
Santi Campos y Raquel Bavi musicando 'Gattaca' en el Paranimf de la UJI. Foto: Carme Ripollès (ACF).
Acomodarse en la butaca y esperar. Notas largas que rasgan, fotogramas consagrados. El público en silencio. Llegar al punto en el que no te das cuenta de que estás viendo una película. De que estás en un concierto. O de las dos cosas. El Cinemascore (Mostra de cine i música) cumplía su mayoría de edad del 2 al 5 de febrero reivindicando su razón de ser, con cuatro películas totalmente diferentes y el reto de ponerle banda sonora: un clásico de la ciencia ficción (Gattaca de Andrew Niccol, 1998), otro del suspense (No country for old men de Joel & Ethan Coen, 2007), una road movie (Nomadland de Chloé Zhao, 2021) y un documental analógico (My Mexical Bretzel de Nuria Gimenez, 2019). Cuatro sesiones -sensaciones- heterogéneas, pero complementarias, que se unieron para crear una experiencia redonda que consiguió récord de asistencia en el Paranimf de la UJI.

Todo perfectamente ejecutado, incluso el vestuario al más puro estilo 'Gattaca'. Foto: Carme Ripollès
Santi Campos y Raquel Bavi fueron los encargados de inaugurar la 18ª edición l con la película de las estrellas, la identidad y los imposibles: Gattaca. Su música consiguió aposentarse cómodamente en la narración con sonidos espaciales y futuristas, siguiendo la lógica de la película y la de sus protagonistas –Ethan Hawke y Uma Thurman–. Con variaciones de intensidad, su particular BSO formó parte de cada giro de guion, de cada secuencia y de cada brillante diálogo. Raquel Bavi se ocupó de la parte más melódica al piano -sobresaliente-; llegando, incluso, a fusionar una de las partes con la propia película (y despertando el aplauso del público, arrancado por su compañero de escenario).

Iñaki y Amaia crearon una atmósfera de tensión acompañando a Javier Bardem. Foto: Antonio Pradas
El viernes 3 fue el turno de los músicos de Kokoshca, que reinterpretaron la banda sonora del thriller No Country for Old Men de los hermanos Coen; co-protagonizada por Javier Bardem, imagen del cartel de la edición, creado por Marta Negre. El clásico de persecuciones y huidas fue un gran reto que Amaia e Iñaki manejaron con firmeza. Su banda sonora se compuso esencialmente por dos elementos: música del oeste y la voz de Amaia al unísono; desafiante y profunda. Un canto con notas suaves y dulces que acompañó los paisajes áridos del western moderno, brotando, incluso, un poco de verde –y de vida–.
Muy diferente fue la propuesta para Nomadland. Cuando no hay rastro de esperanza, cuando la protagonista parece no encontrar –ni tener– un camino, Club del Río empieza a tocar –y a expandirse–, y repentinamente, parece que la hay, que puede que salga bien, que sobrevivirá (y que sobreviviremos). Película que juega con los silencios, que parecen tener un papel claro en el guion como un personaje más, y que en ocasiones no parecía jugar a favor del grupo. Porque Nomadland es como un colador por donde se escurren los artificios de la vida y en la que solo queda el final: el corazón de la cebolla, la raíz del árbol, el hueso de la fruta. La película decía "nos vemos en el camino". "Nos vemos a la otra parte del río", tocaban ellos.

La propuesta de Zabala casó con el film de Nuria Giménez, narrando y respetando los silencios. Foto: Carme Ripollès
Cerró la sesión Jon Aguirrezabalaga, Zabala, llenando los rincones de My Mexical Bretzel. Toda una reinvención que se acopló excepcionalmente a este documental analógico que repasa las decisiones de una mujer a lo largo de su vida a través de su diario íntimo y las filmaciones caseras de su marido. La película no contiene diálogos, tan solo efectos de sonido, y la banda sonora de Zabala consiguió añadir la narración. Jugaba con el sámpler o con un violín eléctrico; de repente jazz y de repente algo mucho más clásico... Una sesión para cerrar la decimoctava sesión del Cinemascore, consagrando la singularidad de la cita, un año más.