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Fincher: añadir como amigo

Más allá de que sea la película del momento por retratar un fenómeno social global absolutamente iconográfico como Facebook, hay una muy buena razón para ir a ver ‘La red social’: su director, David Fincher, quien -salvando las distancias- ha creado una especie de 'Ciudadano Kane' del siglo XXI. Los otros dos estrenos en la cartelera de Castellón este fin de semana, 'Didi Hollywood' y 'La otra hija', quedan un tanto eclipsados.
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Tras el pasado fin de semana de puente festivo, con una gran recaudación en salas y con Gru, mi villano favorito como el número uno en taquilla —algo previsible teniendo en cuenta el periodo vacacional/familiar— nos llega uno de los estrenos de la temporada, esperadísimo título, y que apunta a ser una de las películas del año: La red social. Basada en el libro The Accidental Billionaires: The Founding Of Facebook, A Tale Of Sex, Money, Genius and Betrayal (Los billonarios accidentales: la fundación de Facebook, un cuento de sexo, dinero, genios y traición) de Ben Mezrich cuenta con un inteligente y entramado guión adaptado de Aaron Sorkin, uno de los escritores del audiovisual contemporáneo más destacados de los últimos años, no en vano es el creador de la serie El Ala Oeste De La Casa Blanca.

Quien aquí suscribe no es precisamente un defensor acérrimo de Facebook, más bien de los que piensa eso de que los centenares —o miles, según los casos— de los denominados amigos en esta red social son una tipología muy curiosa de amigos, pues muchos desaparecen en cuanto se va la luz — Buenafuente dixit—. Sin embargo, hay una muy buena razón para ver este fin de semana La red social más allá de que sea la película del momento —en un doble sentido, el de actualidad cinematográfica y el de retratar un fenómeno social global absolutamente iconográfico del momento en el que vivimos—: su director, David Fincher.

Procedente del videoclip, como tantos otros cineastas que ya se han hecho un hueco en la industria hollywoodiense — Spike Jonze o Michel Gondry—, Fincher orquestó en los noventa el thriller —con el permiso de El silencio de los corderos— más importante de la década: Se7en. Su estilo visual y su constante experimentación le llevaron a traer en lo sucesivo películas tan interesantes como The Game o El club de la lucha, así como la algo inferior La habitación del pánico. Sin embargo, son sus últimas películas las que han puesto en relieve la maestría de un director capaz de componer una puesta en escena de corte clásico en títulos que son de lo mejor que se ha proyectado en una pantalla de cine en el nuevo milenio: Zodiac y, sobre todo, El curioso caso de Benjamin Button (nunca será suficientemente denunciada por mi parte la injusta atrocidad de lo que sucedió en los Oscar de las películas de 2008 en su estrepitosa derrota contra Slumdog Millionaire, pero este no es el asunto ahora).

Pese a que La red social cuenta, efectivamente, cómo el joven y asocial, aunque genio brillante de la informática, Mark Zuckerberg, en 2003, tras una noche —a priori para olvidar— de borrachera y romper con su novia, crea una aplicación viral para que los estudiantes de su colegio mayor en Harvard puedan compartir fotos y comentarios, lo que derivará en el germen de Facebook, la última de Fincher es mucho más. El relato de cómo un estudiante de Harvard se convierte en el billonario más joven de la historia, de cómo su idea se convierte en el motivo de pugna, venganza empresarial, compra-venta, y valor en auge más extraordinario de los últimos tiempos podría llevarse a la pantalla según una estructura cómodamente instalada en el formato based on a true story, donde se humaniza a Zuckerberg y el espectador simplemente se emociona y empatiza con sus éxitos y flaquezas. Pero no con Fincher.

Fincher es un meticuloso narrador, un tipo que controla a la perfección el tempo de los diálogos, los instantes en los que la cámara se debe detener en un objeto, los momentos en los que la —excelente, por cierto— música debe inundar la imagen, cuándo usar un silencio… La red social es una película que, tal y como se extrae de su tagline, retrata cómo el hombre que ha conseguido conectar a más millones de personas en el mundo, es en realidad un tipo solitario que, básicamente, no logra contactar con nadie. El esqueleto formal del filme es un trasunto Rashomoniano, es decir, alambica el crecimiento imparable de Facebook mientras representa una suerte de encuentros legales y demandas en las que las múltiples partes implicadas en las innumerables batallas legales que Zuckerberg ha ido librando desde que creó el monstruo exponen los retales de la historia.

Así, como en la obra maestra de Kurosawa, el espectador construye su verdad, ésa que cada cual tenemos acerca de lo que es Facebook y lo que supone para cada uno de nosotros, mientras Fincher sólo esboza una poliédrica estampa de los intereses enfrentados que han configurado su historia. Quizá pueda sonar algo pretencioso, sobre todo porque estamos hablando de la considerada mejor película de la historia del cine, pero igual no es una locura pensar que lo que Fincher ha hecho hoy con el joven Mark Zuckerberg no queda muy allá de lo que hace setenta años hizo Orson Welles, esto es, la radiografía fragmentada de un magnate de los medios de comunicación —entonces prensa, ahora Internet— cuya excesiva vida pública siempre ocultó los esquivos sentimientos de falta en su soledad y nostalgia. Tenemos pues —salvando unas muy necesarias distancias en pos de la prudencia histórico-cinéfila— a una suerte de Ciudadano Kane del siglo XXI.

Alternativas que lo pasarán bastante mal en su enfrentamiento en la cartelera con La red social, nos llegan a Castellón, fundamentalmente, dos opciones. La española es DiDi Hollywood, de Bigas Luna, una aproximación a los oropeles y miserias de la búsqueda de un sueño. La película se enmarca en la segunda parte de una supuesta trilogía que su director dedica al éxito. La primera entrega de la misma nos llegó con Yo soy la Juani, una película mucho más fresca y auténtica que nos acercaba a los anhelos de una princesa de extrarradio, una Barbie de polígono. Ahora es Elsa Pataky la que interpreta a Diana Díaz, una joven camarera madrileña que un buen día decide hacer realidad el sueño de su vida, coger sus ahorros, probar suerte y viajar a Miami —y más tarde a Los Ángeles— para convertirse en una actriz famosa y, quién sabe, conocer gente, hacer castings y, algún día, pasear por una alfombra roja y ganar un Oscar.

No deja de ser curioso que sea Bigas Luna, descubridor reconocido de nuestra internacional Penélope Cruz, el encargado de armar una historia que muchos espectadores relacionarán con este trayecto. Es sin embargo, como decíamos, Elsa Pataky la que soporta sobre ella todo el peso de la película. Está por ver aún la eclosión de esta actriz en el mercado hollywoodiense, más allá de que sea una indudable cara bonita y en España suponga un reclamo comercial de indudable valía comercial para la cinta. A destacar en DiDi Hollywood —el título proviene del nombre artístico que ella adopta en Estados Unidos como apócope de Diana Díaz, además de hacer un cierto guiño fónico para tomar prestado el atractivo glamour de la princesa de Gales — el papel de agente implacable y sin escrúpulos de Peter Coyote, así como las escenas de sexo desenfrenado, morboso, enfermizo, y casi explícito que son marca de la casa en el cine de Bigas Luna.

La tercera propuesta del fin de semana que nos llega a los cines comerciales de Castellón es La otra hija, que en versión original es The New Daughter, cinta de terror sobrenatural que, sin embargo, si algo no es, es, precisamente, nueva. Una historia incluida en ese subgénero de padre separado/viudo — incursión de Kevin Costner en el género de suspense cuyo papel recuerda al de Dragonfly: la sombra de la libélula— que, acompañado de una contrariada hija —una Ivana Baquero, la niña de El Laberinto del Fauno, que es aquí lo mejor de la película— se mudan a una mansión en las afueras de la ciudad, donde empiezan a pasar cosas extrañas. En este caso la niña empieza a tener comportamientos extraños, a cambiar su actitud, a actuar de una manera terrorífica —todo ello nos recuerda mucho, por cierto, a la película de hace unos años: El escondite, con Robert deNiro y Dakota Fanning—.

Iremos solucionando el enigma y comprobaremos que todo tiene que ver con un misterioso montículo que se encuentra en el bosque alrededor de la casa. Digamos que no es la película ideal para llevar a alguien que tenga cierta fobia a los bichejos —llamémosles hormigas, cucarachas o similares—. Una propuesta con tintes shyamalianos que, no obstante, peca de deficiencias que no son sino las de un director novel en el largometraje: el español Luis Bermejo, reputado cortometrajista que, esta vez, de la mano de Guillermo del Toro, se lanza a una producción norteamericana que, no obstante, se ha estrenado allí directamente en DVD sin pasar por cartelera. Aquí nos llega tras su modesto paso por Sitges. Por cierto, prometemos traer información de este Sitges Film Festival en breve aquí en nomepierdoniuna.

Cartelera de cines comerciales de Castellón y Vila-real:

>Cinebox Castellón-La Salera.

>Neocine-Puerto Azahar.

>Sucre Vila-real.

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