Se encienden las luces del Teatro Principal de Castelló. También por completo las del escenario. La gente aplaude. Sigue aplaudiendo. Núria Vizcarro y Laia Porcar (es decir, La Ravalera) salen por tercera vez a saludar. Llevan tres meses sin subirse a un escenario y nosotros otros tantos sin entrar en un teatro. Núria se emociona al ver la reacción del público. “Recordar ese momento aún me pone los pelos de punta”, nos cuenta Laia en un audio de WhatsApp días después. Con la mascarilla puesta, control de temperatura en la entrada, gel hidroalcohólico en las manos y aforo limitado asegurando la distancia interpersonal con asientos y palcos vacíos (en total, 240 entradas a la venta -todas vendidas-). Pero qué gusto volver a pisar el Teatro Principal, de volver a disfrutar del teatro en vivo, sin pantallas de por medio; y más si es para conocer la historia de la Pastora (pero esto no lo sabríamos hasta el final).
“El teatro es un lugar de encuentro, físico y emocional”, le explicaban Laia y Núria a Manolo Bosch en esta entrevista previa para Nomepierdoniuna. No les falta razón. Tal vez por eso tuvo tanto sentido que fuese La Ravalera quien abriese las puertas del Principal en la nueva normalidad. También que lo hiciesen un 28 de junio, Día Internacional del Orgullo LGBTIQ+, con Instrucciones per a no tenir por si ve la Pastora.
Será que la vida es pastar. Ir buscando el viento para que nos dé de cara. Preguntarnos si queremos ser alguien especial, si merece la pena… ¿Pero qué coño es ser especial? ¿Le gustó a Gandhi ser especial? ¿Y a la Pastora? Suponemos que la vida también es tener miedos, de los que contarías a todo el mundo y de los que nadie sabe nada. Las ideas se acumulan según avanza la obra, al mismo ritmo que lo hace la historia de Teresa y Florencio Pla Meseguer; es decir, de la Pastora, guerrillero maqui de Els Ports. Casi que podríamos decir que Núria y Laia lo han vuelto a hacer, han vuelto a meternos en un batido de emociones contándonos algo tan simple como la historia de alguien, pero siendo algo tan complicado como es la de la Pastora. Una historia conocida más allá de las comarcas del interior de Castellón, pero que ellas han consiguen relatar con especial cariño, delicadeza e intensidad.
Sobre el escenario, apuesta por un ambiente sencillo e íntimo. Sin mucho artificio ni adorno que pudiese quitar el peso a la propia narración; lo justo para poder tejer el avance de la historia. Como apoyo, proyecciones audiovisuales sobre la propia estructura en la que se desarrolla la obra y juego de luces y sombras para las partes del relato con mayor intensidad.
Finalista a los Premios Max 2019, Instruccions per a no tenir por si ve la Pastora no es solo una forma de poner palabras y caras a la historia de Teresa/Florencio o de llevarnos a cómo era el mundo en la Vallibona de 1917. La historia de la Pastora nos habla de Els Ports, de su gente y tradiciones; de la sociedad de 1917, de 2004 (año en el que falleció) o de un 28 de junio de 2020. De prejuicios para hablar de libertad. Nos habla de la guerra, del castigo por ser diferente y de la libertad que tal vez se puede encontrar escondido en una cueva. Porque cuando pasas dos años sin hablar con nadie, ¿cuál crees que es la primera palabra que dirías? La Ravalera, a través de la Pastora, nos hablaba de miedos y de mirar a ver por dónde viene el aire.
Incluso, esta vez, hasta nos ha hablado sobre volver a pisar un teatro (con uno de los protagonistas incluido entre el público incluido). Por fin.