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La vida, que sea drag (desde la autorrepresentación)

Una webserie musical para abordar las problemáticas del colectivo LGTBIQ, hablar de dualidades y, pese a todo, liberación. 'La vida es drag' nace de la necesidad de cinco estudiantes de la UJI (Paula A. Castillo, Joan Milián, Neus Monmeneu, José Luis Roglà y Paula Tórtola) por crear contenido audiovisual que aborde el tema desde dentro de la universidad. Nos cuentan qué hay detrás antes de su presentación en la Llotja del Cànem el jueves 3 de octubre.
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“Ahí estaba yo, cada mañana, intentando ser uno más”. Son las palabras con las que se presenta Fernando Palazuelo, interpretado por Arturo Sebastiá. Es un conocido sastre de un barrio señorial de València que ha de mantener la estela del negocio de su padre mientras hace frente a las familiares. Mientras dice estas palabras, está comiendo chocolate con churros en una concurrida cafetería. Fernando también podría ser cualquiera de nosotros cada mañana, intentando ser uno más. Porque ser uno más también puede significar vivir en un mundo de dualidades, como en el que Fernando se encuentra con su alter ego, Totó La Piconera, una de las drag queens del Club la Melegilda.

Fernando o, lo que es lo mismo, Totó La Piconera es el protagonista de La vida es drag, cortometraje que nace como proyecto de final de grado de cinco estudiantes de Comunicación Audiovisual de la Universitat Jaume I (UJI) y se acaba convirtiendo en una herramienta de visibilización y, por qué no, también de liberación. Detrás de La vida es drag se encuentra Joan Milián, director, coguionista, autor de las composiciones musicales y encargado de la postproducción; Paula A. Castillo, dirección de fotografía y coguionista; José Luis Roglá, en la producción junto a Neus Monmeneu; y Paula Tórtola, como ayudante de producción y dirección durante la grabación del cortometraje. El resultado final se presentará el jueves 3 de octubre en la Llotja del Cànem, en donde, además de la proyección de La vida es drag, también habrá un encuentro con el equipo que ha dado forma al proyecto y asistirá parte del reparto (19.00; entrada libre).

Paula A. Castillo, Joan Milián, Paula Tórtola, José Luis Roglá yNeus Monmeneu, creadorxs de 'La vida es drag'.

La razón de ser de este proyecto se traduce en su necesidad de “querer arriesgar” y buscar “aquello con lo que poder explotar al máximo todo lo que hemos aprendido y que, a la vez, sea algo que nos represente”, nos explica Paula, también colaboradora de NMPNU TV. La vida es drag nace como un cortometraje, pero, durante el camino, y como respuesta a las propias necesidades del proyecto, de su forma y explotación, se ha acabado convirtiendo en una webserie. También en un musical (“porque somos unos maricones”, bromea Paula), la razón la encontramos en la pasión de los miembros del equipo por las bandas sonoras y el papel de Millán a la hora de dar forma a las canciones propias del cortometraje: “Joan ideó la música para que avanzara mucho y contará lo máximo posible. Cada canción se centra en una temática o un contenido específico”, desarrolla Paula, “por ejemplo, la última canción, “Imparables” (la cual han convertido en un videoclip y también se puede escuchar en Spotify), es un canto y un guiño a la unión del propio colectivo, ya que hay muchas disputas internas”.

En el reparto, las drag queens se llevan todo el protagonismo. Entre ellas, Leo Pantone (Albie Leo) y Queen Escándalo (Guillem Escoi, Perla en la webserie), conocidas drag queens en la noche valenciana, y Fernando Barber (en el papel de Madame Atómica), también actor drag en La jaula de los grillos. La grabación no fue sencilla, tras realizar un casting para encontrar a todos los actores y actrices, el equipo tuvo que cuadrar sus propias agendas con las de las drag queens y el resto del reparto en una grabación que se tuvo que hacer en un tiempo récord. Sin prácticamente ensayos previos, una lectura del guion, la habilidad para improvisar de las drag y prácticamente cada plano grabado en una única toma. En el camino, también tuvieron que encontrar formas de poder financiar el proyecto, entre ellas, conseguir sacar adelante un crowdfunding.

Durante la grabación, varias anécdotas como citaciones de juicios colándose en plano o vecinas dando, literalmente, la nota convertidas en improvisadas actrices secundarias. También una de las escenas más singulares: ver a Leo Pantone, Perla y Madame Atómica caminando por el cementerio: “Tuvimos que ir con mucho cuidado durante la grabación y la edición para respetar la identidad de las tumbas. Pero tanto a ellas como el personal del cementerio les gustó mucho -ríe-”.

Durante el rodaje de 'La vida es drag'.

Pero no solo de la música se vale La vida es drag para hacer llegar su mensaje, también se apoya de una forma notable en la fotografía. Paula explica de qué forma han trabajado esta cuestión: “Me tuve que empapar de contenido LGTB y musicales; sobre todo para alejarnos de los estereotipos de representación que hay. También nos guiamos en la psicología del color; por ejemplo, en casa de Doña Eulalia (Alicia Navarro), su madre, son tonos verdes y todo es extremadamente oscuro, es para representar un nivel de opresión máximo”, desvela, “los elementos que hay en cada espacio son un reflejo de la opresión que sufre el protagonista y el propio colectivo; en este caso, en su casa: la Iglesia, el franquismo, la figura paterna ausente…”.

Del cortometraje se pueden hacer varias lecturas. La vida es drag parte de “lo que hicimos fue una lista de todas las problemáticas que nosotras y nosotros encontrábamos por pertenecer al colectivo LGTB”, explica Castillo, “como eran muchas y no se pueden meter todas en una sola pieza, lo que hicimos es empezar con la más básica como tema principal: las dos Españas y la opresión generalizada que sufre todo el colectivo”. De aquí parte la historia de Fernando, “sastre de día y drag queen de noche”. Pero lo cierto es que detrás de La vida es drag es posible encontrar otras historias; desde referencias a los roles tradicionales sobre el matrimonio y la maternidad a través de su madre hasta la homofobia (desviados, sodomitas, amanerados, enfermos…) o el machismo dentro del colectivo: “Se puede percibir en la trama en la que las drag queens del club hablan sobre encontrar pareja”, señala Paula, “están fetichizadas o incluso los propios hombres homosexuales piensan que por ser drag queens son, en una parte, mujer, y por esta razón las rechazan”. Una trama que se desarrolla como una pincelada a través de la figura de Álex (Sergio Martínez Montés), un joven diseñador que contacta con Fernando para trabajar en la sastrería y asiduo al Club Melegilda, y Madame Atómica, otra de las drag queens del club, y que el equipo tiene pensado en desarrollarla en futuras partes de la webserie.

Leo Pantone/Albie Leo.

No es para nada sencillo dar forma a todo lo que cuenta La vida es drag, y probablemente en este aspecto es donde reside la singularidad del proyecto. Se trata de utilizar una webserie musical para representar las problemáticas que afectan al colectivo LGTBIQ en general y a la figura de la drag queen en particular. Arriesgando, tanto en la forma como en el contenido para conseguir alejarse de estereotipos y banalidades. Si en la música Joan se ha valido de su bagaje e intuición a la hora de componer y en la fotografía, Paula ha vestido cada detalle para que la imagen refuerce el mensaje, en el guion se han apoyado en el asesoramiento de profesionales, como la profesora de Comunicación por la igualdad de la UJI María José Gámez, y activistas LGTBIQ: “Les pasábamos el guion para que revisaran que no hubiera nada que desentonara, pudiera ser excluyente, etc.”, explica Paula.

El propósito, acabar con la mercantilización del colectivo LGTBIQ en lo audiovisual, que, a su vez, “está en manos de gente que ni siquiera pertenece al propio colectivo”, denuncia Paula. “Pensamos que ahora estamos mejor representados y representadas, pero si indagas en qué productoras hay detrás, te das cuenta de que los productores solo quieren aprovecharse de un colectivo que apenas tiene poder, que llevamos años sin representación”. A lo que Paula añade: “Si tenemos en cuenta que cuando eres joven todo lo que ves te está formando, si no te ves… Eso es un problema. La representación que hay está estereotipada porque no suelen utilizar el conocimiento del colectivo LGTB, ya sea porque están fuera de éste o porque lo que muestran no es una imagen positiva”. “Apenas hay productos que sean del colectivo que tengan difusión porque no hay nadie que apoye su difusión”, denuncia, “y nosotros, viendo todo eso, queríamos crear un contenido desde dentro de la universidad que tuviera una representación correcta, dentro de lo que cabe, del colectivo”.

Pero, esta representación, esta visibilidad LGTBIQ dentro del cine, ¿ha llegado a universidades como la UJI? “No puede ser la universidad la que cree los contenidos como tal, eso es cosa del alumnado”, explica Paula. “En cuanto a la parte formativa, en nuestro caso, la única asignatura que se acerca a esto es Comunicación para la igualdad; es el único momento en el que se centra la universidad en mostrarte más allá del contenido narrativo y estilístico básico de los contenidos”. Una necesidad que convierte La vida es drag en un paso más: “Es en ese momento cuando empiezas a plantearte hacia dónde puedes llevar tu proyecto para que no sea así”.

Albie Leo (Pantone) junto a Paula en el rodaje.

En su sinopsis, La vida es drag nos habla, además de purpurina, sobre dualidades, aceptación y liberación. El proceso por el que pasa su protagonista, que se enfrenta al papel que parecen haber escrito para él y que se traduce en opresión, y el que él verdaderamente quiere tener, el de la liberación. Para ello, Fernando, en cada diálogo que mantiene con el resto de drag queens, con un atrevido Álex, con el personal de su casa, Carmencita (Teresa Gadea), e incluso con su propia madre (la que no es capaz ni de mirarle, porque muchas veces mirar a los ojos puede significar ver de verdad y entender a quien tenemos delante), no es ni más ni menos que él hablando consigo mismo. Tal vez La vida es drag solo nos está diciendo que ni Fernando ni Totó La Piconera, que no se trata de “intentar ser uno más”, sino de ser. También de deconstruirnos y volvernos a construir, tantas veces como haga falta. Al fin y al cabo, en nuestra casa, el trabajo, en la calle o donde sea, a través de nuestra apariencia, lo que mostramos (sobre todo a través de las pantallas), de forma más o menos intencionada, queremos decir algo. Será que “todo es drag”.

“Los tiempos cambian y aunque las voces opresoras sigan existiendo, ahora sé que el problema no está en mí. Ser diferente es fantástico (…) porque la vida es drag”.
– La vida es drag

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