Josep Sancho y Armando Bonet son de ese tipo de músicos que hacen fácil lo difícil. Hasta el punto de tener la soltura de quitarle el boato a la música llamada culta para reírse y hacer reír. Para mantener una ejecución impecable y, al mismo tiempo, parecer que están jugando y hacerla asequible a todo el público. Eso es precisamente lo que buscan con Contrapuntum, el espectáculo que interpretan este viernes 25 de enero a las 20.30 en el Teatro Principal de Castellón, con entradas a 7 euros, que puedes adquirir en las propias taquillas o por internet.
Contrapuntum fusiona la mejor música clásica y contemporánea con teatro, humor y mucha imaginación. El virtuosismo de Josep Sancho, concertista de clarinete de renombre internacional se une a la locura de Armando Bonet, actor y músico polifacético. Un espectáculo de gran dificultad técnica y variedad instrumental en el que los dos músicos interpretan obras de Stravinski, Gounot o Tárrega y también piezas compuestas por ellos mismos. Un recital creativo y divertido, en ocasiones desconcertante, con toques de surrealismo, que combina clarinete, guitarra, piano o tubófono.
En Contrapuntum, Josep Sancho y Armando Bonet son capaces de hacer un solo con una sierra, convertir una máquina de escribir en instrumento principal o dar un concierto de percusión con los utensilios más insólitos. Una pareja artística que pasa de tocar a dúo, a jugar, competir y rivalizar en algunas escenas. En su escalada de locura, llegan a construir melodías con una máquina de tubos o con enseres de cocina. Músicos y actores, que interactúan sobre del escenario para arrancar así la sonrisa del público.
Con humor gestual y el lenguaje universal de la música, Contrapuntum relata historias, nos sorprende y hace reír. Teatro musicalizado para toda la familia, que además de ser didáctico reinventa los recitales. Consigue hacer disfrutar de un des-concierto que integra dos formas contrapuestas de interpretar y ver la vida: una más cómica y la otra más seria. Siempre desde un punto de vista sorprendente y a la vez conciliador y con la colaboración puntual del público, los músicos contagian el amor por la música y demuestran que lejos de ser seria o aburrida, remueve sentimientos y conciencias y no deja indiferente a nadie.