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Lisabö, la tormenta perfecta

La segunda jornada del Tanned Tin 2013 quedó absolutamente aplastada por la atronadora y extensa actuación de Lisabö, poniendo el teatro en pie a base de ritmo (dos baterías y dos bajos de carga explosiva) e intensidad desbordantes. La onda expansiva eclipsó los conciertos de Julie Doiron y Gupo Salvaje, mientras que Matt Elliott cubrió la baja sensible de Keiji Haino. Gravenhurst y Nacho Umbert abrieron la noche con pop de muchos quilates. Lo de los japoneses Maher Shalal Hash Baz, un concepto interesante con un resultado decepcionante.
  
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Feroz, atronador y purificador. El concierto de Lisabö en la segunda jornada del Tanned Tin 2013 fue una especie de catarsis colectiva para desquitarnos de toda la rabia que llevamos dentro. Una tormenta perfecta detonada sobre una rocosa base rítmica de dos baterías y dos bajos, sin piedad ni fatiga, y propagada por una avalancha de vatios de guitarra. Post-rock iracundo, capaz de sacudir y poner en pie a todo el Teatre Principal para que el borde del escenario terminase pareciendo el de una sala de conciertos, con una marea de brazos al aire pidiendo más leña. La banda de Irún, liderada por un pletórico Karlos Osinaga, se mostró hambrienta y desbordante de energía a pesar de llevar 15 años en la brecha. Seis años después el Tanned Tin volvía a servirles el mejor menú posible: un teatro lleno de público dispuesto a vibrar con su descarga.

La onda expansiva de Lisabö, no obstante, tuvo como damnificados los dos conciertos que le sucedieron. Primero el de Julie Doiron, cuyo folk casero e intimista quedó prácticamente arrasado por su ensordecedor eco. Una pena, porque su espléndido repertorio hubiera merecido oídos atentos. Y después Grupo Salvaje, con un complejo montaje escénico y un gran disco, III, que requería una actuación extensa y cocinada a fuego lento para haber cuajado y que, sin embargo, se quedó en 20 minutos de degustación que supieron a muy poco.

Lisabö, profanando el teatro. Foto: Carme Ripollès.

Las actuaciones anteriores a Lisabö fueron otra cosa. Gravenhurst, a pesar de la errática presencia escénica de su líder, el multiinstrumentista y productor británico Nick Talbot, confirmó que su último disco, The Ghost in Daylight, es todo un hallazgo. Aunque el formato trío les hizo perder matices importantes a algunas canciones, lo cierto es que temazos como “Circadian” sonaron pletóricos de belleza y elegancia en el Principal. El concierto ganó muchos enteros con el cambio de la guitarra acústica a la eléctrica. El dream pop de los británicos llegó después de la brillante actuación de Nacho Umbert acompañado por Raül Fernández, productor y líder de Refree, en un formato exclusivo para el Tanned Tin. El músico barcelonés avanzó algunas canciones de lo que será su tercer disco en su nueva etapa en solitario y lo cierto es que mantiene intacto el hechizo de su pop minimalista.

Hasta que Lisabö arrasó con todo de lo que más se hablaba en el Teatre Principal era del no-concierto de los japoneses Maher Shalal Hash Baz. Un experimento sonoro liderado por Tori Kudo realizado con no-músicos que improvisan sin apenas indicaciones –entre los que se encontraba uno de los miembros de Hoquets, una de las sorpresas del Tanned Tin 2011-, que conceptualmente tenía su atractivo, por comprobar el impacto del error y el feísmo, pero cuyo resultado en escena fue totalmente decepcionante. Una charlotada grotesca, intrascendente y, afortunadamente, breve.

El otro músico japonés que estaba llamado a protagonizar la noche, el legendario guitarrista Keiji Haino, cayó del cartel el mismo viernes por la mañana tras la prueba de sonido por desavenencias con la organización del festival, por lo que fue sustituido de urgencia por Matt Elliott. El músico británico, todo un clásico en el Tanned Tin con actuaciones en 2003, 2010 con The Third Eye Foundation y 2012, cerró la segunda jornada con una actuación acústica.

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