La fuerza de los personajes televisivos es un (casi) seguro para una gran asistencia de público. La larga cola en el acceso al Paranimf de la UJI el pasado viernes 30 de enero dejaba claro que adentro esperaba alguien conocido. Bob Pop lo es (Late motiv, Maricón perdido). Pero no solo es un personaje que atraiga por haber salido en la tele. También lo es por su manera de transmitir a través de diversas vías, también dentro del colectivo LGTBIQ+ y un exponente/comunicador de esa terrible enfermedad degenarativa que es la esclerosis múltiple. A todo ello suma que es un gran lector y, como consecuencia, orador, algo que demuestra durante su largo monólogo Los días ajenos, basado en los dos libros propios con igual título (sin el "Los"). Porque dos horas y media estuvo sentado en el sofá frente a los 500 espectadores hablando con las únicas pausas de segundos musicales y los hidratantes tragos de agua. Dice que la duración del show -codirigido junto a Andrés Lima- depende de lo a gusto que se encuentre. Pues parece que en Castelló se sintió de lo más cómodo. Eso sí, alteró más de un compromiso de cena, lo que se constató con el abandono de algunos espectadores -pocos- cuando ya superaba las 21:00.
Durante 150 minutos habló y habló sentado en un sofá, dentro de un ejercicio de memoria y monólogo, con un discurso inteligente, divertido, coherente, crítico, emotivo... con altibajos, eso sí. Mantener durante tanto tiempo el mismo nivel resulta muy complicado, y su monólogo tiene momentos brillantes y también otros a los que probablemente les vendría mejor un minutaje más corto (el retrato del vecindario, por ejemplo)... aunque -como apuntaba- depende de su día que se recree en ellos o no.
Repasa su vida, y las de otros. De hecho, Los días ajenos se refiere precisamente a esos otros. a los diarios escritos por otras personas a lo largo de la historia. De Leon Tolstoi, Frank Kafka, a asesinos en serie o amantes despechados. El madrileño Roberto Enríquez gusta de ver qué hicieron sus leídos en un día determinado y compararlo con lo le había ocurrido a él en esa fecha. Un enlace de vidas, un túnel espacio-temporal que contrasta hechos y emociones . Escribir el día a día es una necesidad que obliga, entre otras cosas, a haber vivido durante una jornada algo más o menos importante, pero "algo". Por ese motivo aconseja escribir un diario.
Entre momentos de risa, curiosos ejemplos de "seis grados de separación" que provocan las carcajadas, anécdotas personales o de personajes públicos, algunas cuantas puyas que vienen más a o menos a cuento... también se cuela el drama, como la narración de la violación que sufrió, el rechazo hacia la homosexualidad o su enfermedad. Al final, ayudado a sentarse una silla de ruedas, se desplaza por la frontal del escenario con unos gestos de victoria, emocionado al ver al público aplaudiéndole en pie, tanto por el espectáculo como por su valentía dentro de una vida no sencilla.