“Me gustaría ver a Neil Young en el FIB”, nos confesaba en esta entrevista, sin perder su entusiasmo por la música en directo después de tantos años metido en el ajo. El músico que quizás mejor simbolice su vasta y plural cultura musical, que en sus canciones iba del pop psicodélico al rock de raíz norteamericano, aunque en sus gustos se abría mucho más. Era un placer hablar con él de música, porque siempre aprendías. Recuperamos esta entrevista con Ernesto González (Madrid, 1965-2020), realizada por Micrea en 2015 por el 20º aniversario del Festival Internacional de Benicàssim (FIB) como responsable de comunicación hasta entonces, con motivo de su fallecimiento el pasado 19 de mayo de 2020 tras una larga enfermedad. En la conversación con Nomepierdoniuna, que se incluyó en el minidocumental del aniversario, también habla de las primeras ediciones en el Velódromo, de los mejores momentos, de las decepciones y de las claves del éxito.
Ernesto González representa como pocos el ejemplo de cómo desarrollar el oficio de comunicar un gran festival de música: melómano, discreto, amable, educado, paciente y profesional. Y así lo está recordando la gente que le conoció y/o trabajó con él, hasta el punto de crear una web de homenaje. Como responsable de comunicación del FIB fue uno de los grandes artífices de su excelente reputación mundial en su época dorada. Supo hacerlo a la sombra de sus fundadores, los hermanos Miguel y José Morán (de inicio con Luis Calvo y Joako Ezpeleta), del inefable Vince Power cuando tomó las riendas para casi hacerlo descarrilar y de Melvin Benn hasta su venta a The Music Republic, quienes se han visto obligados a suspenderlo en su primer año debido a la pandemia del coronavirus.
Siempre al lado de las otras almas del FIB en la sombra, en especial su amigo Joan Vich desde la dirección artística pero también de la periodista Elena Cabrera cuando dirigía el periódico del festival (aquel Fiber...), y de un excelente equipo que se fue desmembrando con el tiempo, y del que también formaba parte nuestro colaborador el fotógrafo Pau Bellido. Incluso demostró su saber hacer cuando aplicó esa experiencia con solvencia al lanzamiento del Costa de Fuego, de un estilo y dirigido a un público absolutamente diferente. En las horas más bajas del FIB, dos buenos conciertos y unas pocas palabras de Ernesto en medio de su batalla diaria, reajustándose constantemente las gafas, bastaban para reconciliarte con el festival. Tenía ese don.
Y, por si fuera poco, el tipo sabía destilar sus gustos musicales para hacer buenas canciones y tocar bien la guitarra al frente de Pribata Idaho y Grupo Salvaje. Lo pudimos disfrutar mucho mejor en el Tanned Tin, en un concierto que se nos hizo muy corto en el Teatro Principal en 2013 o en 2006 acompañando a El Hijo en el Casino Antiguo, donde venía más relajado y centrado en lo estrictamente musical, que cuando le tocaba salir de la oficina de prensa de forma apresurada para subirse a uno de los escenarios del FIB, donde nunca fue una cuota. Porque lo cierto es que aquel lamento de la canción “Spain is pain” de Pribata Idaho a principios de siglo sigue hoy más vigente que nunca. Y su despedida, guitarra en ristre, no puede ser más elegante. Se fue una buena persona.