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Concerts del Pinar. Tres públicos distintos, las mismas ganas de música en directo

La lluvia dejó las cuatro noches previstas en tres, pero en el nuevo Concerts del Pinar quedó claro que hay ganas de música en vivo. Sonoridades diferentes, públicos de distintas edades, pero las mismas ganas de disfrutar con Maluks, La Fúmiga, Cuchillas, Dorian, Nadia Sheikh, M-Clan y The Black Beat. Un mensaje común en contra del fomento del odio.
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La Fúmiga, el grupo que más público congregó frente al escenario. Foto: Carme Ripollès.

"Esta canción va por Samuel" (dedicatoria coincidente efectuada por los cantantes de Dorian y M-Clan en sus respectivas actuaciones, con añadido contrario a la discriminación por sexo, raza...y a los mensajes que los fomentan).

Año marcado por la pandemia, año de búsqueda de alternativas. Resulta todo extraño, pero resulta. Se trata de estar o seguir desaparecido por tiempo indefinido. Que es inviable organizar un tipo de evento, se opta por otro. Pero el mundo de la cultura quiere seguir estando ahí, porque "al público de los conciertos no hay que recordarle las normas de comportamiento", decían La Fúmiga durante su actuación en el Grau (hay excepciones, es cierto, pero son excepciones). Así que a falta de macrofestivales a la manera tradicional se han montado ciclos y ante la ausencia de Arrankapins, se ha optado desde Cultura del Ayuntamiento de Castelló -con Van Sound Produccions a la cabeza de la organización- por Concerts del Pinar. Eso sí, resulta extraño encontrarse con dos zonas diferenciadas: sillas ante el escenario o más atrás, alrededor de mesas, en la parte donde se permite comer y beber. Pero es lo que hay. Adaptarse y seguir.

El público joven dominó la jornada inaugural. Foto: Carme Ripollès.

Lo que quedó claro es que condiciones anómalas, con cuatro noches de distintas sonoridades que al final fueron tres por la suspensión del sábado a causa de la lluvia y el granizo en los instantes previos al arranque, las ganas de disfrutar de la música en directo siguen vivas. Maluks, La Fúmiga, Cuchillas, Dorian, Nadia Sheikh, M-Clan y The Black Beat lo pueden atestiguar. La tormenta corta, pero suficiente para anular, dejo a Green Valley, Bandits y Youthical Vybz sin poder dar su testimonio.

Jueves. Ritmos bailables para público veinteañero-treintañero

Maluks y La Fúmiga fueron quienes más notable cantidad de público congregaron (más de 600), el más joven (mayoría entre 20 y 30 años) y mayoritariamente femenino. Dos formaciones que parecen formar un pack, surgido de sus ideas comunes contrarias al fascismo, la homofobia, el sexismo y el racismo, y los mensajes que los fomentan, reflejado en sus colaboraciones mutuas en estudio y en sus carteles compartidos en vivos. Además, les unen ritmos festivos que invitan al baile.

El origen musical del 50% de Maluks hay que encontrarlo en la música clásica, de conservatorio. Y hay incluso una demostración de violín durante el concierto. Pero sus ritmos han llegado hasta Benimaclet desde las latitudes tropikales. El dancehall, la cumbia, el reggae, el rap, y la elecrónica creada por la productora y dj Maria Deltell provocan los bailes de sus tres atléticas compañeras, al tiempo que cantan sobre su derecho a perrear moviendo els malucs/caderas sin sentirse acosadas. No falta tampoco el espíritu de poble, reflejando algunas de sus costumbres, sus fiestas y sus cotilleos. Un concierto que se hace extraño seguir desde una silla.

La Fúmiga y Maluks, en el mismo equipo. Foto: Carme Ripollès.

Lo mismo que ocurre con La Fúmiga. Sus percusiones y vientos invitan a bailar sin ataduras en los asientos... pero no es posible a día de hoy. Su mezcla de ritmos y letras festivas/críticas le ha convertido en uno de los nuevos grupos valencianos principales de la escena de estos años más recientes. "Primera conjugació", "Mediterrània" o "Havia de passar" son éxitos instantáneos entre un público fiel que, en buena parte, les ha seguido en Castelló en sus numerosos desplazamientos desde Alzira, incluso en aquellos tiempos en que sobre el escenario cargaban de versiones de referentes como Zoo (no faltó esta vez "Ventiladors"), al tiempo que rendían homenaje "a les mestres de l'escola pública en valencià", se dirigían a "El preparat" (su alegato antimonárquico) o lanzaban el mensaje ecologista de "Plàstic Àiland".

Viernes. Dos extremos

Cuchillas era el grupo más desconocido del festival. Un cuarteto ubicado en Zaragoza, con un argentino y un colombiano en sus filas, que gusta del ruido, pero poniéndolo todo en su sitio. Ritmos rápidos entre guitarras y distorsiones para honrar el legado de referentes como Sonic Youth o Pixies, o más cercanos como Triángulo de Amor Bizarro, en la senda de nuevas bandas -nacida en 2019- que demuestran que aún no ha muerto el amor por las cuerdas (Yawners, por ejemplo). En sus letras hablan de "El mundo de Jorge", su bajista, o de la "Unidad de víctimas especiales", su particular hit. que pretenden relevar con "Maldito", su versión del tema de la mexicana Jessy Bulbo. Fue el concierto con menos seguidores en la zona de sillas, como ya era previsible, pero dejaron una buena sensación por canciones e interacción.

Cuchillas, con Sara Cortés al frente. Foto: Cristian Lorente.

Por el contrario, Dorian es uno de los grupos que más veces ha pasado por festivales y eventos de esta zona -y de cualquier zona nacional-, lo que le permite llevar un show muy medido y profesional sustentado en éxitos de pop pegadizo. Repasan su discografía acumulada durante diecisiete años, pero como en cada uno de los álbumes hay alguna canción popular, no desciende la atención. Ahí están "Noches blancas", "Verte amanecer", "A cualquier otra parte", "Los amigos que perdí"... Realmente, la mayor novedad la representó el nuevo single, "Dual", grabado con Pimp Flaco, canción dedicada a Samuel, que trata sobre la libertad sexual, lanzando su cantante, Marc Gili, el mensaje de apartar a quien gusta de hacer bromas o humillar a personas diferentes a ellos. Público que se sabía todo el repertorio.

Dorian, con su show bien planificado. Foto: Cristian Lorente.

Domingo. Para público más adulto

El domingo llegó el público de mayor edad. Y es que era la hora de M-Clan, con sus tres décadas de rock. Pero antes, la aún joven Nadia Sheikh, quien no para, ya sea desde Londres o desde l'Alcora. Llevaba ocho meses sin subirse a un escenario, se confesaba más presionada de lo habitual, y ante tal estado... estrenó un pedal que le permite jugar con su voz, y que la puso más nerviosa (aunque se le nota poco). Entregó sus canciones más conocidas a un público que se sorprende de su crecimiento en cada nueva visita o poco sabía de ella y la conoció este día.

Desde la inicial "Fire away" hasta la rítmica despedida acompañada por palmas de "Get away", coló entre medias algunas canciones nuevas -un hábito en ella-, como el single que publicará acompañada por su banda británica el 26 de agosto, "I don't wanna know". También dos temas en castellano, incluido aquel ya lejano "No preguntes", aunque más anterior aún era el tiempo en que interpretaba en directo "Maggie May" de Rod Stewart, pero en versión de M-Clan. Por cierto, sorpresa al interpretar "La flaca" de Jarabe de Palo/Pau Donés.

Hemos estado escuchando desde ahí atrás a Nadia Sheikh. Tiene un gran talento y es muy valiente por subirse ella sola a un escenario" (Carlos Tarque, cantante de M-Clan).

Y, cómo no, sonó "Maggie May" en la actuación acústica y protagonizada por el núcleo básico de M-Clan, rematada con "Te quiero igual" de Andrés Calamaro. Fue en el cierre de una sesión de greatest hits a cargo de Carlos Tarque y Ricardo Ruipérez, con picos de respuesta del público como "Llamando a la tierra", "Carolina", "Miedo", "Souvenir", "Roto por dentro"... al lado de "Perdido en la ciudad", la primera canción de Carlos Tarque y Ricardo Ruipérez para su grupo, del disco Un buen momento (1995). El tema de uno de sus temas más rockeros, Las calles están ardiendo, parece fotografiar estos últimos tiempos, dedicándola en esta ocasión a Samuel, con el compromiso de seguir luchando contra los mensajes que fomentan el odio. Hubo más dedicatorias: "California" a la madres, "Miedo" a los sanitarios e incluso una de Carlos a Ricardo, "Gracias por los días que vendrán". Amparados por su experiencia y buen hacer -¿es Carlos Tarque el mejor cantante español de rock?- hicieron un concierto relajado, como entre amigos, en medio del Pinar ("un sitio alucinante"). Despedidos con buena parte del público puesto en pie.

Carlos Tarque, a la voz, y Ricardo Ruipérez, con las canciones de M-Clan. Foto: Carme Ripollès.

Con la amenaza del toque de queda para los asistentes de localidades con restricciones salió The Black Beat al escenario. Ese hecho, más la hora, que ya hubiese actuado el cabeza de cartel y ser todavía un grupo poco conocido provocaron que la zona frontal se vaciase. Esta vez como quinteto, con dos guitarras, descargaron su contundencia rockera setentera, pronto reflejada en su primer disco. Allí estuvieron Iván Chabrera, el muy buscado entre profesionales Hèctor Tirado (guitarras), Tomás Navarro (bajo), Eloy Alcaide (teclados) y Pascual Tirado (batería).

Momento saltarín de The Black Beat. Foto: Cristian Lorente.

 

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