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Cuatro miradas artísticas. Un recorrido por las exposiciones de invierno en Castelló

La imaginación, la crítica, la reflexión y el desahogo son cuatro maneras distintas de representar el arte contemporáneo. Michele Gabriele en el EACC, Ágata Serafín en Santa Clara, Alejandro Ocaña en San Miguel y Natuka Honrubia en Cànem ofrecen este invierno en Castelló una singular propuesta artística en la que la opulencia, el desecho y el juego despiertan la mirada crítica del visitante.
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Platos apilados en forma de ojo en la exposición fotográfica 'Restos' de Ágata Serafín, en la plaza Santa Clara de Castelló. Foto: Carme Ripollés.

En el extenso universo del arte, se manifiesta una diversidad de formas y expresiones, cada una llevando consigo su propia esencia. Más allá de la estética pura, el arte se convierte en un instrumento de cambio y reflexión social. Algunos artistas adoptan la provocación y la disrupción como medio para desafiar las normas establecidas, mientras que otros se sumergen en sus propias experiencias. Este caleidoscopio de enfoques ilustra la versatilidad del arte como un idioma universal, capaz de tejer historias, conectar emociones y transformar la percepción del mundo.

Nos detenemos en cuatro de las exposiciones que se pueden disfrutar en Castelló estos meses de invierno, cada una con un estilo propio y con una interpretación distinta de lo que significa el arte, donde los visitantes deben estar dispuestos a sorprenderse (o quizás decepcionarse) en un recorrido hecho de cuadros, fotografías, esculturas e incluso elementos descontextualizados, como comida o juguetes. Son exposiciones gratuitas y que se pueden visitar todas en un mismo día.

Así que proponemos un viaje por los espacios artísticos de la ciudad, el cual comienza con el Espai d'Art Contemporani de Castelló (EACC), donde se encuentra la exposición I See you repeating this, I warn you in the sweetest way de Michele Gabriele (abierta hasta el 18 de febrero de 2024). En la Plaza Santa Clara se encuentra Restos, de la artista Ágata Serafín (hasta el 29 de febrero). En la Sala San Miguel está Post lux Tenebras de Alejandro Ocaña (hasta el 2 de marzo). El recorrido termina con Porque me da la gana de Natuka Honrubia en la Galería Cànem (hasta el 3 de febrero). Estas cuatro propuestas invitan a conocer el arte con su vínculo a la imaginación, con la reflexión, como un instrumento de crítica y una ventana para el desahogo.

El arte como imaginación: 'I See you repeating this, I warn you in the sweetest way' de Michele Gabriele, en el EACC. Hasta el 18 de febrero.

Escultura de tritón sentado arriba de un coche hecho con materiales reciclados en el EACC. Foto Carme Ripollés.

Esta exposición habla de dos mundos: de lo que se ve en la realidad y lo que crea la imaginación. Es el intento de crear aquello que no ha sido creado. En el Espai d'Art Contemporani está I See you repeating this, I warn you in the sweetest way, una muestra que nace desde la idea de crear una fábula acuática. La esencia de los dos mundos se mantiene en toda la exposición, y la importancia de la dualidad también está presente; de hecho, hay dos cuadros, dos esculturas de tritones, dos esculturas con coches y dos esculturas de cuerpos humanos tapados, que todos entre sí forman parte de una fábula que no será contada (pero sí imaginada). Al final, es el espectador el que da el sentido y forma la historia que mejor le parezca.

Algunas piezas de la exposición 'I see you repeating this, I warn you in the sweetest way' en el Espai d'Art. Foto: Carme Ripollés.

Lo cierto es que cada persona que mire la exposición podrá interpretarla de manera distinta y lo único que tendrán en común todos los visitantes será una sensación extraña al mirar cada una de las piezas, pues es como si todo el tiempo se sintieran observados; esa sensación que se genera cuando alguien te vigila. El hecho de que Michele Gabriele, el artista de esta exposición, haya recurrido a usar un tamaño humano y una estética de ciencia ficción permite que incluso el espectador sienta que forma parte de esa historia, en la cual estaría mucho más inmerso si contara con más piezas artísticas a su alrededor.

Pies que sobresalen de una funda nórdica. Foto: Carme Ripollés.

 

El arte como crítica: 'Restos' de Ágata Serafín, en plaza Santa Clara. Hasta el 29 de febrero.

Mercadillo de la Plaza Santa Clara, y atrás, parte de la exposición 'Restos'. Foto: Carme Ripollés.

Esta exposición es fotográfica y también pretende mostrar dos situaciones, pero dejando la imaginación completamente de lado. Muestra una cruda realidad. Por un lado, que cada día mueren 25.000 personas por hambre en todo el mundo, y, por otro, que cada día en la Unión Europea se desperdicia 250.000 toneladas de comida. Es necesario hacer un llamado de atención sobre lo poco que se valora el alimento en los países desarrollados, porque las comidas ya han pasado a ser una cuestión de rutina, algo que se da por sentado que funciona como una fuente inagotable, o al menos así lo plantea la artista Ágata Serafín.

En las paredes traseras del mercado central y al frente de la plaza Santa Clara, uno de los sitios más emblemáticos de la ciudad para comer y beber, se encuentra Restos, con un gran mensaje a sus espaldas y dispuesta a hacer reflexionar a cualquiera que pase por este sitio. Es inevitable no comparar estas dos realidades; una feria navideña repleta de aperitivos y comida típica de estas fechas y, al frente, una muestra de arte criticando la opulencia. Se trata del contraste de lo colorido y lo oscuro; los hechos y sus consecuencias; lo que vemos y lo que no queremos ver.

Un hombre mira su móvil sentado delante de la exposición 'Restos'. Foto: Carme Ripollés.

Restos está compuesta por 14 fotografías con referencias sobre la percepción de la comida en los países avanzados y la representación del hambre. Mostrando así, algunos platos vacíos y otros con sobras. La exposición se puede visitar hasta el 29 de febrero.

El arte como reflexión: 'Post lux tenebras' de Alejandro Ocaña, en la Sala San Miguel. Hasta el 2 de marzo.

En la entrada de la sala San Miguel, los oídos son los primeros en intuir lo que sucede adentro; se escucha una música tenebrosa. El olfato se une a la intuición y reconoce el intenso olor a vainilla que es propio de las máquinas de humo. Hasta ahora todo indica que se trata de una experiencia aterradora, pero una vez dentro, los ojos inmediatamente se dirigen al gran monstruo rojo situado al final de la sala, y a los colores vibrantes que se encuentran en todos los cuadros. Cualquiera pensaría que, por el nombre de la exposición y la sensación provocada al principio, se trata de muestra donde predomina la oscuridad... pero no es así, porque Post lux tenebras, está compuesto por cuadros y esculturas llamativas, que, con colores complementarios entre sí, provocan la contemplación de los asistentes. Los ojos ayudan también a identificar las copas y demás materiales de cocina que más tarde tocaremos.

Una vez inmersos en este viaje con gran estímulo en casi todos los sentidos, es normal que nos preguntemos... ¿Dónde está la representación del gusto? Pues, al parecer, hasta allí nos quería llevar su autor, Alejandro Ocaña. Resulta que el gusto, más allá de ser ese sentido que permite identificar los alimentos, en esta exposición se representa como lo que sucede cuando el apetito se va de las manos, cuando se come como si no hubiese un mañana, o, mejor dicho, el pecado de la gula. Post lux tenebras presenta un gran banquete (o más bien las sobras) servido sobre la lengua de ese monstruo rojo que espera al final de la sala.

Banquete que simboliza el pecado de la gula en la Sala San Miguel. Foto: Carme Ripollés.

Definitivamente, tanto Restos como Post lux tenebras son representaciones artísticas que buscan reflexionar sobre el consumo excesivo y sus respectivas consecuencias, y por supuesto, también emitir una crítica a quienes tienen este comportamiento.

Dos personas mirando la representación del vómito en 'Post lux tenebrosa'. Foto: Carme Ripollés.

El día de la inauguración estuvo marcado por la degustación sin escrúpulos de los platos que había en el banquete, y el desastre se ha notado en los días posteriores. En la exposición se encuentran tartas a medio comer, copas medio llenas y otras completamente vacías, los rastros de un merengue francés azul que manchaba todo a su paso y las servilletas de color naranja tiradas en medio de la mesa. Y es allí, al mirar todo ese desastre, donde los espectadores levantan la cabeza e intentan mirar a otro sitio, pero se encuentran con monstruos coloridos en las paredes dispuestos a atormentar. La sala San Miguel tiene una estructura circular, que permite que luego de mirar todas las muestras tenebrosas, admiremos un espacio dedicado a las consecuencias, que en este caso es nada más y nada menos que un colorido vómito, representando así el desastre, el tormento y el arrepentimiento. Está disponible hasta el 2 de marzo de 2024.

El arte como desahogo:'Porque me da la gana' de Natuka Honrubia, en la Galería Cànem. Hasta el 3 de febrero.

Primera escultura de 'Porque me da la gana'. Foto: Carme Ripollés.Las muestras artísticas hasta ahora han demostrado que los colores vibrantes indican que no es necesario apoyarse en algo tan fácil como la oscuridad para representar una tenebrosa realidad y que, además, la utilización de los elementos de cocina funcionan también para reconocer que se puede llegar a una gran reflexión desde los sitios cotidianos, algo con lo que seguramente estará de acuerdo Natuka Honrubia, la creadora de Porque me da la gana.

En la Galería Cànem se puede encontrar hasta el 3 de febrero la exposición compuesta por los dibujos y esculturas de esta artista barcelonesa, que siempre ha pretendido liberar sus emociones a través del arte, y en esta oportunidad ha decido simplemente crear sin atarse a una narrativa, lo cual a simple vista puede causar cierto rechazo. Y es que, a penas abrir la puerta de la galería, nos encontramos con una escultura de un bebé de juguete repleto de clavos, sentado en una hornilla que reposa en una bombona de gas. Unos pasos más adelante encontramos un cerdo de peluche con un collar de púas sobre una patineta azul que arrastra un cuchillo.

Cuadros coloridos y esculturas de juguetes de 'Porque me da la gana'. Foto: Carme Ripollés.

Si bien la artista profesa no tener un hilo conductor que conecte a estas obras entre sí, hay elementos que se repiten, como los juguetes infantiles, cadenas, utensilios filosos y…  Heces (de juguete y pintados en los cuadros), además de varios objetos que se encuentran en cualquier casa. Todo ello en piezas bastante coloridas y llamativas. Ya decía Honrubia, que crea lo que le da la gana, y quizá haya hecho esta exposición como una manera de liberar las emociones que viven atoradas en sí misma y poder disfrutar del proceso creativo, aun cuando no se sabe cuál será el resultado, pero finalmente, parece que los elementos bizarros pueden generar una sensación algo más negativa en el espectador.

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