Irresistible souvenir kitsch en forma de púas.

"Canciones". Es la palabra que anoche repetía sin parar justo después de aprenderla Tommy Dunbar, el guitarra de The Rubinoos, en la sala Four Seasons. Se la enseñó el simpático Jon Rubin, con su esforzado español al frente del grupo. En realidad nos la enseñó a todos en su significado profundo. Porque ayer en el Four Seasons sonaron muy buenas canciones. Lo son todas las que tocaron. Y tocaron casi todas las que son. Canciones de estribillo redondo, coros perfectos y el punto justo de tensión rocanrolera. Canciones que son clásicos indiscutibles, imperecederas, entrañables. Tienen de sobra donde elegir y esta vez eligieron mejor que el año pasado en el Auditori con motivo del Ciclo Ricoamor. El grupo californiano ofreció una lección magistral de power pop, de cómo saber disfrutar y divertirse sobre un escenario después de 40 años y, por encima de todo, de cómo dejar una sonrisa de oreja a oreja a todas y cada una de las personas que presenciaron la actuación.

The Rubinoos siguieron el plan que tenían previsto solamente hasta la octava canción. Entonces empezó lo mejor de la noche aunque, van tan sobrados, que ya habían tocado perlas preciosas como "I Wanna Be Your Boyfriend" o algunas del nuevo disco, Automatic Toaster, "Two guitars, bass and drum" por ejemplo, que sonaron a clásicos instantáneos que daba gusto. A partir de ese momento rompieron literalmente el set list y empezó un concierto a la carta: el público escogía las canciones y el cuarteto de San Francisco las interpretaba sin rechistar. Aunque con alguna se hicieron los remolones, no dijeron que no a ningua.  Cayeron temazos como "Early Winter", "Amnesia", "Rock'n'roll is Dead", "I Think We're Alone Now", "It Hurts Too Much"... las más previsibles y las menos, y se dejaron de sugars y tentaciones verbeneras como el año pasado. Incluidas algunas que, según confesaron, hacía 30 años que no tocaban en directo, como "I Don't Wanna Break Up". Intercaladas con algunas que tenían previsto tocar, como "Black is Black" de Los Bravos. En fin, aquello fue el acabose. Una fiesta temática de Rubinoos protagonizada por los propios Rubinoos, encantados y agradecidos con un público con el que conectaron perfectamente porque se sabía al dedillo todas sus canciones.

The Rubinoos cerraron en el Four Seasons su gira por España -ahora la seguirán en Italia- y celebran 40 años como grupo en un estado de forma, unas voces y una energía que para sí quisieran muchas bandas con una cuarta parte de su recorrido. Tommy Dunbar estuvo especialmente inspirado, con la guitarra -a la que hizo aullar en la recta final- y con el micro. Sonaron más rock, como habían adelantado en la entrevista que concedieron a nomepierdoniuna.net, aunque también hicieron su guiño doowop en el bis; hicieron menos coreografías imposibles, aunque estuvieron muy graciosos. Frente a la actuación rutilante a lo Gran Orquesta Rubinoos que hicieron el año pasado, y tengo entendido que en anteriores giras por España, en esta ocasión el grupo californiano comprendió que el público de aquí se conoce muy bien su discografía y se centraron en ofrecer un concierto divertido y lleno de calidad. Y lleno de excelentes canciones. Sobre todo eso, canciones.

El repertorio del que pasaron olímpicamente.