Música

Refugiados junto a la chimenea

Suelo y paredes de madera. Mesas y columnas de mármol. Cómodas butacas de cuero. Luces de semáforos y de coches de policía, algún rugido de Harley y campanadas del reloj de la Puerta del Sol detrás de las cortinas. También la interminable crisis. El espíritu del folk bucólico, orgánico e intimista que hechizó a Raúl Pastor en Pórtland se trasladó ayer domingo al Salón de la Chimenea del Casino Antiguo de Castellón, que se convirtió en un refugio de espiritualidad y complicidad musical. El concierto de Heather Woods Broderick, Rauelsson y Nils Frahm fue sencillamente conmovedor, casi purificador. Sonrisas de satisfacción, aplausos larguísimos y alguna lágrima. De emoción.
  
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Suelo y paredes de madera. Mesas y columnas de mármol. Cómodas butacas de cuero. Luces de semáforos y de coches de policía, algún rugido de Harley y campanadas del reloj de la Puerta del Sol detrás de las cortinas. También la interminable crisis. El espíritu del folk bucólico, orgánico e intimista que hechizó a Raúl Pastor en Pórtland se trasladó ayer domingo al Salón de la Chimenea del Casino Antiguo de Castellón, que se convirtió en un refugio de espiritualidad y complicidad musical. El concierto de Heather Woods Broderick, Rauelsson y Nils Frahm fue sencillamente conmovedor, casi purificador. Sonrisas de satisfacción, aplausos larguísimos y alguna lágrima. De emoción.

Era una reunión de amigos músicos convocada por un anfitrión, Raúl Pastor, que devolvía así la calurosa acogida que le brindaron en Pórtland desde que se trasladó allí hace cinco años por motivos de trabajo como investigador de la UJI. Una reunión-concierto que disfrutaron con intensidad y con la que supieron contagiar al público que llenó hasta los topes la elegante sala del Casino Antiguo. A través de una voz que tocó la fibra, la de Heather Woods Broderick; las canciones húmedas y enternecedoras de Rauelsson y el piano hipnotizante de Nils Frahm. Tres formas de expresarse musicalmente y un único espíritu: transmitir emociones profundas y sinceras. Era el primer concierto recomendado por nomepierdoniuna.net esta temporada y, a juzgar por las caras y los comentarios a su finalización, acertamos de pleno.

Para abrir boca, y siguiendo el orden temporal de esta experiencia vital convertida en concierto múltiple, Heather Woods Broderick. Ella suavizó el aterrizaje de Raúl de Oregón. Compartieron piso e inquietudes musicales. Le animó a que sacara a la luz al Rauelsson que llevaba dentro. Solo ella, hermana de Peter Broderick, ha sido capaz de componer melodías capaces de calmar a sus inquietos gatos. Y de hacer ronronear de placer a los humanos con una música que te transporta a mil y un lugares con un nexo común: la paz. Guitarra y voz (y algunos apoyos digitales pregrabados) que te conducen hasta paraísos irreales que poco a poco cobran forma. Voz y piano (incluso a cuatro manos, con la ayuda de Nils) que hacen del intimismo el mejor aliado de una tarde de domingo. Ingredientes de From The Groud y Portland Stories en un plato de paladar suave pero intenso, con regusto casi infinito. Mucho poso. Para abrir boca.

A continuación, Rauelsson seleccionó las mejores canciones de La Siembra, la Espera y la Cosecha y Tiempo de e.p./Pacífico e.p. para ofrecer un concierto redondo, que llenó de luz natural la oscuridad de la sala, como si nos hubiera cogido de la mano para darnos un paseo por un bosque de árboles gigantes, riachuelos y hierba fresca. Un repertorio perfectamente rodado y cuajado en las actuaciones de presentación de su segundo disco, que lleva realizando desde principios de año, primero en EE. UU. y desde abril en España y Portugal, y que precisamente finalizaban el domingo en el Casino Antiguo. Sus temas volvieron a funcionar a las mil maravillas, como en el  concierto a domicilio organizado por nomepierdoniuna.net y como en el Auditori –en el CD que acompañaba a la entrada, por cierto-, como forma de entender los estados de ánimo a través de la naturaleza. Me quedo con “Otoño Pacífico”, pero no flojeó ninguna. Un compositor inspirado y una banda, la de sus amigos de Pórtland a la que se le sumó la viola del madrileño Manuel Moreno, y un técnico de sonido, Juan Carlos Tomás, que le saben sacar todo el jugo. El néctar.

Y para rematar, Nils Frahm, un joven alemán con aspecto despistado que se transformó en una portentosa máquina de generar ritmos, melodías y atmósferas al sentarse frente al piano, desde que empezó a taladrar la nota inicial. Fue el momento más abstracto y difícil, porque no estamos acostumbrados a ver conciertos de piano solo y menos de piezas que no sean clásicos reconocibles, pero terminó por arrancar la ovación más larga y sonora de la noche después de generar multitud de imágenes oníricas y momentos de intensidad con sus manos y las teclas, imposibles de lograr con mil vatios de potencia eléctrica. Una tormenta de ideas, una exhibición de técnica e improvisación, pero también canciones cortas con principio y final, como la que utilizó para despedirse en el bis, la hermosa “Ambre”. Algo de lo que uno siente cuando escucha el Köln Concert de Keith Jarrett, por exagerado que pueda parecer, estuvo allí.

Te dejamos con el precioso videoclip de "Lápices sin punta" de Rauelsson, otro de los grandes momentos de ayer, que acaba de publicar Hush Records y en el que ha participado el realizador de NMPNU TV Adam Brenes, junto con Chad Crouch y Anna K. Rennick.


  1. Estuve allí. Tu crítica no puede ser más acertada. Lo de ayer fue la EMOCIÓN, con mayúsculas. Una pena que el gran público se pierda estas maravillas. Gracias por perseverar en tu recomendación. Saludos.


  2. realmente bonito y emotivo, disfruté muchísimo con los tres, rauelsson parece tocado por una varita mágica, y lo de nils frahm aún lo estoy tratando de digerir, menudo monstruo


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