseguido algo muy importante, crear una nueva tendencia literaria, heterodoxa y no exenta detractores, pero que acerca a un público más heterogéneo y, principalmente, joven (entre los 15 y 35 años) a la literatura. Que se lo digan a César Brandon, cuando consiguió erizar la piel de cientos de miles de personas en uno los lugares en los que nunca habríamos imaginado ver a la poesía sentirse cómoda, un talent show en Telecinco. También bajo una de las lonas del Rototom Sunsplash, por ejemplo, para que, con una de esas historias cotidianas, la suya, se dirigiese al público para hablar de referentes africanos y espetarnos un: “¿Qué pasaría si todo lo que te han contado es mentira?”. La conexión.

El principal nido de esta corriente, como no podía ser de otra manera, lo encontramos en el mismo sitio en el que se encuentra la mayor parte de su público: las redes sociales, con Instagram como punto caliente. Textos cortos que requieren muy poco tiempo de lectura, el efecto espejo, es decir, que la persona receptora pueda entender el mensaje rápidamente y verse reflejado en él, la interacción, ya que, a través de las redes sociales, esos micropoemas y/o microrelatos consiguen viralizarse entre lluvias de likes, comentarios, menciones, compartidos, etc., y llegar a un público global y crear cercanía con él.

La red social se convierte en un escaparate de su trabajo, consiguen conectar con el público y popularizar su contenido, lo que acaba traduciéndose, la mayor parte de las veces, en una llamada de atención para las editoriales para transformar esas publicaciones de Instagram en papel. El éxito, prácticamente asegurado, ya que esa comunidad que se ha creado online acabará pisando las librerías para hacerse con la obra de aquella autora o autor que le acompaña cada día en su red social favorita. Al fin y al cabo, imagina que cada mañana alguien te escribe las palabras precisas, aquellas que lees y parece que te están leyendo pero no has sabido escribir. Porque no es solo nueva poesía o nueva literatura, son nuevos autores, canales, públicos, rutinas e incluso formas de consumir las palabras. Que tal vez, Machado, hoy, se tendría que haber creado una cuenta de Instagram y convertir Anoche cuando dormía en hashtags.

La inmediatez, cotidianeidad, cercanía, sencillez e intensidad como claves de esta tendencia, sin olvidar, obviamente, el talento (o no; ¿alguien sabe medir esto?). Un buen ejemplo de esto último podría ser el de Redry David Galán, quien ha hecho de sus micropoemas diarios en su cuenta de Instagram su seña, y que ha traducido en publicaciones como Abrázame los monstruos, que aún sigue apareciendo entre los libros de poesía y teatro más vendidos en Fnac*.

 

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La nueva poesía también llega de la mano de una nueva forma de entender el género, la escénica. Por esto no es de extrañar encontrar en las librerías nombres como el de Alejandra Martínez de Miguel con Báilatelo sola o Laura Sam, quien protagonizó el spoken word del #10nmpnu, que acaba de llevar su poesía interpretada al papel con Incendiaria, libro que también sube a escena con una propuesta de música y poesía.

Los músicos también se hacen un hueco en las librerías y en las secciones de poesía, encontramos nombres que suenan tanto como el de Marwan, Rayden, quien ya ocupa los primeros puestos en ventas con su reciente El mundo es un gato jugando con Australia, o La escala de Mohs, el libro de poemas póstumo de Gata Cattana, un aliento de fuerza, rabia, esperanza y empoderamiento (qué bonito habría lucido el mundo contigo, Gata) con el prólogo de su reedición firmado por Irene X.

 

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La poesía se transforma y se mantiene en un constante crecimiento a través de una corriente de autores y autoras que parece han encontrado un nuevo territorio literario que se vale del gran valor de la poesía, su capacidad para expresar sentimientos, para, en cierta forma, reformularla y conseguir que el público, sobre todo el más joven, se vuelva a encontrar con ella. Llevarla de las pantallas al papel, y viceversa. Pese a las voces de los juzgamundos. El desencuentro con aquellas voces que consideran que estos autores únicamente responden a la fiebre de las redes sociales y de la figura del influencer y que juegan con la explotación del dolor para captar seguidores. ¿Se puede medir el talento a partir del número de followers? ¿Tienen menos calidad y/o valor sus textos porque son expuestos en un post de Instagram; les hace mejores o peores valerse internet y las redes sociales?

¡Malditos los poetas!
¡Maldito Salinas, maldito Machado!
Y Gustavo.
Y Federico.
Malditas las tostadas
con café por las mañanas.
(…) Y tus ojos.
Y todas las cosas que me recuerdan que tú no estás.

Son los ladridos de Gata Cattana en “Malditos sean” (La escala de Mohs). Ahora imagina, por un momento, que alguien con 16 años consigue encontrarse con alguno de estos autores gracias a ella y su poesía; a sus referencias e influencias. Quién sabe si algún día otra gran poetisa o poeta maldecirá el buen hacer de Gata Cattana, Irene X o César Brandon. Quién le iba a decir a Salinas cuando escribía aquello de “Con la punta de tus dedos pulsas el mundo, le arrancas auroras, triunfos, colores, alegrías: es tu música. La vida es lo que tú tocas”, que casi un siglo después despertaría el rugir y la pluma de otros. La nueva poesía que puede que en realidad no sea tan nueva, es solo la evolución lógica del género.

Solo se escribe lo que no está,
lo que ya no queda,
lo que es necesario apuntar
porque se olvida.
-“Desapariciones” en La escala de Mohs de Gata Cattana.

 

*Listado consultado: abril 2019.

_Imagen de portada 'La escala de Mohs' de Gata Cattana.

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