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Arenal Sound, Contempopranea, DAS, Dorian, Ebrovisión, Hurts, Layabouts, Love of Lesbian, Marc Gili, Polock, Santi Balmes, Scissor Sisters, Sonorama, Vetusta Morla
"En este país está pasando con la música pop algo que no pasaba desde la Movida madrileña y tenemos que disfrutarlo". Así lo proclamaba el líder de Dorian, Marc Gili, el pasado jueves en uno de los primeros grandes conciertos del Arenal Sound. Santi Balmes, frontman de Love of Lesbian apuntaba en la misma dirección el sábado ante un público entregado: "Es una pasada que cada vez más festivales apuesten por los grupos de aquí". Que dos músicos tan rodados y con tanto predicamento en el panorama musical español insinúen sobre el escenario que, a nivel de cartel, el Arenal Sound pueda empezar a jugar en la misma liga que citas consolidadas como Contempopranea, Sonoroma o Ebrovisión es una señal clara de que el festival de Burriana ha dado un salto cualitativo en su segunda edición. Más allá de las palabras, lo que más de 35.000 personas vivieron en los conciertos de Vetusta Morla o Love of Lesbian, en los de Scissor Sisters o Hurts, deja señal. También en algunos menos masificados, como los de Polock y Layabouts. Conciertos intensos seguidos con una pasión desbordante por miles de jóvenes que, en los dos primeros casos, coreaban todas y cada una de las canciones como si se les escurriera el tiempo. Sí, a la orilla del mar.
Éxito de público, 40.000 asistentes diarios de media (42.000 en el de Vetusta Morla) y 160.000 en total según la organización: más del triple que en 2010 y situándose a la altura de los grandes festivales de verano a nivel nacional, con un impacto económico de 12 millones de euros en Burriana y alrededores. Apuesta en la buena dirección por encontrar una personalidad reconocible en la definición del cartel. Y todo ello rodeado, en parte empañado y con peligro de ser dilapidado, por una organización a todas luces desastrosa: caos en los accesos por carretera a la playa de Burriana; caos para aparcar; esperas de más de dos horas para recoger la pulsera; caos para entrar en el festival; colas interminables en las barras y en los baños; mala distribución de espacios en el recinto; aglomeraciones al inicio y al final de los principales conciertos; potencia de sonido del escenario principal (el DAS) clamorosamente insuficiente; reparto de horarios de las actuaciones discutible; basura y orín por todas partes; las redes de telefonía móvil colapsadas... En resumen, un festival insoportablemente incómodo de vivir y transitar. Hay centenares de tweets y comentarios en el muro de Facebook del propio Arenal denunciando con aspereza todas esas deficiencias. Toda la respuesta oficial del Arenal al respecto ha sido esta escueta referencia en la nota de prensa de balance: "Desde hoy la organización se pone manos a la obra para mejorar los servicios y las condiciones de las instalaciones para que Arenal Sound 2012 sea aún mejor". El alud de réplicas del público en las redes sociales tampoco se ha hecho esperar.
El Arenal Sound ha dado un gran paso adelante, pero para terminar de encontrarse a sí mismo y consolidarse, en nuestra opinión, ha de empezar por lo más importante: saber gestionar esa inmensa afluencia de público para no devorarse a sí mismo como ya ha ocurrido con otras citas musicales. No sirve de atenuante el precio de los abonos; ¿o tenemos que acostumbrarnos a sufrir todas esas penalidades porque la entrada sea barata? Ni la inexperiencia: hace dos décadas que se organizan decenas de festivales musicales de ese tipo por todo el país, dos de ellos muy cerca de Burriana. En la previa titulábamos que el Arenal despegaba, por cartel y afluencia de público. Finalmente lo ha hecho con turbulencias muy aparatosas. A nosotros nos gustaría ver un Arenal Sound 2012 repleto de bandas apetecibles en un festival cómodo y bien organizado. En serio.
Te dejamos con el reportaje fotográfico del Arenal Sound 2011, realizado por Galcerán de Born para nomepierdoniuna.net.