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John Fogerty, un antes y un después para los peregrinos rockeros del Azkena

Leyendas como John Fogerty y Chris Isaak alumbraron con el brillo de sus canciones e interpretaciones la edición del Azkena Rock 2017 de Vitoria-Gasteiz. Tal vez la cita rockera más importante a nivel nacional, plagada de grandes nombres. Cada año la presencia castellonense es mayor y esta vez uno de los peregrinos, Andreu Vicent (del radiofónico 'Males Vibracions'), ha querido contar en Nomepierdoniuna los dos días de rock y más rock.
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John Fogerty, maestro del rock con una retahíla de canciones incontestable. Foto: www.musicsnapper.com & Rhythm And Photos

Si hay un lugar donde los forofos del rock pueden peregrinar, ese es el Azkena Rock Festival. Desde ya hace unos años el rock, en todas sus vertientes, es el motivo del festival, que recibe una masa de exigentes y apasionados rock&rollers dispuestos a vivir unas jornadas de música de alta calidad. Hasta Vitoria-Gasteiz, ciudad que acoge el festival, viajan desde todo el estado español -y cada vez más desde otras partes de Europa- miembros de una iglesia, la Iglesia del Rock. Y desde La Plana también acuden peregrins de la iglesia eléctrica año tras año, como se pudo comprobar los pasados días 23 y 24 de junio.

Con una temperatura más que agradable en la víspera de San Juan, el recinto Mendizabala abrió las puertas. Novedades dentro del recinto respecto otros años, con mucho más circo, lucha libre, motos... Pero la música es lo que importa realmente. The Godfathers fueron los primeros que destacaron. Padrinos del punk británico, no son precisamente unos chavales, pero desde el primer momento impulsaron al público todavía escaso a moverse. No es fácil arrancar un festival. Fetixe lo hacían desde uno de los escenarios, mientras en el principal Godfathers enseñaban esa mala leche punk que todavía traen dentro y tocaban los primeros clásicos del festival, como "She gives me love" o "Birth, school, work, death".

En el Azkena, como en otros festivales, tienes que diseñar una planificación con los conciertos que quieres ver, puesto que hay muchos que se solapan. El camino del viernes pasaba por los dos escenarios principales. Y llegó el turno de unos grandes The Soulbreaker Company, con psicodelia, sonidos duros de guitarra y voz, acompañados de la melodía casi lisérgica del teclado. Interesante combo, para tener en cuenta su prometedora carrera.

De vuelta al escenario principal -dedicado a los difuntos Chuck Berry y Chris Cornell- era el turno de The Shelters, que realizaron un concierto soberbio, con buenos guitarrazos, no excesivos, ni demasiado flojos. Por momentos, sonaban un poco más hippies, otros más rockabillys y otros más punks; un compendio de rock&roll que los hace sonar únicos, entendiendo ahora por qué venían apadrinados por Tom Petty. La banda revelación del festival. Ya valía la pena los kilómetros recorridos desde La Plana. King’s X dispararon rock sin artificios. Sonido crudo y un poco atípico, denso y seco. De primera escucha este power trío cuesta, pero hacia el final del concierto ya se habían embolsado a toda la audiencia. Una de las bandas más difíciles del festival, pero que convenció de la mano del bajista zurdo Doug Pinnick. Geniales.

La gente tenía ganas de ver ya unos clásicos y era el momento de Cheap Trick. Quien no les haya visto nunca, saldrá siempre sorprendido. Si no es por los vestidos, será por descubrir que más de una vez ha escuchado alguna de sus canciones. Su repertorio siempre ha estado ahí, y a pesar de los años (desde el 73), la voz y la puesta en escena son brutales. De menos a más, se fueron calentando y con ellos el público. Final apoteósico con un fantástico cover de la Velvet Underground y sus míticos temas "I want you to want me" y "Surrender".

Dios Padre Rock&Roll sólo acababa de hacer acto de presencia. Los feligreses rockeros estaban a punto de vivir una noche que será recodada como una de las mejores del festival. Llegaba la conexión sueca. Graveyard abrían el cielo para todos aquellos que todavía creen en el rock. Joakim Nilsson con su capacidad vocal y guitarra, acompañado de un poderoso bajo, hacía lo que quería en un concierto musicalmente superior a todo lo visto hasta el momento. Poco importaba que la guitarra de su compañero Jonathan no se escuchara demasiado bien a principio del show. Aquello fue sublime, elegante y sucio como el Dios Rock debe de ser. Con unos registros estilísticos amplios y a la vez anclados en los 70, y la capacidad para modular la voz de Joakim, Graveyard están condenados a ser la banda referente de todo el rock europeo actual. Si el rock escandinavo está dominando la escena continental, quedaos con este nombre; y pensad que casi desaparece la banda (!!!). La pregunta está clara: ¿Qué hubiera pasado si les dan el escenario grande?

Pero éste estaba reservado, obviamente, para John Fogerty. Con solo el vídeo proyectado (acontecimientos del 1969) mientras esperábamos la aparición del norteamericano, ya se le ponían a uno los pelos de punta. Con 72 años, el niño apareció corriendo guitarra en mano para ya no parar ni un solo momento hasta el final del concierto. ¿Qué hay que decir de las canciones? Nada. El track-list era todo de la Creedence Clearwater Revival, por lo tanto solamente había que interpretarlo con maestría. El oficio se le suponía y así lo demostró, pero lo que nos dejó boquiabiertos fue la energía y facilidad con que tocaba ¡Como si tuviera 40 años! Incombustible y acompañado de una gran banda: Kenny Aronoff a la batería y a la guitarra Shane Fogerty, su propio hijo (interesante duelo de guitarras, padre-hijo, en más de un tema).

John sabía el motivo de la reunión era música y que él era el culpable de que se amontonaran más de 17.000 personas aquella noche en el recinto Mendizabala. Por lo tanto se dejó su alma en cada parte del concierto y se lo pasó bien, dejando aparte explicaciones y haciendo sonar sus hits uno tras otro ("Born on the bayou", "Down the corner", "Midnight special", "Hey tonight"...). Contó de dónde vendía la canción "Who stop the rain". Y casi cae la lluvia justo cuando estaba tocando "Have you ever seen the rain" (momento místico). Encaró el final del concierto donde ya todos se habían dejado la voz cantando unos cuantos éxitos de la CCR (quien más o quien menos se sabe alguna). Se despidió con posiblemente algunas de las canciones de rock más grandes escritas nunca, o al menos de las más significativas: "Bad moon rising", "Fortunate son" (pelos de punta todavía ahora, días más tarde), "Proud Mary" y "Rockin' all over the world". Histórico. El festival, con esta actuación, marca un antes y un después.

Pero la noche no se acabó ahí. Para quien todavía tuviera gasolina y no estaba saciado, Dios Nuestro Señor Rock&Roll todavía tenía reservado un último show. Al otro lado ya estaban los suecos The Hellacopters. Dregen, como siempre, más que revolucionado y un Nick Royale entregado. ¡"You are nothin" para empezar! Con momentos brutales como "Toys and Flavors". Como acostumbran The Hellacopters, perfectos.

SEGUNDA JORNADA: SÁBADO 24 DE JUNIO
Con la presencia de nuestro Dios R&R llenando toda la ciudad, en la segunda jornada sólo había que dejarse traer y disfrutar del concierto a la plaza de la Virgen Blanca, donde Pat Capocci, un lujo, hacía bailar a un espacio más lleno que nunca, pero un poco menos animada que otras veces. Bajo esa premisa uno se puede sentar en el césped del recinto Mendizabala y disfrutar del concierto que más le venga en gana. Así disfrutamos de Buck&Evans, pinceladas de soul en una banda de rock. Quizás no son bastante conscientes del talento que tienen, pero arrancaron grandes aplausos, sinceros, del público.

ARF17

#ARF17 ¿Qué decir cuando se acaban las palabras? Una vez más muchas gracias a todos!

تم نشره بواسطة ‏‎Azkena Rock Festival ARF‎‏ في 3 يوليو، 2017

El corto, pero intensísimo, concierto de Bloodlights fue sencillamente magnífico. Macarras cogidos a guitarras afiladas, no ausentes de buen gusto. Con la insolencia que da el R&R nos hicieron movernos y olvidarnos de volver a sentarnos en el césped. Todo Azkena tiene su momento heavy. Se encargaron Inglorious. Muy buena voz, mucho feeling con los asistentes y los solos no demasiado largos se acercaban más a un hard rock, aunque la mayoría de canciones se movían más hacia el heavy.

Otro momento esperado y especial fue el concierto, sedoso, tranquilo, lleno de sentimiento de Michael Kiwanuka. El soulman británico hizo las delicias de muchos, destilando sentimiento en cada nota, en cada letra, sin ningún artificio, ni ningún aspaviento, sencillamente, con intensidad, sin contundencia pero densamente, creando grandes pasajes musicales, muy bien acompañado por su banda. Canciones que claman por las injusticias, ("Black man in a white world", "Love&Hate") al más puro estilo Gil Scott Heron. Sonidos soul, funk, rock, folk, tocados con gran técnica y perfectamente interpretados, dando ese carácter soul actual. Puro sentimiento.

Thunder y Union Carbide Production se solaparon y era difícil la elección. Un poco de cada fue la solución. Thunder hizo bailar al todo el personal, imposible no parar un momento ante el escenario donde tocaban. Se alargaron más de la cuenta puesto que la gran cantidad de público que disfrutaba con la banda de británica de hard rock elegante pedía más (esto describe lo que fue su concierto). Si no fuera porque se tienen que respetar los horarios, una semana más tarde todavía estarían tocando.

La mística del Azkena llegó a otro máximo con la presencia de Chris Isaak. Por supuesto que no era del gusto de la mayoría de los rock&rollers en el Azkena. Pero la magia del rock hizo que, junto a la profesionalidad, el oficio, la gran banda, la voz y forma de cantar, Chris Isaak fuera uno de los triunfadores del festival. Empezó y desde el primer momento buscó la complicidad del público, y con una versión del "Ring of fire" de Johnny Cash, ya hizo cantar. Sus éxitos "Blue hotel" y "Wicked game" aparecieron a mitad del concierto, que en ningún momento se vino abajo. Isaak supo mantener el interés del público. Muy americano pareció todo. Una actuación perfectamente estudiada y ejecutada, que no merecía ningún reproche, más bien al contrario, digna de las mejores alabanzas.

Y el cierre corrió a cargo de The Cult, perfectos para cerrar el acto religioso que es el ARF. No pudo ser, las fuerzas ya no aguantaban, pero por lo que dicen, Ian Atsbury y los suyos han recuperado la forma, y el concierto por instantes rozó la excelencia. Grandiosa la mezcla de las nuevas canciones con sus éxitos de siempre.

Claro está que cada cual destaca una cosa de un festival como éste (respondiendo a su criterio, gusto, estado de ánimo y físico). Lo que queda claro es que es el mejor festival de rock que se hace en la península y que esta edición ha hecho que recupere crédito, después de unos años no tan brillantes. Por eso siempre cuenta con rock&rollers de La Plana, porque lo creáis o no todavía tenemos fe en el R&R y buen gusto, ya no solamente por el rock sino por la música. Que dure y por muchos años. Amén.

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